El color no existe , pero está por todas partes. Es la luz la que permite desvelarlo. De ahí su carácter misterioso. Han debatido sobre él de Aristóteles a Wittgenstein. Tiene su propia ‘biblia’, el Pantone , que cada año elige un color de moda. En 2025 es el Mocha Mousse , que inunda las pasarelas. Un artista ha pasado a la historia asociado a un color que lleva su nombre y que incluso patentó: el azul Klein , parecido al añil. Los colores encarnan códigos sociales. En Occidente, el blanco representa pureza; en Oriente se asocia con la muerte. El negro en Occidente simboliza el luto, mientras que en Oriente evoca fuerza y protección. Protagoniza libros, como ‘Color’, de Victoria Finlay , un cautivador viaje a través de los colores: el lapislázuli, el rojo cochinilla, el negro de Campeche… Ha inundado nuestro léxico con expresiones como ‘quedarse en blanco’, ‘ponerse morado’, ‘comerse un marrón’… Ni siquiera fue inmune a él la política: los grises (policía franquista), los rojos (comunistas)… Y hoy cada partido se asocia a un color. Noticia Relacionada CRÍTICA DE: estandar Si ‘Saul Steinberg, artista’, en la Fundación Juan March: el creador, camino de ser un clásico Carlos Delgado Mayordomo La Fundación Juan March (Madrid) alberga la mayor exposición dedicada a Steinberg jamás realizada. Un hito, para haber sido un autor siempre esquivado por la críticaEn 1704 Isaac Newton publicó ‘Óptica’ , «un tratado revolucionario en el que presentó su experimento crucial sobre la luz: dispuso dos prismas invertidos con una lente entre ellos, luego hizo que un rayo solar pasara a través del primer prisma y la luz blanca se descompuso en un espectro de colores. Este haz cromático, concentrado por la lente, atravesó después el segundo prisma y los colores recompusieron el rayo de luz. Este experimento fue un hito para la física al demostrar que el color vive en la luz blanca». Y en 1810, Goethe publicó ‘Teoría de los colores’, un tratado filosófico en el que «exploró el color como una emoción profunda nacida de la oposición entre la luz y la oscuridad, ahondando en su dimensión simbólica». Yves Klein. ‘Pluie bleue’ y ‘Pigment Pur’, 1957. Colección particular. Cortesía de Archives Yves Klein, París © The Estate of Yves Klein, VEGAP, Madrid, 2025. Foto: Dolores IglesiasA las puertas de ARCO , donde los pabellones 7 y 9 de Ifema se inundarán de obras multicolores, la Fundación Juan March inaugura la exposición ‘Lo tienes que ver. La autonomía del color en el arte abstracto’ (del 28 de febrero al 8 de junio). El título se toma de una frase de Walter Benjamin, para quien «el color debe ser visto» . La historia del arte ha menospreciado el color en favor de la forma. Pero con el arte abstracto el color se libera de la línea, de la forma, y se hace libre, autónomo; se independiza. La muestra aborda el color como sustantivo, no como adjetivo. Tampoco como tema. Ya ha habido exposiciones como ‘Monocromos’ en el Reina Sofía. «No es otra exposición más sobre el color. Las ha habido, y algunas muy buenas. No es una exposición colorista, coloreada, sobre el color», advierte Manuel Fontán del Junco , comisario de la muestra, junto con María Zozaya , quienes conciben la muestra en dos partes. Olafur Eliasson. ‘Colour spectrum kaleidoscope’, 2003. Cortesía del artista, Galería Elvira González, Madrid y neugerriemschneider, Berlín © Olafur Eliasson. Foto: Galería Elvira GonzálezPor un lado, el célebre cubo blanco de la museografía contemporánea, donde se exhiben 80 obras del último siglo (entre 1915 y 2025) en numerosos soportes: pintura, escultura, obra sobre papel, textiles, cerámica, fotografía, instalaciones, cine, vídeo y libros de artista. A ellas se suman más 120 documentos, libros y objetos. Artistas para quienes el color es un principio esencial: desde Malévich y su pequeño ‘Cuadrado rojo’, hasta Turner, Mondrian, Albers, Fontana, Anish Kapoor, Olafur Eliasson (se exhibe un caleidoscopio del espectro de colores), Thomas Ruff, Anthony Caro, Wolfgang Tillmans, Dan Flavin (y sus tubos fluorescentes), Damien Hirst (y sus obras de puntos multicolores), Yves