Cuatro crímenes y un enigma. El lector sabe desde el comienzo de la novela quien comete los asesinatos, pero desconoce el por qué. Este es el planteamiento de ‘La novia vestía de negro’, publicada en 1940 y llevada al cine décadas después por François Truffaut . Fue escrita por Cornell Woolrich, un autor con una extensa obra, más conocido por Willliam Irish, su seudónimo, con el que se hizo famoso por cientos de relatos policiales. Lo primero que hay que subrayar sobre esta novela es su prodigiosa construcción de la trama, que funciona como un perfecto mecanismo de relojería donde todas las piezas están ensambladas para concluir en un final que da sentido a toda la narración. Woolrich fue un maestro del suspense, como el propio Hitchcock reconoció al llevar al cine uno de sus relatos: ‘La ventana indiscreta’.El autor construye la acción mediante el contrapunto entre la misteriosa dama que asesina, por no decir ejecuta, a cuatro hombres sin aparente conexión y el inspector Wanger, el policía de Nueva York que intenta desentrañar el sentido de los crímenes. Contra el escepticismo de sus jefes y pese a que el modus operandi es siempre distinto, Wanger está convencido de su autoría corresponde a una escurridiza dama que cambia de aspecto.Primero, aparece el cadáver en una habitación de hotel de un hombre solitario que ha sido asesinado con cianuro. La segunda víctima es un agente de cambio que es empujado al vacío en un hotel el día de su compromiso matrimonial. La tercera es el marido de una mujer que acude en auxilio de su madre enferma por un falso telegrama y que muere ahogado tras ser encerrado en un armario. Y el cuarto cadáver es el de un afamado pintor que es atravesado por la flecha disparada por su modelo. A pesar de que todas las descripciones difieren, Wanger intuye que los asesinatos son obra de la misma mujer.La novela tiene una última vuelta de tuerca que resulta tan sorprendente como brillanteEl inspector desespera porque tras una meticulosa investigación no halla ninguna conexión entre los cuatro hombres asesinados, que nada parecen tener en común. Pero finalmente encuentra un vínculo que le lleva a tirar del hilo hasta descubrir los motivos por los que han sido eliminados. El lector tendrá que esperar hasta las páginas finales para conocer la causa de los crímenes, pero la novela tiene una última vuelta de tuerca que resulta tan sorprendente como brillante.A caballo entre el suspense y el género negro, ‘La novia vestía de negro’ es, a mi juicio, la mejor creación de Woolrich y la más representativa de su obra porque conjuga la fatalidad que late en todas sus narraciones con un impulso romántico que mueve la voluntad de la asesina, que resulta ser la verdadera víctima de la trama.Hay quien ha comparado a Woolrich con Edgar Allan Poe por el clima de pesadilla y misterio que envuelve sus novelas. Resulta una exageración, pero es cierto que su gusto por lo tenebroso le conecta con autores decimonónicos como Poe o Wilkie Collins. Sus trabajos fascinaron a directores como Hitchcock, Truffaut, Siodmak y Tourneur, que captaron su extravagancia que roza con la mística.Cornell Woolrich nació en Nueva York en 1903. Era hijo de un ingeniero canadiense y una madre pianista de origen judío. Ambos de divorciaron y Cornell vivió con su padre durante una temporada en México. Estudió periodismo en Columbia y pronto descubrió que su vocación era la narrativa. Con 24 años, escribió ‘Children of the Ritz’, una novela con la que ganó 10.000 dólares.Sus primeras obras están inspiradas claramente en Scott Fitzgerald. Trabajó como guionista en los años 30 y conoció en Hollywood a Gloria Blackton, su mujer. El matrimonio duró unas pocas semanas porque su esposa descubrió que era homosexual al leer su diario, en el que contaba numerosas aventuras con hombres.Solo y amargadoEn los años 40, Woolrich empezó a escribir relatos cortos de suspense para las revistas, un género muy bien pagado. Publicó más 300 cuentos en cabeceras como ‘Black Mask’ y ‘Ellery Queen Mistery Magazine’, lo que le catapultó al éxito. No lo asimiló porque, a pesar de ser diabético, se sumió en el alcohol y sufrió una herida que obligó a los médicos a amputarle la pierna. Sólo y amargado, murió de un infarto en 1968, habiendo cumplido 64 años. Pesaba solamente 40 kilos y era una ruina física, aunque su talento no había decaído. Dejo una autobiografía y dos novelas inconclusas.Más de 60 obras suyas han sido adaptadas al cine y al teatro y es uno de los autores con mayores ventas en la década de los años 50 pese a que hoy pocos le recuerdan. Fue una persona con una existencia tormentosa y un gran creador que merece la pena