Hay en la televisión española un género entre la comedia y el drama que merece una casilla propia en el canon: el tributario. No es un arte fácil, pues tiene el listón muy alto, quizá insuperable, desde la Nochevieja de 1985. Aquel año, la única televisión realmente existente —al mando de José María Calviño, el padre de la actual presidenta del Banco Europeo de Inversiones— aprovechó que los ojos beodos de todos los españoles estaban puestos en la pantalla para impartir una lección de fiscalidad para principiantes. La maestra escogida fue Concha Velasco, quien explicó que, a partir de entonces, ser una chica yeyé sería un poquillo más caro: tanto el pelo alborotado como las medias de color tendrían un suplemento llamado impuesto sobre el valor añadido.
La nueva serie de Diego San José es un prodigio de contención, elipsis y crudeza
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La nueva serie de Diego San José es un prodigio de contención, elipsis y crudeza
Hay en la televisión española un género entre la comedia y el drama que merece una casilla propia en el canon: el tributario. No es un arte fácil, pues tiene el listón muy alto, quizá insuperable, desde la Nochevieja de 1985. Aquel año, la única televisión realmente existente —al mando de José María Calviño, el padre de la actual presidenta del Banco Europeo de Inversiones— aprovechó que los ojos beodos de todos los españoles estaban puestos en la pantalla para impartir una lección de fiscalidad para principiantes. La maestra escogida fue Concha Velasco, quien explicó que, a partir de entonces, ser una chica yeyé sería un poquillo más caro: tanto el pelo alborotado como las medias de color tendrían un suplemento llamado impuesto sobre el valor añadido.
¡Que viva el IVA!, cantaba Velasco. Poco tiempo después, en 1987, disfrutamos de otra obra sublime de la mano de Lola Flores, quien sufrió los rigores ejemplarizantes de un Gobierno decidido a cortar por lo sano con la picaresca. Fue tan conmovedor ver a La Faraona pedir una pesetica a cada español, que aún hoy me extraña que el país no hiciera una colecta para pagar su deuda. Yo era un niño, pero habría roto mi hucha con gusto.
Hay que alabar, por tanto, la osadía de Diego San José. No es fácil competir con Concha Velasco y Lola Flores, y aún lo es menos con una historia inspirada en Shakira, que no tendría nada que hacer en un escenario compartido con cualquiera de las dos primeras. Ha jugado fuerte, San José, y ha ganado. A lo grande. Su nueva serie es un prodigio de contención, elipsis y crudeza que honra el espíritu tragicómico del género tributario.
Como pasaba en Vota Juan, donde el trabajo de Javier Cámara era la mitad de la genialidad de la serie, buena parte del mérito se debe a Carmen Machi, que interpreta a esa inspectora casi retirada que vuelve para un bis: la caza de Celeste (cantante mexicana obviamente inspirada en Shakira, pero sin parodia ni seguidismo), que no ha tributado ni un euro. La serie se vende con un aire didáctico o proselitista de Hacienda somos todos, pero no se engañen: Diego San José no ha hecho un anuncio ni un editorial de prensa. Celeste (Movistar Plus+) es una historia de personajes, rencores, soledades y amarguras humanísimas. A lo mejor los defraudadores siguen siendo tan pícaros y escurridizos como cuando Concha Velasco le cantaba al IVA, pero la reflexión de la tele ha pasado del cuplé al arte. Bravo.
Tráiler de la serie ‘Celeste’
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Sobre la firma
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).
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