En aguas de la ría gallega de Ribadeo, semienterrado en la arena casi en su posición original, yace un galeón español del siglo XVI de unos 34 metros de eslora y 1200 toneladas de peso, mayor que un mercante de la época o de los que habitualmente realizaban la Carrera de Indias. Hallado durante un dragado en 2011, se identificó como el ‘ San Giacomo de Galizia ‘ (Santiago de Galicia, en referencia al Apóstol), uno de los participantes en la denominada Armada del Socorro de Irlanda, hundido en 1597. « Está un poco roto por la quilla, pero casi entero », señala Ana Crespo Solana , investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesora honoraria en la Universidad de Gales Trinity Saint David, que participa desde hace una década en las excavaciones de Ribadeo.Los arqueólogos han descubierto en estos años muchos detalles, como que su estructura era casi toda de roble, que se emplearon maderas procedentes de Italia y que su casco de unos 12 centímetros de espesor lo convertía en una potente máquina de guerra. Sus investigaciones han desmentido además la idea de que la corona española enviaba a los combates barcos mercantes confiscados y artillados para la batalla. El galeón de Ribadeo fue construido en Nápoles «expresamente para la guerra por orden de Felipe II» , remarca Crespo Solana. Es el primer caso de un buque del siglo XVI de este tipo hallado en aguas territoriales españolas.A pesar de que se trata de un pecio «insignia», los investigadores necesitan más recursos económicos para abrir una amplia zanja a su alrededor que les permita conocer mejor su interesante arquitectura naval. «Hemos excavado solamente hasta la línea de flotación y no sabemos lo que puede haber debajo. Con unos 50.000 euros se podría avanzar bastante en una campaña», estima esta prestigiosa arqueóloga en conversación con ABC. Noticia Relacionada reportaje Si Autopsia a un naufragio del siglo XVII en Cádiz Mónica Arrizabalaga Arqueólogos y conservadores desmontan madera a madera el pecio de unos 40 metros de eslora extraído del puerto en una operación inédita en España con un barco de esta época y envergaduraEn aguas de la ría gallega de Ribadeo, semienterrado en la arena casi en su posición original, yace un galeón español del siglo XVI de unos 34 metros de eslora y 1.200 toneladas de peso, mayor que un mercante de la época o de los que habitualmente realizaban la Carrera de Indias. Hallado durante un dragado en 2011, se identificó como el ‘San Giacomo de Galizia’ (Santiago de Galicia, en referencia al Apóstol), uno de los participantes en la denominada Armada del Socorro de Irlanda, hundido en 1597. «Está un poco roto por la quilla, pero casi entero», señala Ana Crespo Solana, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesora honoraria en la Universidad de Gales Trinity Saint David, que participa desde hace una década en las excavaciones de Ribadeo que comanda Miguel San Claudio.Los arqueólogos han descubierto en estos años muchos detalles, como que su estructura era casi toda de roble, que se emplearon maderas procedentes de Italia y que su casco de unos 12 centímetros de espesor lo convertía en una potente máquina de guerra. Sus investigaciones han desmentido, además, la idea de que la corona española enviaba a los combates barcos mercantes confiscados y artillados para la batalla. El galeón de Ribadeo fue construido en Nápoles «expresamente para la guerra por orden de Felipe II», remarca Crespo Solana. Es el primer caso de un buque del siglo XVI de este tipo hallado en aguas territoriales españolas.A pesar de que se trata de un pecio «insignia», los investigadores necesitan más recursos económicos para abrir una amplia zanja a su alrededor que les permita conocer mejor su interesante arquitectura naval. «Hemos excavado solamente hasta la línea de flotación y no sabemos lo que puede haber debajo. Con unos 50.000 euros se podría avanzar bastante en una campaña», estima esta prestigiosa arqueóloga en conversación con ABC. Ana Crespo ha publicado recientemente el libro ‘ ¿Qué sabemos de? Arqueología subacuática y patrimonio marítimo ‘ (CSIC, Catarata)’ una obra singular en el panorama editorial, donde recoge su saber y las reflexiones de una larga y reconocida trayectoria. Aunque sigue el espíritu divulgador de la colección del CSIC, dando a conocer la historia de esta disciplina aún poco conocida, sus técnicas y sus protagonistas, en el libro también desliza ideas críticas y reivindicaciones de fondo. Como que « existen importantes yacimientos de barcos de guerra españoles, auténticos buques de Estado, que apenas han recibido atención »; que los estudios de arqueología subacuática «deberían trascender los planes nacionales»; o que «por desgracia, los pecios de barcos de la Edad Moderna han recibido una menor atención científica, además de ser objeto de deseo por parte de empresas privadas y buscadores de tesoros».