La madrileña Leonor Watling , de profesión ‘catriz’, tiene cincuenta años difíciles de creer. Debe ser que eso de «son los nuevos cuarenta» se dice por gente como ella, que o bien tienen que agradecérselo a sus ancestros o bien saben vivir la vida sin que se note que pasa. Sonríe mucho y ríe más, así que eso probablemente forme parte de la receta. Se oyen sus carcajadas incluso en su nuevo disco, grabado con una naturalidad desgraciadamente demodé en colaboración con el músico estadounidense Leo Sidran, hijo del jazzista Ben Sidran y amigo suyo desde hace mucho tiempo.Hay que decir que este nuevo proyecto que deja en barbecho a Marlango tiene mucho de capricho de Leonor. Las canciones que contiene ‘Leo & Leo’ ya estaban grabadas y publicadas por Sidran en sus discos, pero se enamoró de ellas una noche que fue a ver un concierto suyo en el Café Central en el que disfrutó tanto que dijo: «las quiero para mí». «Fue una idea un poco loca y muy personal, de grabar unas canciones preciosas gracias a que conocía a su autor, quien podía haberme dicho con toda la razón del mundo que no, que gracias pero que ya estaba grabadas», reconoce la artista sin poder evitar volver a reírse, esta vez de sí misma. «Es que me podía haber dicho «oye, hazte tus canciones» , o proponerme buscar otras. Pero le convencí vendiéndoselo como esos discos antiguos de ‘nosequé cantante canta a nosequé autor»».Noticia Relacionada estandar No Jazzmadrid 2025: más de 50 recitales de grandes clásicos y voces emergentes Helena Cortés Este festival, que arranca el 5 de octubre, se extenderá también a otros municipiosWatling jura y perjura que no eran conscientes de lo increíblemente bien que empastan sus voces hasta que se pusieron a ello en compañía de la Groovy French Band de París . «Habíamos cantado juntos alguna vez, pero al oír lo que íbamos grabando fue cuando lo descubrimos. Ahí sí que fue como un, «¡ostras!»». A partir de ahí la única condición que Sidran le puso fue incluir algo nuevo en el disco, así que juntos coescribieron un tema llamado ‘Somehow they understand’, y en la canción ‘Light’ incluyeron algunas frases cantadas por el marido de Leonor, Jorge Drexler , uno de los tres colaboradores del álbum junto a Kevin Johansen y Javi Peña. Además, Sidran compuso otra pieza llamada ‘It’s never too late’ que se ha convertido en una suerte de eslogan para el dúo. «Es que llegados a esta edad todos pasamos por esa crisis de… «bueno, pues ya está, ¿no? Lo que he hecho es lo que voy a hacer, se acabó». Yo me he estado sacando el carnet de conducir, y me reía mucho con Leo de eso, de que nunca es tarde, ni para hacer un grupo como Leo & Leo».Llegados a este punto, es de rigor preguntarle por qué no ha vuelto a la música de la mano de Alejandro Pelayo, su compinche de Marlango, y si se tomó bien esta pequeña traición. Por supuesto, ríe: «Los dos tenemos muy claro que tenemos vidas musicales al margen de Marlango, y cuando le comenté que iba a hacer esto con Leo Sidran, me dijo: «Bueno, pues cuando tengas canciones tuyas, llámame»». Y es que en realidad, el proyecto ‘Leo & Leo’ es una herramienta, o al menos así lo espera Watling, para romper el bloqueo creativo que tiene desde la pandemia. «Sí – asiente-, el planteamiento es más o menos ese, una experiencia en la que, aunque no esté componiendo, sí estoy cantando y eso ya me sirve para poder volver a la música, para salir del parón sin la presión que tiene Marlango, para arrancar y, con un poco de suerte, recuperar esa inspiración que me está esquivando últimamente».