En el año 2020, Antoine Compagnon, uno de los más importantes ensayistas europeos, amigo y discípulo de Barthes, catedrático en La Sorbona y en la Columbia, se despedía de la docencia desde su cátedra del Collège de France. ‘Con la vida por detrás. Fines de la literatura’ es la reunión de esas últimas lecciones . Cese de toda una carrera docente y también conciencia de pertenecer a un mundo finiquitado. ¿Tiene límites la literatura? ¿La autodecepción sería uno de ellos? Valéry incidió sobre este motivo. ¿La literatura es el arte del engaño? Barthes siempre temió decepcionar. La experiencia del duelo es otro de los fines de la literatura. Desde Orfeo hasta ‘La fugitiva’ de Proust. La evidencia de las emociones, los sufrimientos, la infelicidad, la desesperación. «Sufrir y respetar el origen de mi sufrimiento» (‘En busca del tiempo perdido’). ENSAYO ‘Con la vida por detrás. Fines de la literatura’ Autor Antoine Compagnon Editorial Acantilado Año 2025 Páginas 364 Precio 24 euros 4De nuevo una defensa de la cita (ya la hizo en un libro memorable, ‘La segunda mano’). ¿Debemos considerar el recurso a la cita como una consecuencia del autodesprecio melancólico? (Starovinski). «Un hombre hecho de todos los hombres» ( Sartre ). ¿De qué nos vale la palabra si cuando muere alguien querido nos quedamos en silencio? Porque de lo que no se puede hablar mejor callar ( Wittgenstein , ‘Tractatus’). Nathalie Sarraute, al fallecer su marido, rayó la página de su diario y dejó de escribir. Tardó en volver, pero para qué vivir si no. Sartre en ‘Las palabras’ dictadas, «Renuncié, volví a escribir, no sé hacer otra cosa» Chateaubriand , «Solo soy una máquina de hacer libros». Los imposibles duelos y abandonos de Mallarmé por la muerte de su hijo; o el de Barthes por su madre. ¿Es posible romper con la escritura?Muy pocos son Rimbaud . Abandonar es rendirse al principal enemigo que son los propios compañeros de profesión . Este comentario no le gustaría a Compagnon, él es francés, yo español. Abandonar es el ‘puente de plata’ Dejar de escribir, por otra parte, no significa dejar la literatura. Los escritores y artistas tienen muchas poses, falsas la mayor parte, y algunas verdaderas. ¿Pero y aquellos seres demasiado inteligentes y sabios que no han querido escribir?Por ejemplo, a Flaubert no le gustaba publicar . ¿Un escritor que no quiere satisfacer su orgullo? Siempre amar, siempre sufrir, siempre morir. Los personajes ya escritos pasan sus penalidades igualmente en el manuscrito que en el impreso. A mí, y Compagnon no repara en esto, me horrorizan los escritores funcionarios muy abundantes en nuestra narrativa. Ese escribir no por necesidad sino por rutina. «Esta noche he puesto la palabra FIN. Ahora puedo morir». Compagnon acierta al preguntarse qué hubiera pasado si Proust sobreviviera a la publicación de la ‘Recherche’. Mejor morir escribiendo, Joyce o Musil. De escribir a no escribir hay un tránsito, de la acción a la meditación contemplativa.¿Pero y aquellos seres demasiado inteligentes y sabios que no han querido escribir? Chateaubriand citaba a sus amigos Joubert y Doudan, luego rescatados por Proust. A este tipo de ágrafos se les ha denominado ‘solteros del arte’. Esa es también una manera de desinmiscuirse del mundo. Escribir era un oficio funesto para Rousseau, y él no paró, aunque prefería la ociosidad ajena a angustias e injusticias. El ‘Querer No Escribir’ de Barthes era una ascesis, el vacío, lo neutro. Este NO que atraviesa los círculos del ‘otium studiosum’ romano: las manualidades del bricolaje; el movimiento sin fin y sin sentido del Komboloi, esa especie de rosario griego laico; y el Wou-Wei, la jubilación absoluta. La verdadera Vita Nova.La experiencia del duelo es otro de los fines de la literatura. Desde Orfeo hasta ‘La fugitiva’ de Proust Este libro también se ocupa sobre la creación en la vejez, lo denominado como ‘estilo tardío’. ¿Son los primeros libros, pinturas, composiciones musicales o películas mejores que las últimas? Antes se envejecía tempranamente y ahora no. Los cambios de criterio se han venido produciendo según las épocas. Ruskin detestaba al último Turner y, sin embargo, hoy es el más admirado y costoso. Leonardo, Miguel Ángel o Tiziano fueron grandes en su senilidad. Warhol, Stella o Jasper Johns son demandados