El 47 era un autobús antes de ser una película. Lo cogían los vecinos de Nou Barris , distrito obrero barcelonés, para ir al centro: te dejaba en la plaza de Cataluña, al lado mismo de El Corte Inglés, y podías decidir si subías por el Paseo de Gracia o bajabas por las Ramblas antes de volver a una zona de la ciudad que, hasta los años 80, tenía como único encanto la humanidad de sus habitantes. Cuesta ver ahí una fuente de inspiración, pero el director Marcel Barrena la halló, y con Eduard Fernández y Clara Segura como protagonistas, bastió la historia entera de unas gentes a partir de la lucha vecinal por lograr que el bus llegara a su barrio, Torre Baró. Así nació ‘ El 47 ‘, un fenómeno del cine español de los últimos meses que no para de recoger premios.El último, ayer mismo, para Clara Segura, precisamente. Fue el premio Cygnus , de cine solidario y valores, que impulsa la Universidad de Alcalá con un nutrido grupo de organizaciones e instituciones culturales. «Aluciné», dice Segura para responder qué pensó cuando supo que había ganado. Para ella, el personaje de Carmen, la monja que cuelga los hábitos para casarse con un rojo ateo, Manolo Vital , «es un regalo, ya es un premio en sí». De la película destaca que es «una ficción basada en hechos reales que nos permite poner el foco en luchas y problemas que empezaron en los años 50 y los 60 y se mantienen vigentes». «Estamos en una sociedad -lamenta- en la que nos cuesta enfocar algunos problemas muy reales porque tenemos demasiada información», y películas como ‘El 47’ ponen su grano de arena para cambiar la tendencia.Está convencida de que el éxito de ‘El 47’ no ha hecho más que empezar, y que en cuanto se pueda ver en una plataforma potente «conectará con muchísima gente, porque es la historia de muchas personas de hoy en día, de todas las que han llegado a un nuevo lugar para iniciar una nueva etapa en su vida». El tema clave son « los orígenes y la identidad : el origen se mantiene, siempre eres de donde has nacido, pero la identidad se construye, cambia en función de donde estés, de cada experiencia».A Clara Segura le gusta viajar, precisamente, porque así se acumulan experiencias. Como plantea todos sus viajes como una aventura, asegura no tener un «peor viaje» de su vida. Incluso las situaciones más complejas acaban siendo fuente de conocimiento y de anécdotas. Hasta ahora, lo peor que le ha pasado es saltar por los aires en una deflagración causada por vapores de gasolina en un barco e n el lago Titicaca, en Perú . «Era una embarcación vieja, que ponían en marcha no dándole a la llave de contacto, sino haciendo un puente». Y claro, saltaban chispas. «Se les había derramado gasolina, y al hacer el puente…». Ella tuvo la suerte de ir a parar a la embarcación de al lado. Algunos compañeros se cayeron al agua, «que no estaba muy caliente». Ninguna lesión, ninguna quemadura: «Lo típico, las pestañas algo chamuscadas, pero ya está».Noticias relacionadas estandar No ‘El 47’ da la sorpresa y triunfa como la mejor película en los premios Forqué Fernando Muñoz estandar No Arranca el rodaje de ‘El 47’, una película de Marcel Barrena Play Cine«Volvería a ir mil veces al lago Titicaca, y volvería a coger el barco», dice convencidísima, gracias al buen recuerdo que tiene de aquel viaje. Eso sí, «a lo mejor me fijaría un poco en si hay gasolina por el suelo, o directamente me esperaría en tierra hasta que el motor estuviese en marcha y subiría después».También volvería, seguro a Torre Baró, barrio que visitó con compañeros de reparto en varias ocasiones para el rodaje de la película. Conocidos de Manolo Vital los acogieron con los brazos abiertos, contándoles vivencias, anécdotas, sentimientos. « Había otra Carmen , que incluso nos regaló labores de ganchillo», recuerda. Un premio más en su haber, aunque no saliera en los diarios. El 47 era un autobús antes de ser una película. Lo cogían los vecinos de Nou Barris , distrito obrero barcelonés, para ir al centro: te dejaba en la plaza de Cataluña, al lado mismo de El Corte Inglés, y