La privacidad es un reducto del ser humano que no tiene que rendir cuentas. Es una libertad psicológica. Está orientada al futuro. El pasado está unido a la memoria viva y a los registros históricos. Y es aquí, entre la memoria y la historia, donde se instala el derecho al olvido. El ‘oblitus’: la pérdida de un recuerdo; el estado de ser olvidado; el pseudo olvido voluntario de, por ejemplo, las leyes de amnistía. El valor del olvido es muy importante en la era de la información. Y lo es para el bienestar individual. Son muchos los debates a favor y en contra de este derecho. A favor de su totalidad o su parcialidad según al tema que se refiera y su gravedad. Internet, a través de la datificación, es uno de los grandes enemigos de la privacidad y uno de los principales promotores de los prejuicios sobre los individuos . La posibilidad de ser oscuro para los demás y para uno mismo desempeña un papel vital en la vida humana: pasada, presente y futura.ENSAYO ‘El derecho al olvido’ Autor Lowry Pressly Editorial Rialp Año 2025 Páginas 379 Precio 24,95 euros 4 Interés por el olvido frente a las tecnologías invasoras de la privacidad . La primera fue la fotografía. Ya lo había profetizado San Mateo: «Hasta los cabellos de nuestras cabezas están contados» (10, 30). No solo nos controlan las grandes empresas sino también los unos a los otros. Rastrear «la vida de los otros» es acoso. No olvidar surgió tras el Holocausto. Y esto provocó conmemoraciones menos dignas como las del etnonacionalismo. En nuestro país el todavía desprecio de ETA y Bildu a sus víctimas. ¿Olvidar? Lowry Pressly, profesor en Stanford, en este complejo pero clarificador ensayo, utiliza como uno de los ejemplos fundamentales de su reflexión, el relato de Borges, ‘ Funes el memorioso’ Irineo Funes ve destrozada su vida al perder la capacidad de olvidar. Sin olvido se revive el pasado constantemente e impide vivir libremente el presente. Sin olvido, el futuro está hipotecado. ¿Cómo entender los límites de la memoria? ¿Son biológicos, sociales, o ambos incluso a la vez? ¿Existen fronteras? Olvidar es necesario para el pensamiento abstracto, el uso de conceptos, la formación de la personalidad y la capacidad de actuar en el mundo . «A través de la memoria perfecta se puede perder una capacidad humana fundamental: vivir y actuar firmemente en el presente» según Mayer-Schönberger en su libro ‘Memoria digital en Internet’.La capacidad ilimitada de almacenamiento de Internet es una amenaza para la privacidad La privacidad no solo protege el olvido, sino que produce y confirma su realidad mediante la visibilidad de sus barreras al conocimiento. Un exceso de memoria plantea peligros sociales y políticos. La memoria colectiva no trata realmente de la política sino más bien de las dimensiones morales y políticas de la historiografía , la conmemoración y las prácticas afines de formación y mantenimiento de la identidad colectiva. Nietzsche defendió el olvido voluntario, tanto individual como colectivo. Y afirmó que la historia no podía ser moral o neutral, dado que los individuos son formados por la sociedad en la que nacen. «Lo ahistórico y lo histórico son necesarios para la salud individual y colectiva. Sin olvido individual no se puede ser feliz», añadió.David Rieff en su libro ‘Elogio del olvido’ (comentado en estas mismas páginas), escribe que los grandes horrores debemos tenerlos presentes, aunque en algunos casos «la memoria colectiva aviva la limpieza étnica y el nacionalismo racista». El Tribunal de Justicia de la UE, ha reconocido el derecho al olvido. A borrar de Internet lo no querido , siempre que no sea un delito todavía no satisfecho. La capacidad ilimitada de almacenamiento de Internet es una amenaza para la privacidad. Es un error equiparar el derecho a la privacidad con el derecho al olvido, o pensar que uno deriva del otro. La relación existe, los dos derechos protegen lo mismo aunque de formas diferentes. Los registros de delincuentes sexuales no parecen disminuir la delincuencia si ellos piensan que sus nombres van a seguir siendo públicos una vez cumplida la condena. La defensa de la privacidad frente a la información pone de relieve lo erróneo de entender que la privacidad, el derecho al olvido y otros valores que se oponen a la conversión de la vida humana en información, se basan en la importancia de controlar la propia información, o de mantener la integridad de diferentes personas en diversos contextos sociales, o la proyección de una determinada imagen de uno mismo. El intrusismo se ha convertido en materia prima del capitalismo. De esto yo ya hablé en mi libro, ‘ ¿Qué hacemos con los humanos?’Un refugio «Soy la memoria viva, de ahí mi insomnio», escribe Kafka en sus ‘Diarios’ Y Cioran lo secunda, «Cualquier cosa es preferible a la