«Existen importantes yacimientos de barcos de guerra españoles, auténticos buques de Estado, que apenas han recibido atención» Ana Crespo Solana EscritoraLa lista de flotas y barcos que se hundieron en la Carrera de Indias « sobresale más por el expolio que ha sufrido por parte de cazatesoros y empresas privadas, que solo buscaban lucrarse con el patrimonio, que por ser objeto de un estudio sistemático en el adecuado marco histórico-arqueológico científico dentro de la legalidad», se lamenta la investigadora. «Una crueldad para con nuestro pasado»En el concurrido café de Madrid donde transcurre la conversación, el trajín de los camareros y el ruido de la puerta no ensordecen la apasionada vehemencia de Crespo Solana. Sobre todo, cuando salen a colación los «dichosos» tesoros de los galeones. « El tesoro es el barco », defiende con contundencia. En su opinión, ese énfasis por el oro y la plata de los naufragios de la Carrera de Indias o del Galeón de Manila «invita al expolio y da una idea completamente errónea de la realidad histórica» . Esos relatos consiguen que se identifique a los pecios con valiosas mercancías que solo eran una parte de su cargamento y que, en algunos casos, ya fueron recuperadas en la época. « Es una crueldad para con nuestro pasado », remarca.¿Qué sabemos de? Arqueología subacuática y patrimonio marítimo Ana Crespo Solana EscritoraMás interés despiertan, para la investigadora científica del CSIC, las embarcaciones de madera de la primera era global que son «una de las máquinas más importantes de la historia de la humanidad», aunque no lo suficientemente conocidas. « Hay muchos enigmas sobre la construcción naval de los grandes barcos de esa época y lo poco que hemos podido estudiar con datos arqueológicos muchas veces contradice la documentación histórica», sostiene. En su libro afirma que la evolución de los buques modernos de los siglos XVI al XVIII es aún un misterio , sobre todo porque en su época «llegó a ser secreto militar, objetivo de competencia entre las naciones marítimas y del espionaje industrial». Hoy, en cambio, a estos navíos les persigue la «maldición de los tesoros» , que los pone en el punto de mira de quienes buscan lucrarse con sus piezas.Cartas y datos compartidos«Lo que tenemos que hacer los científicos es no ser pusilánimes y apropiarnos de nuestra ciencia, publicar y compartir datos », considera la historiadora y arqueóloga, que llama a una mayor colaboración entre países y entre comunidades autónomas. A su juicio, en España falta, por ejemplo, un criterio unificado en sus cartas arqueológicas . También cree que hay que avanzar para compartir datos en Open Data, como insta la Unión Europea, superando los recelos. Tal como explica esta investigadora de ForSeadiscovery , en el SIG (Sistema de Información Geográfica) de este proyecto, que busca integrar la documentación de naufragios y su estudio arqueológico, «la localización de pecios está pixelada por seguridad, no se incluyen las coordinadas, pero sí la información y el conocimiento ». Otro escollo con el que a veces chocan los investigadores es el «nacionalismo no siempre justificado» asociado a los naufragios , que dificulta la cooperación internacional . «Es muy bonito identificar el patrimonio arqueológico con la identidad -afirma- pero no con la identidad nacional desde el punto de vista de estar orgullosos de ese pasado, sino por nuestra aportación a la historia de la Humanidad». Otros expoliosEn este sentido, recuerda que la convención de la Unesco defiende un patrimonio universal «y cada Estado tiene que ser garante de conservarlo de acuerdo a las leyes». También de investigarlo como se debe porque « otro tipo de expolio es la extracción arbitraria de piezas sin requisitos y sin haber aplicado una técnica arqueológica desde la ciencia profesional y adecuada», añade Crespo Solana. De ahí la importancia de los proyectos de investigación, un requisito básico para cualquier intervención en un pecio. En el caso del galeón San José naufragado en aguas colombianas, por ejemplo, cree que un proyecto científico serio debe buscar respuestas a