por sus primeras obras y no las últimas. A los expresionistas abstractos les sucede todo lo contrario. De Kooning, Rothko o Motherwell venden mejor lo último . Louise Bourgeois triunfó ya muy mayor. En literatura sucede lo mismo indistintamente. En la ‘Enciclopedia francesa’ se animaba a los viejos a retirarse para salvar su reputación. Gerontofobia. Pero, por lo general, el siglo XX y ahora el XXI está siendo bastante respetuoso con las creaciones tardías. Adorno las defendió ensalzando las últimas composiciones de Beethoven. Barrès alabó el estilo senil de El Greco.Ensayismo creativo Compagnon estudia también el ‘Ya nada importa’ de Valéry ; la ‘Vida de Rance’ de Chateaubrian; la obsesión de morir demasiado pronto de Thomas Mann en ‘Muerte en Venecia’ ; las lecturas de Emerson por Proust; ‘La prisionera’, el relato de la muerte de Bergotte; la literatura como reencarnación indefinida; el último retrato de Baudelaire (texto de los más memorables); la ‘negligentia diligens’ de los artistas ancianos que viven en su propia anarquía; y, finalmente, ‘El canto del cisne’.Toda la obra de Compagnon es inconmensurable y no da tregua. Entre nosotros, da tristeza decirlo, no tenemos a nadie como él . Como tampoco nunca hemos tenido a un Montaigne, Pascal, Descartes, Rousseau, Valéry, Sartre, Barthes, Bataille, Blanchot, Jankélevitch, Foucault, Deleuze, Derrida y demás y demás. No se puede construir un ensayismo creativo sin una gran estirpe. Y no la tenemos ni tuvimos. En este libro, Borges, de nuevo, nos salva la cara. En el año 2020, Antoine Compagnon, uno de los más importantes ensayistas europeos, amigo y discípulo de Barthes, catedrático en La Sorbona y en la Columbia, se despedía de la docencia desde su cátedra del Collège de France. ‘Con la vida por detrás. Fines de la literatura’ es la reunión de esas últimas lecciones . Cese de toda una carrera docente y también conciencia de pertenecer a un mundo finiquitado. ¿Tiene límites la literatura? ¿La autodecepción sería uno de ellos? Valéry incidió sobre este motivo. ¿La literatura es el arte del engaño? Barthes siempre temió decepcionar. La experiencia del duelo es otro de los fines de la literatura. Desde Orfeo hasta ‘La fugitiva’ de Proust. La evidencia de las emociones, los sufrimientos, la infelicidad, la desesperación. «Sufrir y respetar el origen de mi sufrimiento» (‘En busca del tiempo perdido’). ENSAYO ‘Con la vida por detrás. Fines de la literatura’ Autor Antoine Compagnon Editorial Acantilado Año 2025 Páginas 364 Precio 24 euros 4De nuevo una defensa de la cita (ya la hizo en un libro memorable, ‘La segunda mano’). ¿Debemos considerar el recurso a la cita como una consecuencia del autodesprecio melancólico? (Starovinski). «Un hombre hecho de todos los hombres» ( Sartre ). ¿De qué nos vale la palabra si cuando muere alguien querido nos quedamos en silencio? Porque de lo que no se puede hablar mejor callar ( Wittgenstein , ‘Tractatus’). Nathalie Sarraute, al fallecer su marido, rayó la página de su diario y dejó de escribir. Tardó en volver, pero para qué vivir si no. Sartre en ‘Las palabras’ dictadas, «Renuncié, volví a escribir, no sé hacer otra cosa» Chateaubriand , «Solo soy una máquina de hacer libros». Los imposibles duelos y abandonos de Mallarmé por la muerte de su hijo; o el de Barthes por su madre. ¿Es posible romper con la escritura?Muy pocos son Rimbaud . Abandonar es rendirse al principal enemigo que son los propios compañeros de profesión . Este comentario no le gustaría a Compagnon, él es francés, yo español. Abandonar es el ‘puente de plata’ Dejar de escribir, por otra parte, no significa dejar la literatura. Los escritores y artistas tienen muchas poses, falsas la mayor parte, y algunas verdaderas. ¿Pero y aquellos seres demasiado inteligentes y sabios que no han querido escribir?Por ejemplo, a Flaubert no le gustaba publicar . ¿Un escritor que no quiere satisfacer su orgullo? Siempre amar, siempre sufrir, siempre morir. Los personajes ya escritos pasan sus penalidades igualmente en el manuscrito que en el impreso. A mí, y Compagnon no repara en esto, me horrorizan los escritores funcionarios muy abundantes en nuestra narrativa. Ese escribir no por necesidad sino por rutina. «Esta noche he puesto la palabra FIN. Ahora puedo morir». Compagnon acierta al preguntarse qué hubiera pasado si Proust sobreviviera a la publicación de la ‘Recherche’. Mejor morir escribiendo, Joyce o Musil. De escribir a no escribir hay un tránsito, de la acción a la meditación contemplativa.