vigilia permanente, a esa criminal ausencia de olvido» (‘En las cimas de la desesperación’). El dormir es desprenderse de uno mismo. En el insomnio la presencia de uno mismo es insoportable. Se puede vivir sin memoria, como los animales, pero sin olvido no se puede vivir, insiste Nietzsche. Para Borges lo mejor era inclinarse por una mezcla de memoria y olvido. Para él la imaginación era eso. Para Hannah Arendt en ‘La condición humana’ la privacidad protege, nutre y hace al individuo apto para aparecer en público, proporciona al yo un centro, un refugio, un lugar en donde desplegar capacidades, sueños y recuerdos, también sanar las heridas del yo. Para Arendt lo público y privado eran esenciales. La huida del yo del mundo provocaba la alienación. La filósofa habla de las operaciones de la mente: pensamiento, lenguaje, los conceptos y la información, por una parte; y por la otra la vida del alma: sentimientos, pasiones y emociones. El dolor es lo más privado por su incomunicación . Igualmente el amor. El olvido protege la intimidad. La profundidad del olvido es la insinuación de un más allá que no se revela. Para Arendt el olvido es una construcción humana. El valor del olvido, que es propio de la privacidad, reside en que protege y produce aspectos de la persona que son impenetrables para el conocimiento, pues siempre hay más de lo que parece en la vida, y esto le otorga a lo público una mayor capacidad. Hay zonas de nosotros mismos a las que nadie puede acceder. ¿Olvidar, medio recordar, no olvidar? Quizás lo más prudente sea no mortificarnos más allá de los pecados capitales confesados en público. La privacidad es un reducto del ser humano que no tiene que rendir cuentas. Es una libertad psicológica. Está orientada al futuro. El pasado está unido a la memoria viva y a los registros históricos. Y es aquí, entre la memoria y la historia, donde se instala el derecho al olvido. El ‘oblitus’: la pérdida de un recuerdo; el estado de ser olvidado; el pseudo olvido voluntario de, por ejemplo, las leyes de amnistía. El valor del olvido es muy importante en la era de la información. Y lo es para el bienestar individual. Son muchos los debates a favor y en contra de este derecho. A favor de su totalidad o su parcialidad según al tema que se refiera y su gravedad. Internet, a través de la datificación, es uno de los grandes enemigos de la privacidad y uno de los principales promotores de los prejuicios sobre los individuos . La posibilidad de ser oscuro para los demás y para uno mismo desempeña un papel vital en la vida humana: pasada, presente y futura.ENSAYO ‘El derecho al olvido’ Autor Lowry Pressly Editorial Rialp Año 2025 Páginas 379 Precio 24,95 euros 4 Interés por el olvido frente a las tecnologías invasoras de la privacidad . La primera fue la fotografía. Ya lo había profetizado San Mateo: «Hasta los cabellos de nuestras cabezas están contados» (10, 30). No solo nos controlan las grandes empresas sino también los unos a los otros. Rastrear «la vida de los otros» es acoso. No olvidar surgió tras el Holocausto. Y esto provocó conmemoraciones menos dignas como las del etnonacionalismo. En nuestro país el todavía desprecio de ETA y Bildu a sus víctimas. ¿Olvidar? Lowry Pressly, profesor en Stanford, en este complejo pero clarificador ensayo, utiliza como uno de los ejemplos fundamentales de su reflexión, el relato de Borges, ‘ Funes el memorioso’ Irineo Funes ve destrozada su vida al perder la capacidad de olvidar. Sin olvido se revive el pasado constantemente e impide vivir libremente el presente. Sin olvido, el futuro está hipotecado. ¿Cómo entender los límites de la memoria? ¿Son biológicos, sociales, o ambos incluso a la vez? ¿Existen fronteras? Olvidar es necesario para el pensamiento abstracto, el uso de conceptos, la formación de la personalidad y la capacidad de actuar en el mundo . «A través de la memoria perfecta se puede perder una capacidad humana fundamental: vivir y actuar firmemente en el presente» según Mayer-Schönberger en su libro ‘Memoria digital en Internet’.La capacidad ilimitada de almacenamiento de Internet es una amenaza para la privacidad La privacidad no solo protege el olvido, sino que produce y confirma su realidad mediante la visibilidad de sus barreras al conocimiento. Un exceso de memoria plantea peligros sociales y políticos. La memoria colectiva no trata realmente de la política sino más bien de las dimensiones morales y políticas de la historiografía , la conmemoración y las prácticas afines de formación y mantenimiento de la identidad colectiva. Nietzsche defendió el olvido voluntario, tanto individual como colectivo. Y afirmó que la historia no podía ser moral o neutral, dado que los individuos son formados por la sociedad en la que nacen. «Lo ahistórico y lo histórico son