Ya se sabe, ya se dijo, lo dijo Tolstoi: eso de las familias tristes y las familias felices como punto de partida para gran saga novelesca. Aquí, la primera oración de Claire Messud (Connecticut, 1956) es «Soy escritora: cuento historias». Y, punto seguido, añade: «Por supuesto, lo que quisiera hacer en realidad es salvar vidas. O, simple y llanamente, quiero preservar la vida». Misión cumplida: en la tan monumental como sensible ‘Esta extraña y azarosa historia’ ( su noveno libro publicado luego de relatos y ‘nouvelles’ y novelas y ensayos; y en los que en más de una ocasión, retrospectivamente, se detectan recién ahora aproximamientos cautos a esto que siempre se quiso escribir, a «un libro en cuya escritura se invierte toda una vida») Messud cuenta y salva y preserva la historia de una familia triste y feliz basada en la suya y abarcando siete décadas. NOVELA ‘Esa extraña y azarosa historia’ Autora Claire Messud Editorial Galaxia Gutenberg Año 2025 Páginas 506 Precio 24,50 euros 5Y alguien apuntó a propósito de lo de Messud aquí que es algo como «para un tiempo que ya no existe» y que «se siente anticuado o vintage» o «en contra de un tiempo donde se ha perdido la capacidad de concentración» en lo que hace a su factura e intenciones y «como a la búsqueda de un lector clásico». Puede ser. Pero también puede ser —y es— una buena noticia: ‘Esta extraña y azarosa historia’ es panorámica y profunda y épica y sentimental como aquellos filmes de David Lean y remite a viejas glorias de lo novelesco (aunque, digámoslo, este tipo de novela se escribe cada vez más y cada vez peor en España: in/documentadísimos y recalentados frescos históricos con esas heroínas que van de aquí para allá, de una guerra a otra, de este continente a aquel, siempre a la fuga y soñando con encontrar refugio y amor entre los brazos de Mr. Netflix).Lo de Messud —por supuesto— no desea ni tiene nada que ver con eso. Y gira alrededor de la familia Cassar y sus múltiples voces y diferentes puntos de vista: el ‘attaché’ naval Gaston y Lucienne, sus hijos François y Denise, y la esposa de François, Barbara y sus hijos Loulou y Chloe (narrando lo suyo en primera persona, personaje más próximo/parecido a Messud y quien, como la escritora, inicia el largo viaje por ‘memory lane’ a partir del hallazgo de unos diarios de su tía y de una suerte de ‘memoir’ enciclopédica de su clan de más de mil páginas a cargo del abuelo Gaston).Messud es una eximia artista en el manejo de la elipsis y del no contarlo todo Así, siete partes (el título de la novela puesto en evidencia en uno de sus epígrafes surge a partir de esa teoría acerca de las siete edades/roles del hombre que Shakespeare postuló en ‘Como gustéis’); c on un prólogo, interludio y epílogo (con cameos y destellos de Raymond Aron y Charles De Gaulle y Albert Camus y modas y políticas cambiantes que van del colonialismo a lo ‘beatnik’ y ecos de Graham Greene y William Faulkner); yendo de Argelia en 1940 y pasando por Grecia, Estados Unidos, Canadá, Argentina, Suiza, Australia, Francia hasta llegar al 2010 y retroceder a 1927, Argelia otra vez, para que nos sea revelado algo secreto que jamás imaginamos pero, de pronto, comprendemos como inevitable. Unas vidas (y muertes) de novela y una novela para ser vivida. Una de esas novelas internacionales (pero nunca borrando las huellas de sus orígenes ‘pied-noir’ mientras soplan los tentadores vientos de la pérdida de la identidad ancestral a cambio del don del poder reinventarse, reescribirse) a la vez que íntima y doméstica, ‘nómade’ en lo físico pero tan sedentaria en lo mental. Acaso la versión culta y cultivada y magnífica de aquello con lo que tanto supieron entretener firmas como la de Herman Wouk o James Michener. Pero con una diferencia atendible: a diferencia de los anteriores, Messud es una eximia artista en el manejo de la elipsis y del no contarlo todo (algo más o menos similar a lo que hace y deshace el inglés Allan Hollinghurst en lo histérico-histórico suyo haciendo siempre foco en el tránsito de lo gay). Ejemplo: la guerra independentista argelina es, apenas, rumor de guerra y feroz discusión familiar recién superada la página 300. Y, aún así —con sus saltos hacia adelante y hacia atrás— el