Entre la niña pobre pero altiva y la diva orgullosa de su estirpe en la platea del Teatro Español hay toda una vida entre platós y candilejas Leer Entre la niña pobre pero altiva y la diva orgullosa de su estirpe en la platea del Teatro Español hay toda una vida entre platós y candilejas Leer
En el Teatro Español, como a las grandes damas de la escena, se va a velar a Marisa Paredes. El mismo teatro que ella veía cada mañana siendo una niña pobre, la hija de la portera de una finca de la Plaza de Santa Ana en el Madrid gris de la posguerra. Cada día veía entrar a actrices elegantemente vestidas y apretaba los puños y los dientes imaginando ser una de ellas. Vivir en ese mundo de bohemia era su sueño. Precisamente, con Luces de Bohemia se despidió del Teatro Español el pasado domingo. La actriz acudió emocionada a la última función de este montaje en el que actuaba su hija, la espléndida María Isasi.
Entre esa niña pobre pero altiva y la diva orgullosa de su estirpe en la platea del Teatro Español hay toda una vida entre platós y candilejas. Más allá del cine (de Almodóvar, de Ripstein, de Villaronga…), Marisa Paredes siempre deseó ser una actriz de teatro. Debutó en la compañía de Conchita Montes y pronto comenzó a aparecer en los espacios dramáticos en Televisión Española. Según decía, su padre solo aceptó su profesión cuando comenzaron a felicitarle los vecinos al verla en la Uno.
En el teatro, destacó por su dramatismo: Lorca, Shakespeare, Bergman, Genet… Y quien mejor partido le sacó fue Lluís Pasqual. Precisamente, Almodóvar retrató la complicidad entre ambos en Todo sobre mi madre, en una secuencia que la actriz recitaba el trágico monólogo de la madre de Bodas de sangre mientras Pasqual la sostenía. «Me mojé las manos con sangre y me las lamí con la lengua…». Un Lorca inacabado fue la obra con la que más éxito obtuvieron. Su Comedia sin título fue un terremoto escénico a finales de los 80 en el María Guerrero. Junto a Marisa Paredes, Imanol Arias, Juan Echanove y una veintena de actores que hicieron historia en el CDN. También fue Pasqual quien la rescató para la escena tras una larga ausencia con su Gertrudix en un Hamlet aplaudido a rabiar en el Teatro Español, otra vez.
Y con Pasqual ensayaba estos días Cargada de futuro, un título macabramente irónico extraído del famoso verso de Gabriel Celaya. La poesía es un arma cargada de futuro. La diva estaba muy ilusionada, iba a contar su vida en este montaje que ya tenía fecha de estreno. Febrero. Por eso, su muerte resulta tan triste. Un telón bajado antes de tiempo, otra comedia sin final.
José Luis Romo es director artístico de Matadero Madrid.
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