necesarios para la salud individual y colectiva. Sin olvido individual no se puede ser feliz», añadió.David Rieff en su libro ‘Elogio del olvido’ (comentado en estas mismas páginas), escribe que los grandes horrores debemos tenerlos presentes, aunque en algunos casos «la memoria colectiva aviva la limpieza étnica y el nacionalismo racista». El Tribunal de Justicia de la UE, ha reconocido el derecho al olvido. A borrar de Internet lo no querido , siempre que no sea un delito todavía no satisfecho. La capacidad ilimitada de almacenamiento de Internet es una amenaza para la privacidad. Es un error equiparar el derecho a la privacidad con el derecho al olvido, o pensar que uno deriva del otro. La relación existe, los dos derechos protegen lo mismo aunque de formas diferentes. Los registros de delincuentes sexuales no parecen disminuir la delincuencia si ellos piensan que sus nombres van a seguir siendo públicos una vez cumplida la condena. La defensa de la privacidad frente a la información pone de relieve lo erróneo de entender que la privacidad, el derecho al olvido y otros valores que se oponen a la conversión de la vida humana en información, se basan en la importancia de controlar la propia información, o de mantener la integridad de diferentes personas en diversos contextos sociales, o la proyección de una determinada imagen de uno mismo. El intrusismo se ha convertido en materia prima del capitalismo. De esto yo ya hablé en mi libro, ‘ ¿Qué hacemos con los humanos?’Un refugio «Soy la memoria viva, de ahí mi insomnio», escribe Kafka en sus ‘Diarios’ Y Cioran lo secunda, «Cualquier cosa es preferible a la vigilia permanente, a esa criminal ausencia de olvido» (‘En las cimas de la desesperación’). El dormir es desprenderse de uno mismo. En el insomnio la presencia de uno mismo es insoportable. Se puede vivir sin memoria, como los animales, pero sin olvido no se puede vivir, insiste Nietzsche. Para Borges lo mejor era inclinarse por una mezcla de memoria y olvido. Para él la imaginación era eso. Para Hannah Arendt en ‘La condición humana’ la privacidad protege, nutre y hace al individuo apto para aparecer en público, proporciona al yo un centro, un refugio, un lugar en donde desplegar capacidades, sueños y recuerdos, también sanar las heridas del yo. Para Arendt lo público y privado eran esenciales. La huida del yo del mundo provocaba la alienación. La filósofa habla de las operaciones de la mente: pensamiento, lenguaje, los conceptos y la información, por una parte; y por la otra la vida del alma: sentimientos, pasiones y emociones. El dolor es lo más privado por su incomunicación . Igualmente el amor. El olvido protege la intimidad. La profundidad del olvido es la insinuación de un más allá que no se revela. Para Arendt el olvido es una construcción humana. El valor del olvido, que es propio de la privacidad, reside en que protege y produce aspectos de la persona que son impenetrables para el conocimiento, pues siempre hay más de lo que parece en la vida, y esto le otorga a lo público una mayor capacidad. Hay zonas de nosotros mismos a las que nadie puede acceder. ¿Olvidar, medio recordar, no olvidar? Quizás lo más prudente sea no mortificarnos más allá de los pecados capitales confesados en público.
La privacidad es un reducto del ser humano que no tiene que rendir cuentas. Es una libertad psicológica. Está orientada al futuro. El pasado está unido a la memoria viva y a los registros históricos. Y es aquí, entre la memoria y la historia, … donde se instala el derecho al olvido. El ‘oblitus’: la pérdida de un recuerdo; el estado de ser olvidado; el pseudo olvido voluntario de, por ejemplo, las leyes de amnistía.
El valor del olvido es muy importante en la era de la información. Y lo es para el bienestar individual. Son muchos los debates a favor y en contra de este derecho. A favor de su totalidad o su parcialidad según al tema que se refiera y su gravedad. Internet, a través de la datificación, es uno de los grandes enemigos de la privacidad y uno de los principales promotores de los prejuicios sobre los individuos. La posibilidad de ser oscuro para los demás y para uno mismo desempeña un papel vital en la vida humana: pasada, presente y futura.

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Autor
Lowry Pressly -
Editorial
Rialp -
Año
2025 -
Páginas
379 -
Precio
24,95 euros
Interés por el olvido frente a las tecnologías invasoras de la privacidad. La primera fue la fotografía. Ya lo había profetizado San Mateo: «Hasta los cabellos de nuestras cabezas están contados» (10, 30). No solo nos controlan las grandes empresas sino también los unos a los otros. Rastrear «la vida de los otros» es acoso. No olvidar surgió tras el Holocausto. Y esto provocó conmemoraciones menos dignas como las del etnonacionalismo.
