La noticia, impactante e inesperada, circuló como un relámpago por aquel Madrid sin móviles ni internet de 1912. Hasta en los transparentes de algunos periódicos (esas hojas que se distribuían para informar sobre sucesos importantes), se anunció la muerte del Papa Pío X a primera hora de la tarde de aquel 11 de abril, «causando en cuantos se enteraban verdadero sentimiento», según ABC . Entonces no fue ningún medio de comunicación el que dio crédito a un rumor, como pasó hace unos días con los que se hicieron eco del fallecimiento de Antonio Tejero y tuvieron que ‘resucitar’ después al exteniente coronel que encabezó el golpe del 23-F . Tampoco surgió de la cuenta en X de ningún influencer, como el francés que dio por muerta a Brigitte Bardot la semana pasada, para estupor de la propia actriz, que aclaró a sus miles de seguidores en las redes sociales que estaba bien y tildó de «imbécil» al autor del bulo. El primero en difundir el error sobre el estado del Pontífice hace un siglo fue, nada más y nada menos que el jefe del Gobierno, José Canalejas . Los periodistas oyeron de sus labios la triste noticia a mediodía. Según explicó el presidente del Consejo de Ministros, en un telegrama particular que acababa de conocer se comunicaba el fallecimiento de Pío X. Canalejas había informado por teléfono al Rey Alfonso XIII y se había trasladado después a la Nunciatura para presentar el pésame del Gobierno al representante de Su Santidad. De allí se dirigió al Ministerio de Estado para estudiar los protocolos que se debían adoptar. «Como la noticia de la muerte del Papa la había facilitado el señor Canalejas y además había manifestado los actos oficiales que llevó a cabo por consecuencia de aquello, en las redacciones de los periódicos se dio crédito absoluto y se dispuso amplia información», contaba ABC . Los corresponsales de los periódicos de provincias transmitieron por telégrafo y por teléfono la infausta nueva y muchas personas acudieron a la Nunciatura a mostrar sus condolencias. El Papa Pío X, en una imagen tomada hacia 1910 ABCEn la residencia oficial del representante del Pontífice no se sabía, sin embargo, nada de lo que todo Madrid daba por cierto. En esas primeras horas, el pronuncio apostólico se encontraba fuera, almorzando en un convento, y la bola siguió rodando hasta que a las tres y media de la tarde monseñor Vico, ya enterado, se presentó en el ministerio de Estado para rectificar personalmente y de forma oficial la noticia . Su Santidad había pasado unos días enfermo, pero estaba completamente restablecido. Esa misma mañana había recibido numerosas audiencias y había comido a su hora como de costumbre. «Ha muerto papá»El Gobierno de Canalejas se vio obligado a explicarse por ese «error sensacional» del que dieron cuenta todos los diarios. Según fuentes oficiales, un telegrafista francés había comunicado a un compañero de Madrid la triste noticia. « El Papa ha muerto », le dijo y el oficial de Telégrafos madrileño se apresuró a transmitir la noticia. Recortes de ABC y monseñor Vico (izda) en 1912 ABCEl equívoco venía de la lectura de un telegrama dirigido a un auditor de la Nunciatura madrileña. El hombre tenía un amigo en Roma cuyo padre se encontraba gravemente enfermo. Tras su fallecimiento, el hijo telegrafió al auditor: « Papá é morto ». Pero como en la transmisión se suprimían los acentos, cuando el despacho pasó por la estación francesa, en su escala desde Roma, el texto se interpretó mal y el error viajó a Madrid antes, incluso, que el famoso telegrama. Cuando finalmente su destinatario lo recibió en la Nunciatura, se aclaró la confusión.