Tras un año de mudanzas, se puede decir que el Centro Internacional de Fotografía Toni Catany (1942-2013), en su Llucmajor natal, ya funciona a pleno rendimiento. El proyecto, en el que el fotógrafo mallorquín había puesto todas sus ilusiones, tuvo que ser inaugurado ya sin su presencia, tras la constitución en 2013 de la fundación que lo sustenta, y la apertura de su espacio en Baleares en marzo de 2023. Noticias relacionadas estandar Si HOMENAJE A PIERRE GONNORD La ilusionante historia de Pedro ‘el francés’ Javier Díaz-Guardiola estandar Si CRÍTICA DE: ‘Reforzar los diques’: de catástrofes y palacios con Pablo Genovés en la galería Fernández-Braso Carlos Delgado MayordomoEste último 2024, en el que se han ido trayendo hasta allí desde Barcelona (el segundo destino ‘fijo’ de este artista) los fondos de una colección apabullante (más de 15.000 imágenes, 165.000 negativos, una colección de foto antigua de 3.000 piezas y otra con 500 entradas de fotógrafos modernos y contemporáneos. No cito los libros, destinados a una biblioteca que pasará a ser de consulta en cuanto se acabe su catalogación), ha servido también para calibrar el motor de sus actividades, con hasta nueve exposiciones de fotógrafos ligados al conjunto (la más sonada sería la dedicada a Imre Kertész) y hasta 50 actividades con autores de la talla de Cristina García Rodero o Martin Parr. No es cualquiera cosa este Centro de Fotografía Tony Catany que dirige el historiador Antoni Grau.Un lugar mágicoEmpezando por el edificio, un lugar mágico. El espacio se asienta sobre tres antiguos inmuebles, uno de los cuales fue la mismísima casa natal de Catany. Pero lo que es todavía más maravilloso es que el contiguo perteneciera a Tomás Montserrat, un antiguo capellán de la localidad (el religioso murió cuando Catany contaba con dos años de edad) que será fundamental para el devenir de la disciplina fotográfica en Baleares, uno de sus introductores. Y es que Montserrat aprovechaba los momentos posteriores a las misas que celebraba para retratar a sus conciudadanos en el patio de su casa. Hoy, la intervención arquitectónica llevada a cabo sobre ambos inmuebles y un tercero contiguo adquirido para el centro, con la firma de Josep Lluís Mateo, conserva ese ancestral espacio ahora como escenario en el que la Fundación realiza algunas actividades. Sin duda, el arquitecto entendió a la perfección la filosofía de Catany en torno a la foto: una piel delicada y agradable sobre la que se suceden cosas; y una herramienta que despierta sensaciones, «tan simples como las que pueda provocar el perfume del jazmín», como los que ahora crecen en otro patio, el trasero, auditorio al aire libre y antesala de los aulas para talleres y un futuro laboratorio analógico. Y así ha trasladado todo esto a este entorno. Un mismo escenario. De arriba abajo, detalle del patio de la antigua casa de Tomás monserrat que usaba como improvisado estudio fotográfico; una de las fotos tomadas por el religioso; y ‘Ballarina satírica, París’ (1926), de André Kertész, obra de la colección de Toni Catany FTCCabe añadir que, cuando desglosé los fondos de la colección no incluí las 900 placas de vidrio que pertenecieron a Montserrat, adquiridas en su día por Catany, y que aquí se conservan como ‘prolongación’ de su propio legado. Porque no se entiende a Catany sin Montserrat, del que en 1983 publicó el libro ‘Retratista de un pueblo’, joya bibliográfica hoy casi agotada y, por tanto, furor de coleccionistas.Y por ser este un lugar vivo, lo es todo lo que sucede en él, en continuo movimiento. Se mueven las exposiciones temporales, como las dedicadas ahora a los retratos que durante años el balear realizó de otro paisano, su amigo Miquel Barceló (las aportaciones de Jean Marie del Moral que se incluyen ahora en febrero harán que la cita crezca), o la que en la planta inferior repasa la foto de viajes de Jordi Esteva; otra manera de aproximarse a Catany a través de autores que cultivaron los géneros