En nuestro país el todavía desprecio de ETA y Bildu a sus víctimas. ¿Olvidar? Lowry Pressly, profesor en Stanford, en este complejo pero clarificador ensayo, utiliza como uno de los ejemplos fundamentales de su reflexión, el relato de Borges, ‘Funes el memorioso’ Irineo Funes ve destrozada su vida al perder la capacidad de olvidar. Sin olvido se revive el pasado constantemente e impide vivir libremente el presente. Sin olvido, el futuro está hipotecado.
¿Cómo entender los límites de la memoria? ¿Son biológicos, sociales, o ambos incluso a la vez? ¿Existen fronteras? Olvidar es necesario para el pensamiento abstracto, el uso de conceptos, la formación de la personalidad y la capacidad de actuar en el mundo. «A través de la memoria perfecta se puede perder una capacidad humana fundamental: vivir y actuar firmemente en el presente» según Mayer-Schönberger en su libro ‘Memoria digital en Internet’.
La capacidad ilimitada de almacenamiento de Internet es una amenaza para la privacidad
La privacidad no solo protege el olvido, sino que produce y confirma su realidad mediante la visibilidad de sus barreras al conocimiento. Un exceso de memoria plantea peligros sociales y políticos. La memoria colectiva no trata realmente de la política sino más bien de las dimensiones morales y políticas de la historiografía, la conmemoración y las prácticas afines de formación y mantenimiento de la identidad colectiva.
Nietzsche defendió el olvido voluntario, tanto individual como colectivo. Y afirmó que la historia no podía ser moral o neutral, dado que los individuos son formados por la sociedad en la que nacen. «Lo ahistórico y lo histórico son necesarios para la salud individual y colectiva. Sin olvido individual no se puede ser feliz», añadió.
David Rieff en su libro ‘Elogio del olvido’ (comentado en estas mismas páginas), escribe que los grandes horrores debemos tenerlos presentes, aunque en algunos casos «la memoria colectiva aviva la limpieza étnica y el nacionalismo racista». El Tribunal de Justicia de la UE, ha reconocido el derecho al olvido. A borrar de Internet lo no querido, siempre que no sea un delito todavía no satisfecho. La capacidad ilimitada de almacenamiento de Internet es una amenaza para la privacidad. Es un error equiparar el derecho a la privacidad con el derecho al olvido, o pensar que uno deriva del otro. La relación existe, los dos derechos protegen lo mismo aunque de formas diferentes.
Los registros de delincuentes sexuales no parecen disminuir la delincuencia si ellos piensan que sus nombres van a seguir siendo públicos una vez cumplida la condena. La defensa de la privacidad frente a la información pone de relieve lo erróneo de entender que la privacidad, el derecho al olvido y otros valores que se oponen a la conversión de la vida humana en información, se basan en la importancia de controlar la propia información, o de mantener la integridad de diferentes personas en diversos contextos sociales, o la proyección de una determinada imagen de uno mismo. El intrusismo se ha convertido en materia prima del capitalismo. De esto yo ya hablé en mi libro, ‘¿Qué hacemos con los humanos?’
Un refugio
«Soy la memoria viva, de ahí mi insomnio», escribe Kafka en sus ‘Diarios’ Y Cioran lo secunda, «Cualquier cosa es preferible a la vigilia permanente, a esa criminal ausencia de olvido» (‘En las cimas de la desesperación’). El dormir es desprenderse de uno mismo. En el insomnio la presencia de uno mismo es insoportable. Se puede vivir sin memoria, como los animales, pero sin olvido no se puede vivir, insiste Nietzsche. Para Borges lo mejor era inclinarse por una mezcla de memoria y olvido. Para él la imaginación era eso.
Para Hannah Arendt en ‘La condición humana’ la privacidad protege, nutre y hace al individuo apto para aparecer en público, proporciona al yo un centro, un refugio, un lugar en donde desplegar capacidades, sueños y recuerdos, también sanar las heridas del yo. Para Arendt lo público y privado eran esenciales. La huida del yo del mundo provocaba la alienación. La filósofa habla de las operaciones de la mente: pensamiento, lenguaje, los conceptos y la información, por una parte; y por la otra la vida del alma: sentimientos, pasiones y emociones.
El dolor es lo más privado por su incomunicación. Igualmente el amor. El olvido protege la intimidad. La profundidad del olvido es la insinuación de un más allá que no se revela. Para Arendt el olvido es una construcción humana. El valor del olvido, que es propio de la privacidad, reside en que protege y produce aspectos de la persona que son impenetrables para el conocimiento, pues siempre hay más de lo que parece en la vida, y esto le otorga a lo público una mayor capacidad. Hay zonas de nosotros mismos a las que nadie puede acceder. ¿Olvidar, medio recordar, no olvidar? Quizás lo más prudente sea no mortificarnos más allá de los pecados capitales confesados en público.
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