preguntas relevantes sobre su arquitectura naval. «Es una construcción de la primera época de Antonio Gaztañeta, uno de los más importantes constructores de barcos de la historia de España y podría dar claves sobre cómo evolucionó hasta que escribió esas ordenanzas de 1720 que se convirtieron en referencia para la construcción naval de la Corona española», resalta. Medición de estructura de varengas del pecio Rocciu I Brandon Manson (Matltd), CEAN, CSICComo el San José o el Santiago de Galicia antes citado, hay otros pecios en el punto de mira de la veterana historiadora y arqueóloga subacuática por su interés. Cita el Yarmouth Road , un barco ibérico naufragado en 1567 en la isla de Wight (Reino Unido), el Belinho 1 , del siglo XVII, hundido en aguas portuguesas, en colaboración con destacados colegas del país vecino, o el Rocciu 1 (s. XVI, Francia), que investiga junto a su colega Arnaud Cazenave. Su lista es larga y alcanza a barcos de épocas posteriores. « El Santísima Trinidad , donde quiera que se encuentre, estará en muy buen estado porque estaba hecho de caoba y otras maderas preciosas americanas. Lo llamaban el Escorial de los Mares y se perdió de camino a Gibraltar», destaca al recordar que todavía faltan por investigar barcos de la batalla de Trafalgar .Crespo Solana ve imperante que todo el rico patrimonio que yace sumergido se haga visible a los ciudadanos, para que éstos luchen por su protección. En algunos países, dice, se indica con boyas la presencia de yacimientos arqueológicos. Quizá en la bahía de Cádiz, con tantos pecios, sería impensable una iniciativa así, pero «igual hay sitios concretos en los que estaría bien». Y en todo caso, cree que sería útil recordar el pasado que yace bajo las aguas con monumentos o paneles indicativos en las costas. En España, en materia de arqueología subacuática, considera que «todavía hay mucho por hacer» . «Necesitamos más mano de obra en agua y en documentación y más recursos », reclama. En aguas de la ría gallega de Ribadeo, semienterrado en la arena casi en su posición original, yace un galeón español del siglo XVI de unos 34 metros de eslora y 1200 toneladas de peso, mayor que un mercante de la época o de los que habitualmente realizaban la Carrera de Indias. Hallado durante un dragado en 2011, se identificó como el ‘ San Giacomo de Galizia ‘ (Santiago de Galicia, en referencia al Apóstol), uno de los participantes en la denominada Armada del Socorro de Irlanda, hundido en 1597. « Está un poco roto por la quilla, pero casi entero », señala Ana Crespo Solana , investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesora honoraria en la Universidad de Gales Trinity Saint David, que participa desde hace una década en las excavaciones de Ribadeo.Los arqueólogos han descubierto en estos años muchos detalles, como que su estructura era casi toda de roble, que se emplearon maderas procedentes de Italia y que su casco de unos 12 centímetros de espesor lo convertía en una potente máquina de guerra. Sus investigaciones han desmentido además la idea de que la corona española enviaba a los combates barcos mercantes confiscados y artillados para la batalla. El galeón de Ribadeo fue construido en Nápoles «expresamente para la guerra por orden de Felipe II» , remarca Crespo Solana. Es el primer caso de un buque del siglo XVI de este tipo hallado en aguas territoriales españolas.A pesar de que se trata de un pecio «insignia», los investigadores necesitan más recursos económicos para abrir una amplia zanja a su alrededor que les permita conocer mejor su interesante arquitectura naval. «Hemos excavado solamente hasta la línea de flotación y no sabemos lo que puede haber debajo. Con unos 50.000 euros se podría avanzar bastante en una campaña», estima esta prestigiosa arqueóloga en conversación con ABC. Noticia Relacionada reportaje Si Autopsia a un naufragio del siglo XVII en Cádiz Mónica Arrizabalaga Arqueólogos y conservadores desmontan madera a madera el pecio de unos 40 metros de eslora extraído del puerto en una operación inédita en España con un barco de esta época y envergaduraEn aguas de la ría gallega de Ribadeo, semienterrado en la arena casi en su posición original, yace un galeón español del siglo XVI de unos 34 metros de eslora y 1.200 toneladas de peso, mayor que un mercante de la época o de los que habitualmente realizaban la Carrera de Indias. Hallado durante un dragado en 2011, se identificó como el ‘San Giacomo de Galizia’ (Santiago de Galicia, en referencia al