Desde el principio de los tiempos, la serpiente habita los umbrales; se desliza entre la vida y la muerte, entre el agua y la tierra, entre el cuerpo y el espíritu. Ligada a los poderes ocultos de la madre naturaleza se convirtió en un símbolo asociado a la mujer. Maya Goded (Ciudad de México, 1967) retoma esa figura antigua y ambivalente en El rastro de la serpiente para explorar las huellas de la violencia y la sanación: un viaje íntimo, político y espiritual que atraviesa desiertos y montañas, revelando la profunda conexión entre el territorio y las mujeres que lo habitan.







El proyecto que, comenzó a tomar forma en 2018, partía del deseo de la fotógrafa de emprender un proceso de sanación a través del conocimiento de las mujeres indígenas que actúan como intermediarias entre la naturaleza y el ser humano. Este recorrido la llevó por los estados de Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo y Yucatán, para adentrarse en Nuevo México, y más tarde, en la selva de Panamá. En los dos últimos años, se desplazará por el área fronteriza entre el desierto de Atacama y la zona minera de Bolivia, dentro del llamado triángulo de litio, donde la explotación de la reserva de este elemento químico ha provocado la llegada de multinacionales extractivas, cuyas operaciones están generando tensiones sociales y un grave deterioro ambiental en la región. Así, en el transcurso de estos desplazamientos, la fotógrafa irá documentando las consecuencias de esta degradación y explotación, e integrando las voces de una serie de mujeres que va encontrando, y que cuestionan una sociedad acostumbrada a la violencia, en cuyas heridas reconoce las suyas propias.
La sexualidad femenina, la prostitución y la violencia de género han ocupado un lugar central en la trayectoria artística de Goded, expresada a través de la fotografía, el cine y las videoinstalaciones. En este proyecto, sin embargo, reorienta su mirada para establecer un diálogo profundo con el mundo natural y con el orden del cosmos. Será un viaje que modifique su mirada. Así, las fotografías de Goded nos conducen al útero de la madre tierra, entre cuevas, ríos, selvas y desiertos, y se entrelazan con otras pertenecientes a su propio archivo familiar, con documentos históricos —entre ellos lo que incluyen los ensayos nucleares realizados en Nuevo México en 1945— y con los testimonios de otras mujeres, para dar forma a un proceso de búsqueda y reconciliación, donde la imagen se convierte en un espacio de encuentro entre la tierra y quienes la habitan.

El trabajo, concebido en un principio como una videoinstalación producida por el Museo Amparo de México, se presenta en forma de una publicación compuesta por tres cuadernillos. Dos de ellos establecen un diálogo visual entre sí, complementado por un tercer volumen que reúne tres ensayos escritos. El relato comienza en las áridas tierras del desierto de Atacama, un paisaje originario en el que la ausencia de vida y la pureza de la materia evocan la posibilidad de un renacimiento. Es allí donde la fotógrafa se deja guiar por el rastro de la serpiente: “Hacia aguas más profundas para reencontrarme con mis muertos, con mis ancestros, con mi memoria: allí donde las aguas confluyen, para renacer pueblos, tierras y la propia vida”, escribe la autora.
La figura de la serpiente se mantiene en el plano simbólico, sin manifestarse de manera directa ni literal, para recorrer una tierra herida, donde la historia ha dejado su rastro más profundo. Cuenta la autora que comenzó a soñar con serpientes desde que en 1968 su padre salió de la cárcel. Sabremos de las luchas sociales de su país, de la historia, de su madre y de su abuela, de familias marcadas por guerras, exilios, despojos y migraciones y violencias cuya memoria nos devuelve a la nuestra.

