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  Arte  El día que Miguel Delibes se negó a dirigir ‘El País’
Arte

El día que Miguel Delibes se negó a dirigir ‘El País’

20 de abril de 2025
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El 24 de abril de 1975, José Ortega Spottorno -hijo de José Ortega y Gasset- escribía una carta a Miguel Delibes desde las oficinas de Prisa en Núñez de Balboa, 45. En esa carta le transmitía su desilusión porque el vallisoletano hubiera decidido rechazar su oferta para convertirse en el primer director ‘El País’, diario que presidía y que, apenas un año después, publicaría su primer número. El día antes de escribir esa carta, Ortega se había desplazado a Valladolid para tratar de convencer personalmente al escritor, a pesar de los recelos de este, que hizo lo posible para que ese viaje no llegara a producirse. Aunque Ortega llevaba más tiempo intentando convencerle. Así se lo confiesa Delibes a su editor, Josep Vergés, el febrero del mismo año. Vergés le anima y desanima a partes iguales. «Sería aconsejable que aceptaras pensando sólo en que ello te daría la posibilidad de cambiar de vida. Pero hay inconvenientes: primero, tener que ir a Madrid, y segundo, lo poco clara que está la situación para intentar un mínimo de política liberal, que es lo que supongo que pretende hacer Ortega». Con el «cambio de vida» de Delibes, Vergés hace referencia al fallecimiento de su esposa, Ángeles de Castro, apenas cinco meses antes, evento que sumió al escritor en una profunda depresión. «Pensé que el traslado a Madrid podría alejarme de los escenarios que me abrumaban -confiesa Delibes a Ramón García-, pero la apatía pudo más y decliné la oferta. Cosa de la que hoy me congratulo no sabes cuánto». Delibes siempre fue un hombre de fidelidades: a una ciudad, a una mujer, a un periódico. «Después de perder a mi mujer no puedo renunciar a las dos pasiones que me quedan: El Real Valladolid y ‘El Norte de Castilla’».En cualquier caso, Ortega Spottorno va a Valladolid, habla con él y, entre otras cosas, le llega a ofrecer un monte en Madrid para que pudiera seguir cazando. Pero fue inútil. Como Delibes le dijo a Juan Cruz en una entrevista a finales de los años 90, «para mí Madrid es la ciudad del miedo. Si Valladolid me parece un enorme aparcamiento, Madrid me parece cinco veces ese aparcamiento; es una ciudad que no se puede resistir». Ortega llevaba, por lo tanto, algunos meses intentando convencer a Delibes para que aceptara, y la visita personal debe ser entendida como un último intento ‘a la desesperada’. Y, aun así, todavía hubo más. Delibes recibe cartas de Laín Entralgo, de Julián Marías y de la propia hermana de José, Soledad Ortega Spottorno, animándolo a aceptar.Pidió opinión a Umbral Uno no puede evitar verlos como los ‘geos’, los cuerpos de élite del momento acudiendo a la llamada de Ortega Spottorno para tratar de convencer a Delibes por todos los medios. Todos ellos coinciden en que es, sin duda, la persona adecuada para llevar a cabo dicha empresa y que para ellos sería importante que accediera a ser el director como argumento a favor de colaborar en ese periódico. Entendían que, con Delibes, la integridad e imparcialidad estaban fuera de toda duda. Especialmente brillante resulta la carta de Soledad, de nueve folios. «El periódico necesita de una persona de un peso humano y moral que solo en ti encuentro». «Para estar al frente de un periódico con el propósito que anima y justifica a este – propósito que, si se cumple, puede ser algo decisivo en nuestro país- no hay nadie más que tú». «La persona es condición ‘sine qua non’. Y tú eres esa persona. A ti te respetan tirios y troyanos. Y no por casualidad sino porque te has ganado ese respeto y no te dejarías arrastrar a ningún juego. Es importante poder hacer algo decente en este desdichado país nuestro. Cosa curiosa, pienso primero en el pasado, como si tuviéramos un deber que cumplir ahora para con los hombres que tanto lucharon en pro de una España mejor y que para mí se simbolizan en el recuerdo de la vida de mi padre. Pero sobre todo por nuestros chicos. Nosotros contamos ya poco, porque nuestras vidas ya no importan demasiado. Cada uno llevamos nuestras amputaciones a cuestas».Noticia Relacionada estandar No La Junta ya custodia el Archivo Delibes tras el traslado al Palacio del Licenciado Butrón de los 15.000 documentos que lo conforman ABC El Gobierno regional tiene que presentar ahora a la Fundación del escritor el proyecto de musealización, con la expectativa de que la Casa Museo Delibes pueda abrir sus puertas antes de que concluya 2025De cualquier modo, Delibes pidió opinión, de modo activo, a Umbral, a César Alonso de los Ríos y a Leguineche, todos ellos de su confianza y antiguos miembros de la redacción de ‘El Norte de Castilla’ bajo su dirección. «Me siento viejo y desalentado. El dinero, la vanidad, el poder y la proyección social no son estímulos para mí. ¿Cómo lo veis