«Vaya susto nos dio el Café Central… Estaría bien defender los reductos culturales, aunque no sean tan rentables»Siendo su último disco de 2019, cabe preguntarle si el frenazo en seco de sus ideas musicales tiene algo que ver con lo hostil y neurótico que se ha vuelto el mundo después de la pandemia, una realidad que parece quedar retratada en ‘Nobody kisses anymore’ (‘Nadie da besos ya’). «Leo me dice que tal como está su país, le emociona mucho embarcarse en un proyecto con raíz española y que tiene como base la unión y no la desunión», explica con el rostro algo más serio. «Y esa canción en concreto habla de la pérdida de la naturalidad en las relaciones. Ya nadie se enamora del amigo de un amigo al que conoce en una cena, y que te deja toda la noche pensando si tú también le gustarás a él… Ahora todo eso va con una app. El click lo ha invadido todo, y eso también. Han cambiado tantas cosas…». Han cambiado hasta las propias ciudades, incluyendo Madrid. Y es que aparte del susto de la noticia del cierre del Café Central (finalmente aplazado) donde nació toda esta historia, otro de sus cafés favoritos, el Gijón, también corre peligro. «Es como mi oficina, donde hago mis reuniones y demás, porque me encanta. Conozco a todos los camareros… y esta mañana me he enterado de que se lo han vendido al Grupo Cappuccino. Estaría bien defender los reductos culturales, aunque no sean tan rentables».Al interrogar a Leonor por sus proyectos visuales, bromea diciendo que su nuevo proyecto cinematográfico ha quedado en pausa por «cosas de la edad», cuando en realidad se refiere a un pequeño accidente durante el rodaje en el que se rompió una muñeca al caerse. Lo cuenta sin llegar a desternillarse porque sería una falta de respeto para sus compañeros, pero se le escapa alguna risotada al recordar «lo torpe» que fue. «Ya va doliendo menos», asegura mientras se palpa la férula. «Menos mal que no me molesta para cantar».La lesión la tiene con brazo en cabestrillo, pero como ella misma dice eso no le impedirá cantar en los conciertos de presentación de ‘Leo & Leo’ que arrancan este 30 de octubre en Barcelona (Conservatori Liceu) y pasarán por Vitoria (4 de noviembre, Vital Fundazioa Kulturunea – Dazz), Madrid (19 de noviembre, Teatro Fernán Gómez), Palma de Mallorca (20 de noviembre, Teatro Principal) y Valladolid (22 de noviembre, sala Porta Caeli), en una gira que Leonor combina como puede con sus trabajos como actriz. MÁS INFORMACIÓN La vida personal de Leonor Watling, presentadora de los Premios Goya: su marido famoso cantautor y el grupo de música donde cantaba«Cuando estás dando con un martillo todo el rato al mismo clavo, estás concentrado cien por cien en eso y el impacto es más fuerte», concluye Watling. «Pero yo doy a varios clavos, y sí, se pierde impacto, y es verdad que cuando me vuelco en la música, si hay alguien que va a hacer una película pues a lo mejor me ve cantando y no se le ocurre llamarme , y viceversa, también puedo perder conciertos por estar enfrascada en un rodaje. Pero no lo digo como una queja, ¡en absoluto! Porque también hay veces que las dos profesiones son vasos comunicantes». La madrileña Leonor Watling , de profesión ‘catriz’, tiene cincuenta años difíciles de creer. Debe ser que eso de «son los nuevos cuarenta» se dice por gente como ella, que o bien tienen que agradecérselo a sus ancestros o bien saben vivir la vida sin que se note que pasa. Sonríe mucho y ríe más, así que eso probablemente forme parte de la receta. Se oyen sus carcajadas incluso en su nuevo disco, grabado con una naturalidad desgraciadamente demodé en colaboración con el músico estadounidense Leo Sidran, hijo del jazzista Ben Sidran y amigo suyo desde hace mucho tiempo.Hay que decir que este nuevo proyecto que deja en barbecho a Marlango tiene mucho de capricho de Leonor. Las canciones que contiene ‘Leo & Leo’ ya estaban grabadas y publicadas por Sidran en sus discos, pero se enamoró de ellas una noche que fue a ver un concierto suyo en el Café Central en el que disfrutó tanto que dijo: «las quiero para mí». «Fue una idea un poco loca y muy personal, de grabar unas canciones preciosas gracias a que conocía a su autor, quien podía haberme dicho con toda la razón del mundo que no, que gracias pero que ya estaba grabadas», reconoce la artista sin poder evitar volver a reírse, esta vez de sí misma. «Es que me