Dice Craig Mazin que no es capaz de empezar una historia si no sabe cómo termina. Por eso, quizás, emplaza sus grandes obras en el final, concretamente en el fin del mundo. Lo hizo con ‘Chernobyl’, donde miró a los ojos al desastre nuclear sin retirar la vista, y vuelve a hacerlo en ‘The Last of Us’, que más que una serie de zombis, cuenta, es «una historia de amor donde el amor es el villano». Por su pasado en la comedia –fue guionista de los dos últimos resacones de Bradley Cooper y de la tercera película de ‘Scary Movie’– o simplemente porque entiende el drama como una terapia contra el mal actual colectivo, el creador es capaz de encontrar la humanidad hasta en el rincón más oscuro. «Se nos da muy bien adaptarnos a las crisis brutales», explica. Y, por si se le olvida, lleva en la parte interior del antebrazo derecho un recordatorio muy apropiado: un tatuaje de la navaja de Ellie, la protagonista de ‘The Last of Us’ a la que da vida Bella Ramsey, con la que su madre la salva. «Es lo único que la madre de Ellie pudo pasarle, el único eco de ese amor maternal. De cómo la protegió y seguirá haciéndolo incluso cuando no está. La hoja de la navaja es como la madre, algo bueno, pero también una herramienta para la violencia. Ahí está todo», razona el hombre que, junto a Neil Druckmann, adaptó con éxito el videojuego. No cambia la esencia de ‘The Last of Us’ en su segunda temporada, que Mazin anticipa más «emocionante» y que vuelve a Max, junto a Ramsay y Pedro Pascal, el 14 de abril. Noticia Relacionada La ventana indiscreta estandar No ‘The Last of Us’: Un hongo asesino y John Ford Lucía M. Cabanelas La serie ‘The Last of Us’ adapta el videojuego homónimo pero mira, con guiño incluido, al maestro del cine del oeste—Ya que empieza a escribir pensando siempre en el final, permítame comenzar preguntándole por qué y también por cómo termina. —¿Quieres saber el final? No te lo diré (risas). Pienso en el final todo el tiempo porque el final de una buena historia debe parecer sorprendente y a la vez inevitable cuando vuelves al principio. Hay escritores que simplemente escriben sin saber a dónde van. Nunca he sido así, soy muy disciplinado y creo que el público agradece cuando termina una historia y siente que había un plan todo el tiempo. —Y, sin embargo, lo mejor de ‘The Last of Us’ no es cómo termina sino como se desvía del camino, como la historia del capítulo ‘Long, Long Time’. ¿Por qué es tan bonito el amor, en todas sus formas, en el fin del mundo?—El fin del mundo nos da la oportunidad de centrarnos en estas cosas, en lo verdaderamente importante, porque en la vida es fácil distraerse. Hay momentos en los que de repente nos vemos obligados a enfrentarnos a lo mucho que dependemos no solo de que la gente nos quiera, sino de que nosotros queramos a la gente. Y esos momentos pueden ser hermosos, el nacimiento de un bebé, la pérdida de un ser querido, el matrimonio, el primer beso… El resto del mundo desaparece. También podría ser el fin del mundo cuando tienes un bebé o cuando te casas o cuando das tu primer beso porque nada más importa. Por eso nos gustan las historias que tienen lugar después de que todo esto haya desaparecido. —O sea, que la belleza se valora más cuando todo es horrible. —Como humanos, insistimos en encontrar belleza en el horror, es algo que se nos da muy bien. Se nos da muy bien adaptarnos a las crisis y averiguar cómo sobrevivir en tiempos y experiencias muy brutales. También se nos da muy bien crear esas experiencias brutales. Es curioso. La gente habla de la nobleza del espíritu humano porque podemos encontrar amor y belleza en tiempos de guerra. Pero, ¿quién empezó la guerra y por qué? Resulta que a menudo es por razones muy similares. Por nuestros corazones. Somos apasionados, pero esas pasiones nos meten en problemas todo el tiempo.