Se sorprende Pablo Macho Otero por cómo se ha resignificado la obra que imaginó en 2017. Han pasado ocho años desde que la dibujase en las mentes de su compañía, La Bella Otero, además de dos estancias en Barcelona, en La Gleva, primero, y en La Villarroel, después. Por el camino, ha sumado involuntariamente nombres a la causa, como Javier Milei y Donald Trump. «Ellos son los Eróstrato de nuestro tiempo», asegura de dos presidentes que cumplen a pies juntillas la crítica que reside en la pieza que presentan ahora en el Teatro de la Abadía, en Madrid.
Es esta figura grecolatina la que inspiró ‘A fuego’. «Un griego de Éfeso [en la actual Turquía] que quiso quemar una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, el templo de Artemisa», explica Macho Otero, intérprete, autor y codirector de la pieza junto a Emma Arquillué. «Cuando lo pillaron y le torturaron para que confesase, explica que lo ha hecho para pasar a la posteridad».
Y es en este pasaje en el que se detuvo el entonces joven de 23 años: «Me parecía que hablaba de mi generación, que está obsesionada por llamar la atención a cualquier precio. Entonces, los youtubers comenzaban a hacerse superfamosos y empezaban los retos virales». Aquella historia del griego le recordaba a ese mismo «ansia narcisista de ser recordado y visto por los demás».
La Bella Otero persigue en ‘A fuego’ la idea de trascender sea como sea: «Todos los seres humanos tenemos un deseo de trascendencia. Hay quien encuentra la salida a esto en la religión o en la espiritualidad, pero para la gente que no tiene esa conexión mística, la única manera de trascender es a través de lo físico –explica Macho Otero–. Puede ser mediante los hijos, pero también haciendo algo grande, como los soldados que iban a la guerra para que sus gestas fuesen recordadas. Para alguien que se siente frustrado e invisibilizado, puede ser que la alternativa que encuentre para satisfacer este deseo sea destruir algo o matar a alguien».
La directora, por su parte, apunta en este aspecto a los artistas: «Tienen más clara la forma en la que quieren dejar huella; a través de una pintura, un edificio, una novela… Nuestra obra tiene que ver con eso, fundamentalmente», resume.
La compañía venía de un montaje complejo a nivel escénico, y encontró en esta historia una excusa, comenta Arquillué, para ir «a la esencia». «Que no a lo simple», puntualiza el actor.
El discípulo de Álvaro Tato que desempolva el verso
Es por ello que La Bella Otero apostó por «jugar con la palabra» a través del verso y de un texto potente, indica un Macho Otero que señala directamente a uno de sus referentes: «Álvaro Tato«, dice del poeta que, en sus palabras, «ha rejuvenecido el verso más allá de etiquetas de antiguo, casposo, polvoriento…. Le ha dado brillo con el lenguaje actual», explica sobre un poeta que descubrió en ‘Siglo de Oro, siglo de ahora’ (2013).
Sus estudios en Filología Hispánica han pesado en que el autor y actor reivindique «formas antiguas que se están olvidando». Lleva el verso a los «bros» del siglo XXI. «Lo asociamos a algo viejo y el verso está muy cerca de la oralidad. El octosílabo está en cualquier canción española. No es tan diferente a lo que hace el rap. Las batallas de gallos llenan estadios y eso de tirarse ‘beef’, de vacilar al otro con tu ingenio y no con tu fuerza física, es muy del Siglo de Oro».
[[QUOTE:PULL|||»En el fondo todos somos narcisistas»|||E. Arquillué]]
Otro de los referentes de Macho Otero para la confección de esta función fue Sergio Blanco, en concreto, su género de autoficción. «Él novela su experiencia hasta niveles estratosféricos y yo, en la pieza, cuento el recorrido desde que descubrí al personaje hasta el momento que estreno». ‘A fuego’ mezcla narcisismos, «el de Eróstrato y el mío; el suyo es el de querer pasar a la historia y el de nuestros tiempos es el deseo por el ‘like’. La obra se mofa de esa actitud. Hay mucha autocrítica hacia mí por el hecho de ser actor y querer ser el centro de atención o de buscar ser recordado como autor». Es en este punto en el que Macho Otero hace referencia a los presidentes de Argentina y Estados Unidos como «Eróstratos de nuestro tiempo»: «Son un poco el payaso que llama la atención a cualquier precio. El bufón, pero malo, peligroso».
«En el fondo todos somos narcisistas», asume Arquillué. «En general», continúa su compañero, «hemos intentado hacerlo desde el deseo de reírnos de nosotros mismos. Sobre todo yo, que soy el que está en escena. Muchos psicólogos hablan ya de una epidemia de narcisismo. Las grandes empresas y las redes sociales nos están empujando a ello porque la necesidad de poner varias capas a nuestra identidad va muy bien para el consumo. Para romper con esto, nosotros salimos a escena a reírnos de nuestro propio narcisismo. Así la máscara se puede agrietar de una forma más amable», finaliza.
- Dónde: Teatro de la Abadía, Madrid. Cuándo: del 24 de abril al 4 de mayo. Cuánto: 24 euros.