«Papá ha muerto. Familia afligidísima. Apresuren viaje», decía. No era el Papa, sino un papá el que había fallecido. La «ligereza» de Canalejas de no haber aguardado la llegada del telegrama de marras y no haber confirmado por otras vías una noticia de tal calibre fue muy criticada. Vicisitudes de la Historia: el político español murió asesinado ese mismo año. Pío X aún le sobrevivió dos años. Murió, esta vez sí, de un infarto en 1914 . La noticia, impactante e inesperada, circuló como un relámpago por aquel Madrid sin móviles ni internet de 1912. Hasta en los transparentes de algunos periódicos (esas hojas que se distribuían para informar sobre sucesos importantes), se anunció la muerte del Papa Pío X a primera hora de la tarde de aquel 11 de abril, «causando en cuantos se enteraban verdadero sentimiento», según ABC . Entonces no fue ningún medio de comunicación el que dio crédito a un rumor, como pasó hace unos días con los que se hicieron eco del fallecimiento de Antonio Tejero y tuvieron que ‘resucitar’ después al exteniente coronel que encabezó el golpe del 23-F . Tampoco surgió de la cuenta en X de ningún influencer, como el francés que dio por muerta a Brigitte Bardot la semana pasada, para estupor de la propia actriz, que aclaró a sus miles de seguidores en las redes sociales que estaba bien y tildó de «imbécil» al autor del bulo. El primero en difundir el error sobre el estado del Pontífice hace un siglo fue, nada más y nada menos que el jefe del Gobierno, José Canalejas . Los periodistas oyeron de sus labios la triste noticia a mediodía. Según explicó el presidente del Consejo de Ministros, en un telegrama particular que acababa de conocer se comunicaba el fallecimiento de Pío X. Canalejas había informado por teléfono al Rey Alfonso XIII y se había trasladado después a la Nunciatura para presentar el pésame del Gobierno al representante de Su Santidad. De allí se dirigió al Ministerio de Estado para estudiar los protocolos que se debían adoptar. «Como la noticia de la muerte del Papa la había facilitado el señor Canalejas y además había manifestado los actos oficiales que llevó a cabo por consecuencia de aquello, en las redacciones de los periódicos se dio crédito absoluto y se dispuso amplia información», contaba ABC . Los corresponsales de los periódicos de provincias transmitieron por telégrafo y por teléfono la infausta nueva y muchas personas acudieron a la Nunciatura a mostrar sus condolencias. El Papa Pío X, en una imagen tomada hacia 1910 ABCEn la residencia oficial del representante del Pontífice no se sabía, sin embargo, nada de lo que todo Madrid daba por cierto. En esas primeras horas, el pronuncio apostólico se encontraba fuera, almorzando en un convento, y la bola siguió rodando hasta que a las tres y media de la tarde monseñor Vico, ya enterado, se presentó en el ministerio de Estado para rectificar personalmente y de forma oficial la noticia . Su Santidad había pasado unos días enfermo, pero estaba completamente restablecido. Esa misma mañana había recibido numerosas audiencias y había comido a su hora como de costumbre. «Ha muerto papá»El Gobierno de Canalejas se vio obligado a explicarse por ese «error sensacional» del que dieron cuenta todos los diarios. Según fuentes oficiales, un telegrafista francés había comunicado a un compañero de Madrid la triste noticia. « El Papa ha muerto », le dijo y el oficial de Telégrafos madrileño se apresuró a transmitir la noticia. Recortes de ABC y monseñor Vico (izda) en 1912 ABCEl equívoco venía de la lectura de un telegrama dirigido a un auditor de la Nunciatura madrileña. El hombre tenía un amigo en Roma cuyo padre se encontraba gravemente enfermo. Tras su fallecimiento, el hijo telegrafió al auditor: « Papá é morto ». Pero como en la transmisión se suprimían los acentos, cuando el despacho pasó por la estación francesa, en su escala desde Roma, el texto se interpretó mal y el error viajó a Madrid antes, incluso, que el famoso telegrama. Cuando finalmente su destinatario lo recibió en la Nunciatura, se aclaró la confusión.«Papá ha muerto. Familia afligidísima. Apresuren viaje», decía. No era el Papa, sino un papá el que había fallecido. La «ligereza» de Canalejas de no haber aguardado la llegada del telegrama de marras y no haber confirmado por otras vías una noticia de tal calibre fue muy criticada. Vicisitudes de la Historia: el político español murió asesinado ese mismo año. Pío X aún le sobrevivió dos años. Murió, esta vez sí, de un infarto en 1914 .