—’Chernobyl’ era una serie sobre la verdad donde la verdad, tan manipulada, era un problema. ¿Es entonces ‘The Last of Us’ una serie sobre el amor donde el amor es el problema?—Exacto. Cuando hablé por primera vez con los responsables de HBO Casey Bloys y Francesca Orsi sobre ‘The Last of Us’ ninguno conocía el videojuego así que les dije que no era una historia de zombis, sino una historia de amor en la que el villano era el amor. Tendemos a romantizar el romance. Pensamos en el amor como algo bello y bueno. No es así. La gente hace cosas horribles por amor. Tenemos miedo por amor. Nunca he sentido más miedo en mi vida que cuando nació mi primer hijo, y es porque no sabemos tener miedo hasta que amamos a otra persona. El miedo es lo que nos lleva a hacer cosas terribles.—No tuvo miedo a pasar de la comedia de ‘Resacón en Las Vegas’ y ‘Scary Movie 3’ al desastre de ‘Chernobyl’ y ‘The Last of Us’.—Si quieres conocer a gente oscura que mira directamente a la cara de la condición humana habla con alguien que trabaje en comedia. Algunas de las personas más brillantes que he conocido han trabajado el género, que requiere un gran nivel de pericia. La comedia no perdona: puedes ver un drama y no llorar, pero si no te ríes con una comedia, simplemente no es buena. Yo tengo algo de ambos lados, solo que tardé un tiempo en encontrar mi camino. Supongo que eso es envejecer. Quizás vuelva a la comedia, aunque a muchos críticos no le haga gracia el asunto (ríe).—’The Last of Us’ vuelve en un momento de crisis mundial. ¿Los aranceles de Trump, la realidad, asustan más que los hongos asesinos?—Muchos economistas dirían que sí. La realidad siempre da miedo. Los artistas dramatizamos la realidad para intentar dar sentido a cosas aterradoras. Algunas de las obras de arte más extraordinarias proceden de personas que han vivido una auténtica pesadilla. Cuando se escribe sobre el fin del mundo es posible trazar un paralelismo, por eso lo hacemos. Porque a través del arte podemos dar a la gente la oportunidad de experimentar un desenlace negativo sin tener que pasar por ello. Esa es la función del drama.–El final de la primera temporada de The Last of Us fue cruel y conmovedor al mismo tiempo. ¿Un acto heroico puede empezar por la muerte de un inocente?Esa es la cuestión. Heroico. Es lo que exigimos de las historias y la razón por la que queremos que sea real en la vida. Queremos que haya claridad. Esta persona es un héroe y esta persona es un villano. Este acto es heroico y este otro no. El problema es que todo tiene consecuencias. Es imposible hacer cosas que sean perfectas, absolutamente buenas, sin herir a alguien en alguna parte. Incluso no hay forma de criar a un hijo sin causarle dolor en algún punto del camino. No es posible. No me refiero al dolor físico, sino al emocional. Las decisiones que la gente toma en nuestra serie, en nuestra historia, se deben a las exigencias de su corazón. Y entonces la pregunta es, ¿desde qué perspectiva las estamos experimentando? Y desafiaremos al público repetidamente a que se pregunte, no quién es el héroe de la historia, sino si deberíamos perseguir con tanto empeño quién es el héroe o el villano de una historia. Dice Craig Mazin que no es capaz de empezar una historia si no sabe cómo termina. Por eso, quizás, emplaza sus grandes obras en el final, concretamente en el fin del mundo. Lo hizo con ‘Chernobyl’, donde miró a los ojos al desastre nuclear sin retirar la vista, y vuelve a hacerlo en ‘The Last of Us’, que más que una serie de zombis, cuenta, es «una historia de amor donde el amor es el villano». Por su pasado en la comedia –fue guionista de los dos últimos resacones de Bradley Cooper y de la tercera película de ‘Scary Movie’– o simplemente porque entiende el drama como una terapia contra el mal actual colectivo, el creador es capaz de encontrar la humanidad hasta en el rincón más oscuro. «Se nos da muy bien