Klein , Manzoni, Equipo 57, Frank Stella, Ellsworth Kelly, John Baldessari, Richard Serra, Donald Judd, Gerhard Richter, Teresa Lanceta… Para todos ellos el color es esencial y ya «no está sometido por la línea convertida en escritura», en palabras de Klein. Hay instalaciones ‘in situ’ . En el vestíbulo, ‘Memorias imaginadas’, de Mitsuo Miura , y ‘Montaña azul roja verde rosa amarilla’, de Ugo Rondinone . En la escalera, una instalación de velos traslúcidos impresos superpuestos de Felipe Pantone . ‘Cromosaturación’, de Carlos Cruz-Diez , es «un ambiente artificial que sumerge al visitante en una situación monocroma absoluta. Se le invita a penetrar en cada cámara y permanecer en ella hasta que el color parezca desvanecerse. La experiencia origina perturbaciones en la retina». «El color es un suceso autónomo que no requiere de la forma», advierte Cruz-Diez.Históricamente, el tono de la piel se ha utilizado para establecer privilegios y exclusiones. La artista brasileña Angelica Das s , residente en Toledo, está presente con su obra ‘Humanae’ (2012), que nos sitúa frente a la variedad de matices que habitan en la piel. Semeja el catálogo de bases de maquillaje de una firma cosmética. El recorrido se cierra con una vitrina suspendida con libros de artista: Matisse, Buren, Sol LeWitt… José María Yturralde, ‘Postludio’, 2005 Cortesía del artistaPero la exposición incluye dos espacios más, a los que hay que entrar a través de unas cortinas. El primero, analógico, con las paredes pintadas de amarillo, se concibe como un gabinete de curiosidades o una cámara de maravillas, que reúne publicaciones, documentos, diagramas, minerales, pigmentos y tintes… Máscaras de momias femeninas, la reconstrucción en color de la llamada ‘Kore de Quíos’, un retrato de Matisse pintado por Derain , préstamo de la Tate… Ambos pertenecen al fauvismo, un movimiento centrado en los colores chirriantes, agresivos y violentos (las fieras del arte). Además, material usado por Factum Arte para el facsímil del retrato de ‘Madame de Pompadour’ de Boucher; madejas de lana teñidas, cedidas por la Real Fábrica de Tapices , que cuelgan del techo y que recuerdan el zoco de Marrakech; muestrarios de Ana Requero , vidrieras de Carlos Muñoz de Pablos , un cuadro de Genovés en el que usa los tres colores primarios (azul, amarillo y rojo)… De William Edward Burghardt du Bois, se exhibe una serie de gráficos estadísticos que ilustran la condición de los descendientes de antiguos esclavos africanos residentes en Estados Unidos. Se presentó la Exposición Universal de París de 1900. El segundo espacio, complementario al primero, es una instalación digital. Primera incursión de la Fundación Juan March en el mundo inmersivo. ‘Coloramas’ , desarrollado por Aníbal Santaella y los comisarios, se presenta como una cámara expansiva con nueve pantallas. Dura 7 minutos. «No vamos a hacer exposiciones inmersivas –advierte Fontán del Junco–, pero no podemos quedarnos de espaldas a la revolución digital». El color no existe , pero está por todas partes. Es la luz la que permite desvelarlo. De ahí su carácter misterioso. Han debatido sobre él de Aristóteles a Wittgenstein. Tiene su propia ‘biblia’, el Pantone , que cada año elige un color de moda. En 2025 es el Mocha Mousse , que inunda las pasarelas. Un artista ha pasado a la historia asociado a un color que lleva su nombre y que incluso patentó: el azul Klein , parecido al añil. Los colores encarnan códigos sociales. En Occidente, el blanco representa pureza; en Oriente se asocia con la muerte. El negro en Occidente simboliza el luto, mientras que en Oriente evoca fuerza y protección. Protagoniza libros, como ‘Color’, de Victoria Finlay , un cautivador viaje a través de los colores: el lapislázuli, el rojo cochinilla, el negro de Campeche… Ha inundado nuestro léxico con expresiones como ‘quedarse en blanco’, ‘ponerse morado’, ‘comerse un marrón’… Ni siquiera fue inmune a él la política: los grises (policía franquista), los rojos (comunistas)… Y hoy cada partido se asocia a un color. Noticia Relacionada CRÍTICA DE: estandar Si ‘Saul Steinberg, artista’, en la Fundación Juan March: el creador, camino de ser un clásico Carlos Delgado Mayordomo La Fundación Juan March (Madrid) alberga la mayor exposición dedicada a Steinberg jamás realizada. Un hito, para haber sido un autor siempre esquivado por la críticaEn 1704 Isaac Newton publicó ‘Óptica’ , «un tratado revolucionario en el que presentó su experimento crucial sobre la luz: dispuso dos prismas invertidos con una lente entre ellos, luego hizo que un rayo solar pasara a través del primer prisma y la luz blanca se descompuso en un espectro de colores. Este haz cromático, concentrado por la lente, atravesó después el segundo prisma y los colores recompusieron el rayo de luz. Este experimento fue un hito para la física al demostrar que el color vive en la luz blanca». Y en 1810, Goethe publicó ‘Teoría de los colores’, un tratado filosófico en el que «exploró el color como una emoción profunda nacida de la oposición entre la luz y la oscuridad, ahondando en su dimensión simbólica». Yves Klein. ‘Pluie bleue’ y ‘Pigment Pur’, 1957. Colección particular. Cortesía de Archives Yves Klein, París © The Estate of Yves Klein, VEGAP, Madrid, 2025. Foto: Dolores IglesiasA las puertas de ARCO , donde los pabellones 7 y 9 de Ifema se inundarán de obras multicolores, la Fundación Juan March inaugura la exposición ‘Lo tienes que ver. La autonomía del color en el arte abstracto’ (del 28 de febrero al 8 de junio). El título se toma de una frase de Walter Benjamin, para quien «el color debe ser visto» . La historia del arte ha menospreciado el color en favor de la forma. Pero con el arte abstracto el color se libera de la línea, de la forma, y se hace libre, autónomo; se independiza. La muestra aborda el color como sustantivo, no como adjetivo. Tampoco como tema. Ya ha habido exposiciones como ‘Monocromos’ en el Reina Sofía. «No es otra exposición más sobre el color. Las ha habido, y algunas muy buenas. No es una exposición colorista, coloreada, sobre el color», advierte Manuel Fontán del Junco , comisario de la muestra, junto con María Zozaya , quienes conciben la muestra en dos partes. Olafur Eliasson. ‘Colour spectrum kaleidoscope’, 2003. Cortesía del artista, Galería Elvira González, Madrid y neugerriemschneider, Berlín © Olafur Eliasson. Foto: Galería Elvira GonzálezPor un lado, el célebre cubo blanco de la museografía contemporánea, donde se exhiben 80 obras del último siglo (entre 1915 y 2025) en numerosos soportes: pintura, escultura, obra sobre papel, textiles, cerámica, fotografía, instalaciones, cine, vídeo y libros de artista. A ellas se suman más 120 documentos, libros y objetos. Artistas para quienes el color es un principio esencial: desde Malévich y su pequeño ‘Cuadrado rojo’, hasta Turner, Mondrian, Albers, Fontana, Anish Kapoor, Olafur Eliasson (se exhibe un caleidoscopio del espectro de colores), Thomas Ruff, Anthony Caro, Wolfgang Tillmans, Dan Flavin (y sus tubos fluorescentes), Damien Hirst (y sus obras de puntos multicolores), Yves Klein , Manzoni, Equipo 57, Frank Stella, Ellsworth Kelly, John Baldessari, Richard Serra, Donald Judd, Gerhard Richter, Teresa Lanceta… Para todos ellos el color es esencial y ya «no está sometido por la línea convertida en escritura», en palabras de Klein. Hay instalaciones ‘in situ’ . En el vestíbulo, ‘Memorias imaginadas’, de Mitsuo Miura , y ‘Montaña azul roja verde rosa amarilla’, de Ugo Rondinone . En la escalera, una instalación de velos traslúcidos impresos superpuestos de Felipe Pantone . ‘Cromosaturación’, de Carlos Cruz-Diez , es «un ambiente artificial que sumerge al visitante en una situación monocroma absoluta. Se le invita a penetrar en cada cámara y permanecer en ella hasta que el color parezca desvanecerse. La experiencia origina perturbaciones en la retina». «El color es un suceso autónomo que no requiere de la forma», advierte Cruz-Diez.Históricamente, el tono de la piel se ha utilizado para establecer privilegios y exclusiones. La artista brasileña Angelica Das s , residente en Toledo, está presente con su obra ‘Humanae’ (2012), que nos sitúa frente