Crítica de teatro ‘Camino a La Meca’ Autor Athon Fugard Versión y dirección Claudio Tolcachir Escenografía Alessio Meloni Vestuario Pablo Menor Iluminación Juan Gómez-Cornejo Intérpretes Lola Herrera, Natalia Dicenta y Carlos Olalla Lugar Teatro Bellas Artes, Madrid 4En la Sudáfrica del ‘apartheid’ la segregación no se daba solo por el color de la piel sino también cuando el modo de vida de alguien ponía en entredicho las normas férreas de la comunidad. Es decir, a veces la cuestión racial es fruto de una moral intransigente, de la sospecha de que la libertad es peligrosa. Esto es lo que plantea Athon Fugard , autor fallecido hace unas semanas, en ‘ Camino a La Meca’ , obra que ganó el Premio del Círculo de Críticos de Drama de Nueva York en 1984 y que Claudio Tolcachir dirige ahora en el Teatro Bellas Artes de Madrid.Basada libremente en la vida real de Helen Martins , nos habla de cómo romper amarras con una inmóvil y castradora vida anterior; de que, muerto su marido, acabado su matrimonio tan estéril, decide que es hora de seguir la llamada de su destino, convertirse en artista y hacer de su casa el santuario de su arte. La obra explora por tanto el concepto de libertad desde distintas perspectivas: la de Helen, que huye de una vida normal para ampararse en la vida intensificada del arte; la de Elsa, que encuentra en Helen el consuelo y la confidente porque es el espíritu más libre que ha conocido; y la de Marius, el pastor protestante que cree que Helen vive atrapada en un mundo de pesadilla, en una sinrazón moral, y que intentará ingresarla en una residencia de ancianos. ‘ Camino a La Meca ‘ es, por supuesto, también una obra de espacios: la casa de Helen es el espacio de la fantasía en medio del desierto africano de New Bethesda, la enmienda a un mundo cerrado sobre sí mismo, mientras la residencia es la antesala del fin, la constatación de que Helen no es solo una anciana sino una enferma.Una obra como esta requiere de un gran talento interpretativo y aquí ese talento se muestra a raudales. La gran Lola Herrera sabe modular ese espíritu en crisis de Helen, sus conflictos internos, esa luz que emana de su personalidad; mientras Natalia Dicenta (Elsa), con su biografía herida, con sus encrucijadas vitales, intenta sostener el mito que un día encontró en esa mujer anciana y al que Carlos Olalla (Marius) intentará corregir haciendo ese papel, tan sobrio como certero, de un hombre sometido a sus cerrados planteamientos morales que, poco a poco, descubre un afecto profundamente arraigado hacia Helen. Noticia Relacionada estandar Si Lola Herrera y Natalia Dicenta, madre e hija en la vida y compañeras en escena Julio Bravo Las dos actrices vuelven a coincidir sobre las tablas, veinte años después, en la obra ‘Camino a La Meca’, bajo la dirección de Claudio Tolcachir’Camino a la Meca’ es un canto al coraje como motor de la vida, a la amistad como único refugio, a la capacidad de los sueños como gran coartada frente a las oscuridades ideológicas de nuestra época. Una obra sencilla y sentida, verdadera y emocionante, dolorosa y hermosa, con un mensaje que no podemos perder de vista. Crítica de teatro ‘Camino a La Meca’ Autor Athon Fugard Versión y dirección Claudio Tolcachir Escenografía Alessio Meloni Vestuario Pablo Menor Iluminación Juan Gómez-Cornejo Intérpretes Lola Herrera, Natalia Dicenta y Carlos Olalla Lugar Teatro Bellas Artes, Madrid 4En la Sudáfrica del ‘apartheid’ la segregación no se daba solo por el color de la piel sino también cuando el modo de vida de alguien ponía en entredicho las normas férreas de la comunidad. Es decir, a veces la cuestión racial es fruto de una moral intransigente, de la sospecha de que la libertad es peligrosa. Esto es lo que plantea Athon Fugard , autor fallecido hace unas semanas, en ‘ Camino a La Meca’ , obra que ganó el Premio del Círculo de Críticos de Drama de Nueva York en 1984 y que Claudio Tolcachir dirige ahora en el Teatro Bellas Artes de Madrid.Basada libremente en la vida real de Helen Martins , nos habla de cómo romper amarras con una inmóvil y castradora vida anterior; de que, muerto su marido, acabado su matrimonio tan estéril, decide que es hora de seguir la llamada de su destino, convertirse en artista y hacer de su casa el santuario de su arte. La obra explora por tanto el concepto de libertad desde distintas perspectivas: la de Helen, que huye de una vida normal para ampararse en la vida intensificada del arte; la de Elsa, que encuentra en Helen el consuelo y la confidente porque es el espíritu más libre que ha conocido; y la de Marius, el pastor protestante que cree que Helen vive atrapada en un mundo de pesadilla, en una sinrazón