Antonio Soler (Málaga, 1956) creció entre cuentos, pero hay uno que le ha perseguido toda la vida. Se lo contaba su abuela cuando él quería saber. No era un cuento infantil. Era una historia de la Guerra Civil. Su abuela y su madre fueron de las miles de personas que en febrero de 1937 abandonaron Málaga cuando el bando sublevado tomó la ciudad. Los civiles cogieron la carretera hacia Almería huyendo de la muerte, pero en su éxodo se encontraron con más muerte porque los franquistas bombardearon el camino. El episodio, fuera de Andalucía, sigue siendo bastante desconocido. Un día, cuando Soler lo contó durante una conversación a sus amigos de la editorial Espasa, le preguntaron: ¿No has pensado nunca en escribir una novela sobre esto?Y así nació ‘El día del lobo’ (Espasa), la nueva novela del autor andaluz. «Una auténtica obra de arte literaria», según lo definió este jueves en el Aula de Cultura Carlos Aganzo , director de la Fundación Vocento, durante la charla que mantuvieron en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Siendo una novela tan personal, ¿cambia mucho cuando se escribe de familiares?, preguntó Aganzo. «La dificultad estribaba en trabajar con las personas como si fueran personajes, aunque no invento y me atengo a la memoria heredada. Me preocupaba la cuestión de que no hubiera un desparrame sentimental. Debía tener una cierta distancia de aquello que quería contar en beneficio de la propia narración», respondió Soler. En el libro cuenta el autor cómo sus padres se casaron en 1936, comenzada la guerra, y cómo se tuvo que ir a Madrid como soldado poco después de saber que iba a tener un hijo. «¿Qué pasa por la cabeza de esos personajes? Ahí me convierto en novelista». A estas historias se ha acercado Soler desde el oído. «Los personajes muchas veces se construyen a partir de lo que dicen. Eso dibuja a un personaje. Si tengo alguna virtud como escritor, es la de tener un poco de oído. He apelado a mi memoria, al modo en el que hablaba mi abuela, mi madre, lo poco que recuerdo de mi padre…». Otro protagonista fundamental es el miedo: «Lo que da origen a esa huida masiva es el miedo ante la amenaza de lo que viene. Pero a la vez que yo heredé conciencia del miedo, del trastorno vital que ocasionó la carretera, tuve la suerte de no heredar rencor», añadió el autor.«Si tengo alguna virtud como escritor, es la de tener un poco de oído. He apelado al modo en que hablaba mi familia»En ‘El día del lobo’ Soler aspira a acercarse al episodio sin dogmatismos. «A veces personas que estaban ideológicamente en bandos contrarios arriesgaron sus vidas por no llevar a alguien al paredón. Gracias a eso mi padre salvó la vida, porque primero él tuvo ese acto de humanidad que le devolvieron. Un historiador me dijo que no era un hecho extraño. Si yo solo me hubiera dedicado a hablar de lo positivo de uno de los bandos le estaría restando credibilidad a la historia», reflexionó Soler. «Mi madre vio quemar a un cura en la Málaga roja. Esas cosas están documentadas. A los que admiramos al germen de la segunda república nos habría encantado que estas cosas no hubieran ocurrido. Evidentemente nos habría encantado que no hubiera llegado la Guerra Civil. Frente al blanco y negro que hoy se quiere establecer, hay que indicar que la república no era monolítica».