«Lo llamaban simplemente Boris , tenía una fregona de pelo rubio en la cabeza y conducía por Bruselas en un Alfa Romeo rojo, con ‘heavy metal’ sonando a todo trapo», se lee en uno de los siete segmentos históricos con los que ese magnífico escritor británico, Jonathan Coe (Birmingham, 1961), ha encapsulado literariamente los ochenta últimos años de Inglaterra. La novela se titula ‘Bournville’ y la protagoniza una familia de clase media de ese plácido suburbio de Binmingham, impregnado, a causa de sus fábricas, del aroma del célebre chocolate Cadbury. Un lugar que por momentos se convierte simbólicamente en el centro del mundo . De todo un mundo, desde el fin de la guerra mundial, con la gente que ha salido a la calle «dividida entre la alegría de que la guerra se hubiese acabado por fin y la libertad de admitir el calvario que había sido».NOVELA ‘Bournville’ Autor Jonathan Coe Editorial Anagrama Año 2024 Páginas 425 Precio 21,90 euros 5 Mary Lamb, el motor neurálgico con el que se inicia toda la estirpe, está de algún modo, como explica el autor del libro al final de su obra, basada en su difunta madre, Janet Coe, fallecida durante el Covid . Nacida en 1934, la Mary de la novela tuvo tres hijos: Peter, violinista en la Orquesta Sinfónica de la BBC, gay, liberal y republicano; Martin, un lobista del mundo del chocolate en Bruselas, casado con Bridget («es tan negra como el as de picas», comentario de su abuela nada más ver una foto) y, por fin Jack, algo menos «evolucionado», que sigue contando chistes de irlandeses (o sea, los chistes de belgas en Francia) y que es de esos que llaman «chicas» a las mujeres. Mary, por su parte, fue de joven una pianista notable, talento musical heredado ahora por su nieta Lorna, y podía haberse convertido en una gran concertista si no se hubiera dedicado a crear una familia, como tantas mujeres de su generación. La noche de la Victoria sobre los alemanes , Mary conoció al silencioso e inexpresivo Geoffrey con el que fundaría un hogar, aunque siempre tuvo dudas de su elección. La única vez que lo verá llorar fue frente al televisor, durante los funerales de Diana : nunca «por nada que les hubiera pasado antes (a él, a Mary o a los niños)» lo había hecho.Coe muestra una gran habilidad para lograr un perfecto encabalgamiento que enlaza sin cesar lo privado y lo histórico Todo un imaginario nacional, los grandes traumas, desengaños y alegrías colectivos, se va deslizando suavemente, casi sin notarse, o bien aceleradamente, a lo largo del tiempo: desde el 8 de mayo de 1945, Día de la Victoria; la coronación de la Reina Isabel II en 1953; la final de la Copa del Mundo contra la Alemania occidental, en 1966; la investidura de Carlos, príncipe de Gales en 1969 y su boda con ‘lady’ Diana Spencer en 1981; el funeral de la princesa de Gales en 1997 y, por fin, el setenta y cinco aniversario del Día de la Victoria, el 8 de mayo de 2020, que cierra como un círculo todo lo narrado y sucedido a la familia Lamb y a todo el país, coincidiendo con la pandemia mundial.Cronista poco convencional en su indudable maestría, con sátiras inolvidables (todas en Anagrama) como ‘¡Menudo reparto!’, ‘El Club de los Canallas’, ‘El Círculo Cerrado’ o ‘El corazón de Inglaterra’, por citar solo algunas, Coe se ha convertido en el mejor y más fantástico retratista de interiores y exteriores sociopolíticos británicos que reflejan, en su conjunto, el destino y carácter de toda una nación. Divertido e irónico, pasando de lo íntimo al argumento político y el sarcasmo nacional, lo que diferencia a un talento indiscutible como Jonathan Coe de otros muchos es su habilidad para lograr un perfecto encabalgamiento que enlaza sin cesar lo privado y lo histórico. Sin realismo planoUna construcción sutil que echa mano de toda clase de recursos narrativos : discursos públicos, cartas privadas y diarios íntimos, noticias en medios de comunicación o la utilización de personajes secundarios para completar perspectivas e impactos de sucesos compartidos. Refinadamente alusivo, pero a la vez narrando tramas en todo momento asequibles para la mayoría, sin ser declaradamente experimental, la originalidad en la construcción de sus obras ha alejado siempre a Coe, desde el principio, del realismo plano, previsible y mohoso de muchos relatores de los mismos o parecidos acontecimientos. Como dirá el anglófilo Ludwig, que había crecido en la ultraconservadora Salzburgo y que conoció Londres en 1977, en el apogeo de lo punk, admirando esa capacidad británica de «enorgullecerse y reírse de sí mismos al mismo tiempo» : «¿Por qué elegisteis este camino de los últimos años? ¿Y por qué lo elegisteis a él?» Es decir, al simplemente llamado Boris. «Lo llamaban simplemente Boris , tenía una fregona de pelo rubio en la cabeza y conducía por Bruselas en un Alfa Romeo rojo, con ‘heavy metal’ sonando a todo trapo», se lee en uno de los siete segmentos históricos con los que ese magnífico