Amanda Lear se ha ganado a lo largo de su carrera el sobrenombre de la reina blanca de la música disco. Modelo, musa de Salvador Dalí y estrella del pop en la década de los setenta, buena parte de su fama se debe a haber negado durante toda su vida pública ser una mujer trans. Ella es uno de los focos del documental Enigma, estrenado a principios de año en el festival de cine de Sundance y que llega este miércoles al catálogo de Max.
“Ninguna mujer trans desea ser un modelo de conducta que represente a toda una comunidad”, apunta Zackary Drucker, directora de este documental que incorpora Max a su catálogo
Amanda Lear se ha ganado a lo largo de su carrera el sobrenombre de la reina blanca de la música disco. Modelo, musa de Salvador Dalí y estrella del pop en la década de los setenta, buena parte de su fama se debe a haber negado durante toda su vida pública ser una mujer trans. Ella es uno de los focos del documental Enigma, estrenado a principios de año en el festival de cine de Sundance y que llega este miércoles al catálogo de Max.
La cineasta y fotógrafa Zackary Drucker analiza en este largometraje cuestiones de identidad y supervivencia y explora el legado de Lear confrontándolo al de otra mujer. April Ashley, fallecida en 2021, fue también modelo en esa misma época y se convirtió en una pionera de la defensa de los derechos de la comunidad trans en el Reino Unido.
Enigma, de hecho, se apoya en buena parte en las memorias que en su día publicó Ashley. En ellas se cuenta una historia muy diferente, apoyada por testimonios de terceros. Según Ashley, Amanda y ella se conocieron como coristas a finales de los cincuenta en el cabaret parisino Le Carrousel, conocido por dar trabajo a mujeres trans. Lear era conocida allí como Peki d’Oslo y Ashley se convirtió en su mentora.
Después de que ambas hicieran la transición, Lear decidió renegar de su pasado y se alejó de todos los que la conocieron antes, aseguran varios testimonios en la película. Ashley, en cambio, se convirtió sin quererlo en un icono de la comunidad, cuando su escandaloso divorcio hizo que los tabloides la sacaran del armario como mujer trans, su respuesta fue la de reivindicarse como tal con orgullo, justo lo contrario que Lear, que en pleno 2025 asegura ser una mujer de nacimiento en los distintos y reveladores encuentros que mantiene con Ducker para este documental en París y en su propia casa, al sur de Francia.
Uno de los argumentos de Lear para negarse a hablar de sus orígenes es que deseaba ser conocida por su música. Drucker, también artista trans y que compara los testimonios de las dos mujeres sin ánimo de confrontación, entiende la postura de Lear. “A menudo yo misma me siento subestimada, siento que la mirada externa me limita como creadora”, confiesa a este periódico la creadora desde Nueva York en conversación telemática. “Lo cierto es que la prensa nunca trató a April como a un ser humano completo, solo veían en ella ese aspecto concreto de su identidad”, lamenta la directora de Enigma.

Las experiencias de Ashley y Lear, variadas y complejas, dejan claro los distintos precios que pagaron las mujeres trans de esa época. “En definitiva, la experiencia personal de April (y no solo su testimonio), explica en gran medida la decisión que mantiene Amanda de seguir siendo un enigma”, explica Drucker, que hace una década lanzó Relationship, un libro fotográfico en el que documentaba su propio proceso de transición y el de quien era en ese momento su pareja, Rhys Ernst.
“Cuando entiendes la increíble resiliencia que April tuvo que afrontar por ser honesta acerca de quién era, tiene todo el sentido del mundo que intentes protegerte para huir de tal nivel de escrutinio y crítica”, continúa Drucker, en este ejercicio de mostrar las dos caras de una misma moneda. “Probablemente, ninguna mujer trans desee ser un modelo de conducta, con la obligación de representar a una comunidad entera mostrándose perfecta y sin fallos. Un modelo de conducta es alguien que se mantiene fiel a sí mismo de forma honesta, aunque eso resulte a veces contradictorio”, defiende Ducker.
Pero la historia, dice la directora, no deja de ser “una de sororidad”, la de April ejerciendo de mentora de Amanda, la de la comunidad creada en Le Carrousel hace 70 años, que servía de red de seguridad para un grupo de personas completamente marginadas.
“Han pasado décadas desde entonces, pero en mi vida ocurre lo mismo”, comenta Drucker desde su piso neoyorquino. “Es la relación que tengo con mis hermanas de comunidad las que me definen. Los hombres, o el resto de la gente, entran y salen de tu vida, pero ellas construyen mi identidad”, defiende la cineasta.
El mes LGTBI+ en las plataformas
El de Enigma es otro más de los contenidos relacionados con la comunidad LGTBI+ que llega estos días a las plataformas de streaming, coincidiendo con la celebración del Orgullo LGTBI+ 2025. Del lunes 23 de junio al sábado 28 de junio, TCM emite cada noche a las 22.00 uno de los seis episodios de un clásico de HBO como es Ángeles en América. Se trata de una miniserie de 2003 que atrajo a un buen número de actores de cine, cuando todavía no era común verlos en la pequeña pantalla. El prestigio del texto que adapta, y del canal por cable que se encargaba de producirlo, además de la relevancia social del tema que trata, facilitó que estrellas como Al Pacino, Meryl Streep, Mary-Louise Parker y Emma Thompson aceptaran participar en ella.
Ángeles en América está basada en la obra teatral homónima del escritor Tony Kushner, galardonada con los premios Pulitzer y Tony, y adaptada para la televisión por el propio autor. Mike Nichols se encargó de la dirección de los seis episodios. El ya clásico relato está ambientado en el Nueva York en 1985 y cuenta las vidas de varios personajes marcadas por el inicio de la pandemia del VIH.
Tanto la obra teatral como la miniserie denuncian de forma directa como alegórica la política conservadora de la presidencia del presidente Ronald Reagan en aquella época. Al Pacino interpreta a un personaje real, el poderoso y corrupto abogado Roy Cohn, muy cercano a varios de los gobiernos conservadores de Estados Unidos. Es uno de los ciudadanos contagiados por el virus, pero miente asegurando que su enfermedad se trata de cáncer de hígado, para así mantener su imagen pública.
“Esta ficción no quiere entretener sino agitar y remover los espíritus, abrir los ojos de los ciegos sobre una realidad que ignoran, estimular su visión crítica y aportar ideas nuevas para la comprensión de los más urgentes problemas actuales”, contaba en este periódico Mario Vargas Llosa a mediados de los noventa, a propósito del montaje teatral en el que se basa la miniserie.
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