¿Pero y aquellos seres demasiado inteligentes y sabios que no han querido escribir? Chateaubriand citaba a sus amigos Joubert y Doudan, luego rescatados por Proust. A este tipo de ágrafos se les ha denominado ‘solteros del arte’. Esa es también una manera de desinmiscuirse del mundo. Escribir era un oficio funesto para Rousseau, y él no paró, aunque prefería la ociosidad ajena a angustias e injusticias. El ‘Querer No Escribir’ de Barthes era una ascesis, el vacío, lo neutro. Este NO que atraviesa los círculos del ‘otium studiosum’ romano: las manualidades del bricolaje; el movimiento sin fin y sin sentido del Komboloi, esa especie de rosario griego laico; y el Wou-Wei, la jubilación absoluta. La verdadera Vita Nova.La experiencia del duelo es otro de los fines de la literatura. Desde Orfeo hasta ‘La fugitiva’ de Proust Este libro también se ocupa sobre la creación en la vejez, lo denominado como ‘estilo tardío’. ¿Son los primeros libros, pinturas, composiciones musicales o películas mejores que las últimas? Antes se envejecía tempranamente y ahora no. Los cambios de criterio se han venido produciendo según las épocas. Ruskin detestaba al último Turner y, sin embargo, hoy es el más admirado y costoso. Leonardo, Miguel Ángel o Tiziano fueron grandes en su senilidad. Warhol, Stella o Jasper Johns son demandados por sus primeras obras y no las últimas. A los expresionistas abstractos les sucede todo lo contrario. De Kooning, Rothko o Motherwell venden mejor lo último . Louise Bourgeois triunfó ya muy mayor. En literatura sucede lo mismo indistintamente. En la ‘Enciclopedia francesa’ se animaba a los viejos a retirarse para salvar su reputación. Gerontofobia. Pero, por lo general, el siglo XX y ahora el XXI está siendo bastante respetuoso con las creaciones tardías. Adorno las defendió ensalzando las últimas composiciones de Beethoven. Barrès alabó el estilo senil de El Greco.Ensayismo creativo Compagnon estudia también el ‘Ya nada importa’ de Valéry ; la ‘Vida de Rance’ de Chateaubrian; la obsesión de morir demasiado pronto de Thomas Mann en ‘Muerte en Venecia’ ; las lecturas de Emerson por Proust; ‘La prisionera’, el relato de la muerte de Bergotte; la literatura como reencarnación indefinida; el último retrato de Baudelaire (texto de los más memorables); la ‘negligentia diligens’ de los artistas ancianos que viven en su propia anarquía; y, finalmente, ‘El canto del cisne’.Toda la obra de Compagnon es inconmensurable y no da tregua. Entre nosotros, da tristeza decirlo, no tenemos a nadie como él . Como tampoco nunca hemos tenido a un Montaigne, Pascal, Descartes, Rousseau, Valéry, Sartre, Barthes, Bataille, Blanchot, Jankélevitch, Foucault, Deleuze, Derrida y demás y demás. No se puede construir un ensayismo creativo sin una gran estirpe. Y no la tenemos ni tuvimos. En este libro, Borges, de nuevo, nos salva la cara.
En el año 2020, Antoine Compagnon, uno de los más importantes ensayistas europeos, amigo y discípulo de Barthes, catedrático en La Sorbona y en la Columbia, se despedía de la docencia desde su cátedra del Collège de France. ‘Con la vida por detrás. Fines … de la literatura’ es la reunión de esas últimas lecciones. Cese de toda una carrera docente y también conciencia de pertenecer a un mundo finiquitado.
¿Tiene límites la literatura? ¿La autodecepción sería uno de ellos? Valéry incidió sobre este motivo. ¿La literatura es el arte del engaño? Barthes siempre temió decepcionar. La experiencia del duelo es otro de los fines de la literatura. Desde Orfeo hasta ‘La fugitiva’ de Proust. La evidencia de las emociones, los sufrimientos, la infelicidad, la desesperación. «Sufrir y respetar el origen de mi sufrimiento» (‘En busca del tiempo perdido’).

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Autor
Antoine Compagnon -
Editorial
Acantilado -
Año
2025 -
Páginas
364 -
Precio
24 euros
De nuevo una defensa de la cita (ya la hizo en un libro memorable, ‘La segunda mano’). ¿Debemos considerar el recurso a la cita como una consecuencia del autodesprecio melancólico? (Starovinski). «Un hombre hecho de todos los hombres» (Sartre).
