La escritora Beatriz Giménez de Ory (53 años, Madrid) ha visto cómo la relación de los adolescentes con la lectura ha cambiado en los más de 20 años que lleva ejerciendo la docencia; actualmente da clase de Lengua y Literatura en el IES María Guerrero, en el municipio madrileño de Villalba. La irrupción de las redes sociales en la vida de los menores y cómo les llega la información, en pequeñas píldoras de 30 segundos, ha cambiado su paciencia a la hora de afrontar la lectura de un libro. “Alumnos que no están acostumbrados a leer les cuesta muchísimo, porque requiere una concentración”, sostiene la Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en el año 2021 y reciente ganadora del XXXIII Premio Edebé de Literatura Infantil por Tres niños tristes y medio unicornio (Edebé, 2025).
La docente y autora cree que los profesores deben tener en cuenta los gustos literarios de sus alumnos y fomentar la lectura en grupo porque, aunque se hacen mayores y les puede dar vergüenza leer en voz alta, algo muy común en esta etapa, “si encuentran una lectura adecuada y el grupo se mete, son experiencias mágicas”.
Ella también demuestra su pasión por la etapa adolescente y la infancia en la literatura. Experta en poesía, es autora de Un hilo me liga a vos (SM, 2020), un poemario para adolescentes que versiona los mitos clásicos mostrando cómo las pasiones más antiguas como el amor o los celos siguen siendo intensas en la adolescencia de hoy. Ahora acaba de publicar Brotarán cuentos (Petaletras, 2025), un álbum infantil que pretende ser un juego para las familias en el que anima a descubrir los cuentos clásicos como Cenicienta, Peter Pan o Juan sin miedo a través de haikus, poemas breves de origen japonés consistente en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas.
PREGUNTA. ¿Por qué este juego de sugerir los cuentos clásicos a través de la poesía?
RESPUESTA. Porque la poesía siempre sugiere otra cosa. Lo que pretendía es ir a la esencia del cuento, a la semilla, y despojar el lenguaje de todo lo que no fuera necesario. Me he pasado porque el haiku reduce demasiado (risas), pero ese ha sido el juego.
P. Siempre se dice que para fomentar la lectura entre los más pequeños hay que ser ejemplo o acudir con ellos a librerías y bibliotecas, pero, ¿es tan fácil para las familias plantar esa semilla?
R. A mí me parece que sí. Hay que vincular la lectura con el afecto. Es decir, establecer una comunicación muy especial con el niño o la niña y un adulto querido, y que sea constante. No que le leas o vayáis una vez al mes a la biblioteca, sino leerles la mayor parte de las noches que sea posible. Hacer rituales donde se mezcle literatura y afecto. Creo que eso es lo que al final al niño le va a hacer mirar con cariño y con buena disposición la literatura.
P. A los niños les gustan las rimas y el juego en la poesía. Pero, cuando llegan a la adolescencia, pierden un poco eso. ¿Cómo se relacionan los adolescentes con la poesía?
R. Creo que es un tipo de lectura diferente. Cuando son niños les interesan los aspectos más rítmicos y casi siempre leen poesía en grupo. En cambio, en la adolescencia, suele ser una lectura introspectiva. Es diferente y se avergüenzan un poco porque relacionan la poesía con el juego infantil. La clave sería proporcionarles la lectura de una poesía más de emociones, de sentimientos, de autodescubrimiento, que es lo que les empieza a interesar.
P. ¿Y cómo se fomentan eso en la educación actual?
R. En tercero de la ESO, por ejemplo, siempre damos literatura medieval, que está en el programa, y leemos muchos romances. Les encanta dramatizar y la lectura en grupo aunque sean adolescentes. Les pido que memoricen y dramaticen, entre varios, La doncella guerrera o El enamorado de la muerte y les encanta. Hacemos lo que podemos.