adaptarnos a las crisis brutales», explica. Y, por si se le olvida, lleva en la parte interior del antebrazo derecho un recordatorio muy apropiado: un tatuaje de la navaja de Ellie, la protagonista de ‘The Last of Us’ a la que da vida Bella Ramsey, con la que su madre la salva. «Es lo único que la madre de Ellie pudo pasarle, el único eco de ese amor maternal. De cómo la protegió y seguirá haciéndolo incluso cuando no está. La hoja de la navaja es como la madre, algo bueno, pero también una herramienta para la violencia. Ahí está todo», razona el hombre que, junto a Neil Druckmann, adaptó con éxito el videojuego. No cambia la esencia de ‘The Last of Us’ en su segunda temporada, que Mazin anticipa más «emocionante» y que vuelve a Max, junto a Ramsay y Pedro Pascal, el 14 de abril. Noticia Relacionada La ventana indiscreta estandar No ‘The Last of Us’: Un hongo asesino y John Ford Lucía M. Cabanelas La serie ‘The Last of Us’ adapta el videojuego homónimo pero mira, con guiño incluido, al maestro del cine del oeste—Ya que empieza a escribir pensando siempre en el final, permítame comenzar preguntándole por qué y también por cómo termina. —¿Quieres saber el final? No te lo diré (risas). Pienso en el final todo el tiempo porque el final de una buena historia debe parecer sorprendente y a la vez inevitable cuando vuelves al principio. Hay escritores que simplemente escriben sin saber a dónde van. Nunca he sido así, soy muy disciplinado y creo que el público agradece cuando termina una historia y siente que había un plan todo el tiempo. —Y, sin embargo, lo mejor de ‘The Last of Us’ no es cómo termina sino como se desvía del camino, como la historia del capítulo ‘Long, Long Time’. ¿Por qué es tan bonito el amor, en todas sus formas, en el fin del mundo?—El fin del mundo nos da la oportunidad de centrarnos en estas cosas, en lo verdaderamente importante, porque en la vida es fácil distraerse. Hay momentos en los que de repente nos vemos obligados a enfrentarnos a lo mucho que dependemos no solo de que la gente nos quiera, sino de que nosotros queramos a la gente. Y esos momentos pueden ser hermosos, el nacimiento de un bebé, la pérdida de un ser querido, el matrimonio, el primer beso… El resto del mundo desaparece. También podría ser el fin del mundo cuando tienes un bebé o cuando te casas o cuando das tu primer beso porque nada más importa. Por eso nos gustan las historias que tienen lugar después de que todo esto haya desaparecido. —O sea, que la belleza se valora más cuando todo es horrible. —Como humanos, insistimos en encontrar belleza en el horror, es algo que se nos da muy bien. Se nos da muy bien adaptarnos a las crisis y averiguar cómo sobrevivir en tiempos y experiencias muy brutales. También se nos da muy bien crear esas experiencias brutales. Es curioso. La gente habla de la nobleza del espíritu humano porque podemos encontrar amor y belleza en tiempos de guerra. Pero, ¿quién empezó la guerra y por qué? Resulta que a menudo es por razones muy similares. Por nuestros corazones. Somos apasionados, pero esas pasiones nos meten en problemas todo el tiempo.—’Chernobyl’ era una serie sobre la verdad donde la verdad, tan manipulada, era un problema. ¿Es entonces ‘The Last of Us’ una serie sobre el amor donde el amor es el problema?—Exacto. Cuando hablé por primera vez con los responsables de HBO Casey Bloys y Francesca Orsi sobre ‘The Last of Us’ ninguno conocía el videojuego así que les dije que no era una historia de zombis, sino una historia de amor en la que el villano era el amor. Tendemos a romantizar el romance. Pensamos en el amor como algo bello y bueno. No es así. La gente hace cosas horribles por amor. Tenemos miedo por amor. Nunca he sentido más miedo en mi vida que cuando nació mi primer hijo, y es porque no sabemos tener miedo hasta que amamos a otra persona. El miedo es lo que nos lleva a hacer cosas terribles.