Artista de gran versatilidad, Diana Larrea (Madrid, 1972) ha desarrollado –simplificando mucho y dejando a un lado otras exploraciones– dos principales líneas de actuación. Por un lado, sus intervenciones en el espacio público, con las que interpela la conducta automatizada de la ciudadanía mediante la irrupción de coreografías grupales, la introducción de elementos cromáticos inesperados o la instalación de señalizaciones (desde pasos de cebra hasta placas conmemorativas) alternativas a las oficiales. Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Línea, forma y espacio’, de Gego: el arte de pescar sombras Fernando Castro Flórez estandar Si ARTE Inés Medina: «Lo mío con el arte fue un plan decidido, pensado y necesitado» Javier Díaz-GuardiolaPor otro, desde 2017, ha consolidado una práctica de activismo feminista, que se sustenta en la denuncia ideológica de las desigualdades entre hombres y mujeres en el ámbito cultural, articulada desde la investigación histórica y la divulgación: primero mediante sus redes sociales con la acción ‘Tal día como hoy’, en la que publica periódicamente biografías y obras de mujeres creadoras del pasado, olvidadas o desconocidas. De ahí nace ‘De entre las muertas’ (2020), un proyecto compuesto por un centenar de autorretratos de nombres femeninos de la Historia del Arte, concebidos como si fueran registros fantasmagóricos y presentados como ‘falsas cianotipias’ en la que fue su primera exposición individual en la galería Espacio Mínimo.Ahora, Larrea regresa a la misma galería con un nuevo proyecto que, a través de una exploración de distintos archivos, trata de rescatar los legados de la pintora Maroussia Valero (1892-1955), la ilustradora María de los Ángeles López-Roberts (1902-1973) y la muralista Justa Pagés (1917-2011). En esta reconstrucción, articulada en tres piezas de vídeo, la madrileña retoma su interés por el espacio público, estableciendo como punto de partida las calles y edificios donde vivieron estas creadoras y en las que apenas queda rastro alguno de su memoria, ni siquiera las frecuentes placas conmemorativas que señalan otros hogares de literatos y artistas.En cada esquina De arriba abajo, detalle del montaje de la muestra en la galería, con obras de Maroussia Valero y María de los Ángeles López-Roberts (de la colección del Museo ABC) E. MínimoMientras fluyen imágenes de época, mapas, fachadas, reproducciones de pinturas y recortes de prensa, la voz en off de Larrea ofrece un conciso relato biográfico, alusiones al sistema cultural y los estereotipos de la época (por ejemplo, esa pincelada dotada de una «energía masculina» que la crítica quiso ver en Valero), así como referencias a obras concretas, algunas en paradero desconocido. En sala, cada monitor de vídeo se rodea de mobiliario y objetos escenográficos que tratan de evocar los ambientes domésticos de aquel entonces, que en el caso de las artistas solían funcionar, además, como talleres. A todo ello se suman el papel pintado en las paredes y las figuras recortadas en madera a escala humana, ambas ilustraciones de la propia Larrea e inspiradas en los personajes del imaginario de cada artista. Además, se exhiben obras originales de dos de ellas –Valero y López-Roberts– cedidas por sus familiares e instituciones privadas, como el Museo ABC.Diana Larrea ‘Casa y calles’. Galería Espacio Mínimo. Madrid. C/ Doctor Fourquet, 17. Hasta el 17 de mayo. Cuatro estrellas.Con esta exposición, Larrea va un paso más allá en su trabajo de recuperación de las grandes ausentes (o, más bien, ausentadas) de la Historia del Arte: si en proyectos anteriores propugnaba un revisionismo más elemental, basado en el rescate de nombres, ahora activa una tradición artística específicamente femenina, con sus propios códigos y perspectivas, que busca alterar los estándares patriarcales de valía artística y que acude al eje del prejuicio (la mujer como ‘ángel del hogar’) para localizar allí, en lo doméstico, no sólo un lugar de encierro, sino un territorio de creación y de resistencia. Artista de gran versatilidad, Diana Larrea (Madrid, 1972) ha desarrollado –simplificando mucho y dejando a un lado otras exploraciones– dos principales líneas de actuación. Por un lado, sus intervenciones en el espacio público, con las que interpela la conducta automatizada de la ciudadanía mediante la irrupción de coreografías grupales, la introducción de elementos cromáticos inesperados o la instalación de señalizaciones (desde pasos de cebra hasta placas conmemorativas) alternativas a las oficiales. Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Línea, forma y espacio’, de Gego: el arte de pescar sombras Fernando Castro Flórez estandar Si ARTE Inés Medina: «Lo mío con el arte fue un plan decidido, pensado y necesitado» Javier Díaz-GuardiolaPor otro, desde 2017, ha consolidado una práctica de activismo feminista, que se sustenta en la denuncia ideológica de las desigualdades entre hombres y mujeres en el ámbito cultural, articulada desde la investigación histórica y la divulgación: primero mediante sus redes sociales con la acción ‘Tal día como hoy’, en la que publica periódicamente biografías y obras de mujeres creadoras del pasado, olvidadas o desconocidas. De ahí nace ‘De entre las muertas’ (2020), un proyecto compuesto por un centenar de autorretratos de nombres femeninos de la Historia del Arte, concebidos como si fueran registros fantasmagóricos y presentados como ‘falsas cianotipias’ en la que fue su primera exposición individual en la galería Espacio Mínimo.Ahora, Larrea regresa a la misma galería con un nuevo proyecto que, a través de una exploración de distintos archivos, trata de rescatar los legados de la pintora Maroussia Valero (1892-1955), la ilustradora María de los Ángeles López-Roberts (1902-1973) y la muralista Justa Pagés (1917-2011). En esta reconstrucción, articulada en tres piezas de vídeo, la madrileña retoma su interés por el espacio público, estableciendo como punto de partida las calles y edificios donde vivieron estas creadoras y en las que apenas queda rastro alguno de su memoria, ni siquiera las frecuentes placas conmemorativas que señalan otros hogares de literatos y artistas.En cada esquina De arriba abajo, detalle del montaje de la muestra en la galería, con obras de Maroussia Valero y María de los Ángeles López-Roberts (de la colección del Museo ABC) E. MínimoMientras fluyen imágenes de época, mapas, fachadas, reproducciones de pinturas y recortes de prensa, la voz en off de Larrea ofrece un conciso relato biográfico, alusiones al sistema cultural y los estereotipos de la época (por ejemplo, esa pincelada dotada de una «energía masculina» que la crítica quiso ver en Valero), así como referencias a obras concretas, algunas en paradero desconocido. En sala, cada monitor de vídeo se rodea de mobiliario y objetos escenográficos que tratan de evocar los ambientes domésticos de aquel entonces, que en el caso de las artistas solían funcionar, además, como talleres. A todo ello se suman el papel pintado en las paredes y las figuras recortadas en madera a escala humana, ambas ilustraciones de la propia Larrea e inspiradas en los personajes del imaginario de cada artista. Además, se exhiben obras originales de dos de ellas –Valero y López-Roberts– cedidas por sus familiares e instituciones privadas, como el Museo ABC.Diana Larrea ‘Casa y calles’. Galería Espacio Mínimo. Madrid. C/ Doctor Fourquet, 17. Hasta el 17 de mayo. Cuatro estrellas.Con esta exposición, Larrea va un paso más allá en su trabajo de recuperación de las grandes ausentes (o, más bien, ausentadas) de la Historia del Arte: si en proyectos anteriores propugnaba un revisionismo más elemental, basado en el rescate de nombres, ahora activa una tradición artística específicamente femenina, con sus propios códigos y perspectivas, que busca alterar los estándares patriarcales de valía artística y que acude al eje del prejuicio (la mujer como ‘ángel del hogar’) para localizar allí, en lo doméstico, no sólo un lugar de encierro, sino un territorio de creación y de resistencia.