efecto extraño y extranjero— de la novela es de acceder a la totalidad de un mundo ajeno que enseguida se vuelve propio. Como debe ser, como debería ser siempre. Sí: este el placer que deparan las mejores novelas y a las que —como a esta— se hace inútil y absurdo pedirle una sinopsis argumental para una reseña. Esta no es ese tipo de reseña. Limitémonos a decir que aquí todo sucede para que todo le suceda al lector hasta llegar al final de una historia terminable y terminante y determinante, pero tan cambiante según quien y desde donde se la aprecie o tiemble. Y que ‘Esta extraña y azarosa historia’ es la mejor ‘rentrée’ posible y —sería justicia— la perfecta ocasión para que Messud sea por fin tan reconocida en nuestro idioma como lo son Joan Didion o Lorrie Moore o, más recientemente, Catherine Lacey y Ottessa Moshfegh. Messud —celebrada ya en sus comienzos por Penelope Fitzgerald y Cynthia Ozick— como ‘best’ además de ‘seller’. Alguien la que ya debió de prestársele atención y agradecimiento. Sus ya traducidas ‘Los hijos del emperador’ (probablemente la mejor novela sobre la caída de las Torres en el 2001), la ‘muy à’ la Patricia Highsmith cruzada con Woody Allen ‘La vecina de arriba’, o la iniciática y perturbadora ‘de amigas’ ‘La niña en llamas’ son, todas, formidables. Messud como alguien que, con ‘Esta extraña y azarosa historia’, vuelve a demostrar que no hay nada extraño y azaroso en la maestría de sus historias. Ya se sabe, ya se dijo, lo dijo Tolstoi: eso de las familias tristes y las familias felices como punto de partida para gran saga novelesca. Aquí, la primera oración de Claire Messud (Connecticut, 1956) es «Soy escritora: cuento historias». Y, punto seguido, añade: «Por supuesto, lo que quisiera hacer en realidad es salvar vidas. O, simple y llanamente, quiero preservar la vida». Misión cumplida: en la tan monumental como sensible ‘Esta extraña y azarosa historia’ ( su noveno libro publicado luego de relatos y ‘nouvelles’ y novelas y ensayos; y en los que en más de una ocasión, retrospectivamente, se detectan recién ahora aproximamientos cautos a esto que siempre se quiso escribir, a «un libro en cuya escritura se invierte toda una vida») Messud cuenta y salva y preserva la historia de una familia triste y feliz basada en la suya y abarcando siete décadas. NOVELA ‘Esa extraña y azarosa historia’ Autora Claire Messud Editorial Galaxia Gutenberg Año 2025 Páginas 506 Precio 24,50 euros 5Y alguien apuntó a propósito de lo de Messud aquí que es algo como «para un tiempo que ya no existe» y que «se siente anticuado o vintage» o «en contra de un tiempo donde se ha perdido la capacidad de concentración» en lo que hace a su factura e intenciones y «como a la búsqueda de un lector clásico». Puede ser. Pero también puede ser —y es— una buena noticia: ‘Esta extraña y azarosa historia’ es panorámica y profunda y épica y sentimental como aquellos filmes de David Lean y remite a viejas glorias de lo novelesco (aunque, digámoslo, este tipo de novela se escribe cada vez más y cada vez peor en España: in/documentadísimos y recalentados frescos históricos con esas heroínas que van de aquí para allá, de una guerra a otra, de este continente a aquel, siempre a la fuga y soñando con encontrar refugio y amor entre los brazos de Mr. Netflix).Lo de Messud —por supuesto— no desea ni tiene nada que ver con eso. Y gira alrededor de la familia Cassar y sus múltiples voces y diferentes puntos de vista: el ‘attaché’ naval Gaston y Lucienne, sus hijos François y Denise, y la esposa de François, Barbara y sus hijos Loulou y Chloe (narrando lo suyo en primera persona, personaje más próximo/parecido a Messud y quien, como la escritora, inicia el largo viaje por ‘memory lane’ a partir del hallazgo de unos diarios de su tía y de una suerte de ‘memoir’ enciclopédica de su clan de más de mil páginas a cargo del abuelo Gaston).Messud es una eximia artista en el manejo de la elipsis y del no contarlo todo Así, siete partes (el título de la novela puesto en evidencia en uno de sus epígrafes surge a partir de esa teoría acerca de las siete edades/roles del hombre que Shakespeare postuló en ‘Como gustéis’); c on un prólogo, interludio y epílogo (con cameos y destellos de Raymond