vosotros?». Umbral, que acaba de perder a su hijo Pincho, está en un momento de depresión similar a Delibes, por lo que no le ayuda demasiado: «Lo de ‘El País’ podría ser una hermosa aventura liberal en la que nos dejásemos unas energías y unas ilusiones. (Perdona que me incluya en el asunto, pues sé que tú me incluirías). Habría que ir a ello contando con el fracaso, ya que el país tardará mucho en estar maduro y libre para estas aventuras. Pero también es hermoso fracasar así. Y en cuanto a la vida madrileña, te vas a encontrar con toda la inmundicia de la vida social y profesional, aparte del conflicto político. Ser glorioso es nauseabundo, y tú y yo lo somos un poco. Cuantas veces envidio ahora tus posibilidades de soledad, de libertad, tu tiempo para crear, tu sosiego para vivir. Me da pena aconsejarte que pierdas todo eso para venir a hundirte en estas arenas movedizas. Así pues, estoy tan perplejo como tú y me limito a exponerte las dos caras de la cuestión». Algo similar le deben responder el resto, de modo que la decisión, pese a todas las presiones, está tomada.Cebrián y Fraga Como vemos, Umbral incide en lo mismo que anteriormente apuntaba Vergés: la dificultad de hacer algo mínimamente liberal en España. Existe en el ánimo de esta generación un descreimiento generalizado y un fatalismo comprensible tras cuarenta años de dictadura. Aunque en 1975 las cosas ya habían evolucionado -al final de ese año moriría Franco-, esta generación había sufrido la censura de un modo especialmente virulento y las heridas estaban todavía abiertas. Sobre todo, con Fraga, que se había cebado personalmente con Delibes durante la etapa en la que él fue ministro de Información y Turismo y Delibes director de ‘El Norte de Castilla’. Fraga, en ese momento, se encontraba en Londres como embajador, ‘desterrado’ por Franco por haberse aprovechado del caso Matesa, escándalo de corrupción que salpicó a miembros del gobierno, para sus ambiciones sucesorias. Desde Londres, Fraga sigue maniobrando, no solo para influir en la línea editorial de ‘El País’ sino también en el nombramiento de su director. En sus memorias, fechado el 25 de mayo de 1974, encontramos lo siguiente: «Almuerzan en la embajada Ortega Spottorno y Jesús Fueyo; el primero ha venido a pedirme que insista en las gestiones para lograr el registro del periódico, y que acepte que el director no sea Carlos Mendo, sino otro de una terna que trae; en ella figura el nombre de Cebrián, que nos parece a los dos el más adecuado». Lunes 13 de enero de 1975: «José Ortega en la Embajada. Amplia discusión sobre ‘El País’; me pide, de modo insistente, que yo mismo recabe de Carlos Mendo la renuncia a su dirección, a lo que me ofrezco; todo preparando las maniobras que luego desviaron al periódico de la línea prevista». Lunes 27 de enero: «Pasó por Londres Cebrián, el que iba a ser director de ‘El País’. Almorzamos juntos y luego tuvimos una larga conversación sobre lo que debía ser el periódico. Dos cosas quedaron claras, que no se cumplieron, ‘tant s’en faut’. La primera, que él se embarcaba «conmigo y por mí» en aquella empresa; la segunda, que el periódico sería liberal y avanzado, pero que en él «no entraría un solo marxista». Hablamos en detalle de todo». Cebrián y Fraga vuelven a cenar el lunes 7 de abril y el 22 de octubre.Noticia Relacionada estandar Si Así será la ‘Casa Delibes’: albergará sus libros, objetos ligados a sus aficiones y las tres estancias más relevantes de su vivienda Henar Díaz Abrirá sus puertas el 17 de octubre, quince años después de la muerte del autor vallisoletano y coincidiendo con el 105 aniversario de su nacimientoConviene tomar con precaución las palabras de Fraga, escritas cuando todo ya había sucedido y movidas, quizá, por el ánimo político de relatar los hechos de la manera que resultaran más apropiados para encajar con el relato que finalmente se produjo. Lo que queda claro es que Fraga maniobra contra Carlos Mendo, antiguo redactor jefe de ABC, para apartarle de la carrera hacia la dirección de ‘El País’. Y que, una vez, descartada la opción Delibes, que siempre fue la primera, el consejo de administración de ‘El País’ se mueve en tres direcciones. Delibes propone a Manu Leguineche . La línea de Ortega apuesta por Vicente Gállego -con Cebrián como subdirector- mientras que el grupo controlado por Fraga, al igual que Darío Valcarcel -hombre de Areilza y presidente del consejo privado de Don Juan- apostaban por Cebrián. Al renunciar Gállego el consejo opta por Cebrián. Y el resto ya lo conocen.Fue quizá la última maniobra de Fraga contra Delibes. De poco le sirvió. Si Delibes no fue director de El País fue porque no quiso. Su renuncia fue, quizá, el final de sus páginas como periodista, ya que desde entonces Delibes encaminaría todos sus esfuerzos a la novela. No le fue mal. Pocos escritores más queridos en España. Y hoy, que hace exactamente cincuenta años de aquello, no podemos evitar pensar en qué habría sido de nuestro país si