La sencillez y la intimidad no siempre son una cualidad que sabe trazar adecuadamente una película, y ‘Entre mareas’, un documental íntimo, sencillo pero profundo, remarca a la perfección sus cualidades y le permite, incluso anima, al espectador a participar de ellas. Hay dos personajes en el centro, Quirze Codina y su pareja, Ale, que viajan de playa en playa para realizar enormes dibujos en la arena, la expresión máxima del arte efímero, pues los cambios de marea hacen también su trabajo para devolverle a la naturaleza su paisaje habitual.Sencillo e íntimo, con una fotografía que solo puede ser espectacular (el entorno lo es) de Daniel Losada y con un propósito artístico, sí, aunque mucho más existencial. Llegan temprano, a veces aún de noche, a las playas elegidas, todas magníficas, amplias y desiertas, y con sus pinceles de arena (rastrillos) trazan gigantescos mandalas que luego se muestran en bonitas imágenes aéreas. Y no solo mandalas, también investigan en otro tipo de dibujo más figurativo que geométrico; es sorprendente el capítulo del jinete, las huellas del caballo, los retoques de Quirze Codina y la espectacular figura que se aprecia a vista de pájaro.El arte sin vocación de permanencia que graban en la arena es un ‘macguffin’ de lo que es la historia que realmente cuentan, la aventura de un año que se regala la pareja para entender con hermoso poso filosófico que lo efímero puede producir gran felicidad y además fundirse con lo eterno. Un gran elogio a lo efímero cuyo sentido está subrayado por el hecho de que ella, Ale, padece un cáncer que le insinúa la importancia de un día, su dibujo y su natural borrado.Tal vez también convenga remarcar en la arena de esta historia que sus dos protagonistas tienen exactamente las mismas cualidades que la película (con guion y dirección de Oriol Cardús), un gran paisaje humano con empeños y pretensiones naturales y hermosas. No es fácil capturar la atención y la atracción hacia su intimidad, pero ‘Entre mareas’ lo consigue con emoción, música y su oleaje de optimismo. La sencillez y la intimidad no siempre son una cualidad que sabe trazar adecuadamente una película, y ‘Entre mareas’, un documental íntimo, sencillo pero profundo, remarca a la perfección sus cualidades y le permite, incluso anima, al espectador a participar de ellas. Hay dos personajes en el centro, Quirze Codina y su pareja, Ale, que viajan de playa en playa para realizar enormes dibujos en la arena, la expresión máxima del arte efímero, pues los cambios de marea hacen también su trabajo para devolverle a la naturaleza su paisaje habitual.Sencillo e íntimo, con una fotografía que solo puede ser espectacular (el entorno lo es) de Daniel Losada y con un propósito artístico, sí, aunque mucho más existencial. Llegan temprano, a veces aún de noche, a las playas elegidas, todas magníficas, amplias y desiertas, y con sus pinceles de arena (rastrillos) trazan gigantescos mandalas que luego se muestran en bonitas imágenes aéreas. Y no solo mandalas, también investigan en otro tipo de dibujo más figurativo que geométrico; es sorprendente el capítulo del jinete, las huellas del caballo, los retoques de Quirze Codina y la espectacular figura que se aprecia a vista de pájaro.El arte sin vocación de permanencia que graban en la arena es un ‘macguffin’ de lo que es la historia que realmente cuentan, la aventura de un año que se regala la pareja para entender con hermoso poso filosófico que lo efímero puede producir gran felicidad y además fundirse con lo eterno. Un gran elogio a lo efímero cuyo sentido está subrayado por el hecho de que ella, Ale, padece un cáncer que le insinúa la importancia de un día, su dibujo y su natural borrado.Tal vez también convenga remarcar en la arena de esta historia que sus dos protagonistas tienen exactamente las mismas cualidades que la película (con guion y dirección de Oriol Cardús), un gran paisaje humano con empeños y pretensiones naturales y hermosas. No es fácil capturar la atención y la atracción hacia su intimidad, pero ‘Entre mareas’ lo consigue con emoción, música y su oleaje de optimismo.
«La sencillez y la intimidad no siempre son una cualidad que sabe trazar adecuadamente una película»
La sencillez y la intimidad no siempre son una cualidad que sabe trazar adecuadamente una película, y ‘Entre mareas’, un documental íntimo, sencillo pero profundo, remarca a la perfección sus cualidades y le permite, incluso anima, al espectador a participar de ellas. Hay dos personajes … en el centro, Quirze Codina y su pareja, Ale, que viajan de playa en playa para realizar enormes dibujos en la arena, la expresión máxima del arte efímero, pues los cambios de marea hacen también su trabajo para devolverle a la naturaleza su paisaje habitual.
Sencillo e íntimo, con una fotografía que solo puede ser espectacular (el entorno lo es) de Daniel Losada y con un propósito artístico, sí, aunque mucho más existencial. Llegan temprano, a veces aún de noche, a las playas elegidas, todas magníficas, amplias y desiertas, y con sus pinceles de arena (rastrillos) trazan gigantescos mandalas que luego se muestran en bonitas imágenes aéreas. Y no solo mandalas, también investigan en otro tipo de dibujo más figurativo que geométrico; es sorprendente el capítulo del jinete, las huellas del caballo, los retoques de Quirze Codina y la espectacular figura que se aprecia a vista de pájaro.
El arte sin vocación de permanencia que graban en la arena es un ‘macguffin’ de lo que es la historia que realmente cuentan, la aventura de un año que se regala la pareja para entender con hermoso poso filosófico que lo efímero puede producir gran felicidad y además fundirse con lo eterno. Un gran elogio a lo efímero cuyo sentido está subrayado por el hecho de que ella, Ale, padece un cáncer que le insinúa la importancia de un día, su dibujo y su natural borrado.
Tal vez también convenga remarcar en la arena de esta historia que sus dos protagonistas tienen exactamente las mismas cualidades que la película (con guion y dirección de Oriol Cardús), un gran paisaje humano con empeños y pretensiones naturales y hermosas. No es fácil capturar la atención y la atracción hacia su intimidad, pero ‘Entre mareas’ lo consigue con emoción, música y su oleaje de optimismo.
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