La noticia, impactante e inesperada, circuló como un relámpago por aquel Madrid sin móviles ni internet de 1912. Hasta en los transparentes de algunos periódicos (esas hojas que se distribuían para informar sobre sucesos importantes), se anunció la muerte del Papa Pío X a … primera hora de la tarde de aquel 11 de abril, «causando en cuantos se enteraban verdadero sentimiento», según ABC.
Entonces no fue ningún medio de comunicación el que dio crédito a un rumor, como pasó hace unos días con los que se hicieron eco del fallecimiento de Antonio Tejero y tuvieron que ‘resucitar’ después al exteniente coronel que encabezó el golpe del 23-F. Tampoco surgió de la cuenta en X de ningún influencer, como el francés que dio por muerta a Brigitte Bardot la semana pasada, para estupor de la propia actriz, que aclaró a sus miles de seguidores en las redes sociales que estaba bien y tildó de «imbécil» al autor del bulo.
El primero en difundir el error sobre el estado del Pontífice hace un siglo fue, nada más y nada menos que el jefe del Gobierno, José Canalejas. Los periodistas oyeron de sus labios la triste noticia a mediodía. Según explicó el presidente del Consejo de Ministros, en un telegrama particular que acababa de conocer se comunicaba el fallecimiento de Pío X. Canalejas había informado por teléfono al Rey Alfonso XIII y se había trasladado después a la Nunciatura para presentar el pésame del Gobierno al representante de Su Santidad. De allí se dirigió al Ministerio de Estado para estudiar los protocolos que se debían adoptar.
«Como la noticia de la muerte del Papa la había facilitado el señor Canalejas y además había manifestado los actos oficiales que llevó a cabo por consecuencia de aquello, en las redacciones de los periódicos se dio crédito absoluto y se dispuso amplia información», contaba ABC. Los corresponsales de los periódicos de provincias transmitieron por telégrafo y por teléfono la infausta nueva y muchas personas acudieron a la Nunciatura a mostrar sus condolencias.
ABC
En la residencia oficial del representante del Pontífice no se sabía, sin embargo, nada de lo que todo Madrid daba por cierto. En esas primeras horas, el pronuncio apostólico se encontraba fuera, almorzando en un convento, y la bola siguió rodando hasta que a las tres y media de la tarde monseñor Vico, ya enterado, se presentó en el ministerio de Estado para rectificar personalmente y de forma oficial la noticia. Su Santidad había pasado unos días enfermo, pero estaba completamente restablecido. Esa misma mañana había recibido numerosas audiencias y había comido a su hora como de costumbre.
«Ha muerto papá»
El Gobierno de Canalejas se vio obligado a explicarse por ese «error sensacional» del que dieron cuenta todos los diarios. Según fuentes oficiales, un telegrafista francés había comunicado a un compañero de Madrid la triste noticia. «El Papa ha muerto», le dijo y el oficial de Telégrafos madrileño se apresuró a transmitir la noticia.



ABC
El equívoco venía de la lectura de un telegrama dirigido a un auditor de la Nunciatura madrileña. El hombre tenía un amigo en Roma cuyo padre se encontraba gravemente enfermo. Tras su fallecimiento, el hijo telegrafió al auditor: «Papá é morto». Pero como en la transmisión se suprimían los acentos, cuando el despacho pasó por la estación francesa, en su escala desde Roma, el texto se interpretó mal y el error viajó a Madrid antes, incluso, que el famoso telegrama. Cuando finalmente su destinatario lo recibió en la Nunciatura, se aclaró la confusión.«Papá ha muerto. Familia afligidísima. Apresuren viaje», decía. No era el Papa, sino un papá el que había fallecido.
La «ligereza» de Canalejas de no haber aguardado la llegada del telegrama de marras y no haber confirmado por otras vías una noticia de tal calibre fue muy criticada. Vicisitudes de la Historia: el político español murió asesinado ese mismo año. Pío X aún le sobrevivió dos años. Murió, esta vez sí, de un infarto en 1914.
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