La publicación del primer volumen de los ‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial’ (El Paseo) de Manuel Chaves Nogales , que descubre algo más de doscientas crónicas inéditas hasta la fecha, llega como un cierto desafío para todos los que hemos venerado al periodista sevillano como uno de los grandes nombres del oficio patrio. En estas crónicas escritas durante su exilio en París, antes de la ocupación alemana, leemos a un Chaves Nogales radicalmente distinto al de ‘La agonía de Francia’ (1941), que seguramente sea su mejor libro. Si este título quedó como un testimonio lúcido en defensa de la democracia y la libertad en plena ofensiva de Hitler, estas crónicas parisinas, en cambio, las escribió para agencias al servicio de los gobiernos aliados, que distribuían sus informaciones por América Latina. Eran, en definitiva, textos propagandísticos; escritos desde el lado correcto de la historia, si se quiere, pero aquí no fue ese periodista independiente que ha pasado a la historia. Y se nota. El problema que plantean estos ‘Diarios’ –que ha rescatado, editado y traducido Yolanda Morató – es el lugar desde el que se lee a Chaves Nogales, que es otro bien distinto del que ha ocupado todos estos años en los que se ha elevado a los altares. No es lo mismo leerlo a sueldo del periodismo libre -si es que esto ha sido alguna vez posible de manera plena-, que a sueldo de un gobierno, sea cual sea. Este Chaves Nogales tiene una luz diferente. Las crónicas de los ‘Diarios’ están marcadas por una misión: reforzar la moral aliada, exaltar la resistencia francesa, contrarrestar la propaganda del enemigo. Bien escritas, claro, pese a la polémica que ha alentado en estas páginas el editor Abelardo Linares por las traducciones de ida y vuelta que han sufrido algunos textos; inteligentes, también; hasta originales por esa facilidad que tenía para contar la vida de un país a partir de una anécdota, pero hay un tono con el que es difícil conectar.’Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Inéditos (1939-1944) 1.Desde París’ Autor Manuel Chaves Nogales Edición Yolanda Morató Editorial El Paseo, 2025 Número de páginas 440 Precio 22,95 euros 3Tras huir de España por culpa de una guerra civil que amenazaba su vida -por los unos y los otros, ya se sabe-, recayó en Francia, donde siguió escribiendo agencias como Havas y Reuters. Sus artículos se publicaron en periódicos de Buenos Aires, Brasil o Canadá. Solo su muerte prematura, en 1944, frenó esta grafomanía. Había días, dice Yolanda Morató, que escribía hasta tres piezas. Más de 600 de estos artículos los va a publicar El Paseo en tres volúmenes. El primero de ellos es ‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Inéditos (1939-1944) 1. Desde París’, que incluye una tercera parte de esta labor de arqueología que ha hecho Morató.Los artículos parisinos -más opinativos que informativos, en muchos casos, más cercanos a la columna que a la crónica-, celebran la «disciplina ejemplar» de la población civil, la «serenidad impresionante» ante la guerra y la supuesta fortaleza de una democracia que, según él, estaba preparada para resistir. Chaves Nogales escribió que «pocas naciones habrán sabido adaptarse a las circunstancias tan bien como Francia durante estos cuatro meses de guerra» o que «la opinión francesa da hoy la impresión de hallarse más firme y mejor preparada que nunca». Minimiza la censura -«de todas las que he padecido en mi vida de periodista, esta es quizás la menos irritante»- y unos días antes de huir aún describía un París donde los bombardeos alemanes, lejos de sembrar el pánico, apenas alteraban la sobremesa de los parisinos.Noticia Relacionada estandar Si ¿Un Chaves Nogales definitivo? Abelardo Linares La editorial El Paseo ha publicado el primer tomo de tres que incluirán más de 600 piezas inéditas que el periodista Manuel Chaves Nogales escribió durante la Segunda Guerra Mundial, tras exiliarse de España. El editor Abelardo LinaresEl diagnóstico de ‘La agonía de Francia’, donde sí está ese Chaves Nogales que tanto hemos aplaudido, es otro bien distinto. Lo escribió después de salir de Francia, sin directrices, y se puede leer por oposición. Ese país valiente y valeroso que describía en sus crónicas de parte aquí es descrito como un lugar de «pobreza espiritual» y «ramplonería», incapaz de soportar «unas incomodidades secundarias» y que, ante un bombardeo «más espectacular que eficaz», creyó llegada la hora de claudicar. Acusa a la burguesía francesa de cobarde, a la política de claudicante, a la sociedad de espiritualmente vacía. «Francia se ha suicidado», escribe Chaves, «y al suicidarse ha cometido además un crimen inexpiable con esas masas humanas que habían acudido a ella porque en ella habían depositado su fe y su esperanza». La contradicción, la diferencia en el tono, es evidente.Resulta que el periodista sevillano, el autor de obras tan populares como ‘El maestro Juan Martínez que estaba allí’, ‘Juan Belmonte, matador de toros’ o ‘A sangre y fuego’, también fue hijo de su tiempo. Los ‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial’ son un documento valioso para comprender el contexto en el que Chaves Nogales escribió durante esos años de exilio, sobre los que había muchas lagunas. Fue precisamente Yolanda Morató quien en su libro ‘Manuel Chaves Nogales, los años perdidos (1940-1944)’ cifró en medio millar el número de artículos que permanecían aún inéditos y apuntó que el Orwell español pasó sus últimos años trabajando para la causa aliada. En Londres, adonde llegó desde Francia, «trabajó para los intereses del Gobierno, con un sueldo del Gobierno y en dos empresas controladas por el Gobierno». En el prólogo que ha escrito para los ‘Diarios’ es más complaciente. Cuenta que Chaves Nogales fue reclutado «para fortalecer un sistema de ‘propaganda democrática’», pero se echa en falta una contextualización más detallada. Decir que escribió «piezas con chispa» para mantener alta la moral de los aliados es quedarse corto. La publicación del primer volumen de los ‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial’ (El Paseo) de Manuel Chaves Nogales , que descubre algo más de doscientas crónicas inéditas hasta la fecha, llega como un cierto desafío para todos los que hemos venerado al periodista sevillano como uno de los grandes nombres del oficio patrio. En estas crónicas escritas durante su exilio en París, antes de la ocupación alemana, leemos a un Chaves Nogales radicalmente distinto al de ‘La agonía de Francia’ (1941), que seguramente sea su mejor libro. Si este título quedó como un testimonio lúcido en defensa de la democracia y la libertad en plena ofensiva de Hitler, estas crónicas parisinas, en cambio, las escribió para agencias al servicio de los gobiernos aliados, que distribuían sus informaciones por América Latina. Eran, en definitiva, textos propagandísticos; escritos desde el lado correcto de la historia, si se quiere, pero aquí no fue ese periodista independiente que ha pasado a la historia. Y se nota. El problema que plantean estos ‘Diarios’ –que ha rescatado, editado y traducido Yolanda Morató – es el lugar desde el que se lee a Chaves Nogales, que es otro bien distinto del que ha ocupado todos estos años en los que se ha elevado a los altares. No es lo mismo leerlo a sueldo del periodismo libre -si es que esto ha sido alguna vez posible de manera plena-, que a sueldo de un gobierno, sea cual sea. Este Chaves Nogales tiene una luz diferente. Las crónicas de los ‘Diarios’ están marcadas por una misión: reforzar la moral aliada, exaltar la resistencia francesa, contrarrestar la propaganda del enemigo. Bien escritas, claro, pese a la polémica que ha alentado en estas páginas el editor Abelardo Linares por las traducciones de ida y vuelta que han sufrido algunos textos; inteligentes, también; hasta originales por esa facilidad que tenía para contar la vida de un país a partir de una anécdota, pero hay un tono con el que es difícil conectar.’Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Inéditos (1939-1944) 1.Desde París’ Autor Manuel Chaves Nogales Edición Yolanda Morató Editorial El Paseo, 2025 Número de páginas 440 Precio 22,95 euros 3Tras huir de España por culpa de una guerra civil que amenazaba su vida -por los unos y los otros, ya se sabe-, recayó en Francia, donde siguió escribiendo agencias como Havas y Reuters. Sus artículos se publicaron en periódicos de Buenos Aires, Brasil o Canadá. Solo su muerte prematura, en 1944, frenó esta grafomanía. Había días, dice Yolanda Morató, que escribía hasta tres piezas. Más de 600 de estos artículos los va a publicar El Paseo en tres volúmenes. El primero de ellos es ‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Inéditos (1939-1944) 1. Desde París’, que incluye una tercera parte de esta labor de arqueología que ha hecho Morató.Los artículos parisinos -más opinativos que informativos, en muchos casos, más cercanos a la columna que a la crónica-, celebran la «disciplina ejemplar» de la población civil, la «serenidad impresionante» ante la guerra y la supuesta fortaleza de una democracia que, según él, estaba preparada para resistir. Chaves Nogales escribió que «pocas naciones habrán sabido adaptarse a las circunstancias tan bien como Francia durante estos cuatro meses de guerra» o que «la opinión francesa da hoy la impresión de hallarse más firme y mejor preparada que nunca». Minimiza la censura -«de todas las que he padecido en mi vida de periodista, esta es quizás la menos irritante»- y unos días antes de huir aún describía un París donde los bombardeos alemanes, lejos de sembrar el pánico, apenas alteraban la sobremesa de los parisinos.Noticia Relacionada estandar Si ¿Un Chaves Nogales definitivo? Abelardo Linares La editorial El Paseo ha publicado el primer tomo de tres que incluirán más de 600 piezas inéditas que el periodista Manuel Chaves Nogales escribió durante la Segunda Guerra Mundial, tras exiliarse de España. El editor Abelardo LinaresEl diagnóstico de ‘La agonía de Francia’, donde sí está ese Chaves Nogales que tanto hemos aplaudido, es otro bien distinto. Lo escribió después de salir de Francia, sin directrices, y se puede leer por oposición. Ese país valiente y valeroso que describía en sus crónicas de parte aquí es descrito como un lugar de «pobreza espiritual» y «ramplonería», incapaz de soportar «unas incomodidades secundarias» y que, ante un bombardeo «más espectacular que eficaz», creyó llegada la hora de claudicar. Acusa a la burguesía francesa de cobarde, a la política de claudicante, a la sociedad de espiritualmente vacía. «Francia se ha suicidado», escribe Chaves, «y al suicidarse ha cometido además un crimen inexpiable con esas masas humanas que habían acudido a ella porque en ella habían depositado su fe y su esperanza». La contradicción, la diferencia en el tono, es evidente.Resulta que el periodista sevillano, el autor de obras tan populares como ‘El maestro Juan Martínez que estaba allí’, ‘Juan Belmonte, matador de toros’ o ‘A sangre y fuego’, también fue hijo de su tiempo. Los ‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial’ son un documento valioso para comprender el contexto en el que Chaves Nogales escribió durante esos años de exilio, sobre los que había muchas lagunas. Fue precisamente Yolanda Morató quien en su libro ‘Manuel Chaves Nogales, los años perdidos (1940-1944)’ cifró en medio millar el número de artículos que permanecían aún inéditos y apuntó que el Orwell español pasó sus últimos años trabajando para la causa aliada. En Londres, adonde llegó desde Francia, «trabajó para los intereses del Gobierno, con un sueldo del Gobierno y en dos empresas controladas por el Gobierno». En el prólogo que ha escrito para los ‘Diarios’ es más complaciente. Cuenta que Chaves Nogales fue reclutado «para fortalecer un sistema de ‘propaganda democrática’», pero se echa en falta una contextualización más detallada. Decir que escribió «piezas con chispa» para mantener alta la moral de los aliados es quedarse corto.
La publicación del primer volumen de los ‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial’ (El Paseo) de Manuel Chaves Nogales, que descubre algo más de doscientas crónicas inéditas hasta la fecha, llega como un cierto desafío para todos los que hemos venerado al … periodista sevillano como uno de los grandes nombres del oficio patrio. En estas crónicas escritas durante su exilio en París, antes de la ocupación alemana, leemos a un Chaves Nogales radicalmente distinto al de ‘La agonía de Francia’ (1941), que seguramente sea su mejor libro. Si este título quedó como un testimonio lúcido en defensa de la democracia y la libertad en plena ofensiva de Hitler, estas crónicas parisinas, en cambio, las escribió para agencias al servicio de los gobiernos aliados, que distribuían sus informaciones por América Latina. Eran, en definitiva, textos propagandísticos; escritos desde el lado correcto de la historia, si se quiere, pero aquí no fue ese periodista independiente que ha pasado a la historia. Y se nota.