o las técnicas que le interesaron, que no fueron pocas. Los siglos de los siglosY olvídense de toparse aquí con un mausoleo o colección permanente conformada con los ‘highlights’ de Catany sobre la que se acumulará el polvo por los siglos de los siglos. Esta, que da pie a una muestra plural a más de una voz se sustenta sobre el trabajo del mallorquín, pero también sobre los fondos de otros autores de su colección, obras de arte y objetos, escribiendo así ‘una historia (otra) de la fotografía’ en los que irán rotando entradas para poner en valor determinados capítulos de la biografía del autor que todo esto inspira.En dos plantas del edificio, este relato que va de lo personal a lo colectivo, de lo local a lo universal, se distribuye a su ve en seis apartados, cada uno de los cuales lleva por título uno de los grandes fotolibros que tantos éxitos le granjearon a Catany: en la Primavera Fotográfica de 1988 por ‘Natures mortes’; en los Encuentros Internacionales de Fotografía de Arlés, en 1991, por ‘La meva Mediterrània’; el de los Editores Europeos en 1998 por ‘Fotografies’, que se suman a galardones como el nombramiento como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras del Gobierno de Francia en 1991, el Nacional de Artes Plásticas o el de Cultura de la Generalitat de Cataluña –ambos de 2001– o el Ramon Llul de las Letras del Gobierno Balear en 2003. De hecho, fueron estos recono- cimientos en el cambio de siglo los que llevaron a Catany a plantearse el futuro del legado de un autor sin hijos e hijo único.Plural e íntimo. De arriba abajo, ‘Somniar deus 9’ (1989); ‘Montserrat’, calotipo de 1979; y ‘Cossiol 6’ (1985), todas de Toni Catany ©FTCEl recorrido arranca, pues, por ‘D’anar i tornar’, donde cobran protagonismo los fondos históricos de la colección de Catany, pues se trata de ilustrar cómo la foto echó a a andar. Cada sección –todo hay que decirlo– se acompaña de una cita de un pensador, en este caso, de Roland Barthes y su idea de la infancia como país, lo que tiene sentido si hablamos del ‘nacimiento’ de una disciplina, de daguerrotipos y calotipos, de albúminas, del trabajo de Monserrat pero también de ejemplos similares en otras latitudes como los de Martín Chambi en Perú. O del ‘nacimiento’ de la foto para un autodidacta como Catany, con sus diplomas de sus cursos por correspondencia de AFHA o ‘Nin’, ese retrato de 1967 que le hizo tomar conciencia de ser fotógrafo. Y sus referentes : Paul Strand, Joan Colom, Cartier-Bresson…Catany será conocido sobre todo por sus retratos (‘Fotografies’) y sus naturalezas muertas (‘Altars Profans’). Son las dos secciones siguientes. La primera sirve asimismo para hablar de técnicas (la polaroid transportada, la digital, la foto iluminada…), junto a Man Ray o Larry Fink. Los ‘altares’ lo vinculan a su madre (son muchos los guiños) y sus ‘cossiols’ (macetas), pero también a esas naturalezas muertas que le ayudan a meter la experiencia del viaje en el estudio. Este tema, una planta más arriba (‘La meva Mediterrània’, de la mano de Graciela Iturbide, Plossu, García Rodero …) se antecede de su obsesión por la arqueología (‘Obscura memòria’), que no es si no otra fijación por el retrato (ya les dije que aquí está todo conectado). Y no defrauda el recorrido a aquellos que esperan la sensualidad de Catany asociada al cuerpo: Es ‘Somniar Deus’ y su oda al desnudo, rodeado de Brassai, Rafael Navarro, Eikoh Hosoe, Jan Saudek … La cita con la que se cierra este paseo a mil bandas es del filósofo del siglo XIII Jafudà Bonsenyor : «Hacer un viaje obliga a tres esfuerzos: el primero, pensar; el segundo, los preparativos; el tercero, desplazarse. Pensar es el mayor». Lo mismo le ocurre a hacer una buena fotografía. Catany era consciente de ello. Y también lo son los que ahora cuidan su legado y reconocen el tesoro que tienen entre sus manos (y lo que no está a la vista del público y descansa en sus almacenes). Permaneceremos atentos, a ver qué se les ocurre pensar. Tras