Ya saben aquello de cuando un cándido Fernando de los Ríos, a la sazón diputado del PSOE, le preguntara en 1920 al todopoderoso Vladimir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin , acerca de la libertad para los ciudadanos de la hoy extinta URSS. Su respuesta fue toda una declaración de intereses: «¿Libertad para qué?» . El tiempo confirmó que no iban a tenerla en décadas. Ni los soviéticos ni otros tantos millones en países que cayeron bajo la bota de una revolución tan amante de las libertades, como la de Rusia de 1917. Y viendo ciertas cosas que están ocurriendo en los países que quedaron al margen de esa influencia dictatorial, los de la Europa occidental, las llamadas democracias liberales, da entre pena y vergüenza constatar que estamos, mutatis mutandis, en algo parecido con relación a una de las banderas que tantas veces se enarbola como fundamental: la cultura . Porque, seamos francos (con perdón), ¿de verdad que interesa la cultura? ¿Para qué?Decorados para selfisPara hacerse selfis. Poco más. ¿O no es en eso en lo que se han convertido los museos? En un enorme decorado para que millones de sonrientes papanatas se hagan una imposible foto delante de un cuadro o una escultura. O han devenido en algo peor. En lugares donde representar protestas que nada tienen que ver con el entorno. O sí. Ya me pierdo. Porque por más que se repitan ciertos mantras, el salvaje atentando que sufriera en Londres la velazqueña Venus del espejo , por parte de la sufragista Mary Richardson lo que logró fue todo lo contrario: repudio a su presunta causa. Décadas más tarde, otros activistas se liaron a martillazos contra el vidrio protector de esta misma obra. Un vidrio que ya es normal en otras tantas obras icónicas, como la abrumada Mona Lisa (que para mi fuero interno tengo que la original se encuentra en el Prado, mucho más guapérrima y limpia que la parisina). Aún recuerdo, ¡cosas de la edad!, cuando pude admirar sendas obras citadas para mi coleto, sin agobios ni cristales. Qué pena…Cultura sin inversiones no es culturaPero la pena es constatar, y queda comprobado tras el atentado sufrido por una pintura historicista en el madrileño Museo Naval y el robobo en el Louvre , que las inversiones en cultura no son prioritarias para los gobiernos que tanto se auto dan por culturetas. Ni en seguridad ni en mantenimiento. Como podemos ver por los churretones que jalonan el palacio real más grande de la Europa occidental: el doble que Buckingham o Versalles. El que se encuentra en la Plaza de Oriente de la capital de España. Por poner otro ejemplo que no sea de un museo. Que como comencemos a enumerar reales sitios, catedrales o castillos, dejados a su inframantenimiento, y esto solamente en España, a lo peor nos íbamos a deprimir a base de bien. Pero es lo que hay. Y lo que queremos. Porque los gobiernos son reflejo de sus gobernados y de quienes los votan. Y estos no tienen reparos en seguir dándose a la piratería digital, o pretendiendo que lo cultural (publicaciones, conciertos, libros, música, conferencias… etc.), sea de gañote. Con lo que como para exigir que el Ministerio de Cultura sea un organismo con fuerza, transversal, al margen de ideologías, y con un presupuesto acorde. Me da que no. Y así vamos mal. E iremos a peor. Pero que mucho. Ya saben aquello de cuando un cándido Fernando de los Ríos, a la sazón diputado del PSOE, le preguntara en 1920 al todopoderoso Vladimir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin , acerca de la libertad para los ciudadanos de la hoy extinta URSS. Su respuesta fue toda una declaración de intereses: «¿Libertad para qué?» . El tiempo confirmó que no iban a tenerla en décadas. Ni los soviéticos ni otros tantos millones en países que cayeron bajo la bota de una revolución tan amante de las libertades, como la de Rusia de 1917. Y viendo ciertas cosas que están ocurriendo en los países que quedaron al margen de esa influencia dictatorial, los de la Europa occidental, las llamadas democracias liberales, da entre pena y vergüenza constatar que estamos, mutatis mutandis, en algo parecido con relación a una de las banderas que tantas veces se enarbola como fundamental: la cultura . Porque, seamos francos (con perdón), ¿de verdad que interesa la cultura? ¿Para qué?Decorados para selfisPara hacerse selfis. Poco más. ¿O no es en eso en lo que se han convertido los museos? En un enorme decorado para que millones de sonrientes papanatas se hagan una imposible foto delante de un cuadro o una escultura. O han devenido en algo peor. En lugares donde representar protestas que nada tienen que ver con el entorno. O sí. Ya me pierdo. Porque por más que se repitan ciertos mantras, el salvaje atentando que sufriera en Londres la velazqueña Venus del espejo , por parte de la sufragista Mary Richardson lo que logró fue todo lo contrario: repudio a su presunta causa. Décadas más tarde, otros activistas se liaron a martillazos contra el vidrio protector