leer. Cuatro crímenes y un enigma. El lector sabe desde el comienzo de la novela quien comete los asesinatos, pero desconoce el por qué. Este es el planteamiento de ‘La novia vestía de negro’, publicada en 1940 y llevada al cine décadas después por François Truffaut . Fue escrita por Cornell Woolrich, un autor con una extensa obra, más conocido por Willliam Irish, su seudónimo, con el que se hizo famoso por cientos de relatos policiales. Lo primero que hay que subrayar sobre esta novela es su prodigiosa construcción de la trama, que funciona como un perfecto mecanismo de relojería donde todas las piezas están ensambladas para concluir en un final que da sentido a toda la narración. Woolrich fue un maestro del suspense, como el propio Hitchcock reconoció al llevar al cine uno de sus relatos: ‘La ventana indiscreta’.El autor construye la acción mediante el contrapunto entre la misteriosa dama que asesina, por no decir ejecuta, a cuatro hombres sin aparente conexión y el inspector Wanger, el policía de Nueva York que intenta desentrañar el sentido de los crímenes. Contra el escepticismo de sus jefes y pese a que el modus operandi es siempre distinto, Wanger está convencido de su autoría corresponde a una escurridiza dama que cambia de aspecto.Primero, aparece el cadáver en una habitación de hotel de un hombre solitario que ha sido asesinado con cianuro. La segunda víctima es un agente de cambio que es empujado al vacío en un hotel el día de su compromiso matrimonial. La tercera es el marido de una mujer que acude en auxilio de su madre enferma por un falso telegrama y que muere ahogado tras ser encerrado en un armario. Y el cuarto cadáver es el de un afamado pintor que es atravesado por la flecha disparada por su modelo. A pesar de que todas las descripciones difieren, Wanger intuye que los asesinatos son obra de la misma mujer.La novela tiene una última vuelta de tuerca que resulta tan sorprendente como brillanteEl inspector desespera porque tras una meticulosa investigación no halla ninguna conexión entre los cuatro hombres asesinados, que nada parecen tener en común. Pero finalmente encuentra un vínculo que le lleva a tirar del hilo hasta descubrir los motivos por los que han sido eliminados. El lector tendrá que esperar hasta las páginas finales para conocer la causa de los crímenes, pero la novela tiene una última vuelta de tuerca que resulta tan sorprendente como brillante.A caballo entre el suspense y el género negro, ‘La novia vestía de negro’ es, a mi juicio, la mejor creación de Woolrich y la más representativa de su obra porque conjuga la fatalidad que late en todas sus narraciones con un impulso romántico que mueve la voluntad de la asesina, que resulta ser la verdadera víctima de la trama.Hay quien ha comparado a Woolrich con Edgar Allan Poe por el clima de pesadilla y misterio que envuelve sus novelas. Resulta una exageración, pero es cierto que su gusto por lo tenebroso le conecta con autores decimonónicos como Poe o Wilkie Collins. Sus trabajos fascinaron a directores como Hitchcock, Truffaut, Siodmak y Tourneur, que captaron su extravagancia que roza con la mística.Cornell Woolrich nació en Nueva York en 1903. Era hijo de un ingeniero canadiense y una madre pianista de origen judío. Ambos de divorciaron y Cornell vivió con su padre durante una temporada en México. Estudió periodismo en Columbia y pronto descubrió que su vocación era la narrativa. Con 24 años, escribió ‘Children of the Ritz’, una novela con la que ganó 10.000 dólares.Sus primeras obras están inspiradas claramente en Scott Fitzgerald. Trabajó como guionista en los años 30 y conoció en Hollywood a Gloria Blackton, su mujer. El matrimonio duró unas pocas semanas porque su esposa descubrió que era homosexual al leer su diario, en el que contaba numerosas aventuras con hombres.Solo y amargadoEn los años 40, Woolrich empezó a escribir relatos cortos de suspense para las revistas, un género muy bien pagado. Publicó más 300 cuentos en cabeceras como ‘Black Mask’ y ‘Ellery Queen Mistery Magazine’, lo que le catapultó al éxito. No lo asimiló porque, a pesar de ser diabético, se sumió en el alcohol y sufrió una herida que obligó a los médicos a amputarle la pierna. Sólo y amargado, murió de un infarto en 1968, habiendo cumplido 64 años. Pesaba solamente 40 kilos y era una ruina física, aunque su talento no había decaído. Dejo una autobiografía y dos novelas inconclusas.Más de 60 obras suyas han sido adaptadas al cine y al teatro y es uno de los autores con mayores ventas en la década de los años 50 pese a que hoy pocos le recuerdan. Fue una persona con una existencia tormentosa y un gran creador que merece la pena leer.
