Hay playas nudistas, según la preceptiva municipal, o no tanto, pero voy viendo yo que también la noche se nos ha vuelto nudista, desde Ibiza a Benidorm o Cádiz, que son las plazas punteras en esto del fondo de armario del agosto muriente, que tiene de todo menos fondo de armario. Lo que quiero decir es que el ajuar de verano consta, en ellas, de tanga y gafas . Y en ellos, o sea, en nosotros, de bermudas y móvil , que es ahora la cajetilla de tabaco que ya no llevamos. Generalizo con gran alegría, obviamente, pero esta página quiere ser un escaparate de la mayoría, y la mayoría sucede a bordo de un tanga emocionante y de unas gafas gigantes, que son las dos prendas o artesanías que ahora se estilan. Nosotros vamos en plan cómodos, o sea, de fumadores o exfumadores, con bañador floreado, y el resto pues ya son directamente windsurfistas. En ellas las gafas y el tanga quedan de apoteosis total. Lo nuestro queda como queda, qué le vamos a hacer. Alguna vez hemos escrito que, en verano, la mujer se viste mucho para salir a la calle, a la noche , a la discoteca, al lío, prácticamente en bolas. Hay álbum de famosas al respecto, cada día. Quiero decir que van más o menos igual que van durante el día, con el tanga, las gafas y alguno de esos peplos de blanca inspiración con vistas al más allá de la mujer, que ahora ya queda mucho más acá. Luego, puede rematarse la apuesta con algunas bisuterías étnicas, y poco más, un poco más que suele ser un piercing o acaso un tatuaje , porque las más jóvenes vienen ya desde la adolescencia con un piercing por ombligo, o al contrario. Lo que se ve es una novedad ya casi antigua, en agosto: la mujer ha pillado aprecio a desnudarse, para el jaleo social, una faena mucho más entretenida y difícil que el puro vestirse, porque para eso ya tenemos el Corte Inglés.Bigas Luna arriesgó, cuando la promoción de la película ‘Yo soy la Juani’, con Verónica Echegui de chica del esplendor de polígono , que el tanga era el gran invento del siglo XXI. La braga empieza a ser rara reliquia de todo el atalaje íntimo de la mujer, sobre todo en verano, como el corsé, casi como el corsé. La braga es la arqueología de la corsetería. El tanga es la modernidad. El tanga es el tanga, con lo que el tanga no es un tongo, que intuyera Cabrera Infante. Ahora el tanga es para todos los públicos, como los helados, y ya no es vicio de gogós o musas clamorosas del zigzag de pasarela. Escribió Umbral que la braga es una mariposa de lencería sexual que siempre va a pararse en el mismo sitio. El tanga es lo mismo, naturalmente, sólo que el tanga es la juventud de la mariposa de la braga, que pasa por la vida revoloteando, sin moverse. El tanga, en el frenesí del uso atuendario, se ha convertido en prenda de uso externo, y lo primero que le ve uno a una chica es la goma deliciosa o el encaje barroco del tanga, por encima del vaquero o por debajo de la falda medio transparente. No podemos hablar ya del tanga como ropa interior , porque el tanga está siempre ahí, como asomo, ornato o insinuación, y ya va llegando el momento de no verlo como el trapo último o primero del erotismo o la intimidad, sino como un escueto retal de la naturalidad de vivir en verano, e incluso en invierno. El verano va en tanga, porque el tanga es el verano del cuerpo, de la vida. Hay playas nudistas , como siempre, bajo mapa de la autoridad, pero el nudismo, en rigor, está en la noche abierta del verano, cuando la belleza se echa por encima un chal del propio desnudo. Hay playas nudistas, según la preceptiva municipal, o no tanto, pero voy viendo yo que también la noche se nos ha vuelto nudista, desde Ibiza a Benidorm o Cádiz, que son las plazas punteras en esto del fondo de armario del agosto muriente, que tiene de todo menos fondo de armario. Lo que quiero decir es que el ajuar de verano consta, en ellas, de tanga y gafas . Y en ellos, o sea, en nosotros, de bermudas y móvil , que es ahora la cajetilla de tabaco que ya no llevamos. Generalizo con gran alegría, obviamente, pero esta página quiere ser un escaparate de la mayoría, y la mayoría sucede a bordo de un tanga emocionante y de unas gafas gigantes, que son las dos prendas o artesanías que ahora se estilan. Nosotros vamos en plan cómodos, o sea, de fumadores o exfumadores, con bañador floreado, y el resto pues ya son directamente windsurfistas. En ellas las gafas y el tanga quedan de apoteosis total. Lo nuestro queda como queda, qué le vamos a hacer. Alguna vez hemos escrito que, en verano, la mujer se viste mucho para salir a la calle, a la noche , a la discoteca, al lío, prácticamente en bolas. Hay álbum de famosas al respecto, cada día. Quiero decir que van más o menos igual que van durante el día, con el tanga, las gafas y alguno de esos peplos de blanca inspiración con vistas al más allá de la mujer, que ahora ya queda mucho más acá. Luego, puede rematarse la apuesta con algunas bisuterías étnicas, y poco más, un poco más que suele ser un piercing o acaso un tatuaje , porque las más jóvenes vienen ya desde la adolescencia con un piercing por ombligo, o al contrario. Lo que se ve es una novedad ya casi antigua, en agosto: la mujer ha pillado aprecio a desnudarse, para el jaleo social, una faena mucho más entretenida y difícil que el puro