un año de mudanzas, se puede decir que el Centro Internacional de Fotografía Toni Catany (1942-2013), en su Llucmajor natal, ya funciona a pleno rendimiento. El proyecto, en el que el fotógrafo mallorquín había puesto todas sus ilusiones, tuvo que ser inaugurado ya sin su presencia, tras la constitución en 2013 de la fundación que lo sustenta, y la apertura de su espacio en Baleares en marzo de 2023. Noticias relacionadas estandar Si HOMENAJE A PIERRE GONNORD La ilusionante historia de Pedro ‘el francés’ Javier Díaz-Guardiola estandar Si CRÍTICA DE: ‘Reforzar los diques’: de catástrofes y palacios con Pablo Genovés en la galería Fernández-Braso Carlos Delgado MayordomoEste último 2024, en el que se han ido trayendo hasta allí desde Barcelona (el segundo destino ‘fijo’ de este artista) los fondos de una colección apabullante (más de 15.000 imágenes, 165.000 negativos, una colección de foto antigua de 3.000 piezas y otra con 500 entradas de fotógrafos modernos y contemporáneos. No cito los libros, destinados a una biblioteca que pasará a ser de consulta en cuanto se acabe su catalogación), ha servido también para calibrar el motor de sus actividades, con hasta nueve exposiciones de fotógrafos ligados al conjunto (la más sonada sería la dedicada a Imre Kertész) y hasta 50 actividades con autores de la talla de Cristina García Rodero o Martin Parr. No es cualquiera cosa este Centro de Fotografía Tony Catany que dirige el historiador Antoni Grau.Un lugar mágicoEmpezando por el edificio, un lugar mágico. El espacio se asienta sobre tres antiguos inmuebles, uno de los cuales fue la mismísima casa natal de Catany. Pero lo que es todavía más maravilloso es que el contiguo perteneciera a Tomás Montserrat, un antiguo capellán de la localidad (el religioso murió cuando Catany contaba con dos años de edad) que será fundamental para el devenir de la disciplina fotográfica en Baleares, uno de sus introductores. Y es que Montserrat aprovechaba los momentos posteriores a las misas que celebraba para retratar a sus conciudadanos en el patio de su casa. Hoy, la intervención arquitectónica llevada a cabo sobre ambos inmuebles y un tercero contiguo adquirido para el centro, con la firma de Josep Lluís Mateo, conserva ese ancestral espacio ahora como escenario en el que la Fundación realiza algunas actividades. Sin duda, el arquitecto entendió a la perfección la filosofía de Catany en torno a la foto: una piel delicada y agradable sobre la que se suceden cosas; y una herramienta que despierta sensaciones, «tan simples como las que pueda provocar el perfume del jazmín», como los que ahora crecen en otro patio, el trasero, auditorio al aire libre y antesala de los aulas para talleres y un futuro laboratorio analógico. Y así ha trasladado todo esto a este entorno. Un mismo escenario. De arriba abajo, detalle del patio de la antigua casa de Tomás monserrat que usaba como improvisado estudio fotográfico; una de las fotos tomadas por el religioso; y ‘Ballarina satírica, París’ (1926), de André Kertész, obra de la colección de Toni Catany FTCCabe añadir que, cuando desglosé los fondos de la colección no incluí las 900 placas de vidrio que pertenecieron a Montserrat, adquiridas en su día por Catany, y que aquí se conservan como ‘prolongación’ de su propio legado. Porque no se entiende a Catany sin Montserrat, del que en 1983 publicó el libro ‘Retratista de un pueblo’, joya bibliográfica hoy casi agotada y, por tanto, furor de coleccionistas.Y por ser este un lugar vivo, lo es todo lo que sucede en él, en continuo movimiento. Se mueven las exposiciones temporales, como las dedicadas ahora a los retratos que durante años el balear realizó de otro paisano, su amigo Miquel Barceló (las aportaciones de Jean Marie del Moral que se incluyen ahora en febrero harán que la cita crezca), o la que en la planta inferior repasa la foto de viajes de Jordi Esteva; otra manera de aproximarse a Catany a través de autores que cultivaron los géneros