de esta misma obra. Un vidrio que ya es normal en otras tantas obras icónicas, como la abrumada Mona Lisa (que para mi fuero interno tengo que la original se encuentra en el Prado, mucho más guapérrima y limpia que la parisina). Aún recuerdo, ¡cosas de la edad!, cuando pude admirar sendas obras citadas para mi coleto, sin agobios ni cristales. Qué pena…Cultura sin inversiones no es culturaPero la pena es constatar, y queda comprobado tras el atentado sufrido por una pintura historicista en el madrileño Museo Naval y el robobo en el Louvre , que las inversiones en cultura no son prioritarias para los gobiernos que tanto se auto dan por culturetas. Ni en seguridad ni en mantenimiento. Como podemos ver por los churretones que jalonan el palacio real más grande de la Europa occidental: el doble que Buckingham o Versalles. El que se encuentra en la Plaza de Oriente de la capital de España. Por poner otro ejemplo que no sea de un museo. Que como comencemos a enumerar reales sitios, catedrales o castillos, dejados a su inframantenimiento, y esto solamente en España, a lo peor nos íbamos a deprimir a base de bien. Pero es lo que hay. Y lo que queremos. Porque los gobiernos son reflejo de sus gobernados y de quienes los votan. Y estos no tienen reparos en seguir dándose a la piratería digital, o pretendiendo que lo cultural (publicaciones, conciertos, libros, música, conferencias… etc.), sea de gañote. Con lo que como para exigir que el Ministerio de Cultura sea un organismo con fuerza, transversal, al margen de ideologías, y con un presupuesto acorde. Me da que no. Y así vamos mal. E iremos a peor. Pero que mucho. Ya saben aquello de cuando un cándido Fernando de los Ríos, a la sazón diputado del PSOE, le preguntara en 1920 al todopoderoso Vladimir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin , acerca de la libertad para los ciudadanos de la hoy extinta URSS. Su respuesta fue toda una declaración de intereses: «¿Libertad para qué?» . El tiempo confirmó que no iban a tenerla en décadas. Ni los soviéticos ni otros tantos millones en países que cayeron bajo la bota de una revolución tan amante de las libertades, como la de Rusia de 1917. Y viendo ciertas cosas que están ocurriendo en los países que quedaron al margen de esa influencia dictatorial, los de la Europa occidental, las llamadas democracias liberales, da entre pena y vergüenza constatar que estamos, mutatis mutandis, en algo parecido con relación a una de las banderas que tantas veces se enarbola como fundamental: la cultura . Porque, seamos francos (con perdón), ¿de verdad que interesa la cultura? ¿Para qué?Decorados para selfisPara hacerse selfis. Poco más. ¿O no es en eso en lo que se han convertido los museos? En un enorme decorado para que millones de sonrientes papanatas se hagan una imposible foto delante de un cuadro o una escultura. O han devenido en algo peor. En lugares donde representar protestas que nada tienen que ver con el entorno. O sí. Ya me pierdo. Porque por más que se repitan ciertos mantras, el salvaje atentando que sufriera en Londres la velazqueña Venus del espejo , por parte de la sufragista Mary Richardson lo que logró fue todo lo contrario: repudio a su presunta causa. Décadas más tarde, otros activistas se liaron a martillazos contra el vidrio protector de esta misma obra. Un vidrio que ya es normal en otras tantas obras icónicas, como la abrumada Mona Lisa (que para mi fuero interno tengo que la original se encuentra en el Prado, mucho más guapérrima y limpia que la parisina). Aún recuerdo, ¡cosas de la edad!, cuando pude admirar sendas obras citadas para mi coleto, sin agobios ni cristales. Qué pena…Cultura sin inversiones no es culturaPero la pena es constatar, y queda comprobado tras el atentado sufrido por una pintura historicista en el madrileño Museo Naval y el robobo en el Louvre , que las inversiones en cultura no son prioritarias para los gobiernos que tanto se auto dan por culturetas. Ni en seguridad ni en mantenimiento. Como podemos ver por los churretones que jalonan el palacio real más grande de la Europa occidental: el doble que Buckingham o Versalles. El que se encuentra en la Plaza de Oriente de la capital de España. Por poner otro ejemplo que no sea de un museo. Que como comencemos a enumerar reales sitios, catedrales o castillos, dejados a su inframantenimiento, y esto solamente en España, a lo peor nos íbamos a deprimir a base de bien. Pero es lo que hay. Y lo que queremos. Porque los gobiernos son reflejo de sus gobernados y de quienes los votan. Y estos no tienen reparos en seguir dándose a la piratería digital, o pretendiendo que lo cultural (publicaciones, conciertos, libros, música, conferencias… etc.), sea de gañote. Con lo que como para exigir que el Ministerio de Cultura sea un organismo con fuerza, transversal, al margen de ideologías, y con un presupuesto acorde. Me da que no. Y así vamos mal. E iremos a peor. Pero que mucho. RSS de noticias de cultura