a la variedad de matices que habitan en la piel. Semeja el catálogo de bases de maquillaje de una firma cosmética. El recorrido se cierra con una vitrina suspendida con libros de artista: Matisse, Buren, Sol LeWitt… José María Yturralde, ‘Postludio’, 2005 Cortesía del artistaPero la exposición incluye dos espacios más, a los que hay que entrar a través de unas cortinas. El primero, analógico, con las paredes pintadas de amarillo, se concibe como un gabinete de curiosidades o una cámara de maravillas, que reúne publicaciones, documentos, diagramas, minerales, pigmentos y tintes… Máscaras de momias femeninas, la reconstrucción en color de la llamada ‘Kore de Quíos’, un retrato de Matisse pintado por Derain , préstamo de la Tate… Ambos pertenecen al fauvismo, un movimiento centrado en los colores chirriantes, agresivos y violentos (las fieras del arte). Además, material usado por Factum Arte para el facsímil del retrato de ‘Madame de Pompadour’ de Boucher; madejas de lana teñidas, cedidas por la Real Fábrica de Tapices , que cuelgan del techo y que recuerdan el zoco de Marrakech; muestrarios de Ana Requero , vidrieras de Carlos Muñoz de Pablos , un cuadro de Genovés en el que usa los tres colores primarios (azul, amarillo y rojo)… De William Edward Burghardt du Bois, se exhibe una serie de gráficos estadísticos que ilustran la condición de los descendientes de antiguos esclavos africanos residentes en Estados Unidos. Se presentó la Exposición Universal de París de 1900. El segundo espacio, complementario al primero, es una instalación digital. Primera incursión de la Fundación Juan March en el mundo inmersivo. ‘Coloramas’ , desarrollado por Aníbal Santaella y los comisarios, se presenta como una cámara expansiva con nueve pantallas. Dura 7 minutos. «No vamos a hacer exposiciones inmersivas –advierte Fontán del Junco–, pero no podemos quedarnos de espaldas a la revolución digital».
El color no existe, pero está por todas partes. Es la luz la que permite desvelarlo. De ahí su carácter misterioso. Han debatido sobre él de Aristóteles a Wittgenstein. Tiene su propia ‘biblia’, el Pantone, que cada año elige un color de moda. … En 2025 es el Mocha Mousse, que inunda las pasarelas. Un artista ha pasado a la historia asociado a un color que lleva su nombre y que incluso patentó: el azul Klein, parecido al añil. Los colores encarnan códigos sociales. En Occidente, el blanco representa pureza; en Oriente se asocia con la muerte. El negro en Occidente simboliza el luto, mientras que en Oriente evoca fuerza y protección.
Protagoniza libros, como ‘Color’, de Victoria Finlay, un cautivador viaje a través de los colores: el lapislázuli, el rojo cochinilla, el negro de Campeche… Ha inundado nuestro léxico con expresiones como ‘quedarse en blanco’, ‘ponerse morado’, ‘comerse un marrón’… Ni siquiera fue inmune a él la política: los grises (policía franquista), los rojos (comunistas)… Y hoy cada partido se asocia a un color.
En 1704 Isaac Newton publicó ‘Óptica’, «un tratado revolucionario en el que presentó su experimento crucial sobre la luz: dispuso dos prismas invertidos con una lente entre ellos, luego hizo que un rayo solar pasara a través del primer prisma y la luz blanca se descompuso en un espectro de colores. Este haz cromático, concentrado por la lente, atravesó después el segundo prisma y los colores recompusieron el rayo de luz. Este experimento fue un hito para la física al demostrar que el color vive en la luz blanca». Y en 1810, Goethe publicó ‘Teoría de los colores’, un tratado filosófico en el que «exploró el color como una emoción profunda nacida de la oposición entre la luz y la oscuridad, ahondando en su dimensión simbólica».
© The Estate of Yves Klein, VEGAP, Madrid, 2025. Foto: Dolores Iglesias
A las puertas de ARCO, donde los pabellones 7 y 9 de Ifema se inundarán de obras multicolores, la Fundación Juan March inaugura la exposición ‘Lo tienes que ver. La autonomía del color en el arte abstracto’ (del 28 de febrero al 8 de junio). El título se toma de una frase de Walter Benjamin, para quien «el color debe ser visto».