Aron y Charles De Gaulle y Albert Camus y modas y políticas cambiantes que van del colonialismo a lo ‘beatnik’ y ecos de Graham Greene y William Faulkner); yendo de Argelia en 1940 y pasando por Grecia, Estados Unidos, Canadá, Argentina, Suiza, Australia, Francia hasta llegar al 2010 y retroceder a 1927, Argelia otra vez, para que nos sea revelado algo secreto que jamás imaginamos pero, de pronto, comprendemos como inevitable. Unas vidas (y muertes) de novela y una novela para ser vivida. Una de esas novelas internacionales (pero nunca borrando las huellas de sus orígenes ‘pied-noir’ mientras soplan los tentadores vientos de la pérdida de la identidad ancestral a cambio del don del poder reinventarse, reescribirse) a la vez que íntima y doméstica, ‘nómade’ en lo físico pero tan sedentaria en lo mental. Acaso la versión culta y cultivada y magnífica de aquello con lo que tanto supieron entretener firmas como la de Herman Wouk o James Michener. Pero con una diferencia atendible: a diferencia de los anteriores, Messud es una eximia artista en el manejo de la elipsis y del no contarlo todo (algo más o menos similar a lo que hace y deshace el inglés Allan Hollinghurst en lo histérico-histórico suyo haciendo siempre foco en el tránsito de lo gay). Ejemplo: la guerra independentista argelina es, apenas, rumor de guerra y feroz discusión familiar recién superada la página 300. Y, aún así —con sus saltos hacia adelante y hacia atrás— el efecto extraño y extranjero— de la novela es de acceder a la totalidad de un mundo ajeno que enseguida se vuelve propio. Como debe ser, como debería ser siempre. Sí: este el placer que deparan las mejores novelas y a las que —como a esta— se hace inútil y absurdo pedirle una sinopsis argumental para una reseña. Esta no es ese tipo de reseña. Limitémonos a decir que aquí todo sucede para que todo le suceda al lector hasta llegar al final de una historia terminable y terminante y determinante, pero tan cambiante según quien y desde donde se la aprecie o tiemble. Y que ‘Esta extraña y azarosa historia’ es la mejor ‘rentrée’ posible y —sería justicia— la perfecta ocasión para que Messud sea por fin tan reconocida en nuestro idioma como lo son Joan Didion o Lorrie Moore o, más recientemente, Catherine Lacey y Ottessa Moshfegh. Messud —celebrada ya en sus comienzos por Penelope Fitzgerald y Cynthia Ozick— como ‘best’ además de ‘seller’. Alguien la que ya debió de prestársele atención y agradecimiento. Sus ya traducidas ‘Los hijos del emperador’ (probablemente la mejor novela sobre la caída de las Torres en el 2001), la ‘muy à’ la Patricia Highsmith cruzada con Woody Allen ‘La vecina de arriba’, o la iniciática y perturbadora ‘de amigas’ ‘La niña en llamas’ son, todas, formidables. Messud como alguien que, con ‘Esta extraña y azarosa historia’, vuelve a demostrar que no hay nada extraño y azaroso en la maestría de sus historias.
Ya se sabe, ya se dijo, lo dijo Tolstoi: eso de las familias tristes y las familias felices como punto de partida para gran saga novelesca. Aquí, la primera oración de Claire Messud (Connecticut, 1956) es «Soy escritora: cuento historias». Y, punto seguido, añade: « … Por supuesto, lo que quisiera hacer en realidad es salvar vidas. O, simple y llanamente, quiero preservar la vida».
Misión cumplida: en la tan monumental como sensible ‘Esta extraña y azarosa historia’ (su noveno libro publicado luego de relatos y ‘nouvelles’ y novelas y ensayos; y en los que en más de una ocasión, retrospectivamente, se detectan recién ahora aproximamientos cautos a esto que siempre se quiso escribir, a «un libro en cuya escritura se invierte toda una vida») Messud cuenta y salva y preserva la historia de una familia triste y feliz basada en la suya y abarcando siete décadas.

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Autora
Claire Messud -
Editorial
Galaxia Gutenberg -
Año
2025 -
Páginas
506 -
Precio
24,50 euros
Y alguien apuntó a propósito de lo de Messud aquí que es algo como «para un tiempo que ya no existe» y que «se siente anticuado o vintage» o «en contra de un tiempo donde se ha perdido la capacidad de concentración» en lo que hace a su factura e intenciones y «como a la búsqueda de un lector clásico». Puede ser.