P. Entonces, ¿siguen necesitando al grupo también para leer?
R. Sí. Es verdad que cuanto más mayores se hacen son más reticentes o más vergüenza les da. En Primaria hay muchos que quieren leer, pero en la ESO no te vas a encontrar que se peleen por leer porque empieza la timidez, pero sigue funcionando la lectura en grupo. Al final, a todos nos encanta, incluso de adultos, que nos cuenten historias. Hay un ritual, una especie de experiencia compartida, que yo la veo mucho. Si das con la lectura adecuada y el grupo se mete, son experiencias mágicas. El teatro funciona fenomenal en la adolescencia. Y que lean en voz alta. Han leído hace poco La ratonera, de Agatha Christie, y estaban apasionados. Tiene que ver con sentirse protagonistas, con sentir que no solo reciben de fuera la lectura, sino que ellos mismos pueden poner una voz.
P. ¿Cuántas veces ha escuchado en clase lo de “a mí no me gusta leer”?
R. Muchas. Tenemos una hora a la semana de lectura en biblioteca en la ESO, por lo menos hasta tercero, y siempre les sugiero lecturas, y lo que estoy percibiendo ahora es “no puedo profe, es que es muy largo”. No es tanto “no me gusta leer”, sino que es un esfuerzo muy grande para ellos porque están acostumbrados a otro tipo de lectura, de cómo les llega la información. Pero un libro ahora, a algunos alumnos que no están acostumbrados a leer, les cuesta muchísimo.
P. Hay familias preocupadas porque existen estudios que demuestran una relación entre los dispositivos digitales y una menor compresión lectora o una menor paciencia a la hora de afrontar los textos.
R. Sí, les cuesta mantener la atención. Una novela proporciona cosas muy interesantes, pensamientos y sentimientos más complejos, pero, a cambio, requiere una concentración, un estar ahí durante horas y no solamente treinta segundos como ver un vídeo.
P. ¿Cómo afrontáis eso los docentes de Literatura?
R. Hay que preguntarles a los alumnos. Es bueno que ellos tengan una voz. Tirar un poco a lo afectivo, del “qué te apetece”. Es verdad que hay veces que hay que reencauzarlos porque hay muchas niñas a las que les gusta un tipo de novela romántica que se excede de lo romántico en muchas ocasiones y, además, con un tipo de relaciones un poco tóxicas. Es ver qué les gusta como punto de partida para recomendarles cosas que les puedan interesar, pero es complicado.
La docente y Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil sostiene que a los alumnos les cuesta mantener la atención ante un libro debido a cómo consumen información en las redes sociales y cree necesario reconducir algunas lecturas que pueden dar una visión distorsionada de la realidad
La escritora Beatriz Giménez de Ory (53 años, Madrid) ha visto cómo la relación de los adolescentes con la lectura ha cambiado en los más de 20 años que lleva ejerciendo la docencia; actualmente da clase de Lengua y Literatura en el IES María Guerrero, en el municipio madrileño de Villalba. La irrupción de las redes sociales en la vida de los menores y cómo les llega la información, en pequeñas píldoras de 30 segundos, ha cambiado su paciencia a la hora de afrontar la lectura de un libro. “Alumnos que no están acostumbrados a leer les cuesta muchísimo, porque requiere una concentración”, sostiene la Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en el año 2021 y reciente ganadora del XXXIII Premio Edebé de Literatura Infantil por Tres niños tristes y medio unicornio (Edebé, 2025).
La docente y autora cree que los profesores deben tener en cuenta los gustos literarios de sus alumnos y fomentar la lectura en grupo porque, aunque se hacen mayores y les puede dar vergüenza leer en voz alta, algo muy común en esta etapa, “si encuentran una lectura adecuada y el grupo se mete, son experiencias mágicas”.
Ella también demuestra su pasión por la etapa adolescente y la infancia en la literatura. Experta en poesía, es autora de Un hilo me liga a vos (SM, 2020), un poemario para adolescentes que versiona los mitos clásicos mostrando cómo las pasiones más antiguas como el amor o los celos siguen siendo intensas en la adolescencia de hoy. Ahora acaba de publicar Brotarán cuentos (Petaletras, 2025), un álbum infantil que pretende ser un juego para las familias en el que anima a descubrir los cuentos clásicos como Cenicienta, Peter Pan o Juan sin miedo a través de haikus, poemas breves de origen japonés consistente en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas.
PREGUNTA. ¿Por qué este juego de sugerir los cuentos clásicos a través de la poesía?
RESPUESTA. Porque la poesía siempre sugiere otra cosa. Lo que pretendía es ir a la esencia del cuento, a la semilla, y despojar el lenguaje de todo lo que no fuera necesario. Me he pasado porque el haiku reduce demasiado (risas), pero ese ha sido el juego.