—No tuvo miedo a pasar de la comedia de ‘Resacón en Las Vegas’ y ‘Scary Movie 3’ al desastre de ‘Chernobyl’ y ‘The Last of Us’.—Si quieres conocer a gente oscura que mira directamente a la cara de la condición humana habla con alguien que trabaje en comedia. Algunas de las personas más brillantes que he conocido han trabajado el género, que requiere un gran nivel de pericia. La comedia no perdona: puedes ver un drama y no llorar, pero si no te ríes con una comedia, simplemente no es buena. Yo tengo algo de ambos lados, solo que tardé un tiempo en encontrar mi camino. Supongo que eso es envejecer. Quizás vuelva a la comedia, aunque a muchos críticos no le haga gracia el asunto (ríe).—’The Last of Us’ vuelve en un momento de crisis mundial. ¿Los aranceles de Trump, la realidad, asustan más que los hongos asesinos?—Muchos economistas dirían que sí. La realidad siempre da miedo. Los artistas dramatizamos la realidad para intentar dar sentido a cosas aterradoras. Algunas de las obras de arte más extraordinarias proceden de personas que han vivido una auténtica pesadilla. Cuando se escribe sobre el fin del mundo es posible trazar un paralelismo, por eso lo hacemos. Porque a través del arte podemos dar a la gente la oportunidad de experimentar un desenlace negativo sin tener que pasar por ello. Esa es la función del drama.–El final de la primera temporada de The Last of Us fue cruel y conmovedor al mismo tiempo. ¿Un acto heroico puede empezar por la muerte de un inocente?Esa es la cuestión. Heroico. Es lo que exigimos de las historias y la razón por la que queremos que sea real en la vida. Queremos que haya claridad. Esta persona es un héroe y esta persona es un villano. Este acto es heroico y este otro no. El problema es que todo tiene consecuencias. Es imposible hacer cosas que sean perfectas, absolutamente buenas, sin herir a alguien en alguna parte. Incluso no hay forma de criar a un hijo sin causarle dolor en algún punto del camino. No es posible. No me refiero al dolor físico, sino al emocional. Las decisiones que la gente toma en nuestra serie, en nuestra historia, se deben a las exigencias de su corazón. Y entonces la pregunta es, ¿desde qué perspectiva las estamos experimentando? Y desafiaremos al público repetidamente a que se pregunte, no quién es el héroe de la historia, sino si deberíamos perseguir con tanto empeño quién es el héroe o el villano de una historia.
El responsable de ‘Chernobyl’ visita Madrid antes del estreno de la segunda temporada de la serie ‘The Last of Us’, que llega a Max el 14 de abril
Dice Craig Mazin que no es capaz de empezar una historia si no sabe cómo termina. Por eso, quizás, emplaza sus grandes obras en el final, concretamente en el fin del mundo. Lo hizo con ‘Chernobyl’, donde miró a los ojos al desastre nuclear sin retirar la vista, y vuelve a hacerlo en ‘The Last of Us’, que más que una serie de zombis, cuenta, es «una historia de amor donde el amor es el villano». Por su pasado en la comedia –fue guionista de los dos últimos resacones de Bradley Cooper y de la tercera película de ‘Scary Movie’– o simplemente porque entiende el drama como una terapia contra el mal actual colectivo, el creador es capaz de encontrar la humanidad hasta en el rincón más oscuro. «Se nos da muy bien adaptarnos a las crisis brutales», explica.
—Ya que empieza a escribir pensando siempre en el final, permítame comenzar preguntándole por qué y también por cómo termina.
—¿Quieres saber el final? No te lo diré (risas). Pienso en el final todo el tiempo porque el final de una buena historia debe parecer sorprendente y a la vez inevitable cuando vuelves al principio. Hay escritores que simplemente escriben sin saber a dónde van. Nunca he sido así, soy muy disciplinado y creo que el público agradece cuando termina una historia y siente que había un plan todo el tiempo.