podía haber dicho «oye, hazte tus canciones» , o proponerme buscar otras. Pero le convencí vendiéndoselo como esos discos antiguos de ‘nosequé cantante canta a nosequé autor»».Noticia Relacionada estandar No Jazzmadrid 2025: más de 50 recitales de grandes clásicos y voces emergentes Helena Cortés Este festival, que arranca el 5 de octubre, se extenderá también a otros municipiosWatling jura y perjura que no eran conscientes de lo increíblemente bien que empastan sus voces hasta que se pusieron a ello en compañía de la Groovy French Band de París . «Habíamos cantado juntos alguna vez, pero al oír lo que íbamos grabando fue cuando lo descubrimos. Ahí sí que fue como un, «¡ostras!»». A partir de ahí la única condición que Sidran le puso fue incluir algo nuevo en el disco, así que juntos coescribieron un tema llamado ‘Somehow they understand’, y en la canción ‘Light’ incluyeron algunas frases cantadas por el marido de Leonor, Jorge Drexler , uno de los tres colaboradores del álbum junto a Kevin Johansen y Javi Peña. Además, Sidran compuso otra pieza llamada ‘It’s never too late’ que se ha convertido en una suerte de eslogan para el dúo. «Es que llegados a esta edad todos pasamos por esa crisis de… «bueno, pues ya está, ¿no? Lo que he hecho es lo que voy a hacer, se acabó». Yo me he estado sacando el carnet de conducir, y me reía mucho con Leo de eso, de que nunca es tarde, ni para hacer un grupo como Leo & Leo».Llegados a este punto, es de rigor preguntarle por qué no ha vuelto a la música de la mano de Alejandro Pelayo, su compinche de Marlango, y si se tomó bien esta pequeña traición. Por supuesto, ríe: «Los dos tenemos muy claro que tenemos vidas musicales al margen de Marlango, y cuando le comenté que iba a hacer esto con Leo Sidran, me dijo: «Bueno, pues cuando tengas canciones tuyas, llámame»». Y es que en realidad, el proyecto ‘Leo & Leo’ es una herramienta, o al menos así lo espera Watling, para romper el bloqueo creativo que tiene desde la pandemia. «Sí – asiente-, el planteamiento es más o menos ese, una experiencia en la que, aunque no esté componiendo, sí estoy cantando y eso ya me sirve para poder volver a la música, para salir del parón sin la presión que tiene Marlango, para arrancar y, con un poco de suerte, recuperar esa inspiración que me está esquivando últimamente».«Vaya susto nos dio el Café Central… Estaría bien defender los reductos culturales, aunque no sean tan rentables»Siendo su último disco de 2019, cabe preguntarle si el frenazo en seco de sus ideas musicales tiene algo que ver con lo hostil y neurótico que se ha vuelto el mundo después de la pandemia, una realidad que parece quedar retratada en ‘Nobody kisses anymore’ (‘Nadie da besos ya’). «Leo me dice que tal como está su país, le emociona mucho embarcarse en un proyecto con raíz española y que tiene como base la unión y no la desunión», explica con el rostro algo más serio. «Y esa canción en concreto habla de la pérdida de la naturalidad en las relaciones. Ya nadie se enamora del amigo de un amigo al que conoce en una cena, y que te deja toda la noche pensando si tú también le gustarás a él… Ahora todo eso va con una app. El click lo ha invadido todo, y eso también. Han cambiado tantas cosas…». Han cambiado hasta las propias ciudades, incluyendo Madrid. Y es que aparte del susto de la noticia del cierre del Café Central (finalmente aplazado) donde nació toda esta historia, otro de sus cafés favoritos, el Gijón, también corre peligro. «Es como mi oficina, donde hago mis reuniones y demás, porque me encanta. Conozco a todos los camareros… y esta mañana me he enterado de que se lo han vendido al Grupo Cappuccino. Estaría bien defender los reductos culturales, aunque no sean tan rentables».Al interrogar a Leonor por sus proyectos visuales, bromea diciendo que su nuevo proyecto cinematográfico ha quedado en pausa por «cosas de la edad», cuando en realidad se refiere a un pequeño accidente durante el rodaje en el que