Delibes, su integridad y su rebeldía hubieran sido los que marcaran la línea editorial de ‘El País’ cuando más hizo falta. El 24 de abril de 1975, José Ortega Spottorno -hijo de José Ortega y Gasset- escribía una carta a Miguel Delibes desde las oficinas de Prisa en Núñez de Balboa, 45. En esa carta le transmitía su desilusión porque el vallisoletano hubiera decidido rechazar su oferta para convertirse en el primer director ‘El País’, diario que presidía y que, apenas un año después, publicaría su primer número. El día antes de escribir esa carta, Ortega se había desplazado a Valladolid para tratar de convencer personalmente al escritor, a pesar de los recelos de este, que hizo lo posible para que ese viaje no llegara a producirse. Aunque Ortega llevaba más tiempo intentando convencerle. Así se lo confiesa Delibes a su editor, Josep Vergés, el febrero del mismo año. Vergés le anima y desanima a partes iguales. «Sería aconsejable que aceptaras pensando sólo en que ello te daría la posibilidad de cambiar de vida. Pero hay inconvenientes: primero, tener que ir a Madrid, y segundo, lo poco clara que está la situación para intentar un mínimo de política liberal, que es lo que supongo que pretende hacer Ortega». Con el «cambio de vida» de Delibes, Vergés hace referencia al fallecimiento de su esposa, Ángeles de Castro, apenas cinco meses antes, evento que sumió al escritor en una profunda depresión. «Pensé que el traslado a Madrid podría alejarme de los escenarios que me abrumaban -confiesa Delibes a Ramón García-, pero la apatía pudo más y decliné la oferta. Cosa de la que hoy me congratulo no sabes cuánto». Delibes siempre fue un hombre de fidelidades: a una ciudad, a una mujer, a un periódico. «Después de perder a mi mujer no puedo renunciar a las dos pasiones que me quedan: El Real Valladolid y ‘El Norte de Castilla’».En cualquier caso, Ortega Spottorno va a Valladolid, habla con él y, entre otras cosas, le llega a ofrecer un monte en Madrid para que pudiera seguir cazando. Pero fue inútil. Como Delibes le dijo a Juan Cruz en una entrevista a finales de los años 90, «para mí Madrid es la ciudad del miedo. Si Valladolid me parece un enorme aparcamiento, Madrid me parece cinco veces ese aparcamiento; es una ciudad que no se puede resistir». Ortega llevaba, por lo tanto, algunos meses intentando convencer a Delibes para que aceptara, y la visita personal debe ser entendida como un último intento ‘a la desesperada’. Y, aun así, todavía hubo más. Delibes recibe cartas de Laín Entralgo, de Julián Marías y de la propia hermana de José, Soledad Ortega Spottorno, animándolo a aceptar.Pidió opinión a Umbral Uno no puede evitar verlos como los ‘geos’, los cuerpos de élite del momento acudiendo a la llamada de Ortega Spottorno para tratar de convencer a Delibes por todos los medios. Todos ellos coinciden en que es, sin duda, la persona adecuada para llevar a cabo dicha empresa y que para ellos sería importante que accediera a ser el director como argumento a favor de colaborar en ese periódico. Entendían que, con Delibes, la integridad e imparcialidad estaban fuera de toda duda. Especialmente brillante resulta la carta de Soledad, de nueve folios. «El periódico necesita de una persona de un peso humano y moral que solo en ti encuentro». «Para estar al frente de un periódico con el propósito que anima y justifica a este – propósito que, si se cumple, puede ser algo decisivo en nuestro país- no hay nadie más que tú». «La persona es condición ‘sine qua non’. Y tú eres esa persona. A ti te respetan tirios y troyanos. Y no por casualidad sino porque te has ganado ese respeto y no te dejarías arrastrar a ningún juego. Es importante poder hacer algo decente en este desdichado país nuestro. Cosa curiosa, pienso primero en el pasado, como si tuviéramos un deber que cumplir ahora para con los hombres que tanto lucharon en pro de una España mejor y que para mí se simbolizan en el recuerdo de la vida de mi padre. Pero sobre todo por nuestros chicos. Nosotros contamos ya poco, porque nuestras vidas ya no importan demasiado. Cada uno llevamos nuestras amputaciones a cuestas».Noticia Relacionada estandar No La Junta ya custodia el Archivo Delibes tras el traslado al Palacio del Licenciado Butrón de los 15.000 documentos que lo conforman ABC El Gobierno regional tiene que presentar ahora a la Fundación del escritor el proyecto de musealización, con la expectativa de que la Casa Museo Delibes pueda abrir sus puertas antes de que concluya 2025De cualquier modo, Delibes pidió opinión, de modo activo, a Umbral, a César Alonso de los Ríos y a Leguineche, todos ellos de su confianza y antiguos miembros de la redacción de ‘El Norte de Castilla’ bajo su dirección. «Me siento viejo y desalentado. El dinero, la vanidad, el poder y la proyección social no son estímulos para mí. ¿Cómo lo veis vosotros?». Umbral, que acaba de perder a su hijo Pincho, está en un momento de depresión similar a Delibes, por lo que no le ayuda demasiado: «Lo de ‘El País’ podría ser una hermosa aventura liberal en la que nos dejásemos unas energías y unas ilusiones. (Perdona que me incluya en el asunto, pues sé que tú me incluirías). Habría que ir a ello contando con el fracaso, ya que el país tardará mucho en estar maduro y libre para estas aventuras. Pero también es hermoso fracasar así. Y en cuanto a la vida madrileña, te vas a encontrar con toda la inmundicia de la vida social y profesional, aparte del conflicto político. Ser glorioso es nauseabundo, y tú y yo lo somos un poco. Cuantas veces envidio ahora tus posibilidades de soledad, de libertad, tu tiempo para crear, tu sosiego para vivir. Me da pena aconsejarte que pierdas todo eso para venir a hundirte en estas arenas movedizas. Así pues, estoy tan perplejo como tú y me limito a exponerte las dos caras de la cuestión». Algo similar le deben responder el resto, de modo que la decisión, pese a todas las presiones, está tomada.Cebrián y Fraga Como vemos, Umbral incide en lo mismo que anteriormente apuntaba Vergés: la dificultad de hacer algo mínimamente liberal en España. Existe en el ánimo de esta generación un descreimiento generalizado y un fatalismo comprensible tras cuarenta años de dictadura. Aunque en 1975 las cosas ya habían evolucionado -al final de ese año moriría Franco-, esta generación había sufrido la censura de un modo especialmente virulento y las heridas estaban todavía abiertas. Sobre todo, con Fraga, que se había cebado personalmente con Delibes durante la etapa en la que él fue ministro de Información y Turismo y Delibes director de ‘El Norte de Castilla’. Fraga, en ese momento, se encontraba en Londres como embajador, ‘desterrado’ por Franco por haberse aprovechado del caso Matesa, escándalo de corrupción que salpicó a miembros del gobierno, para sus ambiciones sucesorias. Desde Londres, Fraga sigue maniobrando, no solo para influir en la línea editorial de ‘El País’ sino también en el nombramiento de su director. En sus memorias, fechado el 25 de mayo de 1974, encontramos lo siguiente: «Almuerzan en la embajada Ortega Spottorno y Jesús Fueyo; el primero ha venido a pedirme que insista en las gestiones para lograr el registro del periódico, y que acepte que el director no sea Carlos Mendo, sino otro de una terna que trae; en ella figura el nombre de Cebrián, que nos parece a los dos el más adecuado». Lunes 13 de enero de 1975: «José Ortega en la Embajada. Amplia discusión sobre ‘El País’; me pide, de modo insistente, que yo mismo recabe de Carlos Mendo la renuncia a su dirección, a lo que me ofrezco; todo preparando las maniobras que luego desviaron al periódico de la línea prevista». Lunes 27 de enero: «Pasó por Londres Cebrián, el que iba a ser director de ‘El País’. Almorzamos juntos y luego tuvimos una larga conversación sobre lo que debía ser el periódico. Dos cosas quedaron claras, que no se cumplieron, ‘tant s’en faut’. La primera, que él se embarcaba «conmigo y por mí» en aquella empresa; la segunda, que el periódico sería liberal y avanzado, pero que en él «no entraría un solo marxista». Hablamos en detalle de todo». Cebrián y Fraga vuelven a cenar el lunes 7 de abril y el 22 de octubre.Noticia Relacionada estandar Si Así será la ‘Casa Delibes’: albergará sus libros, objetos ligados a sus aficiones y las tres estancias más relevantes de su vivienda Henar Díaz Abrirá sus puertas el 17 de octubre, quince años después de la muerte del autor vallisoletano y coincidiendo con el 105 aniversario de su nacimientoConviene tomar con precaución las palabras de Fraga, escritas cuando todo ya había sucedido y movidas, quizá, por el ánimo político de relatar los hechos de la manera que resultaran más apropiados para encajar con el relato que finalmente se produjo. Lo que queda claro es que Fraga maniobra contra Carlos Mendo, antiguo redactor jefe de ABC, para apartarle de la carrera hacia la dirección de ‘El País’. Y que, una vez, descartada la opción Delibes, que siempre fue la primera, el consejo de administración de ‘El País’ se mueve en tres direcciones. Delibes propone a Manu Leguineche . La línea de Ortega apuesta por Vicente Gállego -con Cebrián como subdirector- mientras que el grupo controlado por Fraga, al igual que Darío Valcarcel -hombre de Areilza y presidente del consejo privado de Don Juan- apostaban por Cebrián. Al renunciar Gállego el consejo opta por Cebrián. Y el resto ya lo conocen.Fue quizá la última maniobra de Fraga contra Delibes. De poco le sirvió. Si Delibes no fue director de El País fue porque no quiso. Su renuncia fue, quizá, el final de sus páginas como periodista, ya que desde entonces Delibes encaminaría todos sus esfuerzos a la novela. No le fue mal. Pocos escritores más queridos en España. Y hoy, que hace exactamente cincuenta años de aquello, no podemos evitar pensar en qué habría sido de nuestro país si Delibes, su integridad y su rebeldía hubieran sido los que marcaran la línea editorial de ‘El País’ cuando más hizo falta.  

