Desde que fue convocado el concurso internacional para la construcción del Gran Museo Egipcio (GEM, por sus siglas en inglés) en 2002, el mundo ha cambiado tanto que sólo las momias de los antiguos faraones saben ya de qué va esto. Como si hubieran vuelto al Nilo las siete plagas bíblicas, las obras, que empezaron en 2005, se vieron interrumpidas en 2011 por la inestabilidad política de la ‘primavera árabe’ y sufrieron también los confinamientos de la pandemia del Covid-19 y por supuesto la larga guerra en Gaza tras los atentados del 7 de Octubre, con el museo acabado y sin poder hacer el acto de Estado que merecía y hoy tendrá lugar. El mundo es otro. En 2002 no había redes sociales, iPhone, ni crisis de deuda. En EE.UU. mandaba Bush hijo; en China, Zemin. Aparte de los sempiternos faraones, el único poder inamovible era por entonces el de Vladimir Putin , recién elegido presidente de Rusia. Como Ramsés II en Qadesh, ha usado la propaganda para imponer el cuento de su victoria falaz. Todo faraón sabe que las guerras pasan pero las mentiras quedan, con suerte y mucho bajorrelieve. A los millones de personas que pronto acudirán a El Cairo para ver el enorme vestíbulo donde Ramsés II recibe en estatua colosal y ascenderán la escalinata de los ancestros hacia el tesoro de Tutankamón , Egipto les ofrece el gran espectáculo de la historia: esa hipnosis de duración, continuidad, de arte que sobrevive a las cenizas del tiempo. Llegarán como crecidas de un Nilo de turistas que las momias, todavía, gobiernan. Desde que fue convocado el concurso internacional para la construcción del Gran Museo Egipcio (GEM, por sus siglas en inglés) en 2002, el mundo ha cambiado tanto que sólo las momias de los antiguos faraones saben ya de qué va esto. Como si hubieran vuelto al Nilo las siete plagas bíblicas, las obras, que empezaron en 2005, se vieron interrumpidas en 2011 por la inestabilidad política de la ‘primavera árabe’ y sufrieron también los confinamientos de la pandemia del Covid-19 y por supuesto la larga guerra en Gaza tras los atentados del 7 de Octubre, con el museo acabado y sin poder hacer el acto de Estado que merecía y hoy tendrá lugar. El mundo es otro. En 2002 no había redes sociales, iPhone, ni crisis de deuda. En EE.UU. mandaba Bush hijo; en China, Zemin. Aparte de los sempiternos faraones, el único poder inamovible era por entonces el de Vladimir Putin , recién elegido presidente de Rusia. Como Ramsés II en Qadesh, ha usado la propaganda para imponer el cuento de su victoria falaz. Todo faraón sabe que las guerras pasan pero las mentiras quedan, con suerte y mucho bajorrelieve. A los millones de personas que pronto acudirán a El Cairo para ver el enorme vestíbulo donde Ramsés II recibe en estatua colosal y ascenderán la escalinata de los ancestros hacia el tesoro de Tutankamón , Egipto les ofrece el gran espectáculo de la historia: esa hipnosis de duración, continuidad, de arte que sobrevive a las cenizas del tiempo. Llegarán como crecidas de un Nilo de turistas que las momias, todavía, gobiernan.
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A los millones de personas que pronto acudirán a El Cairo, Egipto les ofrece el gran espectáculo de la historia: esa hipnosis de duración, continuidad, de arte que sobrevive a las cenizas del tiempo
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