La realidad tiene fuelle para bombearle a la ficción cinematográfica lo más turbio y sucio de ella, y en ocasiones, el trabajo de guionistas, directores y actores consigue convertir toda esa porquería real en algo constructivo, casi limpio. Es el caso de esta película, basada en un escándalo de explotación sexual de menores tutelados en Mallorca que ocurrió en 2019 sin que los responsables de su protección y el Gobierno Balear actuaran con firmeza y responsabilidad. Tanto el guion de Isa Sánchez como la dirección de Juana Macías están trabajados para que esa realidad muestre a la vez el horror, el asco de la situación, y entre sus bordes también un flanco humano, moral y luminoso.Esto se debe a que enfoca la acción en tres adolescentes, Jara, Álex y Miranda, que muestran la vida en uno de esos centros sociales y los ambientes delictivos, de droga y prostitución, en las calles y plazas de alrededor. Son hijas de la desolación, de padres y madres incapaces de ofrecerles un mínimo de dignidad o de amor y que son recogidas por los servicios sociales y, supuestamente, protegidas (el personaje del tutor, que interpreta Pepo Llopis, pone humanidad al feo asunto). Las tres actrices que las interpretan, debutantes y de enorme fuerza y carisma, le dan a lo que es ficción esa manita de verosimilitud, como si pisaran un terreno que no les es del todo ajeno, que favorece los colores de la trama en lo que tiene de trágico y también de ‘simpático’.Julieta Tobío, Salua Hadra y María Steelman hacen un trabajo perfecto y proyectan toda la fortaleza y la rebeldía de la adolescencia, pero también sus fragilidades y desamparos. Y entre todas ellas, guionista, directora y actrices, logran que esa historia repugnante en lo vital, lo social y lo político construya una película dura, crítica, pero también higiénica por lo que cuenta y por lo que sugiere, por el buen trabajo de elusión de Juana Macías y su manejo de la elipsis de los aspectos más sucios y denigrantes y especialmente por la interpretación de sus jóvenes protagonistas, que le hablan al espectador desde el fondo de sus personajes. La realidad tiene fuelle para bombearle a la ficción cinematográfica lo más turbio y sucio de ella, y en ocasiones, el trabajo de guionistas, directores y actores consigue convertir toda esa porquería real en algo constructivo, casi limpio. Es el caso de esta película, basada en un escándalo de explotación sexual de menores tutelados en Mallorca que ocurrió en 2019 sin que los responsables de su protección y el Gobierno Balear actuaran con firmeza y responsabilidad. Tanto el guion de Isa Sánchez como la dirección de Juana Macías están trabajados para que esa realidad muestre a la vez el horror, el asco de la situación, y entre sus bordes también un flanco humano, moral y luminoso.Esto se debe a que enfoca la acción en tres adolescentes, Jara, Álex y Miranda, que muestran la vida en uno de esos centros sociales y los ambientes delictivos, de droga y prostitución, en las calles y plazas de alrededor. Son hijas de la desolación, de padres y madres incapaces de ofrecerles un mínimo de dignidad o de amor y que son recogidas por los servicios sociales y, supuestamente, protegidas (el personaje del tutor, que interpreta Pepo Llopis, pone humanidad al feo asunto). Las tres actrices que las interpretan, debutantes y de enorme fuerza y carisma, le dan a lo que es ficción esa manita de verosimilitud, como si pisaran un terreno que no les es del todo ajeno, que favorece los colores de la trama en lo que tiene de trágico y también de ‘simpático’.Julieta Tobío, Salua Hadra y María Steelman hacen un trabajo perfecto y proyectan toda la fortaleza y la rebeldía de la adolescencia, pero también sus fragilidades y desamparos. Y entre todas ellas, guionista, directora y actrices, logran que esa historia repugnante en lo vital, lo social y lo político construya una película dura, crítica, pero también higiénica por lo que cuenta y por lo que sugiere, por el buen trabajo de elusión de Juana Macías y su manejo de la elipsis de los aspectos más sucios y denigrantes y especialmente por la interpretación de sus jóvenes protagonistas, que le hablan al espectador desde el fondo de sus personajes.
Las tres actrices que las interpretan, debutantes y de enorme fuerza y carisma, le dan a lo que es ficción esa manita de verosimilitud
La realidad tiene fuelle para bombearle a la ficción cinematográfica lo más turbio y sucio de ella, y en ocasiones, el trabajo de guionistas, directores y actores consigue convertir toda esa porquería real en algo constructivo, casi limpio. Es el caso de esta película, basada …
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