podías decidir si subías por el Paseo de Gracia o bajabas por las Ramblas antes de volver a una zona de la ciudad que, hasta los años 80, tenía como único encanto la humanidad de sus habitantes. Cuesta ver ahí una fuente de inspiración, pero el director Marcel Barrena la halló, y con Eduard Fernández y Clara Segura como protagonistas, bastió la historia entera de unas gentes a partir de la lucha vecinal por lograr que el bus llegara a su barrio, Torre Baró. Así nació ‘ El 47 ‘, un fenómeno del cine español de los últimos meses que no para de recoger premios.El último, ayer mismo, para Clara Segura, precisamente. Fue el premio Cygnus , de cine solidario y valores, que impulsa la Universidad de Alcalá con un nutrido grupo de organizaciones e instituciones culturales. «Aluciné», dice Segura para responder qué pensó cuando supo que había ganado. Para ella, el personaje de Carmen, la monja que cuelga los hábitos para casarse con un rojo ateo, Manolo Vital , «es un regalo, ya es un premio en sí». De la película destaca que es «una ficción basada en hechos reales que nos permite poner el foco en luchas y problemas que empezaron en los años 50 y los 60 y se mantienen vigentes». «Estamos en una sociedad -lamenta- en la que nos cuesta enfocar algunos problemas muy reales porque tenemos demasiada información», y películas como ‘El 47’ ponen su grano de arena para cambiar la tendencia.Está convencida de que el éxito de ‘El 47’ no ha hecho más que empezar, y que en cuanto se pueda ver en una plataforma potente «conectará con muchísima gente, porque es la historia de muchas personas de hoy en día, de todas las que han llegado a un nuevo lugar para iniciar una nueva etapa en su vida». El tema clave son « los orígenes y la identidad : el origen se mantiene, siempre eres de donde has nacido, pero la identidad se construye, cambia en función de donde estés, de cada experiencia».A Clara Segura le gusta viajar, precisamente, porque así se acumulan experiencias. Como plantea todos sus viajes como una aventura, asegura no tener un «peor viaje» de su vida. Incluso las situaciones más complejas acaban siendo fuente de conocimiento y de anécdotas. Hasta ahora, lo peor que le ha pasado es saltar por los aires en una deflagración causada por vapores de gasolina en un barco e n el lago Titicaca, en Perú . «Era una embarcación vieja, que ponían en marcha no dándole a la llave de contacto, sino haciendo un puente». Y claro, saltaban chispas. «Se les había derramado gasolina, y al hacer el puente…». Ella tuvo la suerte de ir a parar a la embarcación de al lado. Algunos compañeros se cayeron al agua, «que no estaba muy caliente». Ninguna lesión, ninguna quemadura: «Lo típico, las pestañas algo chamuscadas, pero ya está».Noticias relacionadas estandar No ‘El 47’ da la sorpresa y triunfa como la mejor película en los premios Forqué Fernando Muñoz estandar No Arranca el rodaje de ‘El 47’, una película de Marcel Barrena Play Cine«Volvería a ir mil veces al lago Titicaca, y volvería a coger el barco», dice convencidísima, gracias al buen recuerdo que tiene de aquel viaje. Eso sí, «a lo mejor me fijaría un poco en si hay gasolina por el suelo, o directamente me esperaría en tierra hasta que el motor estuviese en marcha y subiría después».También volvería, seguro a Torre Baró, barrio que visitó con compañeros de reparto en varias ocasiones para el rodaje de la película. Conocidos de Manolo Vital los acogieron con los brazos abiertos, contándoles vivencias, anécdotas, sentimientos. « Había otra Carmen , que incluso nos regaló labores de ganchillo», recuerda. Un premio más en su haber, aunque no saliera en los diarios.
EL PEOR VIAJE DE MI VIDA
La actriz recoge el premio Cygnus de cine solidario y valores por su participación en ‘El 47’
El 47 era un autobús antes de ser una película. Lo cogían los vecinos de Nou Barris, distrito obrero barcelonés, para ir al centro: te dejaba en la plaza de Cataluña, al lado mismo de El Corte Inglés, y podías decidir si subías …
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