Se puede ser de carne o de pescado, del norte o del sur, del Madrid o del Barcelona, pero si se visita la capital, se viene con las prioridades claras: la foto en La Latina, en el edificio Schweppes de Gran Vía o viendo las pinturas negras de Goya en el Museo del Prado. Es el postureo de cada día, los frutos de la generación Instagram, donde importa más la imagen que proyectamos, el personaje que nos inventamos, que quien realmente somos. Tilda Swinton viene con la lección aprendida de casa: parece una moderna y adivinen, es una moderna… que va a Chueca. Pero, ¿y Julianne Moore ? Va la ‘chica Almodóvar’ y reconoce que lo que de verdad le «fascina» de la capital de España es El Corte Inglés, porque es «el mejor supermercado del mundo». Julianne Moore somos un poco todos cuando se nos escapa algo, cuando hablamos sin mordazas, cuando en lugar de aparentar, no podemos disimular lo que somos porque somos de verdad y a veces nos sale ser y no parecer. Qué cosa más sencilla y más difícil.Así, a bocajarro y sin tópicos, es un poco también Yasmin en ‘Industry’, una serie sobre tiburones de finanzas y pececillos que buscan plancton para sobrevivir a tan oscuros mares. Unos hacen lo que pueden y otros lo único que saben. Interpretada como un huracán por Marisa Abela, parece un amasijo de clichés, la niña pija, la compañera de trabajo condescendiente y considerada con los pobres o la Barbie que engatusa a los clientes vip. Es todo eso y también algo más profundo, un animal herido que busca consuelo haciendo daño, una mujer dominante incapaz de rebelarse cuando la someten, una persona insensible que puede romper a alguien en pedazos, una amiga fiel y alguien tan real que a veces parece de mentira, porque lo de atreverse a ser, sin tapujos, no se estila. En un punto de la serie, Yasmin, heredera de una influyente familia caída en desgracia, puede elegir vivir con dignidad, por su cuenta, o hacerlo beneficiándose de los privilegios de su posición social. En ambos casos debe renunciar a algo, pero su decisión al final es práctica, coherente, honesta consigo misma. Vivirá triste pero bien, y será infeliz, como hasta entonces, pero dormirá perfumada con unas gotas de Chanel Nº5. «La integridad es un chiste», decía Paul Giamatti en ‘Los que se quedan’. Pero qué bien sienta. Se puede ser de carne o de pescado, del norte o del sur, del Madrid o del Barcelona, pero si se visita la capital, se viene con las prioridades claras: la foto en La Latina, en el edificio Schweppes de Gran Vía o viendo las pinturas negras de Goya en el Museo del Prado. Es el postureo de cada día, los frutos de la generación Instagram, donde importa más la imagen que proyectamos, el personaje que nos inventamos, que quien realmente somos. Tilda Swinton viene con la lección aprendida de casa: parece una moderna y adivinen, es una moderna… que va a Chueca. Pero, ¿y Julianne Moore ? Va la ‘chica Almodóvar’ y reconoce que lo que de verdad le «fascina» de la capital de España es El Corte Inglés, porque es «el mejor supermercado del mundo». Julianne Moore somos un poco todos cuando se nos escapa algo, cuando hablamos sin mordazas, cuando en lugar de aparentar, no podemos disimular lo que somos porque somos de verdad y a veces nos sale ser y no parecer. Qué cosa más sencilla y más difícil.Así, a bocajarro y sin tópicos, es un poco también Yasmin en ‘Industry’, una serie sobre tiburones de finanzas y pececillos que buscan plancton para sobrevivir a tan oscuros mares. Unos hacen lo que pueden y otros lo único que saben. Interpretada como un huracán por Marisa Abela, parece un amasijo de clichés, la niña pija, la compañera de trabajo condescendiente y considerada con los pobres o la Barbie que engatusa a los clientes vip. Es todo eso y también algo más profundo, un animal herido que busca consuelo haciendo daño, una mujer dominante incapaz de rebelarse cuando la someten, una persona insensible que puede romper a alguien en pedazos, una amiga fiel y alguien tan real que a veces parece de mentira, porque lo de atreverse a ser, sin tapujos, no se estila. En un punto de la serie, Yasmin, heredera de una influyente familia caída en desgracia, puede elegir vivir con dignidad, por su cuenta, o hacerlo beneficiándose de los privilegios de su posición social. En ambos casos debe renunciar a algo, pero su decisión al final es práctica, coherente, honesta consigo misma. Vivirá triste pero bien, y será infeliz, como hasta entonces, pero dormirá perfumada con unas gotas de Chanel Nº5. «La integridad es un chiste», decía Paul Giamatti en ‘Los que se quedan’. Pero qué bien sienta.
La ventana indiscreta
Julianne Moore alabando «el mejor supermercado» somos todos cuando, en lugar de aparentar, no podemos disimular lo que somos porque somos de verdad, como Yasmin en ‘Industry’
Se puede ser de carne o de pescado, del norte o del sur, del Madrid o del Barcelona, pero si se visita la capital, se viene con las prioridades claras: la foto en La Latina, en el edificio Schweppes de Gran Vía o viendo las …
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