«Y muchas de las personas que ahora pueden salir a la calle enarbolando una bandera republicana, sus correligionarios de entonces veían esa bandera como un trámite para llegar a una bandera roja. Me parecía algo muy obvio y omitir eso me parecía una estafa», añadió. Un novelista, al fin y al cabo, debe escribir sobre la condición humana. «Esto es lo que diferencia el trabajo de un ensayista, o un historiador, de alguien que quiere hacer con eso literatura», cerró Soler. Antonio Soler (Málaga, 1956) creció entre cuentos, pero hay uno que le ha perseguido toda la vida. Se lo contaba su abuela cuando él quería saber. No era un cuento infantil. Era una historia de la Guerra Civil. Su abuela y su madre fueron de las miles de personas que en febrero de 1937 abandonaron Málaga cuando el bando sublevado tomó la ciudad. Los civiles cogieron la carretera hacia Almería huyendo de la muerte, pero en su éxodo se encontraron con más muerte porque los franquistas bombardearon el camino. El episodio, fuera de Andalucía, sigue siendo bastante desconocido. Un día, cuando Soler lo contó durante una conversación a sus amigos de la editorial Espasa, le preguntaron: ¿No has pensado nunca en escribir una novela sobre esto?Y así nació ‘El día del lobo’ (Espasa), la nueva novela del autor andaluz. «Una auténtica obra de arte literaria», según lo definió este jueves en el Aula de Cultura Carlos Aganzo , director de la Fundación Vocento, durante la charla que mantuvieron en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Siendo una novela tan personal, ¿cambia mucho cuando se escribe de familiares?, preguntó Aganzo. «La dificultad estribaba en trabajar con las personas como si fueran personajes, aunque no invento y me atengo a la memoria heredada. Me preocupaba la cuestión de que no hubiera un desparrame sentimental. Debía tener una cierta distancia de aquello que quería contar en beneficio de la propia narración», respondió Soler. En el libro cuenta el autor cómo sus padres se casaron en 1936, comenzada la guerra, y cómo se tuvo que ir a Madrid como soldado poco después de saber que iba a tener un hijo. «¿Qué pasa por la cabeza de esos personajes? Ahí me convierto en novelista». A estas historias se ha acercado Soler desde el oído. «Los personajes muchas veces se construyen a partir de lo que dicen. Eso dibuja a un personaje. Si tengo alguna virtud como escritor, es la de tener un poco de oído. He apelado a mi memoria, al modo en el que hablaba mi abuela, mi madre, lo poco que recuerdo de mi padre…». Otro protagonista fundamental es el miedo: «Lo que da origen a esa huida masiva es el miedo ante la amenaza de lo que viene. Pero a la vez que yo heredé conciencia del miedo, del trastorno vital que ocasionó la carretera, tuve la suerte de no heredar rencor», añadió el autor.«Si tengo alguna virtud como escritor, es la de tener un poco de oído. He apelado al modo en que hablaba mi familia»En ‘El día del lobo’ Soler aspira a acercarse al episodio sin dogmatismos. «A veces personas que estaban ideológicamente en bandos contrarios arriesgaron sus vidas por no llevar a alguien al paredón. Gracias a eso mi padre salvó la vida, porque primero él tuvo ese acto de humanidad que le devolvieron. Un historiador me dijo que no era un hecho extraño. Si yo solo me hubiera dedicado a hablar de lo positivo de uno de los bandos le estaría restando credibilidad a la historia», reflexionó Soler. «Mi madre vio quemar a un cura en la Málaga roja. Esas cosas están documentadas. A los que admiramos al germen de la segunda república nos habría encantado que estas cosas no hubieran ocurrido. Evidentemente nos habría encantado que no hubiera llegado la Guerra Civil. Frente al blanco y negro que hoy se quiere establecer, hay que indicar que la república no era monolítica».«Y muchas de las personas que ahora pueden salir a la calle enarbolando una bandera republicana, sus correligionarios de entonces veían esa bandera como un trámite para llegar a una bandera roja. Me parecía algo muy obvio y omitir eso me parecía una estafa», añadió. Un novelista, al fin y al cabo, debe escribir sobre la condición humana. «Esto es lo que diferencia el trabajo de un ensayista, o un historiador, de alguien que quiere hacer con eso literatura», cerró Soler.