P. Siempre se dice que para fomentar la lectura entre los más pequeños hay que ser ejemplo o acudir con ellos a librerías y bibliotecas, pero, ¿es tan fácil para las familias plantar esa semilla?
R. A mí me parece que sí. Hay que vincular la lectura con el afecto. Es decir, establecer una comunicación muy especial con el niño o la niña y un adulto querido, y que sea constante. No que le leas o vayáis una vez al mes a la biblioteca, sino leerles la mayor parte de las noches que sea posible. Hacer rituales donde se mezcle literatura y afecto. Creo que eso es lo que al final al niño le va a hacer mirar con cariño y con buena disposición la literatura.
P. A los niños les gustan las rimas y el juego en la poesía. Pero, cuando llegan a la adolescencia, pierden un poco eso. ¿Cómo se relacionan los adolescentes con la poesía?
R. Creo que es un tipo de lectura diferente. Cuando son niños les interesan los aspectos más rítmicos y casi siempre leen poesía en grupo. En cambio, en la adolescencia, suele ser una lectura introspectiva. Es diferente y se avergüenzan un poco porque relacionan la poesía con el juego infantil. La clave sería proporcionarles la lectura de una poesía más de emociones, de sentimientos, de autodescubrimiento, que es lo que les empieza a interesar.
P. ¿Y cómo se fomentan eso en la educación actual?
R. En tercero de la ESO, por ejemplo, siempre damos literatura medieval, que está en el programa, y leemos muchos romances. Les encanta dramatizar y la lectura en grupo aunque sean adolescentes. Les pido que memoricen y dramaticen, entre varios, La doncella guerrera o El enamorado de la muerte y les encanta. Hacemos lo que podemos.
P. Entonces, ¿siguen necesitando al grupo también para leer?
R. Sí. Es verdad que cuanto más mayores se hacen son más reticentes o más vergüenza les da. En Primaria hay muchos que quieren leer, pero en la ESO no te vas a encontrar que se peleen por leer porque empieza la timidez, pero sigue funcionando la lectura en grupo. Al final, a todos nos encanta, incluso de adultos, que nos cuenten historias. Hay un ritual, una especie de experiencia compartida, que yo la veo mucho. Si das con la lectura adecuada y el grupo se mete, son experiencias mágicas. El teatro funciona fenomenal en la adolescencia. Y que lean en voz alta. Han leído hace poco La ratonera, de Agatha Christie, y estaban apasionados. Tiene que ver con sentirse protagonistas, con sentir que no solo reciben de fuera la lectura, sino que ellos mismos pueden poner una voz.
P. ¿Cuántas veces ha escuchado en clase lo de “a mí no me gusta leer”?
R. Muchas. Tenemos una hora a la semana de lectura en biblioteca en la ESO, por lo menos hasta tercero, y siempre les sugiero lecturas, y lo que estoy percibiendo ahora es “no puedo profe, es que es muy largo”. No es tanto “no me gusta leer”, sino que es un esfuerzo muy grande para ellos porque están acostumbrados a otro tipo de lectura, de cómo les llega la información. Pero un libro ahora, a algunos alumnos que no están acostumbrados a leer, les cuesta muchísimo.
P. Hay familias preocupadas porque existen estudios que demuestran una relación entre los dispositivos digitales y una menor compresión lectora o una menor paciencia a la hora de afrontar los textos.
R. Sí, les cuesta mantener la atención. Una novela proporciona cosas muy interesantes, pensamientos y sentimientos más complejos, pero, a cambio, requiere una concentración, un estar ahí durante horas y no solamente treinta segundos como ver un vídeo.
P. ¿Cómo afrontáis eso los docentes de Literatura?
R. Hay que preguntarles a los alumnos. Es bueno que ellos tengan una voz. Tirar un poco a lo afectivo, del “qué te apetece”. Es verdad que hay veces que hay que reencauzarlos porque hay muchas niñas a las que les gusta un tipo de novela romántica que se excede de lo romántico en muchas ocasiones y, además, con un tipo de relaciones un poco tóxicas. Es ver qué les gusta como punto de partida para recomendarles cosas que les puedan interesar, pero es complicado.
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