Hay un tipo de humor inglés, o en realidad, británico, pues los escoceses y galeses también lo cultivan, que consiste en recubrir de sarcasmo la seriedad, o tal vez lo contrario, que nunca se sabe, recubrir de seriedad el sarcasmo. El caso es que esas coordenadas del humor es lo que tienen el rostro de Steve Coogan y el alma del personaje que interpreta aquí, un profesor de inglés en un colegio argentino justo cuando el golpe militar de Videla, en 1976.El director es Peter Cattaneo , aquel de ‘Full Monty’, que adapta la historia más o menos real de Tom Michell y su encuentro absurdo con un pingüino al que no le queda más remedio que adoptar e incorporarlo a su vida escolar. Es una historia amable en un entorno político y social muy, muy desagradable, lo que le permite al director y a su protagonista construir sarcasmo entre lo agrio y peligroso del momento y del lugar. Un poco de comedia, o de humanidad, en medio del drama.Un profesor cínico (y vacío por dentro) frente a unos alumnos de clase privilegiada y empapados de la anormalidad del país; un pingüino con malas costumbres, especialmente las referidas al cuarto de baño, pero que le permite al profesor extraer algunas lecciones para sus alumnos; un colegio al margen del estado de las cosas, con un director que se oculta tras sus gafas ( Jonathan Pryce, siempre en buena forma ) y todavía más cargado de sarcasmo británico que su cínico profesor… Las tramas son inocuas, salvo algún ‘contratiempo’ del personal de servicio del colegio con la ‘policía política’ y los grupos paramilitares, que Cattaneo explota para darle una carga melodramática y social a lo que es una extravagante historia y una bonita relación imposible.Puesto que la película no es una mirada directa y profunda a la tragedia argentina, tal vez desconcierte a quienes la esperen, o la exijan, pero es una entretenida y simpática manta de sarcasmo y Steve Coogan cumple con su misión de hacer cálido el hielo y el desagrado. Hay un tipo de humor inglés, o en realidad, británico, pues los escoceses y galeses también lo cultivan, que consiste en recubrir de sarcasmo la seriedad, o tal vez lo contrario, que nunca se sabe, recubrir de seriedad el sarcasmo. El caso es que esas coordenadas del humor es lo que tienen el rostro de Steve Coogan y el alma del personaje que interpreta aquí, un profesor de inglés en un colegio argentino justo cuando el golpe militar de Videla, en 1976.El director es Peter Cattaneo , aquel de ‘Full Monty’, que adapta la historia más o menos real de Tom Michell y su encuentro absurdo con un pingüino al que no le queda más remedio que adoptar e incorporarlo a su vida escolar. Es una historia amable en un entorno político y social muy, muy desagradable, lo que le permite al director y a su protagonista construir sarcasmo entre lo agrio y peligroso del momento y del lugar. Un poco de comedia, o de humanidad, en medio del drama.Un profesor cínico (y vacío por dentro) frente a unos alumnos de clase privilegiada y empapados de la anormalidad del país; un pingüino con malas costumbres, especialmente las referidas al cuarto de baño, pero que le permite al profesor extraer algunas lecciones para sus alumnos; un colegio al margen del estado de las cosas, con un director que se oculta tras sus gafas ( Jonathan Pryce, siempre en buena forma ) y todavía más cargado de sarcasmo británico que su cínico profesor… Las tramas son inocuas, salvo algún ‘contratiempo’ del personal de servicio del colegio con la ‘policía política’ y los grupos paramilitares, que Cattaneo explota para darle una carga melodramática y social a lo que es una extravagante historia y una bonita relación imposible.Puesto que la película no es una mirada directa y profunda a la tragedia argentina, tal vez desconcierte a quienes la esperen, o la exijan, pero es una entretenida y simpática manta de sarcasmo y Steve Coogan cumple con su misión de hacer cálido el hielo y el desagrado.
«Es una entretenida y simpática manta de sarcasmo y Steve Coogan cumple con su misión de hacer cálido el hielo y el desagrado»
Hay un tipo de humor inglés, o en realidad, británico, pues los escoceses y galeses también lo cultivan, que consiste en recubrir de sarcasmo la seriedad, o tal vez lo contrario, que nunca se sabe, recubrir de seriedad el sarcasmo. El caso es que esas … coordenadas del humor es lo que tienen el rostro de Steve Coogan y el alma del personaje que interpreta aquí, un profesor de inglés en un colegio argentino justo cuando el golpe militar de Videla, en 1976.
El director es Peter Cattaneo, aquel de ‘Full Monty’, que adapta la historia más o menos real de Tom Michell y su encuentro absurdo con un pingüino al que no le queda más remedio que adoptar e incorporarlo a su vida escolar. Es una historia amable en un entorno político y social muy, muy desagradable, lo que le permite al director y a su protagonista construir sarcasmo entre lo agrio y peligroso del momento y del lugar. Un poco de comedia, o de humanidad, en medio del drama.
Un profesor cínico (y vacío por dentro) frente a unos alumnos de clase privilegiada y empapados de la anormalidad del país; un pingüino con malas costumbres, especialmente las referidas al cuarto de baño, pero que le permite al profesor extraer algunas lecciones para sus alumnos; un colegio al margen del estado de las cosas, con un director que se oculta tras sus gafas (Jonathan Pryce, siempre en buena forma) y todavía más cargado de sarcasmo británico que su cínico profesor… Las tramas son inocuas, salvo algún ‘contratiempo’ del personal de servicio del colegio con la ‘policía política’ y los grupos paramilitares, que Cattaneo explota para darle una carga melodramática y social a lo que es una extravagante historia y una bonita relación imposible.
Puesto que la película no es una mirada directa y profunda a la tragedia argentina, tal vez desconcierte a quienes la esperen, o la exijan, pero es una entretenida y simpática manta de sarcasmo y Steve Coogan cumple con su misión de hacer cálido el hielo y el desagrado.
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