El 24 de abril de 1975, José Ortega Spottorno -hijo de José Ortega y Gasset- escribía una carta a Miguel Delibes desde las oficinas de Prisa en Núñez de Balboa, 45. En esa carta le transmitía su desilusión porque el vallisoletano hubiera decidido rechazar … su oferta para convertirse en el primer director ‘El País’, diario que presidía y que, apenas un año después, publicaría su primer número. El día antes de escribir esa carta, Ortega se había desplazado Valladolid para tratar de convencer personalmente al escritor, a pesar de los recelos de este, que hizo lo posible para que ese viaje no llegara a producirse. Aunque Ortega llevaba más tiempo intentando convencerle. Así se lo confiesa Delibes a su editor, Josep Vergés, el febrero del mismo año. Vergés le anima y desanima a partes iguales. «Sería aconsejable que aceptaras pensando sólo en que ello te daría la posibilidad de cambiar de vida. Pero hay inconvenientes: primero, tener que ir a Madrid, y segundo, lo poco clara que está la situación para intentar un mínimo de política liberal, que es lo que supongo que pretende hacer Ortega».

Con el «cambio de vida» de Delibes, Vergés hace referencia al fallecimiento de su esposa, Ángeles de Castro, apenas cinco meses antes, evento que sumió al escritor en una profunda depresión. «Pensé que el traslado a Madrid podría alejarme de los escenarios que me abrumaban -confiesa Delibes a Ramón García-, pero la apatía pudo más y decliné la oferta. Cosa de la que hoy me congratulo no sabes cuánto». Delibes siempre fue un hombre de fidelidades: a una ciudad, a una mujer, a un periódico. «Después de perder a mi mujer no puedo renunciar a las dos pasiones que me quedan: El Real Valladolid y ‘El Norte de Castilla’».