se rompió una muñeca al caerse. Lo cuenta sin llegar a desternillarse porque sería una falta de respeto para sus compañeros, pero se le escapa alguna risotada al recordar «lo torpe» que fue. «Ya va doliendo menos», asegura mientras se palpa la férula. «Menos mal que no me molesta para cantar».La lesión la tiene con brazo en cabestrillo, pero como ella misma dice eso no le impedirá cantar en los conciertos de presentación de ‘Leo & Leo’ que arrancan este 30 de octubre en Barcelona (Conservatori Liceu) y pasarán por Vitoria (4 de noviembre, Vital Fundazioa Kulturunea – Dazz), Madrid (19 de noviembre, Teatro Fernán Gómez), Palma de Mallorca (20 de noviembre, Teatro Principal) y Valladolid (22 de noviembre, sala Porta Caeli), en una gira que Leonor combina como puede con sus trabajos como actriz. MÁS INFORMACIÓN La vida personal de Leonor Watling, presentadora de los Premios Goya: su marido famoso cantautor y el grupo de música donde cantaba«Cuando estás dando con un martillo todo el rato al mismo clavo, estás concentrado cien por cien en eso y el impacto es más fuerte», concluye Watling. «Pero yo doy a varios clavos, y sí, se pierde impacto, y es verdad que cuando me vuelco en la música, si hay alguien que va a hacer una película pues a lo mejor me ve cantando y no se le ocurre llamarme , y viceversa, también puedo perder conciertos por estar enfrascada en un rodaje. Pero no lo digo como una queja, ¡en absoluto! Porque también hay veces que las dos profesiones son vasos comunicantes».
La madrileña Leonor Watling, de profesión ‘catriz’, tiene cincuenta años difíciles de creer. Debe ser que eso de «son los nuevos cuarenta» se dice por gente como ella, que o bien tienen que agradecérselo a sus ancestros o bien saben vivir la vida sin … que se note que pasa. Sonríe mucho y ríe más, así que eso probablemente forme parte de la receta. Se oyen sus carcajadas incluso en su nuevo disco, grabado con una naturalidad desgraciadamente demodé en colaboración con el músico estadounidense Leo Sidran, hijo del jazzista Ben Sidran y amigo suyo desde hace mucho tiempo.
Hay que decir que este nuevo proyecto que deja en barbecho a Marlango tiene mucho de capricho de Leonor. Las canciones que contiene ‘Leo & Leo’ ya estaban grabadas y publicadas por Sidran en sus discos, pero se enamoró de ellas una noche que fue a ver un concierto suyo en el Café Central en el que disfrutó tanto que dijo: «las quiero para mí».
«Fue una idea un poco loca y muy personal, de grabar unas canciones preciosas gracias a que conocía a su autor, quien podía haberme dicho con toda la razón del mundo que no, que gracias pero que ya estaba grabadas», reconoce la artista sin poder evitar volver a reírse, esta vez de sí misma. «Es que me podía haber dicho «oye, hazte tus canciones», o proponerme buscar otras. Pero le convencí vendiéndoselo como esos discos antiguos de ‘nosequé cantante canta a nosequé autor»».
Watling jura y perjura que no eran conscientes de lo increíblemente bien que empastan sus voces hasta que se pusieron a ello en compañía de la Groovy French Band de París. «Habíamos cantado juntos alguna vez, pero al oír lo que íbamos grabando fue cuando lo descubrimos. Ahí sí que fue como un, «¡ostras!»». A partir de ahí la única condición que Sidran le puso fue incluir algo nuevo en el disco, así que juntos coescribieron un tema llamado ‘Somehow they understand’, y en la canción ‘Light’ incluyeron algunas frases cantadas por el marido de Leonor, Jorge Drexler, uno de los tres colaboradores del álbum junto a Kevin Johansen y Javi Peña.
Además, Sidran compuso otra pieza llamada ‘It’s never too late’ que se ha convertido en una suerte de eslogan para el dúo. «Es que llegados a esta edad todos pasamos por esa crisis de… «bueno, pues ya está, ¿no? Lo que he hecho es lo que voy a hacer, se acabó». Yo me he estado sacando el carnet de conducir, y me reía mucho con Leo de eso, de que nunca es tarde, ni para hacer un grupo como Leo & Leo».