La historia del arte ha menospreciado el color en favor de la forma. Pero con el arte abstracto el color se libera de la línea, de la forma, y se hace libre, autónomo; se independiza. La muestra aborda el color como sustantivo, no como adjetivo. Tampoco como tema. Ya ha habido exposiciones como ‘Monocromos’ en el Reina Sofía. «No es otra exposición más sobre el color. Las ha habido, y algunas muy buenas. No es una exposición colorista, coloreada, sobre el color», advierte Manuel Fontán del Junco, comisario de la muestra, junto con María Zozaya, quienes conciben la muestra en dos partes.
© Olafur Eliasson. Foto: Galería Elvira González
Por un lado, el célebre cubo blanco de la museografía contemporánea, donde se exhiben 80 obras del último siglo (entre 1915 y 2025) en numerosos soportes: pintura, escultura, obra sobre papel, textiles, cerámica, fotografía, instalaciones, cine, vídeo y libros de artista. A ellas se suman más 120 documentos, libros y objetos. Artistas para quienes el color es un principio esencial: desde Malévich y su pequeño ‘Cuadrado rojo’, hasta Turner, Mondrian, Albers, Fontana, Anish Kapoor, Olafur Eliasson (se exhibe un caleidoscopio del espectro de colores), Thomas Ruff, Anthony Caro, Wolfgang Tillmans, Dan Flavin (y sus tubos fluorescentes), Damien Hirst (y sus obras de puntos multicolores), Yves Klein, Manzoni, Equipo 57, Frank Stella, Ellsworth Kelly, John Baldessari, Richard Serra, Donald Judd, Gerhard Richter, Teresa Lanceta… Para todos ellos el color es esencial y ya «no está sometido por la línea convertida en escritura», en palabras de Klein.
Hay instalaciones ‘in situ’. En el vestíbulo, ‘Memorias imaginadas’, de Mitsuo Miura, y ‘Montaña azul roja verde rosa amarilla’, de Ugo Rondinone. En la escalera, una instalación de velos traslúcidos impresos superpuestos de Felipe Pantone. ‘Cromosaturación’, de Carlos Cruz-Diez, es «un ambiente artificial que sumerge al visitante en una situación monocroma absoluta. Se le invita a penetrar en cada cámara y permanecer en ella hasta que el color parezca desvanecerse. La experiencia origina perturbaciones en la retina». «El color es un suceso autónomo que no requiere de la forma», advierte Cruz-Diez.
Históricamente, el tono de la piel se ha utilizado para establecer privilegios y exclusiones. La artista brasileña Angelica Dass, residente en Toledo, está presente con su obra ‘Humanae’ (2012), que nos sitúa frente a la variedad de matices que habitan en la piel. Semeja el catálogo de bases de maquillaje de una firma cosmética. El recorrido se cierra con una vitrina suspendida con libros de artista: Matisse, Buren, Sol LeWitt…
Cortesía del artista
Pero la exposición incluye dos espacios más, a los que hay que entrar a través de unas cortinas. El primero, analógico, con las paredes pintadas de amarillo, se concibe como un gabinete de curiosidades o una cámara de maravillas, que reúne publicaciones, documentos, diagramas, minerales, pigmentos y tintes… Máscaras de momias femeninas, la reconstrucción en color de la llamada ‘Kore de Quíos’, un retrato de Matisse pintado por Derain, préstamo de la Tate… Ambos pertenecen al fauvismo, un movimiento centrado en los colores chirriantes, agresivos y violentos (las fieras del arte).
Además, material usado por Factum Arte para el facsímil del retrato de ‘Madame de Pompadour’ de Boucher; madejas de lana teñidas, cedidas por la Real Fábrica de Tapices, que cuelgan del techo y que recuerdan el zoco de Marrakech; muestrarios de Ana Requero, vidrieras de Carlos Muñoz de Pablos, un cuadro de Genovés en el que usa los tres colores primarios (azul, amarillo y rojo)… De William Edward Burghardt du Bois, se exhibe una serie de gráficos estadísticos que ilustran la condición de los descendientes de antiguos esclavos africanos residentes en Estados Unidos. Se presentó la Exposición Universal de París de 1900.
El segundo espacio, complementario al primero, es una instalación digital. Primera incursión de la Fundación Juan March en el mundo inmersivo. ‘Coloramas’, desarrollado por Aníbal Santaella y los comisarios, se presenta como una cámara expansiva con nueve pantallas. Dura 7 minutos. «No vamos a hacer exposiciones inmersivas –advierte Fontán del Junco–, pero no podemos quedarnos de espaldas a la revolución digital».
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