moral, y que intentará ingresarla en una residencia de ancianos. ‘ Camino a La Meca ‘ es, por supuesto, también una obra de espacios: la casa de Helen es el espacio de la fantasía en medio del desierto africano de New Bethesda, la enmienda a un mundo cerrado sobre sí mismo, mientras la residencia es la antesala del fin, la constatación de que Helen no es solo una anciana sino una enferma.Una obra como esta requiere de un gran talento interpretativo y aquí ese talento se muestra a raudales. La gran Lola Herrera sabe modular ese espíritu en crisis de Helen, sus conflictos internos, esa luz que emana de su personalidad; mientras Natalia Dicenta (Elsa), con su biografía herida, con sus encrucijadas vitales, intenta sostener el mito que un día encontró en esa mujer anciana y al que Carlos Olalla (Marius) intentará corregir haciendo ese papel, tan sobrio como certero, de un hombre sometido a sus cerrados planteamientos morales que, poco a poco, descubre un afecto profundamente arraigado hacia Helen. Noticia Relacionada estandar Si Lola Herrera y Natalia Dicenta, madre e hija en la vida y compañeras en escena Julio Bravo Las dos actrices vuelven a coincidir sobre las tablas, veinte años después, en la obra ‘Camino a La Meca’, bajo la dirección de Claudio Tolcachir’Camino a la Meca’ es un canto al coraje como motor de la vida, a la amistad como único refugio, a la capacidad de los sueños como gran coartada frente a las oscuridades ideológicas de nuestra época. Una obra sencilla y sentida, verdadera y emocionante, dolorosa y hermosa, con un mensaje que no podemos perder de vista.
CRÍTICA DE TEATRO
Lola Herrera, Natalia Dicenta y Carlos Olalla se ponen a las órdenes de Claudio Tolcachir en esta obra de Athon Fugard
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Autor
Athon Fugard -
Versión y dirección
Claudio Tolcachir -
Escenografía
Alessio Meloni -
Vestuario
Pablo Menor -
Iluminación
Juan Gómez-Cornejo -
Intérpretes
Lola Herrera, Natalia Dicenta y Carlos Olalla -
Lugar
Teatro Bellas Artes, Madrid
En la Sudáfrica del ‘apartheid’ la segregación no se daba solo por el color de la piel sino también cuando el modo de vida de alguien ponía en entredicho las normas férreas de la comunidad. Es decir, a veces la cuestión racial es fruto de … una moral intransigente, de la sospecha de que la libertad es peligrosa. Esto es lo que plantea Athon Fugard, autor fallecido hace unas semanas, en ‘Camino a La Meca’, obra que ganó el Premio del Círculo de Críticos de Drama de Nueva York en 1984 y que Claudio Tolcachir dirige ahora en el Teatro Bellas Artes de Madrid.
Basada libremente en la vida real de Helen Martins, nos habla de cómo romper amarras con una inmóvil y castradora vida anterior; de que, muerto su marido, acabado su matrimonio tan estéril, decide que es hora de seguir la llamada de su destino, convertirse en artista y hacer de su casa el santuario de su arte. La obra explora por tanto el concepto de libertad desde distintas perspectivas: la de Helen, que huye de una vida normal para ampararse en la vida intensificada del arte; la de Elsa, que encuentra en Helen el consuelo y la confidente porque es el espíritu más libre que ha conocido; y la de Marius, el pastor protestante que cree que Helen vive atrapada en un mundo de pesadilla, en una sinrazón moral, y que intentará ingresarla en una residencia de ancianos. ‘Camino a La Meca‘ es, por supuesto, también una obra de espacios: la casa de Helen es el espacio de la fantasía en medio del desierto africano de New Bethesda, la enmienda a un mundo cerrado sobre sí mismo, mientras la residencia es la antesala del fin, la constatación de que Helen no es solo una anciana sino una enferma.
Una obra como esta requiere de un gran talento interpretativo y aquí ese talento se muestra a raudales. La gran Lola Herrera sabe modular ese espíritu en crisis de Helen, sus conflictos internos, esa luz que emana de su personalidad; mientras Natalia Dicenta (Elsa), con su biografía herida, con sus encrucijadas vitales, intenta sostener el mito que un día encontró en esa mujer anciana y al que Carlos Olalla (Marius) intentará corregir haciendo ese papel, tan sobrio como certero, de un hombre sometido a sus cerrados planteamientos morales que, poco a poco, descubre un afecto profundamente arraigado hacia Helen.
‘Camino a la Meca’ es un canto al coraje como motor de la vida, a la amistad como único refugio, a la capacidad de los sueños como gran coartada frente a las oscuridades ideológicas de nuestra época. Una obra sencilla y sentida, verdadera y emocionante, dolorosa y hermosa, con un mensaje que no podemos perder de vista.
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