o las técnicas que le interesaron, que no fueron pocas. Los siglos de los siglosY olvídense de toparse aquí con un mausoleo o colección permanente conformada con los ‘highlights’ de Catany sobre la que se acumulará el polvo por los siglos de los siglos. Esta, que da pie a una muestra plural a más de una voz se sustenta sobre el trabajo del mallorquín, pero también sobre los fondos de otros autores de su colección, obras de arte y objetos, escribiendo así ‘una historia (otra) de la fotografía’ en los que irán rotando entradas para poner en valor determinados capítulos de la biografía del autor que todo esto inspira.En dos plantas del edificio, este relato que va de lo personal a lo colectivo, de lo local a lo universal, se distribuye a su ve en seis apartados, cada uno de los cuales lleva por título uno de los grandes fotolibros que tantos éxitos le granjearon a Catany: en la Primavera Fotográfica de 1988 por ‘Natures mortes’; en los Encuentros Internacionales de Fotografía de Arlés, en 1991, por ‘La meva Mediterrània’; el de los Editores Europeos en 1998 por ‘Fotografies’, que se suman a galardones como el nombramiento como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras del Gobierno de Francia en 1991, el Nacional de Artes Plásticas o el de Cultura de la Generalitat de Cataluña –ambos de 2001– o el Ramon Llul de las Letras del Gobierno Balear en 2003. De hecho, fueron estos recono- cimientos en el cambio de siglo los que llevaron a Catany a plantearse el futuro del legado de un autor sin hijos e hijo único.Plural e íntimo. De arriba abajo, ‘Somniar deus 9’ (1989); ‘Montserrat’, calotipo de 1979; y ‘Cossiol 6’ (1985), todas de Toni Catany ©FTCEl recorrido arranca, pues, por ‘D’anar i tornar’, donde cobran protagonismo los fondos históricos de la colección de Catany, pues se trata de ilustrar cómo la foto echó a a andar. Cada sección –todo hay que decirlo– se acompaña de una cita de un pensador, en este caso, de Roland Barthes y su idea de la infancia como país, lo que tiene sentido si hablamos del ‘nacimiento’ de una disciplina, de daguerrotipos y calotipos, de albúminas, del trabajo de Monserrat pero también de ejemplos similares en otras latitudes como los de Martín Chambi en Perú. O del ‘nacimiento’ de la foto para un autodidacta como Catany, con sus diplomas de sus cursos por correspondencia de AFHA o ‘Nin’, ese retrato de 1967 que le hizo tomar conciencia de ser fotógrafo. Y sus referentes : Paul Strand, Joan Colom, Cartier-Bresson…Catany será conocido sobre todo por sus retratos (‘Fotografies’) y sus naturalezas muertas (‘Altars Profans’). Son las dos secciones siguientes. La primera sirve asimismo para hablar de técnicas (la polaroid transportada, la digital, la foto iluminada…), junto a Man Ray o Larry Fink. Los ‘altares’ lo vinculan a su madre (son muchos los guiños) y sus ‘cossiols’ (macetas), pero también a esas naturalezas muertas que le ayudan a meter la experiencia del viaje en el estudio. Este tema, una planta más arriba (‘La meva Mediterrània’, de la mano de Graciela Iturbide, Plossu, García Rodero …) se antecede de su obsesión por la arqueología (‘Obscura memòria’), que no es si no otra fijación por el retrato (ya les dije que aquí está todo conectado). Y no defrauda el recorrido a aquellos que esperan la sensualidad de Catany asociada al cuerpo: Es ‘Somniar Deus’ y su oda al desnudo, rodeado de Brassai, Rafael Navarro, Eikoh Hosoe, Jan Saudek … La cita con la que se cierra este paseo a mil bandas es del filósofo del siglo XIII Jafudà Bonsenyor : «Hacer un viaje obliga a tres esfuerzos: el primero, pensar; el segundo, los preparativos; el tercero, desplazarse. Pensar es el mayor». Lo mismo le ocurre a hacer una buena fotografía. Catany era consciente de ello. Y también lo son los que ahora cuidan su legado y reconocen el tesoro que tienen entre sus manos (y lo que no está a la vista del público y descansa en sus almacenes). Permaneceremos atentos, a ver qué se les ocurre pensar.