¿De qué nos vale la palabra si cuando muere alguien querido nos quedamos en silencio? Porque de lo que no se puede hablar mejor callar (Wittgenstein, ‘Tractatus’). Nathalie Sarraute, al fallecer su marido, rayó la página de su diario y dejó de escribir. Tardó en volver, pero para qué vivir si no. Sartre en ‘Las palabras’ dictadas, «Renuncié, volví a escribir, no sé hacer otra cosa» Chateaubriand, «Solo soy una máquina de hacer libros». Los imposibles duelos y abandonos de Mallarmé por la muerte de su hijo; o el de Barthes por su madre. ¿Es posible romper con la escritura?
Muy pocos son Rimbaud. Abandonar es rendirse al principal enemigo que son los propios compañeros de profesión. Este comentario no le gustaría a Compagnon, él es francés, yo español. Abandonar es el ‘puente de plata’ Dejar de escribir, por otra parte, no significa dejar la literatura. Los escritores y artistas tienen muchas poses, falsas la mayor parte, y algunas verdaderas.
¿Pero y aquellos seres demasiado inteligentes y sabios que no han querido escribir?
Por ejemplo, a Flaubert no le gustaba publicar. ¿Un escritor que no quiere satisfacer su orgullo? Siempre amar, siempre sufrir, siempre morir. Los personajes ya escritos pasan sus penalidades igualmente en el manuscrito que en el impreso.
A mí, y Compagnon no repara en esto, me horrorizan los escritores funcionarios muy abundantes en nuestra narrativa. Ese escribir no por necesidad sino por rutina. «Esta noche he puesto la palabra FIN. Ahora puedo morir». Compagnon acierta al preguntarse qué hubiera pasado si Proust sobreviviera a la publicación de la ‘Recherche’. Mejor morir escribiendo, Joyce o Musil. De escribir a no escribir hay un tránsito, de la acción a la meditación contemplativa.
¿Pero y aquellos seres demasiado inteligentes y sabios que no han querido escribir? Chateaubriand citaba a sus amigos Joubert y Doudan, luego rescatados por Proust. A este tipo de ágrafos se les ha denominado ‘solteros del arte’. Esa es también una manera de desinmiscuirse del mundo.
Escribir era un oficio funesto para Rousseau, y él no paró, aunque prefería la ociosidad ajena a angustias e injusticias. El ‘Querer No Escribir’ de Barthes era una ascesis, el vacío, lo neutro. Este NO que atraviesa los círculos del ‘otium studiosum’ romano: las manualidades del bricolaje; el movimiento sin fin y sin sentido del Komboloi, esa especie de rosario griego laico; y el Wou-Wei, la jubilación absoluta. La verdadera Vita Nova.
La experiencia del duelo es otro de los fines de la literatura. Desde Orfeo hasta ‘La fugitiva’ de Proust
Este libro también se ocupa sobre la creación en la vejez, lo denominado como ‘estilo tardío’. ¿Son los primeros libros, pinturas, composiciones musicales o películas mejores que las últimas? Antes se envejecía tempranamente y ahora no. Los cambios de criterio se han venido produciendo según las épocas. Ruskin detestaba al último Turner y, sin embargo, hoy es el más admirado y costoso. Leonardo, Miguel Ángel o Tiziano fueron grandes en su senilidad.
Warhol, Stella o Jasper Johns son demandados por sus primeras obras y no las últimas. A los expresionistas abstractos les sucede todo lo contrario. De Kooning, Rothko o Motherwell venden mejor lo último. Louise Bourgeois triunfó ya muy mayor. En literatura sucede lo mismo indistintamente. En la ‘Enciclopedia francesa’ se animaba a los viejos a retirarse para salvar su reputación. Gerontofobia. Pero, por lo general, el siglo XX y ahora el XXI está siendo bastante respetuoso con las creaciones tardías. Adorno las defendió ensalzando las últimas composiciones de Beethoven. Barrès alabó el estilo senil de El Greco.
Ensayismo creativo
Compagnon estudia también el ‘Ya nada importa’ de Valéry; la ‘Vida de Rance’ de Chateaubrian; la obsesión de morir demasiado pronto de Thomas Mann en ‘Muerte en Venecia’; las lecturas de Emerson por Proust; ‘La prisionera’, el relato de la muerte de Bergotte; la literatura como reencarnación indefinida; el último retrato de Baudelaire (texto de los más memorables); la ‘negligentia diligens’ de los artistas ancianos que viven en su propia anarquía; y, finalmente, ‘El canto del cisne’.
Toda la obra de Compagnon es inconmensurable y no da tregua. Entre nosotros, da tristeza decirlo, no tenemos a nadie como él. Como tampoco nunca hemos tenido a un Montaigne, Pascal, Descartes, Rousseau, Valéry, Sartre, Barthes, Bataille, Blanchot, Jankélevitch, Foucault, Deleuze, Derrida y demás y demás. No se puede construir un ensayismo creativo sin una gran estirpe. Y no la tenemos ni tuvimos. En este libro, Borges, de nuevo, nos salva la cara.
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