“Una serie de preguntas recorren las páginas de este libro”, escribe Ángeles Alonso Espinosa, “¿cómo llegamos a esto, ¿cuáles son los fundamentos de un sistema que normaliza la violencia hacía la tierra, la vida y las mujeres?, ¿qué relación existe entre la violación a la tierra con bombas nucleares y la violencia de genero?, ¿es acaso el rastro de la serpiente un hilo que nos muestra una salida de este laberinto dominado por un Minotauro cada vez más voraz?”.
Estas preguntas que atraviesan la obra dejan al lector frente a los hilos invisibles que enlazan la memoria, la tierra y la vida de las mujeres. Una memoria muchas veces extraviada, que Goded invita a recuperar para “vivir sin transgredir, sin extraer”. El rastro dejado y heredado no sólo conduce al origen, sino también a la posibilidad de sanar lo que la historia ha quebrado.
‘El rastro de la serpiente‘. Maya Goded. Editorial RM. 168 páginas. 55 euros.
Desde el principio de los tiempos, la serpiente habita los umbrales; se desliza entre la vida y la muerte, entre el agua y la tierra, entre el cuerpo y el espíritu. Ligada a los poderes ocultos de la madre naturaleza se convirtió en un símbolo asociado a la mujer. Maya Goded (Ciudad de México, 1967) retoma esa figura antigua y ambivalente en El rastro de la serpiente para explorar las huellas de la violencia y la sanación: un viaje íntimo, político y espiritual que atraviesa desiertos y montañas, revelando la profunda conexión entre el territorio y las mujeres que lo habitan.El proyecto que, comenzó a tomar forma en 2018, partía del deseo de la fotógrafa de emprender un proceso de sanación a través del conocimiento de las mujeres indígenas que actúan como intermediarias entre la naturaleza y el ser humano. Este recorrido la llevó por los estados de Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo y Yucatán, para adentrarse en Nuevo México, y más tarde, en la selva de Panamá. En los dos últimos años, se desplazará por el área fronteriza entre el desierto de Atacama y la zona minera de Bolivia, dentro del llamado triángulo de litio, donde la explotación de la reserva de este elemento químico ha provocado la llegada de multinacionales extractivas, cuyas operaciones están generando tensiones sociales y un grave deterioro ambiental en la región. Así, en el transcurso de estos desplazamientos, la fotógrafa irá documentando las consecuencias de esta degradación y explotación, e integrando las voces de una serie de mujeres que va encontrando, y que cuestionan una sociedad acostumbrada a la violencia, en cuyas heridas reconoce las suyas propias.La sexualidad femenina, la prostitución y la violencia de género han ocupado un lugar central en la trayectoria artística de Goded, expresada a través de la fotografía, el cine y las videoinstalaciones. En este proyecto, sin embargo, reorienta su mirada para establecer un diálogo profundo con el mundo natural y con el orden del cosmos. Será un viaje que modifique su mirada. Así, las fotografías de Goded nos conducen al útero de la madre tierra, entre cuevas, ríos, selvas y desiertos, y se entrelazan con otras pertenecientes a su propio archivo familiar, con documentos históricos —entre ellos lo que incluyen los ensayos nucleares realizados en Nuevo México en 1945— y con los testimonios de otras mujeres, para dar forma a un proceso de búsqueda y reconciliación, donde la imagen se convierte en un espacio de encuentro entre la tierra y quienes la habitan.El trabajo, concebido en un principio como una videoinstalación producida por el Museo Amparo de México, se presenta en forma de una publicación compuesta por tres cuadernillos. Dos de ellos establecen un diálogo visual entre sí, complementado por un tercer volumen que reúne tres ensayos escritos. El relato comienza en las áridas tierras del desierto de Atacama, un paisaje originario en el que la ausencia de vida y la pureza de la materia evocan la posibilidad de un renacimiento. Es allí donde la fotógrafa se deja guiar por el rastro de la serpiente: “Hacia aguas más profundas para reencontrarme con mis muertos, con mis ancestros, con mi memoria: allí donde las aguas confluyen, para renacer pueblos, tierras y la propia vida”, escribe la autora.La figura de la serpiente se mantiene en el plano simbólico, sin manifestarse de manera directa ni literal, para recorrer una tierra herida, donde la historia ha dejado su rastro más profundo. Cuenta la autora que comenzó a soñar con serpientes desde que en 1968 su padre salió de la cárcel. Sabremos de las luchas sociales de su país, de la historia, de su madre y de su abuela, de familias marcadas por guerras, exilios, despojos y migraciones y violencias cuya memoria nos devuelve a la nuestra.“Una serie de preguntas recorren las páginas de este libro”, escribe Ángeles Alonso Espinosa, “¿cómo llegamos a esto, ¿cuáles son los fundamentos de un sistema que normaliza la violencia hacía la tierra, la vida y las mujeres?, ¿qué relación existe entre la violación a la tierra con bombas nucleares y la violencia de genero?, ¿es acaso el rastro de la serpiente un hilo que nos muestra una salida de este laberinto dominado por un Minotauro cada vez más voraz?”.Estas preguntas que atraviesan la obra dejan al lector frente a los hilos invisibles que enlazan la memoria, la tierra y la vida de las mujeres. Una memoria muchas veces extraviada, que Goded invita a recuperar para “vivir sin transgredir, sin extraer”. El rastro dejado y heredado no sólo conduce al origen, sino también a la posibilidad de sanar lo que la historia ha quebrado.’El rastro de la serpiente‘. Maya Goded. Editorial RM. 168 páginas. 55 euros. Seguir leyendo
Desde el principio de los tiempos, la serpiente habita los umbrales; se desliza entre la vida y la muerte, entre el agua y la tierra, entre el cuerpo y el espíritu. Ligada a los poderes ocultos de la madre naturaleza se convirtió en un símbolo asociado a la mujer. Maya Goded (Ciudad de México, 1967) retoma esa figura antigua y ambivalente enEl rastro de la serpientepara explorar las huellas de la violencia y la sanación: un viaje íntimo, político y espiritual que atraviesa desiertos y montañas, revelando la profunda conexión entre el territorio y las mujeres que lo habitan.