escritor británico, Jonathan Coe (Birmingham, 1961), ha encapsulado literariamente los ochenta últimos años de Inglaterra. La novela se titula ‘Bournville’ y la protagoniza una familia de clase media de ese plácido suburbio de Binmingham, impregnado, a causa de sus fábricas, del aroma del célebre chocolate Cadbury. Un lugar que por momentos se convierte simbólicamente en el centro del mundo . De todo un mundo, desde el fin de la guerra mundial, con la gente que ha salido a la calle «dividida entre la alegría de que la guerra se hubiese acabado por fin y la libertad de admitir el calvario que había sido».NOVELA ‘Bournville’ Autor Jonathan Coe Editorial Anagrama Año 2024 Páginas 425 Precio 21,90 euros 5 Mary Lamb, el motor neurálgico con el que se inicia toda la estirpe, está de algún modo, como explica el autor del libro al final de su obra, basada en su difunta madre, Janet Coe, fallecida durante el Covid . Nacida en 1934, la Mary de la novela tuvo tres hijos: Peter, violinista en la Orquesta Sinfónica de la BBC, gay, liberal y republicano; Martin, un lobista del mundo del chocolate en Bruselas, casado con Bridget («es tan negra como el as de picas», comentario de su abuela nada más ver una foto) y, por fin Jack, algo menos «evolucionado», que sigue contando chistes de irlandeses (o sea, los chistes de belgas en Francia) y que es de esos que llaman «chicas» a las mujeres. Mary, por su parte, fue de joven una pianista notable, talento musical heredado ahora por su nieta Lorna, y podía haberse convertido en una gran concertista si no se hubiera dedicado a crear una familia, como tantas mujeres de su generación. La noche de la Victoria sobre los alemanes , Mary conoció al silencioso e inexpresivo Geoffrey con el que fundaría un hogar, aunque siempre tuvo dudas de su elección. La única vez que lo verá llorar fue frente al televisor, durante los funerales de Diana : nunca «por nada que les hubiera pasado antes (a él, a Mary o a los niños)» lo había hecho.Coe muestra una gran habilidad para lograr un perfecto encabalgamiento que enlaza sin cesar lo privado y lo histórico Todo un imaginario nacional, los grandes traumas, desengaños y alegrías colectivos, se va deslizando suavemente, casi sin notarse, o bien aceleradamente, a lo largo del tiempo: desde el 8 de mayo de 1945, Día de la Victoria; la coronación de la Reina Isabel II en 1953; la final de la Copa del Mundo contra la Alemania occidental, en 1966; la investidura de Carlos, príncipe de Gales en 1969 y su boda con ‘lady’ Diana Spencer en 1981; el funeral de la princesa de Gales en 1997 y, por fin, el setenta y cinco aniversario del Día de la Victoria, el 8 de mayo de 2020, que cierra como un círculo todo lo narrado y sucedido a la familia Lamb y a todo el país, coincidiendo con la pandemia mundial.Cronista poco convencional en su indudable maestría, con sátiras inolvidables (todas en Anagrama) como ‘¡Menudo reparto!’, ‘El Club de los Canallas’, ‘El Círculo Cerrado’ o ‘El corazón de Inglaterra’, por citar solo algunas, Coe se ha convertido en el mejor y más fantástico retratista de interiores y exteriores sociopolíticos británicos que reflejan, en su conjunto, el destino y carácter de toda una nación. Divertido e irónico, pasando de lo íntimo al argumento político y el sarcasmo nacional, lo que diferencia a un talento indiscutible como Jonathan Coe de otros muchos es su habilidad para lograr un perfecto encabalgamiento que enlaza sin cesar lo privado y lo histórico. Sin realismo planoUna construcción sutil que echa mano de toda clase de recursos narrativos : discursos públicos, cartas privadas y diarios íntimos, noticias en medios de comunicación o la utilización de personajes secundarios para completar perspectivas e impactos de sucesos compartidos. Refinadamente alusivo, pero a la vez narrando tramas en todo momento asequibles para la mayoría, sin ser declaradamente experimental, la originalidad en la construcción de sus obras ha alejado siempre a Coe, desde el principio, del realismo plano, previsible y mohoso de muchos relatores de los mismos o parecidos acontecimientos. Como dirá el anglófilo Ludwig, que había crecido en la ultraconservadora Salzburgo y que conoció Londres en 1977, en el apogeo de lo punk, admirando esa capacidad británica de «enorgullecerse y reírse de sí mismos al mismo tiempo» : «¿Por qué elegisteis este camino de los últimos años? ¿Y por qué lo elegisteis a él?» Es decir, al simplemente llamado Boris.
CRÍTICA DE:
narrativa
El magnífico escritor británico ha encapsulado literariamente los ochenta últimos años de Inglaterra, a través de los avatares de una familia de clase media
«Lo llamaban simplemente Boris, tenía una fregona de pelo rubio en la cabeza y conducía por Bruselas en un Alfa Romeo rojo, con ‘heavy metal’ sonando a todo trapo», se lee en uno de los siete segmentos históricos con los que ese magnífico …
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