—Y, sin embargo, lo mejor de ‘The Last of Us’ no es cómo termina sino como se desvía del camino, como la historia del capítulo ‘Long, Long Time’. ¿Por qué es tan bonito el amor, en todas sus formas, en el fin del mundo?
—El fin del mundo nos da la oportunidad de centrarnos en estas cosas, en lo verdaderamente importante, porque en la vida es fácil distraerse. Hay momentos en los que de repente nos vemos obligados a enfrentarnos a lo mucho que dependemos no solo de que la gente nos quiera, sino de que nosotros queramos a la gente. Y esos momentos pueden ser hermosos, el nacimiento de un bebé, la pérdida de un ser querido, el matrimonio, el primer beso… El resto del mundo desaparece. También podría ser el fin del mundo cuando tienes un bebé o cuando te casas o cuando das tu primer beso porque nada más importa. Por eso nos gustan las historias que tienen lugar después de que todo esto haya desaparecido.
—O sea, que la belleza se valora más cuando todo es horrible.
—Como humanos, insistimos en encontrar belleza en el horror, es algo que se nos da muy bien. Se nos da muy bien adaptarnos a las crisis y averiguar cómo sobrevivir en tiempos y experiencias muy brutales. También se nos da muy bien crear esas experiencias brutales. Es curioso. La gente habla de la nobleza del espíritu humano porque podemos encontrar amor y belleza en tiempos de guerra. Pero, ¿quién empezó la guerra y por qué? Resulta que a menudo es por razones muy similares. Por nuestros corazones. Somos apasionados, pero esas pasiones nos meten en problemas todo el tiempo.
—’Chernobyl’ era una serie sobre la verdad donde la verdad, tan manipulada, era un problema. ¿Es entonces ‘The Last of Us’ una serie sobre el amor donde el amor es el problema?
—Exacto. Cuando hablé por primera vez con los responsables de HBO Casey Bloys y Francesca Orsi sobre ‘The Last of Us’ ninguno conocía el videojuego así que les dije que no era una historia de zombis, sino una historia de amor en la que el villano era el amor. Tendemos a romantizar el romance. Pensamos en el amor como algo bello y bueno. No es así. La gente hace cosas horribles por amor. Tenemos miedo por amor. Nunca he sentido más miedo en mi vida que cuando nació mi primer hijo, y es porque no sabemos tener miedo hasta que amamos a otra persona. El miedo es lo que nos lleva a hacer cosas terribles.
—No tuvo miedo a pasar de la comedia de ‘Resacón en Las Vegas’ y ‘Scary Movie 3’ al desastre de ‘Chernobyl’ y ‘The Last of Us’.
—Si quieres conocer a gente oscura que mira directamente a la cara de la condición humana habla con alguien que trabaje en comedia. Algunas de las personas más brillantes que he conocido han trabajado el género, que requiere un gran nivel de pericia. La comedia no perdona: puedes ver un drama y no llorar, pero si no te ríes con una comedia, simplemente no es buena. Yo tengo algo de ambos lados, solo que tardé un tiempo en encontrar mi camino. Supongo que eso es envejecer. Quizás vuelva a la comedia, aunque a muchos críticos no le haga gracia el asunto (ríe).
—’The Last of Us’ vuelve en un momento de crisis mundial. ¿Los aranceles de Trump, la realidad, asustan más que los hongos asesinos?
—Muchos economistas dirían que sí. La realidad siempre da miedo. Los artistas dramatizamos la realidad para intentar dar sentido a cosas aterradoras. Algunas de las obras de arte más extraordinarias proceden de personas que han vivido una auténtica pesadilla. Cuando se escribe sobre el fin del mundo es posible trazar un paralelismo, por eso lo hacemos. Porque a través del arte podemos dar a la gente la oportunidad de experimentar un desenlace negativo sin tener que pasar por ello. Esa es la función del drama.
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