El escritor charla sobre su nueva novela, ‘El día del lobo’, en el Aula de Cultura ABC
Antonio Soler (Málaga, 1956) creció entre cuentos, pero hay uno que le ha perseguido toda la vida. Se lo contaba su abuela cuando él quería saber. No era un cuento infantil. Era una historia de la Guerra Civil. Su abuela y su madre fueron de las miles de personas que en febrero de 1937 abandonaron Málaga cuando el bando sublevado tomó la ciudad. Los civiles cogieron la carretera hacia Almería huyendo de la muerte, pero en su éxodo se encontraron con más muerte porque los franquistas bombardearon el camino. El episodio, fuera de Andalucía, sigue siendo bastante desconocido. Un día, cuando Soler lo contó durante una conversación a sus amigos de la editorial Espasa, le preguntaron: ¿No has pensado nunca en escribir una novela sobre esto?
Y así nació ‘El día del lobo’ (Espasa), la nueva novela del autor andaluz. «Una auténtica obra de arte literaria», según lo definió este jueves en el Aula de Cultura Carlos Aganzo, director de la Fundación Vocento, durante la charla que mantuvieron en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Siendo una novela tan personal, ¿cambia mucho cuando se escribe de familiares?, preguntó Aganzo. «La dificultad estribaba en trabajar con las personas como si fueran personajes, aunque no invento y me atengo a la memoria heredada. Me preocupaba la cuestión de que no hubiera un desparrame sentimental. Debía tener una cierta distancia de aquello que quería contar en beneficio de la propia narración», respondió Soler.
En el libro cuenta el autor cómo sus padres se casaron en 1936, comenzada la guerra, y cómo se tuvo que ir a Madrid como soldado poco después de saber que iba a tener un hijo. «¿Qué pasa por la cabeza de esos personajes? Ahí me convierto en novelista». A estas historias se ha acercado Soler desde el oído. «Los personajes muchas veces se construyen a partir de lo que dicen. Eso dibuja a un personaje. Si tengo alguna virtud como escritor, es la de tener un poco de oído. He apelado a mi memoria, al modo en el que hablaba mi abuela, mi madre, lo poco que recuerdo de mi padre…». Otro protagonista fundamental es el miedo: «Lo que da origen a esa huida masiva es el miedo ante la amenaza de lo que viene. Pero a la vez que yo heredé conciencia del miedo, del trastorno vital que ocasionó la carretera, tuve la suerte de no heredar rencor», añadió el autor.
«Si tengo alguna virtud como escritor, es la de tener un poco de oído. He apelado al modo en que hablaba mi familia»
En ‘El día del lobo’ Soler aspira a acercarse al episodio sin dogmatismos. «A veces personas que estaban ideológicamente en bandos contrarios arriesgaron sus vidas por no llevar a alguien al paredón. Gracias a eso mi padre salvó la vida, porque primero él tuvo ese acto de humanidad que le devolvieron. Un historiador me dijo que no era un hecho extraño. Si yo solo me hubiera dedicado a hablar de lo positivo de uno de los bandos le estaría restando credibilidad a la historia», reflexionó Soler. «Mi madre vio quemar a un cura en la Málaga roja. Esas cosas están documentadas. A los que admiramos al germen de la segunda república nos habría encantado que estas cosas no hubieran ocurrido. Evidentemente nos habría encantado que no hubiera llegado la Guerra Civil. Frente al blanco y negro que hoy se quiere establecer, hay que indicar que la república no era monolítica».
«Y muchas de las personas que ahora pueden salir a la calle enarbolando una bandera republicana, sus correligionarios de entonces veían esa bandera como un trámite para llegar a una bandera roja. Me parecía algo muy obvio y omitir eso me parecía una estafa», añadió. Un novelista, al fin y al cabo, debe escribir sobre la condición humana. «Esto es lo que diferencia el trabajo de un ensayista, o un historiador, de alguien que quiere hacer con eso literatura», cerró Soler.
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