ÁNIMA NEGRA
El escritor norteamericano seduce al lector en ‘La novia vestía de negro’ (1940) con la trama de una misteriosa asesina que deja un reguero de cadáveres
Cuatro crímenes y un enigma. El lector sabe desde el comienzo de la novela quien comete los asesinatos, pero desconoce el por qué. Este es el planteamiento de ‘La novia vestía de negro’, publicada en 1940 y llevada al cine décadas después por François Truffaut … . Fue escrita por Cornell Woolrich, un autor con una extensa obra, más conocido por Willliam Irish, su seudónimo, con el que se hizo famoso por cientos de relatos policiales.
Lo primero que hay que subrayar sobre esta novela es su prodigiosa construcción de la trama, que funciona como un perfecto mecanismo de relojería donde todas las piezas están ensambladas para concluir en un final que da sentido a toda la narración. Woolrich fue un maestro del suspense, como el propio Hitchcock reconoció al llevar al cine uno de sus relatos: ‘La ventana indiscreta’.
El autor construye la acción mediante el contrapunto entre la misteriosa dama que asesina, por no decir ejecuta, a cuatro hombres sin aparente conexión y el inspector Wanger, el policía de Nueva York que intenta desentrañar el sentido de los crímenes. Contra el escepticismo de sus jefes y pese a que el modus operandi es siempre distinto, Wanger está convencido de su autoría corresponde a una escurridiza dama que cambia de aspecto.
Primero, aparece el cadáver en una habitación de hotel de un hombre solitario que ha sido asesinado con cianuro. La segunda víctima es un agente de cambio que es empujado al vacío en un hotel el día de su compromiso matrimonial. La tercera es el marido de una mujer que acude en auxilio de su madre enferma por un falso telegrama y que muere ahogado tras ser encerrado en un armario. Y el cuarto cadáver es el de un afamado pintor que es atravesado por la flecha disparada por su modelo. A pesar de que todas las descripciones difieren, Wanger intuye que los asesinatos son obra de la misma mujer.
La novela tiene una última vuelta de tuerca que resulta tan sorprendente como brillante
El inspector desespera porque tras una meticulosa investigación no halla ninguna conexión entre los cuatro hombres asesinados, que nada parecen tener en común. Pero finalmente encuentra un vínculo que le lleva a tirar del hilo hasta descubrir los motivos por los que han sido eliminados. El lector tendrá que esperar hasta las páginas finales para conocer la causa de los crímenes, pero la novela tiene una última vuelta de tuerca que resulta tan sorprendente como brillante.
A caballo entre el suspense y el género negro, ‘La novia vestía de negro’ es, a mi juicio, la mejor creación de Woolrich y la más representativa de su obra porque conjuga la fatalidad que late en todas sus narraciones con un impulso romántico que mueve la voluntad de la asesina, que resulta ser la verdadera víctima de la trama.
Hay quien ha comparado a Woolrich con Edgar Allan Poe por el clima de pesadilla y misterio que envuelve sus novelas. Resulta una exageración, pero es cierto que su gusto por lo tenebroso le conecta con autores decimonónicos como Poe o Wilkie Collins. Sus trabajos fascinaron a directores como Hitchcock, Truffaut, Siodmak y Tourneur, que captaron su extravagancia que roza con la mística.
Cornell Woolrich nació en Nueva York en 1903. Era hijo de un ingeniero canadiense y una madre pianista de origen judío. Ambos de divorciaron y Cornell vivió con su padre durante una temporada en México. Estudió periodismo en Columbia y pronto descubrió que su vocación era la narrativa. Con 24 años, escribió ‘Children of the Ritz’, una novela con la que ganó 10.000 dólares.
Sus primeras obras están inspiradas claramente en Scott Fitzgerald. Trabajó como guionista en los años 30 y conoció en Hollywood a Gloria Blackton, su mujer. El matrimonio duró unas pocas semanas porque su esposa descubrió que era homosexual al leer su diario, en el que contaba numerosas aventuras con hombres.
Solo y amargado
En los años 40, Woolrich empezó a escribir relatos cortos de suspense para las revistas, un género muy bien pagado. Publicó más 300 cuentos en cabeceras como ‘Black Mask’ y ‘Ellery Queen Mistery Magazine’, lo que le catapultó al éxito. No lo asimiló porque, a pesar de ser diabético, se sumió en el alcohol y sufrió una herida que obligó a los médicos a amputarle la pierna. Sólo y amargado, murió de un infarto en 1968, habiendo cumplido 64 años. Pesaba solamente 40 kilos y era una ruina física, aunque su talento no había decaído. Dejo una autobiografía y dos novelas inconclusas.
Más de 60 obras suyas han sido adaptadas al cine y al teatro y es uno de los autores con mayores ventas en la década de los años 50 pese a que hoy pocos le recuerdan. Fue una persona con una existencia tormentosa y un gran creador que merece la pena leer.
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