El proyecto que, comenzó a tomar forma en 2018, partía del deseo de la fotógrafa de emprender un proceso de sanación a través del conocimiento de las mujeres indígenas que actúan como intermediarias entre la naturaleza y el ser humano. Este recorrido la llevó por los estados de Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo y Yucatán, para adentrarse en Nuevo México, y más tarde, en la selva de Panamá. En los dos últimos años, se desplazará por el área fronteriza entre el desierto de Atacama y la zona minera de Bolivia, dentro del llamado triángulo de litio, donde la explotación de la reserva de este elemento químico ha provocado la llegada de multinacionales extractivas, cuyas operaciones están generando tensiones sociales y un grave deterioro ambiental en la región. Así, en el transcurso de estos desplazamientos, la fotógrafa irá documentando las consecuencias de esta degradación y explotación, e integrando las voces de una serie de mujeres que va encontrando, y que cuestionan una sociedad acostumbrada a la violencia, en cuyas heridas reconoce las suyas propias.
La sexualidad femenina, la prostitución y la violencia de género han ocupado un lugar central en la trayectoria artística de Goded, expresada a través de la fotografía, el cine y las videoinstalaciones. En este proyecto, sin embargo, reorienta su mirada para establecer un diálogo profundo con el mundo natural y con el orden del cosmos. Será un viaje que modifique su mirada. Así, las fotografías de Goded nos conducen al útero de la madre tierra, entre cuevas, ríos, selvas y desiertos, y se entrelazan con otras pertenecientes a su propio archivo familiar, con documentos históricos —entre ellos lo que incluyen los ensayos nucleares realizados en Nuevo México en 1945— y con los testimonios de otras mujeres, para dar forma a un proceso de búsqueda y reconciliación, donde la imagen se convierte en un espacio de encuentro entre la tierra y quienes la habitan.

El trabajo, concebido en un principio como una videoinstalación producida por el Museo Amparo de México, se presenta en forma de una publicación compuesta por tres cuadernillos. Dos de ellos establecen un diálogo visual entre sí, complementado por un tercer volumen que reúne tres ensayos escritos. El relato comienza en las áridas tierras del desierto de Atacama, un paisaje originario en el que la ausencia de vida y la pureza de la materia evocan la posibilidad de un renacimiento. Es allí donde la fotógrafa se deja guiar por el rastro de la serpiente: “Hacia aguas más profundas para reencontrarme con mis muertos, con mis ancestros, con mi memoria: allí donde las aguas confluyen, para renacer pueblos, tierras y la propia vida”, escribe la autora.
La figura de la serpiente se mantiene en el plano simbólico, sin manifestarse de manera directa ni literal, para recorrer una tierra herida, donde la historia ha dejado su rastro más profundo. Cuenta la autora que comenzó a soñar con serpientes desde que en 1968 su padre salió de la cárcel. Sabremos de las luchas sociales de su país, de la historia, de su madre y de su abuela, de familias marcadas por guerras, exilios, despojos y migraciones y violencias cuya memoria nos devuelve a la nuestra.

“Una serie de preguntas recorren las páginas de este libro”, escribe Ángeles Alonso Espinosa, “¿cómo llegamos a esto, ¿cuáles son los fundamentos de un sistema que normaliza la violencia hacía la tierra, la vida y las mujeres?, ¿qué relación existe entre la violación a la tierra con bombas nucleares y la violencia de genero?, ¿es acaso el rastro de la serpiente un hilo que nos muestra una salida de este laberinto dominado por un Minotauro cada vez más voraz?”.
Estas preguntas que atraviesan la obra dejan al lector frente a los hilos invisibles que enlazan la memoria, la tierra y la vida de las mujeres. Una memoria muchas veces extraviada, que Goded invita a recuperar para “vivir sin transgredir, sin extraer”. El rastro dejado y heredado no sólo conduce al origen, sino también a la posibilidad de sanar lo que la historia ha quebrado.
‘El rastro de la serpiente‘. Maya Goded. Editorial RM. 168 páginas. 55 euros.
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