El problema que plantean estos ‘Diarios’ –que ha rescatado, editado y traducido Yolanda Morató– es el lugar desde el que se lee a Chaves Nogales, que es otro bien distinto del que ha ocupado todos estos años en los que se ha elevado a los altares. No es lo mismo leerlo a sueldo del periodismo libre -si es que esto ha sido alguna vez posible de manera plena-, que a sueldo de un gobierno, sea cual sea. Este Chaves Nogales tiene una luz diferente. Las crónicas de los ‘Diarios’ están marcadas por una misión: reforzar la moral aliada, exaltar la resistencia francesa, contrarrestar la propaganda del enemigo. Bien escritas, claro, pese a la polémica que ha alentado en estas páginas el editor Abelardo Linares por las traducciones de ida y vuelta que han sufrido algunos textos; inteligentes, también; hasta originales por esa facilidad que tenía para contar la vida de un país a partir de una anécdota, pero hay un tono con el que es difícil conectar.
‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Inéditos (1939-1944) 1.Desde París’
-
Autor
Manuel Chaves Nogales -
Edición
Yolanda Morató -
Editorial
El Paseo, 2025 -
Número de páginas
440 -
Precio
22,95 euros
Tras huir de España por culpa de una guerra civil que amenazaba su vida -por los unos y los otros, ya se sabe-, recayó en Francia, donde siguió escribiendo agencias como Havas y Reuters. Sus artículos se publicaron en periódicos de Buenos Aires, Brasil o Canadá. Solo su muerte prematura, en 1944, frenó esta grafomanía. Había días, dice Yolanda Morató, que escribía hasta tres piezas. Más de 600 de estos artículos los va a publicar El Paseo en tres volúmenes. El primero de ellos es ‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Inéditos (1939-1944) 1. Desde París’, que incluye una tercera parte de esta labor de arqueología que ha hecho Morató.
Los artículos parisinos -más opinativos que informativos, en muchos casos, más cercanos a la columna que a la crónica-, celebran la «disciplina ejemplar» de la población civil, la «serenidad impresionante» ante la guerra y la supuesta fortaleza de una democracia que, según él, estaba preparada para resistir. Chaves Nogales escribió que «pocas naciones habrán sabido adaptarse a las circunstancias tan bien como Francia durante estos cuatro meses de guerra» o que «la opinión francesa da hoy la impresión de hallarse más firme y mejor preparada que nunca». Minimiza la censura -«de todas las que he padecido en mi vida de periodista, esta es quizás la menos irritante»- y unos días antes de huir aún describía un París donde los bombardeos alemanes, lejos de sembrar el pánico, apenas alteraban la sobremesa de los parisinos.
El diagnóstico de ‘La agonía de Francia’, donde sí está ese Chaves Nogales que tanto hemos aplaudido, es otro bien distinto. Lo escribió después de salir de Francia, sin directrices, y se puede leer por oposición. Ese país valiente y valeroso que describía en sus crónicas de parte aquí es descrito como un lugar de «pobreza espiritual» y «ramplonería», incapaz de soportar «unas incomodidades secundarias» y que, ante un bombardeo «más espectacular que eficaz», creyó llegada la hora de claudicar. Acusa a la burguesía francesa de cobarde, a la política de claudicante, a la sociedad de espiritualmente vacía. «Francia se ha suicidado», escribe Chaves, «y al suicidarse ha cometido además un crimen inexpiable con esas masas humanas que habían acudido a ella porque en ella habían depositado su fe y su esperanza». La contradicción, la diferencia en el tono, es evidente.
Resulta que el periodista sevillano, el autor de obras tan populares como ‘El maestro Juan Martínez que estaba allí’, ‘Juan Belmonte, matador de toros’ o ‘A sangre y fuego’, también fue hijo de su tiempo. Los ‘Diarios de la Segunda Guerra Mundial’ son un documento valioso para comprender el contexto en el que Chaves Nogales escribió durante esos años de exilio, sobre los que había muchas lagunas. Fue precisamente Yolanda Morató quien en su libro ‘Manuel Chaves Nogales, los años perdidos (1940-1944)’ cifró en medio millar el número de artículos que permanecían aún inéditos y apuntó que el Orwell español pasó sus últimos años trabajando para la causa aliada. En Londres, adonde llegó desde Francia, «trabajó para los intereses del Gobierno, con un sueldo del Gobierno y en dos empresas controladas por el Gobierno». En el prólogo que ha escrito para los ‘Diarios’ es más complaciente. Cuenta que Chaves Nogales fue reclutado «para fortalecer un sistema de ‘propaganda democrática’», pero se echa en falta una contextualización más detallada. Decir que escribió «piezas con chispa» para mantener alta la moral de los aliados es quedarse corto.
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