En la configuración de la identidad de toda persona existe una tensión irresoluble entre dos fuerzas: por un lado, la voluntad y el deseo individuales, capaces de dinamitarlo todo y también de construir cualquier cosa de la nada; por otro lado, el contexto cultural y familiar, la colectividad básica que, bajo unos determinados parámetros, ha alumbrado y posibilitado esa libertad individual, y a la que esta queda, por tanto, inevitablemente supeditada, por muy radical que sea.
]]> El fallecimiento de Dinorah, una mujer de origen judío, hace que los miembros de su familia se reúnan en el piso familiar para pasar el duelo
Autoría y dirección: Lucía Carballal. Interpretación: Mona Martínez, Manuela Paso, Miki Esparbé, Marina Fantini, Ana Polvorosa, Gon Ramos, Alba Fernández Vargas / Vera Fernández Vargas y Asier Heras Toledano / Sergio Marañón Raigal. Teatro Valle-Inclán, Madrid. Hasta el 6 de abril.
En la configuración de la identidad de toda persona existe una tensión irresoluble entre dos fuerzas: por un lado, la voluntad y el deseo individuales, capaces de dinamitarlo todo y también de construir cualquier cosa de la nada; por otro lado, el contexto cultural y familiar, la colectividad básica que, bajo unos determinados parámetros, ha alumbrado y posibilitado esa libertad individual, y a la que esta queda, por tanto, inevitablemente supeditada, por muy radical que sea.
Pues bien, esa tensión, que ha sido y seguirá siendo objeto de estudio para la ética, la política, la sociología o la antropología cultural, es también el tema –gran tema, por su amplitud y complejidad– que la dramaturga y directora Lucía Carballal aborda con inteligencia, talento, sensibilidad y sentido del humor en ‘Los nuestros’.
El fallecimiento de Dinorah, una mujer mayor de origen judío, hace que los miembros de su familia, animados por la hija primogénita, se reúnan en el piso familiar para pasar el duelo. Algunos tienen más disposición que otros para cumplir un rito hebreo, llamado Avelut, que los obliga a convivir durante una semana para despedirse de la difunta. La diferencia de caracteres y el distanciamiento vital y geográfico entre todos ellos parece más que evidente.
Los personajes, muy bien dibujados, colisionarán en su manera de encarar el presente y el futuro dejando ver con hondura y verdad sus vulnerabilidades, contradicciones, miedos, vanidades y resentimientos en una potente función, repleta de ironía, que cuenta con tres extraordinarios intérpretes dentro de un sólido elenco: Mona Martínez, Manuela Paso y Miki Esparbé.
Llama la atención que el texto podría perfectamente leerse, y por tanto escenificarse, como un gran drama clásico. Sin embargo, no ha sido esa la lectura que ha hecho de él su propia autora: en su faceta de directora, Carballal ha apostado por intervenir y forzar el contexto dramático, como hace un patólogo en su laboratorio, tratando probablemente de estimular el conflicto, más si cabe, y de mostrar nuevas perspectivas del mismo. El empleo de los micrófonos, la manera de dirigirse directamente al público en algunos diálogos y transiciones, el atrevido uso de la estupenda música de Irene Novoa, el diseño de la monumental y verticalísima escenografía de Pablo Chaves o la propia disposición del espacio a tres bandas sin que la acción lo demande son decisiones tan ostensibles y marcadas que, de manera aislada, podrían contribuir a crear una original y atractiva energía en torno a la historia, pero, tomadas todas a la vez, distraen a veces más que atraen. A pesar de ello, la trama es suficientemente rica, interesante y fluida para que el espectador la disfrute de principio a fin y se marche a casa reflexionando sobre qué somos por nosotros mismos y cuánto debemos de eso que somos a la herencia familiar y cultural que arrastramos, por mucho que tratemos de renunciar a ella. Tal vez la obra nos haga advertir, sin moralinas baratas de ninguna clase, que no hay escisión voluntaria, por violenta que sea, en la que el elemento escindido no conserve una parte de la esencia del todo al que pertenecía, porque en esa esencia está cifrada su razón de ser. En efecto, es nuestra memoria, que curiosamente se conforma al margen de la voluntad, la que nos guía en la toma de decisiones y la que nos alienta en el ejercicio de la libertad.
· Lo mejor: La obra está bien escrita, es inteligente, entretenida y cuenta con grandes actores.
· Lo peor: Que se vea en el escenario, tanto como a los personajes, la mano de la directora.
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