Tras un año de mudanzas, se puede decir que el Centro Internacional de Fotografía Toni Catany (1942-2013), en su Llucmajor natal, ya funciona a pleno rendimiento. El proyecto, en el que el fotógrafo mallorquín había puesto todas sus ilusiones, tuvo que ser inaugurado … ya sin su presencia, tras la constitución en 2013 de la fundación que lo sustenta, y la apertura de su espacio en Baleares en marzo de 2023.
Este último 2024, en el que se han ido trayendo hasta allí desde Barcelona (el segundo destino ‘fijo’ de este artista) los fondos de una colección apabullante (más de 15.000 imágenes, 165.000 negativos, una colección de foto antigua de 3.000 piezas y otra con 500 entradas de fotógrafos modernos y contemporáneos. No cito los libros, destinados a una biblioteca que pasará a ser de consulta en cuanto se acabe su catalogación), ha servido también para calibrar el motor de sus actividades, con hasta nueve exposiciones de fotógrafos ligados al conjunto (la más sonada sería la dedicada a Imre Kertész) y hasta 50 actividades con autores de la talla de Cristina García Rodero o Martin Parr. No es cualquiera cosa este Centro de Fotografía Tony Catany que dirige el historiador Antoni Grau.
Un lugar mágico
Empezando por el edificio, un lugar mágico. El espacio se asienta sobre tres antiguos inmuebles, uno de los cuales fue la mismísima casa natal de Catany. Pero lo que es todavía más maravilloso es que el contiguo perteneciera a Tomás Montserrat, un antiguo capellán de la localidad (el religioso murió cuando Catany contaba con dos años de edad) que será fundamental para el devenir de la disciplina fotográfica en Baleares, uno de sus introductores. Y es que Montserrat aprovechaba los momentos posteriores a las misas que celebraba para retratar a sus conciudadanos en el patio de su casa.
Hoy, la intervención arquitectónica llevada a cabo sobre ambos inmuebles y un tercero contiguo adquirido para el centro, con la firma de Josep Lluís Mateo, conserva ese ancestral espacio ahora como escenario en el que la Fundación realiza algunas actividades. Sin duda, el arquitecto entendió a la perfección la filosofía de Catany en torno a la foto: una piel delicada y agradable sobre la que se suceden cosas; y una herramienta que despierta sensaciones, «tan simples como las que pueda provocar el perfume del jazmín», como los que ahora crecen en otro patio, el trasero, auditorio al aire libre y antesala de los aulas para talleres y un futuro laboratorio analógico. Y así ha trasladado todo esto a este entorno.



De arriba abajo, detalle del patio de la antigua casa de Tomás monserrat que usaba como improvisado estudio fotográfico; una de las fotos tomadas por el religioso; y ‘Ballarina satírica, París’ (1926), de André Kertész, obra de la colección de Toni Catany
FTC
Cabe añadir que, cuando desglosé los fondos de la colección no incluí las 900 placas de vidrio que pertenecieron a Montserrat, adquiridas en su día por Catany, y que aquí se conservan como ‘prolongación’ de su propio legado. Porque no se entiende a Catany sin Montserrat, del que en 1983 publicó el libro ‘Retratista de un pueblo’, joya bibliográfica hoy casi agotada y, por tanto, furor de coleccionistas.
Y por ser este un lugar vivo, lo es todo lo que sucede en él, en continuo movimiento. Se mueven las exposiciones temporales, como las dedicadas ahora a los retratos que durante años el balear realizó de otro paisano, su amigo Miquel Barceló (las aportaciones de Jean Marie del Moral que se incluyen ahora en febrero harán que la cita crezca), o la que en la planta inferior repasa la foto de viajes de Jordi Esteva; otra manera de aproximarse a Catany a través de autores que cultivaron los géneros o las técnicas que le interesaron, que no fueron pocas.