Pero también puede ser —y es— una buena noticia: ‘Esta extraña y azarosa historia’ es panorámica y profunda y épica y sentimental como aquellos filmes de David Lean y remite a viejas glorias de lo novelesco (aunque, digámoslo, este tipo de novela se escribe cada vez más y cada vez peor en España: in/documentadísimos y recalentados frescos históricos con esas heroínas que van de aquí para allá, de una guerra a otra, de este continente a aquel, siempre a la fuga y soñando con encontrar refugio y amor entre los brazos de Mr. Netflix).
Lo de Messud —por supuesto— no desea ni tiene nada que ver con eso. Y gira alrededor de la familia Cassar y sus múltiples voces y diferentes puntos de vista: el ‘attaché’ naval Gaston y Lucienne, sus hijos François y Denise, y la esposa de François, Barbara y sus hijos Loulou y Chloe (narrando lo suyo en primera persona, personaje más próximo/parecido a Messud y quien, como la escritora, inicia el largo viaje por ‘memory lane’ a partir del hallazgo de unos diarios de su tía y de una suerte de ‘memoir’ enciclopédica de su clan de más de mil páginas a cargo del abuelo Gaston).
Messud es una eximia artista en el manejo de la elipsis y del no contarlo todo
Así, siete partes (el título de la novela puesto en evidencia en uno de sus epígrafes surge a partir de esa teoría acerca de las siete edades/roles del hombre que Shakespeare postuló en ‘Como gustéis’); con un prólogo, interludio y epílogo (con cameos y destellos de Raymond Aron y Charles De Gaulle y Albert Camus y modas y políticas cambiantes que van del colonialismo a lo ‘beatnik’ y ecos de Graham Greene y William Faulkner); yendo de Argelia en 1940 y pasando por Grecia, Estados Unidos, Canadá, Argentina, Suiza, Australia, Francia hasta llegar al 2010 y retroceder a 1927, Argelia otra vez, para que nos sea revelado algo secreto que jamás imaginamos pero, de pronto, comprendemos como inevitable. Unas vidas (y muertes) de novela y una novela para ser vivida.
Una de esas novelas internacionales (pero nunca borrando las huellas de sus orígenes ‘pied-noir’ mientras soplan los tentadores vientos de la pérdida de la identidad ancestral a cambio del don del poder reinventarse, reescribirse) a la vez que íntima y doméstica, ‘nómade’ en lo físico pero tan sedentaria en lo mental. Acaso la versión culta y cultivada y magnífica de aquello con lo que tanto supieron entretener firmas como la de Herman Wouk o James Michener.
Pero con una diferencia atendible: a diferencia de los anteriores, Messud es una eximia artista en el manejo de la elipsis y del no contarlo todo (algo más o menos similar a lo que hace y deshace el inglés Allan Hollinghurst en lo histérico-histórico suyo haciendo siempre foco en el tránsito de lo gay). Ejemplo: la guerra independentista argelina es, apenas, rumor de guerra y feroz discusión familiar recién superada la página 300. Y, aún así —con sus saltos hacia adelante y hacia atrás— el efecto extraño y extranjero— de la novela es de acceder a la totalidad de un mundo ajeno que enseguida se vuelve propio.
Como debe ser, como debería ser siempre. Sí: este el placer que deparan las mejores novelas y a las que —como a esta—se hace inútil y absurdo pedirle una sinopsis argumental para una reseña. Esta no es ese tipo de reseña. Limitémonos a decir que aquí todo sucede para que todo le suceda al lector hasta llegar al final de una historia terminable y terminante y determinante, pero tan cambiante según quien y desde donde se la aprecie o tiemble.
Y que ‘Esta extraña y azarosa historia’ es la mejor ‘rentrée’ posible y —sería justicia— la perfecta ocasión para que Messud sea por fin tan reconocida en nuestro idioma como lo son Joan Didion o Lorrie Moore o, más recientemente, Catherine Lacey y Ottessa Moshfegh. Messud —celebrada ya en sus comienzos por Penelope Fitzgerald y Cynthia Ozick— como ‘best’ además de ‘seller’. Alguien la que ya debió de prestársele atención y agradecimiento.
Sus ya traducidas ‘Los hijos del emperador’ (probablemente la mejor novela sobre la caída de las Torres en el 2001), la ‘muy à’ la Patricia Highsmith cruzada con Woody Allen ‘La vecina de arriba’, o la iniciática y perturbadora ‘de amigas’ ‘La niña en llamas’ son, todas, formidables. Messud como alguien que, con ‘Esta extraña y azarosa historia’, vuelve a demostrar que no hay nada extraño y azaroso en la maestría de sus historias.
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