En cualquier caso, Ortega Spottorno va a Valladolid, habla con él y, entre otras cosas, le llega a ofrecer un monte en Madrid para que pudiera seguir cazando. Pero fue inútil. Como Delibes le dijo a Juan Cruz en una entrevista a finales de los años 90, «para mí Madrid es la ciudad del miedo. Si Valladolid me parece un enorme aparcamiento, Madrid me parece cinco veces ese aparcamiento; es una ciudad que no se puede resistir». Ortega llevaba, por lo tanto, algunos meses intentando convencer a Delibes para que aceptara, y la visita personal debe ser entendida como un último intento ‘a la desesperada’. Y, aun así, todavía hubo más. Delibes recibe cartas de Laín Entralgo, de Julián Marías y de la propia hermana de José, Soledad Ortega Spottorno, animándolo a aceptar.

Pidió opinión a Umbral

Uno no puede evitar verlos como los ‘geos’, los cuerpos de élite del momento acudiendo a la llamada de Ortega Spottorno para tratar de convencer a Delibes por todos los medios. Todos ellos coinciden en que es, sin duda, la persona adecuada para llevar a cabo dicha empresa y que para ellos sería importante que accediera a ser el director como argumento a favor de colaborar en ese periódico.

Entendían que, con Delibes, la integridad e imparcialidad estaban fuera de toda duda. Especialmente brillante resulta la carta de Soledad, de nueve folios. «El periódico necesita de una persona de un peso humano y moral que solo en ti encuentro». «Para estar al frente de un periódico con el propósito que anima y justifica a este – propósito que, si se cumple, puede ser algo decisivo en nuestro país- no hay nadie más que tú». «La persona es condición ‘sine qua non’. Y tú eres esa persona. A ti te respetan tirios y troyanos. Y no por casualidad sino porque te has ganado ese respeto y no te dejarías arrastrar a ningún juego. Es importante poder hacer algo decente en este desdichado país nuestro. Cosa curiosa, pienso primero en el pasado, como si tuviéramos un deber que cumplir ahora para con los hombres que tanto lucharon en pro de una España mejor y que para mí se simbolizan en el recuerdo de la vida de mi padre. Pero sobre todo por nuestros chicos. Nosotros contamos ya poco, porque nuestras vidas ya no importan demasiado. Cada uno llevamos nuestras amputaciones a cuestas».

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De cualquier modo, Delibes pidió opinión, de modo activo, a Umbral, a César Alonso de los Ríos y a Leguineche, todos ellos de su confianza y antiguos miembros de la redacción de ‘El Norte de Castilla’ bajo su dirección. «Me siento viejo y desalentado. El dinero, la vanidad, el poder y la proyección social no son estímulos para mí. ¿Cómo lo veis vosotros?». Umbral, que acaba de perder a su hijo Pincho, está en un momento de depresión similar a Delibes, por lo que no le ayuda demasiado: «Lo de ‘El País’ podría ser una hermosa aventura liberal en la que nos dejásemos unas energías y unas ilusiones. (Perdona que me incluya en el asunto, pues sé que tú me incluirías). Habría que ir a ello contando con el fracaso, ya que el país tardará mucho en estar maduro y libre para estas aventuras. Pero también es hermoso fracasar así. Y en cuanto a la vida madrileña, te vas a encontrar con toda la inmundicia de la vida social y profesional, aparte del conflicto político. Ser glorioso es nauseabundo, y tú y yo lo somos un poco. Cuantas veces envidio ahora tus posibilidades de soledad, de libertad, tu tiempo para crear, tu sosiego para vivir. Me da pena aconsejarte que pierdas todo eso para venir a hundirte en estas arenas movedizas. Así pues, estoy tan perplejo como tú y me limito a exponerte las dos caras de la cuestión». Algo similar le deben responder el resto, de modo que la decisión, pese a todas las presiones, está tomada.