Apóstol), uno de los participantes en la denominada Armada del Socorro de Irlanda, hundido en 1597. «Está un poco roto por la quilla, pero casi entero», señala Ana Crespo Solana, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesora honoraria en la Universidad de Gales Trinity Saint David, que participa desde hace una década en las excavaciones de Ribadeo que comanda Miguel San Claudio.Los arqueólogos han descubierto en estos años muchos detalles, como que su estructura era casi toda de roble, que se emplearon maderas procedentes de Italia y que su casco de unos 12 centímetros de espesor lo convertía en una potente máquina de guerra. Sus investigaciones han desmentido, además, la idea de que la corona española enviaba a los combates barcos mercantes confiscados y artillados para la batalla. El galeón de Ribadeo fue construido en Nápoles «expresamente para la guerra por orden de Felipe II», remarca Crespo Solana. Es el primer caso de un buque del siglo XVI de este tipo hallado en aguas territoriales españolas.A pesar de que se trata de un pecio «insignia», los investigadores necesitan más recursos económicos para abrir una amplia zanja a su alrededor que les permita conocer mejor su interesante arquitectura naval. «Hemos excavado solamente hasta la línea de flotación y no sabemos lo que puede haber debajo. Con unos 50.000 euros se podría avanzar bastante en una campaña», estima esta prestigiosa arqueóloga en conversación con ABC. Ana Crespo ha publicado recientemente el libro ‘ ¿Qué sabemos de? Arqueología subacuática y patrimonio marítimo ‘ (CSIC, Catarata)’ una obra singular en el panorama editorial, donde recoge su saber y las reflexiones de una larga y reconocida trayectoria. Aunque sigue el espíritu divulgador de la colección del CSIC, dando a conocer la historia de esta disciplina aún poco conocida, sus técnicas y sus protagonistas, en el libro también desliza ideas críticas y reivindicaciones de fondo. Como que « existen importantes yacimientos de barcos de guerra españoles, auténticos buques de Estado, que apenas han recibido atención »; que los estudios de arqueología subacuática «deberían trascender los planes nacionales»; o que «por desgracia, los pecios de barcos de la Edad Moderna han recibido una menor atención científica, además de ser objeto de deseo por parte de empresas privadas y buscadores de tesoros».«Existen importantes yacimientos de barcos de guerra españoles, auténticos buques de Estado, que apenas han recibido atención» Ana Crespo Solana EscritoraLa lista de flotas y barcos que se hundieron en la Carrera de Indias « sobresale más por el expolio que ha sufrido por parte de cazatesoros y empresas privadas, que solo buscaban lucrarse con el patrimonio, que por ser objeto de un estudio sistemático en el adecuado marco histórico-arqueológico científico dentro de la legalidad», se lamenta la investigadora. «Una crueldad para con nuestro pasado»En el concurrido café de Madrid donde transcurre la conversación, el trajín de los camareros y el ruido de la puerta no ensordecen la apasionada vehemencia de Crespo Solana. Sobre todo, cuando salen a colación los «dichosos» tesoros de los galeones. « El tesoro es el barco », defiende con contundencia. En su opinión, ese énfasis por el oro y la plata de los naufragios de la Carrera de Indias o del Galeón de Manila «invita al expolio y da una idea completamente errónea de la realidad histórica» . Esos relatos consiguen que se identifique a los pecios con valiosas mercancías que solo eran una parte de su cargamento y que, en algunos casos, ya fueron recuperadas en la época. « Es una crueldad para con nuestro pasado », remarca.¿Qué sabemos de? Arqueología subacuática y patrimonio marítimo Ana Crespo Solana EscritoraMás interés despiertan, para la investigadora científica del CSIC, las embarcaciones de madera de la primera era global que son «una de las máquinas más importantes de la historia de la humanidad», aunque no lo suficientemente conocidas. « Hay muchos enigmas sobre la construcción naval de los grandes barcos de esa época y lo poco que hemos podido estudiar con datos arqueológicos muchas veces contradice la documentación histórica», sostiene. En su libro afirma que la evolución de los buques modernos de los siglos XVI al XVIII es aún un misterio , sobre todo porque en su época «llegó a ser secreto militar, objetivo de competencia entre las naciones marítimas y del espionaje industrial». Hoy, en cambio, a estos navíos les persigue la «maldición de los