Los siglos de los siglos
Y olvídense de toparse aquí con un mausoleo o colección permanente conformada con los ‘highlights’ de Catany sobre la que se acumulará el polvo por los siglos de los siglos. Esta, que da pie a una muestra plural a más de una voz se sustenta sobre el trabajo del mallorquín, pero también sobre los fondos de otros autores de su colección, obras de arte y objetos, escribiendo así ‘una historia (otra) de la fotografía’ en los que irán rotando entradas para poner en valor determinados capítulos de la biografía del autor que todo esto inspira.
En dos plantas del edificio, este relato que va de lo personal a lo colectivo, de lo local a lo universal, se distribuye a su ve en seis apartados, cada uno de los cuales lleva por título uno de los grandes fotolibros que tantos éxitos le granjearon a Catany: en la Primavera Fotográfica de 1988 por ‘Natures mortes’; en los Encuentros Internacionales de Fotografía de Arlés, en 1991, por ‘La meva Mediterrània’; el de los Editores Europeos en 1998 por ‘Fotografies’, que se suman a galardones como el nombramiento como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras del Gobierno de Francia en 1991, el Nacional de Artes Plásticas o el de Cultura de la Generalitat de Cataluña –ambos de 2001– o el Ramon Llul de las Letras del Gobierno Balear en 2003. De hecho, fueron estos recono- cimientos en el cambio de siglo los que llevaron a Catany a plantearse el futuro del legado de un autor sin hijos e hijo único.



De arriba abajo, ‘Somniar deus 9’ (1989); ‘Montserrat’, calotipo de 1979; y ‘Cossiol 6’ (1985), todas de Toni Catany
©FTC
El recorrido arranca, pues, por ‘D’anar i tornar’, donde cobran protagonismo los fondos históricos de la colección de Catany, pues se trata de ilustrar cómo la foto echó a a andar. Cada sección –todo hay que decirlo– se acompaña de una cita de un pensador, en este caso, de Roland Barthes y su idea de la infancia como país, lo que tiene sentido si hablamos del ‘nacimiento’ de una disciplina, de daguerrotipos y calotipos, de albúminas, del trabajo de Monserrat pero también de ejemplos similares en otras latitudes como los de Martín Chambi en Perú. O del ‘nacimiento’ de la foto para un autodidacta como Catany, con sus diplomas de sus cursos por correspondencia de AFHA o ‘Nin’, ese retrato de 1967 que le hizo tomar conciencia de ser fotógrafo. Y sus referentes: Paul Strand, Joan Colom, Cartier-Bresson…
Catany será conocido sobre todo por sus retratos (‘Fotografies’) y sus naturalezas muertas (‘Altars Profans’). Son las dos secciones siguientes. La primera sirve asimismo para hablar de técnicas (la polaroid transportada, la digital, la foto iluminada…), junto a Man Ray o Larry Fink. Los ‘altares’ lo vinculan a su madre (son muchos los guiños) y sus ‘cossiols’ (macetas), pero también a esas naturalezas muertas que le ayudan a meter la experiencia del viaje en el estudio. Este tema, una planta más arriba (‘La meva Mediterrània’, de la mano de Graciela Iturbide, Plossu, García Rodero…) se antecede de su obsesión por la arqueología (‘Obscura memòria’), que no es si no otra fijación por el retrato (ya les dije que aquí está todo conectado). Y no defrauda el recorrido a aquellos que esperan la sensualidad de Catany asociada al cuerpo: Es ‘Somniar Deus’ y su oda al desnudo, rodeado de Brassai, Rafael Navarro, Eikoh Hosoe, Jan Saudek…
La cita con la que se cierra este paseo a mil bandas es del filósofo del siglo XIII Jafudà Bonsenyor: «Hacer un viaje obliga a tres esfuerzos: el primero, pensar; el segundo, los preparativos; el tercero, desplazarse. Pensar es el mayor». Lo mismo le ocurre a hacer una buena fotografía. Catany era consciente de ello. Y también lo son los que ahora cuidan su legado y reconocen el tesoro que tienen entre sus manos (y lo que no está a la vista del público y descansa en sus almacenes). Permaneceremos atentos, a ver qué se les ocurre pensar.
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