La compañía de Pablo Macho Otero y Emma Arquillué llega a Madrid con una historia grecolatina que tiene ecos directos en la epidemia narcisista del siglo XXI
Se sorprende Pablo Macho Otero por cómo se ha resignificado la obra que imaginó en 2017. Han pasado ocho años desde que la dibujase en las mentes de su compañía, La Bella Otero, además de dos estancias en Barcelona, en La Gleva, primero, y en La Villarroel, después. Por el camino, ha sumado involuntariamente nombres a la causa, como Javier Milei y Donald Trump. «Ellos son los Eróstrato de nuestro tiempo», asegura de dos presidentes que cumplen a pies juntillas la crítica que reside en la pieza que presentan ahora en el Teatro de la Abadía, en Madrid.
Es esta figura grecolatina la que inspiró ‘A fuego’. «Un griego de Éfeso [en la actual Turquía] que quiso quemar una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, el templo de Artemisa», explica Macho Otero, intérprete, autor y codirector de la pieza junto a Emma Arquillué. «Cuando lo pillaron y le torturaron para que confesase, explica que lo ha hecho para pasar a la posteridad».
Y es en este pasaje en el que se detuvo el entonces joven de 23 años: «Me parecía que hablaba de mi generación, que está obsesionada por llamar la atención a cualquier precio. Entonces, los youtubers comenzaban a hacerse superfamosos y empezaban los retos virales». Aquella historia del griego le recordaba a ese mismo «ansia narcisista de ser recordado y visto por los demás».

La Bella Otero persigue en ‘A fuego’ la idea de trascender sea como sea: «Todos los seres humanos tenemos un deseo de trascendencia. Hay quien encuentra la salida a esto en la religión o en la espiritualidad, pero para la gente que no tiene esa conexión mística, la única manera de trascender es a través de lo físico –explica Macho Otero–. Puede ser mediante los hijos, pero también haciendo algo grande, como los soldados que iban a la guerra para que sus gestas fuesen recordadas. Para alguien que se siente frustrado e invisibilizado, puede ser que la alternativa que encuentre para satisfacer este deseo sea destruir algo o matar a alguien».
La directora, por su parte, apunta en este aspecto a los artistas: «Tienen más clara la forma en la que quieren dejar huella; a través de una pintura, un edificio, una novela… Nuestra obra tiene que ver con eso, fundamentalmente», resume.
La compañía venía de un montaje complejo a nivel escénico, y encontró en esta historia una excusa, comenta Arquillué, para ir «a la esencia». «Que no a lo simple», puntualiza el actor.
Es por ello que La Bella Otero apostó por «jugar con la palabra» a través del verso y de un texto potente, indica un Macho Otero que señala directamente a uno de sus referentes: «Álvaro Tato«, dice del poeta que, en sus palabras, «ha rejuvenecido el verso más allá de etiquetas de antiguo, casposo, polvoriento…. Le ha dado brillo con el lenguaje actual», explica sobre un poeta que descubrió en ‘Siglo de Oro, siglo de ahora’ (2013).
Sus estudios en Filología Hispánica han pesado en que el autor y actor reivindique «formas antiguas que se están olvidando». Lleva el verso a los «bros» del siglo XXI. «Lo asociamos a algo viejo y el verso está muy cerca de la oralidad. El octosílabo está en cualquier canción española. No es tan diferente a lo que hace el rap. Las batallas de gallos llenan estadios y eso de tirarse ‘beef’, de vacilar al otro con tu ingenio y no con tu fuerza física, es muy del Siglo de Oro».
«En el fondo todos somos narcisistas»
Otro de los referentes de Macho Otero para la confección de esta función fue Sergio Blanco, en concreto, su género de autoficción. «Él novela su experiencia hasta niveles estratosféricos y yo, en la pieza, cuento el recorrido desde que descubrí al personaje hasta el momento que estreno». ‘A fuego’ mezcla narcisismos, «el de Eróstrato y el mío; el suyo es el de querer pasar a la historia y el de nuestros tiempos es el deseo por el ‘like’. La obra se mofa de esa actitud. Hay mucha autocrítica hacia mí por el hecho de ser actor y querer ser el centro de atención o de buscar ser recordado como autor». Es en este punto en el que Macho Otero hace referencia a los presidentes de Argentina y Estados Unidos como «Eróstratos de nuestro tiempo»: «Son un poco el payaso que llama la atención a cualquier precio. El bufón, pero malo, peligroso».
«En el fondo todos somos narcisistas», asume Arquillué. «En general», continúa su compañero, «hemos intentado hacerlo desde el deseo de reírnos de nosotros mismos. Sobre todo yo, que soy el que está en escena. Muchos psicólogos hablan ya de una epidemia de narcisismo. Las grandes empresas y las redes sociales nos están empujando a ello porque la necesidad de poner varias capas a nuestra identidad va muy bien para el consumo. Para romper con esto, nosotros salimos a escena a reírnos de nuestro propio narcisismo. Así la máscara se puede agrietar de una forma más amable», finaliza.
- Dónde: Teatro de la Abadía, Madrid. Cuándo: del 24 de abril al 4 de mayo. Cuánto: 24 euros.
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