Artista de gran versatilidad, Diana Larrea (Madrid, 1972) ha desarrollado –simplificando mucho y dejando a un lado otras exploraciones– dos principales líneas de actuación.
Por un lado, sus intervenciones en el espacio público, con las que interpela la conducta automatizada de la ciudadanía … mediante la irrupción de coreografías grupales, la introducción de elementos cromáticos inesperados o la instalación de señalizaciones (desde pasos de cebra hasta placas conmemorativas) alternativas a las oficiales.
Por otro, desde 2017, ha consolidado una práctica de activismo feminista, que se sustenta en la denuncia ideológica de las desigualdades entre hombres y mujeres en el ámbito cultural, articulada desde la investigación histórica y la divulgación: primero mediante sus redes sociales con la acción ‘Tal día como hoy’, en la que publica periódicamente biografías y obras de mujeres creadoras del pasado, olvidadas o desconocidas.
De ahí nace ‘De entre las muertas’ (2020), un proyecto compuesto por un centenar de autorretratos de nombres femeninos de la Historia del Arte, concebidos como si fueran registros fantasmagóricos y presentados como ‘falsas cianotipias’ en la que fue su primera exposición individual en la galería Espacio Mínimo.
Ahora, Larrea regresa a la misma galería con un nuevo proyecto que, a través de una exploración de distintos archivos, trata de rescatar los legados de la pintora Maroussia Valero (1892-1955), la ilustradora María de los Ángeles López-Roberts (1902-1973) y la muralista Justa Pagés (1917-2011). En esta reconstrucción, articulada en tres piezas de vídeo, la madrileña retoma su interés por el espacio público, estableciendo como punto de partida las calles y edificios donde vivieron estas creadoras y en las que apenas queda rastro alguno de su memoria, ni siquiera las frecuentes placas conmemorativas que señalan otros hogares de literatos y artistas.



De arriba abajo, detalle del montaje de la muestra en la galería, con obras de Maroussia Valero y María de los Ángeles López-Roberts (de la colección del Museo ABC)
E. Mínimo
Mientras fluyen imágenes de época, mapas, fachadas, reproducciones de pinturas y recortes de prensa, la voz en off de Larrea ofrece un conciso relato biográfico, alusiones al sistema cultural y los estereotipos de la época (por ejemplo, esa pincelada dotada de una «energía masculina» que la crítica quiso ver en Valero), así como referencias a obras concretas, algunas en paradero desconocido.
En sala, cada monitor de vídeo se rodea de mobiliario y objetos escenográficos que tratan de evocar los ambientes domésticos de aquel entonces, que en el caso de las artistas solían funcionar, además, como talleres. A todo ello se suman el papel pintado en las paredes y las figuras recortadas en madera a escala humana, ambas ilustraciones de la propia Larrea e inspiradas en los personajes del imaginario de cada artista. Además, se exhiben obras originales de dos de ellas –Valero y López-Roberts– cedidas por sus familiares e instituciones privadas, como el Museo ABC.
Diana Larrea
‘Casa y calles’. Galería Espacio Mínimo. Madrid. C/ Doctor Fourquet, 17. Hasta el 17 de mayo. Cuatro estrellas.
Con esta exposición, Larrea va un paso más allá en su trabajo de recuperación de las grandes ausentes (o, más bien, ausentadas) de la Historia del Arte: si en proyectos anteriores propugnaba un revisionismo más elemental, basado en el rescate de nombres, ahora activa una tradición artística específicamente femenina, con sus propios códigos y perspectivas, que busca alterar los estándares patriarcales de valía artística y que acude al eje del prejuicio (la mujer como ‘ángel del hogar’) para localizar allí, en lo doméstico, no sólo un lugar de encierro, sino un territorio de creación y de resistencia.
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