El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero ha pedido este martes que la defensa europea que se está construyendo a partir del plan multimillonario de rearme de la Comisión y el crecimiento exponencial del gasto militar por parte de los Veintisiete lleve una declaración de principios en su frontispicio. Esta declaración, ha subrayado, debe incluir un compromiso de “lealtad inequívoca a la Carta de San Francisco”, el tratado fundacional de Naciones Unidas, y la promesa de que Europa “nunca atacará en primer lugar” y “solo usará la fuerza para defenderse”.
Zapatero ha enarbolado la bandera del pacifismo en la presentación de su libro La solución pacífica (Plaza & Janés, 2025), en la que ha estado acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y la profesora de ciencia política Máriam Martínez-Bascuñán. “Defender la paz y declararse inequívocamente pacifista es un deber”, ha proclamado. El expresidente ha lamentado la debilidad del movimiento pacifista, “que no exista una reacción cívica poderosa como hubo contra la guerra de Irak” ante la invasión de Ucrania o “la terrible matanza de Gaza. Esto es lo que más me preocupa. Es impensable esta falta de reacción”, ha añadido. “Se ha impuesto la idea militarista que defiende la necesidad de incrementar los presupuestos de defensa. Indudablemente, estamos ante el gran problema de este primer cuarto del siglo XXI: el discurso de la seguridad se ha antepuesto al afán de paz”, escribe en su libro.
Albares ha salido al paso de estas palabras subrayando que “el ‘no a la guerra’ no tiene sentido en Madrid, Berlín o París. Hay que gritarlo en Moscú, porque esta es la guerra de un solo hombre”, ha dicho, en alusión al presidente ruso, Vladímir Putin. “No hay que dejarse engañar”, ha añadido, “Europa no está en una carrera militarista ni belicista. Lo que queremos es que Europa siga siendo un proyecto de paz”.
En un difícil equilibrio entre su visión pacifista de las relaciones internacionales y el plan del Gobierno para elevar aceleradamente el gasto militar hasta el 2% del PIB, Zapatero ha zanjado el dilema declarando: “No tengo reparo en fortalecer la defensa siempre que fortalezcamos en paralelo las instituciones por la paz”. “¿Cuántos militares tenemos y cuántos diplomáticos dedicados a integrar un cuerpo por la paz?”, se ha preguntado, tras recordar que la creación de este último fue una propuesta del presidente estadounidense John F. Kennedy.
Sin abandonar su proverbial optimismo, Zapatero ha dado por sentado que “el trumpismo será [un fenómeno] coyuntural, está por ver cuántos desperfectos provoca”, y que “Rusia es más que Putin”, por lo que ha subrayado que la tarea que tiene por delante la UE es ser capaz de ofrecer al mundo “un proyecto de reconstrucción de comunidad política internacional”, una vez que ambos desaparezcan. A su juicio, la mayor diferencia entre la situación actual y la Europa de entreguerras que alumbró hace un siglo los fascismos es que ahora existe la UE, “el proyecto civilizatorio más avanzado de la historia”. Al igual que se abolió la esclavitud, ha mostrado su confianza en que un día pueda decretarse la “abolición de la guerra”,
Pese a sus diferentes perspectivas, Albares y Zapatero se han intercambiado elogios. El primero ha asegurado que la política exterior del actual Gobierno se levanta sobre los cimientos que él plantó durante su mandato, mientras que el segundo ha calificado de “hito” el reconocimiento del Estado palestino por parte de España.
Aunque la situación de Venezuela no ha salido a colación en el acto, Zapatero aprovecha el libro para explicar su polémica intervención en la crisis del país sudamericano y su silencio ante el régimen de Maduro, que le ha valido duras críticas. “El caso de Venezuela adolece de un grave defecto: se desarrolla abierto en canal para la opinión pública. El mundo está excitado por la hiperinformación, pero la única manera de resolver conflictos pasa por la discreción”.
Frente a quienes le reprochan que no condenara el fraude de las últimas elecciones venezolanas, el expresidente señala que cualquier declaración suya “en un sentido o en otro habría cercenado la posibilidad de mantener el diálogo con las partes en el futuro. Ello permitió participar en algunas gestiones que se conocieron”, agrega, en alusión a la salida del candidato opositor Edmundo González Urrutia, acogido en la Embajada española en Caracas, hacia España. “Como mediador”, concluye, “se debe estar en condiciones de dialogar por igual con Nicolás Maduro y con Edmundo González y transmitirles el mismo grado de confianza”.