Llegados a este punto, es de rigor preguntarle por qué no ha vuelto a la música de la mano de Alejandro Pelayo, su compinche de Marlango, y si se tomó bien esta pequeña traición. Por supuesto, ríe: «Los dos tenemos muy claro que tenemos vidas musicales al margen de Marlango, y cuando le comenté que iba a hacer esto con Leo Sidran, me dijo: «Bueno, pues cuando tengas canciones tuyas, llámame»». Y es que en realidad, el proyecto ‘Leo & Leo’ es una herramienta, o al menos así lo espera Watling, para romper el bloqueo creativo que tiene desde la pandemia. «Sí – asiente-, el planteamiento es más o menos ese, una experiencia en la que, aunque no esté componiendo, sí estoy cantando y eso ya me sirve para poder volver a la música, para salir del parón sin la presión que tiene Marlango, para arrancar y, con un poco de suerte, recuperar esa inspiración que me está esquivando últimamente».

«Vaya susto nos dio el Café Central… Estaría bien defender los reductos culturales, aunque no sean tan rentables»
Siendo su último disco de 2019, cabe preguntarle si el frenazo en seco de sus ideas musicales tiene algo que ver con lo hostil y neurótico que se ha vuelto el mundo después de la pandemia, una realidad que parece quedar retratada en ‘Nobody kisses anymore’ (‘Nadie da besos ya’). «Leo me dice que tal como está su país, le emociona mucho embarcarse en un proyecto con raíz española y que tiene como base la unión y no la desunión», explica con el rostro algo más serio. «Y esa canción en concreto habla de la pérdida de la naturalidad en las relaciones. Ya nadie se enamora del amigo de un amigo al que conoce en una cena, y que te deja toda la noche pensando si tú también le gustarás a él… Ahora todo eso va con una app. El click lo ha invadido todo, y eso también. Han cambiado tantas cosas…».
Han cambiado hasta las propias ciudades, incluyendo Madrid. Y es que aparte del susto de la noticia del cierre del Café Central (finalmente aplazado) donde nació toda esta historia, otro de sus cafés favoritos, el Gijón, también corre peligro. «Es como mi oficina, donde hago mis reuniones y demás, porque me encanta. Conozco a todos los camareros… y esta mañana me he enterado de que se lo han vendido al Grupo Cappuccino. Estaría bien defender los reductos culturales, aunque no sean tan rentables».
Al interrogar a Leonor por sus proyectos visuales, bromea diciendo que su nuevo proyecto cinematográfico ha quedado en pausa por «cosas de la edad», cuando en realidad se refiere a un pequeño accidente durante el rodaje en el que se rompió una muñeca al caerse. Lo cuenta sin llegar a desternillarse porque sería una falta de respeto para sus compañeros, pero se le escapa alguna risotada al recordar «lo torpe» que fue. «Ya va doliendo menos», asegura mientras se palpa la férula. «Menos mal que no me molesta para cantar».
La lesión la tiene con brazo en cabestrillo, pero como ella misma dice eso no le impedirá cantar en los conciertos de presentación de ‘Leo & Leo’ que arrancan este 30 de octubre en Barcelona (Conservatori Liceu) y pasarán por Vitoria (4 de noviembre, Vital Fundazioa Kulturunea – Dazz), Madrid (19 de noviembre, Teatro Fernán Gómez), Palma de Mallorca (20 de noviembre, Teatro Principal) y Valladolid (22 de noviembre, sala Porta Caeli), en una gira que Leonor combina como puede con sus trabajos como actriz.
«Cuando estás dando con un martillo todo el rato al mismo clavo, estás concentrado cien por cien en eso y el impacto es más fuerte», concluye Watling. «Pero yo doy a varios clavos, y sí, se pierde impacto, y es verdad que cuando me vuelco en la música, si hay alguien que va a hacer una película pues a lo mejor me ve cantando y no se le ocurre llamarme, y viceversa, también puedo perder conciertos por estar enfrascada en un rodaje. Pero no lo digo como una queja, ¡en absoluto! Porque también hay veces que las dos profesiones son vasos comunicantes».
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