tesoros» , que los pone en el punto de mira de quienes buscan lucrarse con sus piezas.Cartas y datos compartidos«Lo que tenemos que hacer los científicos es no ser pusilánimes y apropiarnos de nuestra ciencia, publicar y compartir datos », considera la historiadora y arqueóloga, que llama a una mayor colaboración entre países y entre comunidades autónomas. A su juicio, en España falta, por ejemplo, un criterio unificado en sus cartas arqueológicas . También cree que hay que avanzar para compartir datos en Open Data, como insta la Unión Europea, superando los recelos. Tal como explica esta investigadora de ForSeadiscovery , en el SIG (Sistema de Información Geográfica) de este proyecto, que busca integrar la documentación de naufragios y su estudio arqueológico, «la localización de pecios está pixelada por seguridad, no se incluyen las coordinadas, pero sí la información y el conocimiento ». Otro escollo con el que a veces chocan los investigadores es el «nacionalismo no siempre justificado» asociado a los naufragios , que dificulta la cooperación internacional . «Es muy bonito identificar el patrimonio arqueológico con la identidad -afirma- pero no con la identidad nacional desde el punto de vista de estar orgullosos de ese pasado, sino por nuestra aportación a la historia de la Humanidad». Otros expoliosEn este sentido, recuerda que la convención de la Unesco defiende un patrimonio universal «y cada Estado tiene que ser garante de conservarlo de acuerdo a las leyes». También de investigarlo como se debe porque « otro tipo de expolio es la extracción arbitraria de piezas sin requisitos y sin haber aplicado una técnica arqueológica desde la ciencia profesional y adecuada», añade Crespo Solana. De ahí la importancia de los proyectos de investigación, un requisito básico para cualquier intervención en un pecio. En el caso del galeón San José naufragado en aguas colombianas, por ejemplo, cree que un proyecto científico serio debe buscar respuestas a preguntas relevantes sobre su arquitectura naval. «Es una construcción de la primera época de Antonio Gaztañeta, uno de los más importantes constructores de barcos de la historia de España y podría dar claves sobre cómo evolucionó hasta que escribió esas ordenanzas de 1720 que se convirtieron en referencia para la construcción naval de la Corona española», resalta. Medición de estructura de varengas del pecio Rocciu I Brandon Manson (Matltd), CEAN, CSICComo el San José o el Santiago de Galicia antes citado, hay otros pecios en el punto de mira de la veterana historiadora y arqueóloga subacuática por su interés. Cita el Yarmouth Road , un barco ibérico naufragado en 1567 en la isla de Wight (Reino Unido), el Belinho 1 , del siglo XVII, hundido en aguas portuguesas, en colaboración con destacados colegas del país vecino, o el Rocciu 1 (s. XVI, Francia), que investiga junto a su colega Arnaud Cazenave. Su lista es larga y alcanza a barcos de épocas posteriores. « El Santísima Trinidad , donde quiera que se encuentre, estará en muy buen estado porque estaba hecho de caoba y otras maderas preciosas americanas. Lo llamaban el Escorial de los Mares y se perdió de camino a Gibraltar», destaca al recordar que todavía faltan por investigar barcos de la batalla de Trafalgar .Crespo Solana ve imperante que todo el rico patrimonio que yace sumergido se haga visible a los ciudadanos, para que éstos luchen por su protección. En algunos países, dice, se indica con boyas la presencia de yacimientos arqueológicos. Quizá en la bahía de Cádiz, con tantos pecios, sería impensable una iniciativa así, pero «igual hay sitios concretos en los que estaría bien». Y en todo caso, cree que sería útil recordar el pasado que yace bajo las aguas con monumentos o paneles indicativos en las costas. En España, en materia de arqueología subacuática, considera que «todavía hay mucho por hacer» . «Necesitamos más mano de obra en agua y en documentación y más recursos », reclama.
La historiadora y arqueóloga del CSIC Ana Crespo Solana publica una didáctica obra sobre patrimonio sumergido
Critica la falta de atención científica hacia los navíos de la Edad Moderna, botín de cazatesoros: «Hay muchos enigmas sobre los grandes barcos de esa época»
En aguas de la ría gallega de Ribadeo, semienterrado en la arena casi en su posición original, yace un galeón español del siglo XVI de unos 34 metros de eslora y 1200 toneladas de peso, mayor que un mercante de la época o de los …
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