Cebrián y Fraga

Como vemos, Umbral incide en lo mismo que anteriormente apuntaba Vergés: la dificultad de hacer algo mínimamente liberal en España. Existe en el ánimo de esta generación un descreimiento generalizado y un fatalismo comprensible tras cuarenta años de dictadura. Aunque en 1975 las cosas ya habían evolucionado -al final de ese año moriría Franco-, esta generación había sufrido la censura de un modo especialmente virulento y las heridas estaban todavía abiertas. Sobre todo, con Fraga, que se había cebado personalmente con Delibes durante la etapa en la que él fue ministro de Información y Turismo y Delibes director de ‘El Norte de Castilla’. Fraga, en ese momento, se encontraba en Londres como embajador, ‘desterrado’ por Franco por haberse aprovechado del caso Matesa, escándalo de corrupción que salpicó a miembros del gobierno, para sus ambiciones sucesorias. Desde Londres, Fraga sigue maniobrando, no solo para influir en la línea editorial de ‘El País’ sino también en el nombramiento de su director.

En sus memorias, fechado el 25 de mayo de 1974, encontramos lo siguiente: «Almuerzan en la embajada Ortega Spottorno y Jesús Fueyo; el primero ha venido a pedirme que insista en las gestiones para lograr el registro del periódico, y que acepte que el director no sea Carlos Mendo, sino otro de una terna que trae; en ella figura el nombre de Cebrián, que nos parece a los dos el más adecuado». Lunes 13 de enero de 1975: «José Ortega en la Embajada. Amplia discusión sobre ‘El País’; me pide, de modo insistente, que yo mismo recabe de Carlos Mendo la renuncia a su dirección, a lo que me ofrezco; todo preparando las maniobras que luego desviaron al periódico de la línea prevista». Lunes 27 de enero: «Pasó por Londres Cebrián, el que iba a ser director de ‘El País’. Almorzamos juntos y luego tuvimos una larga conversación sobre lo que debía ser el periódico. Dos cosas quedaron claras, que no se cumplieron, ‘tant s’en faut’. La primera, que él se embarcaba «conmigo y por mí» en aquella empresa; la segunda, que el periódico sería liberal y avanzado, pero que en él «no entraría un solo marxista». Hablamos en detalle de todo». Cebrián y Fraga vuelven a cenar el lunes 7 de abril y el 22 de octubre.

Conviene tomar con precaución las palabras de Fraga, escritas cuando todo ya había sucedido y movidas, quizá, por el ánimo político de relatar los hechos de la manera que resultaran más apropiados para encajar con el relato que finalmente se produjo. Lo que queda claro es que Fraga maniobra contra Carlos Mendo, antiguo redactor jefe de ABC, para apartarle de la carrera hacia la dirección de ‘El País’. Y que, una vez, descartada la opción Delibes, que siempre fue la primera, el consejo de administración de ‘El País’ se mueve en tres direcciones. Delibes propone a Manu Leguineche. La línea de Ortega apuesta por Vicente Gállego -con Cebrián como subdirector- mientras que el grupo controlado por Fraga, al igual que Darío Valcarcel -hombre de Areilza y presidente del consejo privado de Don Juan- apostaban por Cebrián. Al renunciar Gállego el consejo opta por Cebrián. Y el resto ya lo conocen.

Fue quizá la última maniobra de Fraga contra Delibes. De poco le sirvió. Si Delibes no fue director de El País fue porque no quiso. Su renuncia fue, quizá, el final de sus páginas como periodista, ya que desde entonces Delibes encaminaría todos sus esfuerzos a la novela. No le fue mal. Pocos escritores más queridos en España. Y hoy, que hace exactamente cincuenta años de aquello, no podemos evitar pensar en qué habría sido de nuestro país si Delibes, su integridad y su rebeldía hubieran sido los que marcaran la línea editorial de ‘El País’ cuando más hizo falta.

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