El expresidente lamenta la debilidad del movimiento pacifista ante las guerras de Ucrania y Gaza
El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero ha pedido este martes que la defensa europea que se está construyendo a partir del plan multimillonario de rearme de la Comisión y el crecimiento exponencial del gasto militar por parte de los Veintisiete lleve una declaración de principios en su frontispicio. Esta declaración, ha subrayado, debe incluir un compromiso de “lealtad inequívoca a la Carta de San Francisco”, el tratado fundacional de Naciones Unidas, y la promesa de que Europa “nunca atacará en primer lugar” y “solo usará la fuerza para defenderse”.
Zapatero ha enarbolado la bandera del pacifismo en la presentación de su libro La solución pacífica (Plaza & Janés, 2025), en la que ha estado acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y la profesora de ciencia política Máriam Martínez-Bascuñán. “Defender la paz y declararse inequívocamente pacifista es un deber”, ha proclamado. El expresidente ha lamentado la debilidad del movimiento pacifista, “que no exista una reacción cívica poderosa como hubo contra la guerra de Irak” ante la invasión de Ucrania o “la terrible matanza de Gaza. Esto es lo que más me preocupa. Es impensable esta falta de reacción”, ha añadido. “Se ha impuesto la idea militarista que defiende la necesidad de incrementar los presupuestos de defensa. Indudablemente, estamos ante el gran problema de este primer cuarto del siglo XXI: el discurso de la seguridad se ha antepuesto al afán de paz”, escribe en su libro.
Albares ha salido al paso de estas palabras subrayando que “el ‘no a la guerra’ no tiene sentido en Madrid, Berlín o París. Hay que gritarlo en Moscú, porque esta es la guerra de un solo hombre”, ha dicho, en alusión al presidente ruso, Vladímir Putin. “No hay que dejarse engañar”, ha añadido, “Europa no está en una carrera militarista ni belicista. Lo que queremos es que Europa siga siendo un proyecto de paz”.
En un difícil equilibrio en su visión pacifista de las relaciones internacionales y el plan del Gobierno para elevar aceleradamente el gasto militar hasta el 2% del PIB, Zapatero ha zanjado el dilema declarando: “No tengo reparo en fortalecer la defensa siempre que fortalezcamos en paralelo las instituciones por la paz”. “¿Cuántos militares tenemos y cuántos diplomáticos dedicados a integrar un cuerpo por la paz?”, se ha preguntado, tras recordar que la creación de este último fue una propuesta del presidente estadounidense John F. Kennedy.
Sin abandonar su proverbial optimismo, Zapatero ha dado por sentado que “el trumpismo será [un fenómeno] coyuntural, está por ver cuántos desperfectos provoca”, y que “Rusia es más que Putin”, por lo que ha subrayado que la tarea que tiene por delante la UE es ser capaz de ofrecer al mundo “un proyecto de reconstrucción de comunidad política internacional”, una vez que ambos desaparezcan. A su juicio, la mayor diferencia entre la situación actual y la Europa de entreguerras que alumbró hace un siglo los fascismos es que ahora existe la UE, “el proyecto civilizatorio más avanzado de la historia”. Al igual que se abolió la esclavitud, ha mostrado su confianza en que un día pueda decretarse la “abolición de la guerra”,
Pese a sus diferentes perspectivas, Albares y Zapatero se han intercambiado elogios. El primero ha asegurado que la política exterior del actual Gobierno se levanta sobre los cimientos que él plantó durante su mandato, mientras que el segundo ha calificado de “hito” el reconocimiento del Estado palestino por parte de España.
Aunque la situación de Venezuela no ha salido a colación en el acto, Zapatero aprovecha el libro para explicar su polémica intervención en la crisis del país sudamericano y su silencio ante el régimen de Maduro, que le ha valido duras críticas. “El caso de Venezuela adolece de un grave defecto: se desarrolla abierto en canal para la opinión pública. El mundo está excitado por la hiperinformación, pero la única manera de resolver conflictos pasa por la discreción”.
Frente a quienes le reprochan que no condenara el fraude de las últimas elecciones venezolanas, el expresidente señala que cualquier declaración suya “en un sentido o en otro habría cercenado la posibilidad de mantener el diálogo con las partes en el futuro. Ello permitió participar en algunas gestiones que se conocieron”, agrega, en alusión a la salida del candidato opositor Edmundo González Urrutia, acogido en la Embajada española en Caracas, hacia España. “Como mediador”, concluye, “se debe estar en condiciones de dialogar por igual con Nicolás Maduro y con Edmundo González y transmitirles el mismo grado de confianza”.
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