vestirse, porque para eso ya tenemos el Corte Inglés.Bigas Luna arriesgó, cuando la promoción de la película ‘Yo soy la Juani’, con Verónica Echegui de chica del esplendor de polígono , que el tanga era el gran invento del siglo XXI. La braga empieza a ser rara reliquia de todo el atalaje íntimo de la mujer, sobre todo en verano, como el corsé, casi como el corsé. La braga es la arqueología de la corsetería. El tanga es la modernidad. El tanga es el tanga, con lo que el tanga no es un tongo, que intuyera Cabrera Infante. Ahora el tanga es para todos los públicos, como los helados, y ya no es vicio de gogós o musas clamorosas del zigzag de pasarela. Escribió Umbral que la braga es una mariposa de lencería sexual que siempre va a pararse en el mismo sitio. El tanga es lo mismo, naturalmente, sólo que el tanga es la juventud de la mariposa de la braga, que pasa por la vida revoloteando, sin moverse. El tanga, en el frenesí del uso atuendario, se ha convertido en prenda de uso externo, y lo primero que le ve uno a una chica es la goma deliciosa o el encaje barroco del tanga, por encima del vaquero o por debajo de la falda medio transparente. No podemos hablar ya del tanga como ropa interior , porque el tanga está siempre ahí, como asomo, ornato o insinuación, y ya va llegando el momento de no verlo como el trapo último o primero del erotismo o la intimidad, sino como un escueto retal de la naturalidad de vivir en verano, e incluso en invierno. El verano va en tanga, porque el tanga es el verano del cuerpo, de la vida. Hay playas nudistas , como siempre, bajo mapa de la autoridad, pero el nudismo, en rigor, está en la noche abierta del verano, cuando la belleza se echa por encima un chal del propio desnudo.
Hay playas nudistas, según la preceptiva municipal, o no tanto, pero voy viendo yo que también la noche se nos ha vuelto nudista, desde Ibiza a Benidorm o Cádiz, que son las plazas punteras en esto del fondo de armario del agosto muriente, que tiene … de todo menos fondo de armario. Lo que quiero decir es que el ajuar de verano consta, en ellas, de tanga y gafas. Y en ellos, o sea, en nosotros, de bermudas y móvil, que es ahora la cajetilla de tabaco que ya no llevamos. Generalizo con gran alegría, obviamente, pero esta página quiere ser un escaparate de la mayoría, y la mayoría sucede a bordo de un tanga emocionante y de unas gafas gigantes, que son las dos prendas o artesanías que ahora se estilan. Nosotros vamos en plan cómodos, o sea, de fumadores o exfumadores, con bañador floreado, y el resto pues ya son directamente windsurfistas. En ellas las gafas y el tanga quedan de apoteosis total. Lo nuestro queda como queda, qué le vamos a hacer. Alguna vez hemos escrito que, en verano, la mujer se viste mucho para salir a la calle, a la noche, a la discoteca, al lío, prácticamente en bolas. Hay álbum de famosas al respecto, cada día. Quiero decir que van más o menos igual que van durante el día, con el tanga, las gafas y alguno de esos peplos de blanca inspiración con vistas al más allá de la mujer, que ahora ya queda mucho más acá. Luego, puede rematarse la apuesta con algunas bisuterías étnicas, y poco más, un poco más que suele ser un piercing o acaso un tatuaje, porque las más jóvenes vienen ya desde la adolescencia con un piercing por ombligo, o al contrario. Lo que se ve es una novedad ya casi antigua, en agosto: la mujer ha pillado aprecio a desnudarse, para el jaleo social, una faena mucho más entretenida y difícil que el puro vestirse, porque para eso ya tenemos el Corte Inglés.
Bigas Luna arriesgó, cuando la promoción de la película ‘Yo soy la Juani’, con Verónica Echegui de chica del esplendor de polígono, que el tanga era el gran invento del siglo XXI. La braga empieza a ser rara reliquia de todo el atalaje íntimo de la mujer, sobre todo en verano, como el corsé, casi como el corsé. La braga es la arqueología de la corsetería. El tanga es la modernidad. El tanga es el tanga, con lo que el tanga no es un tongo, que intuyera Cabrera Infante. Ahora el tanga es para todos los públicos, como los helados, y ya no es vicio de gogós o musas clamorosas del zigzag de pasarela. Escribió Umbral que la braga es una mariposa de lencería sexual que siempre va a pararse en el mismo sitio. El tanga es lo mismo, naturalmente, sólo que el tanga es la juventud de la mariposa de la braga, que pasa por la vida revoloteando, sin moverse. El tanga, en el frenesí del uso atuendario, se ha convertido en prenda de uso externo, y lo primero que le ve uno a una chica es la goma deliciosa o el encaje barroco del tanga, por encima del vaquero o por debajo de la falda medio transparente. No podemos hablar ya del tanga como ropa interior, porque el tanga está siempre ahí, como asomo, ornato o insinuación, y ya va llegando el momento de no verlo como el trapo último o primero del erotismo o la intimidad, sino como un escueto retal de la naturalidad de vivir en verano, e incluso en invierno. El verano va en tanga, porque el tanga es el verano del cuerpo, de la vida. Hay playas nudistas, como siempre, bajo mapa de la autoridad, pero el nudismo, en rigor, está en la noche abierta del verano, cuando la belleza se echa por encima un chal del propio desnudo.
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