El pecado en ‘Vincent River’ no es ser gay, «que es lo más normal del mundo, sino el mal entendimiento en los demás, o en los padres, que es demasiado común». Así se presenta una pieza que llega este fin de semana a la Sala Mirador (del 1 al 3 de noviembre). Una obra llena de emociones que explora poderosamente la necesidad de aplastar a los «diferentes» dentro de un mundo en el que, en los últimos tiempos, «ha habido un angustioso crecimiento de crímenes de odio», se firma en el programa.
Pilar Massa dirige y protagoniza, junto a Eduardo Gallo, un montaje (traducida por Manuel Benito) que obliga a confrontar algunos aspectos del duelo desde la perspectiva de una madre, un amante, un extraño y un amigo. Su brillantez, señala el equipo, radica en su capacidad de «hacerlo con fuertes dosis de humor y un excelente conocimiento de la geografía humana» extremadamente visual en la descripción de los recuerdos de los dos personajes, creando algunos momentos verdaderamente impresionantes simplemente a través del uso de las palabras.
‘Vincent River’, de Philip Ridley, aborda temas como el sensacionalismo, la realidad de haber sido madre soltera, los ataques a homosexuales, la protección de los padres a sus hijos, el duelo, el miedo, la hipocresía, la tolerancia, el odio irracional que desgraciadamente sigue siendo relevante, haciendo que como espectadores lamentemos con amargura la intolerancia de nuestra sociedad. Además de profundizar en la violencia contra los homosexuales con un pequeño toque de su reconocible humor negro. «Noventa minutos fascinantes con tintes de thriller hipnótico. Excelente», decía la crítica de ‘The Guardian’.
Así, Massa estrena en España una obra de plena actualidad sobre los delitos de odio. Se trata del segundo texto del autor inglés que lleva a las tablas tras el éxito de ‘Alimañas (brillantes)’. De hecho, fue el propio Ridley quien propuso a estrenar esta pieza tras leer las buenas críticas que había recibido su primera colaboración.
La directora también interpreta a uno de los dos personajes protagonistas, Anita: una mujer de cincuenta y tantos años, abre la puerta de su apartamento a Davey, un joven al que no conoce, pero que le ha estado siguiendo. Ella ha tenido que dejar su anterior piso para librarse de los entrometidos y crueles vecinos, y acaba de llegar a un pequeño apartamento. Cajas de cartón tras la mudanza se acumulan en el suelo de este nuevo apartamento, junto a paquetes de cigarrillos y botellas de ginebra. Vincent, hijo de Anita, ha sido recientemente asesinado en un terrible crimen homófobo.
Davey afirma ser quien encontró el cadáver de Vincent. Pero claramente sabe algo más. ¿Pero el qué? «Anita está hambrienta de detalles sobre la muerte de Vincent. Davey está deseando saber más sobre el pasado de Vincent. A partir de entonces tendrá lugar entre ellos un encuentro, en cierto modo terapéutico, que les ayudará a enfrentarse a la horrible realidad de la muerte inesperada de un ser querido. Ambos tendrán que empezar a digerir su propio papel en la tragedia, un proceso que saben que puede llevarles años», presentan.
Pilar Massa dirige y protagoniza una pieza sobre los delitos de odios firmada por el autor inglés Philip Ridley
El pecado en ‘Vincent River’ no es ser gay, «que es lo más normal del mundo, sino el mal entendimiento en los demás, o en los padres, que es demasiado común». Así se presenta una pieza que llega este fin de semana a la Sala Mirador (del 1 al 3 de noviembre). Una obra llena de emociones que explora poderosamente la necesidad de aplastar a los «diferentes» dentro de un mundo en el que, en los últimos tiempos, «ha habido un angustioso crecimiento de crímenes de odio», se firma en el programa.
Pilar Massa dirige y protagoniza, junto a Eduardo Gallo, un montaje (traducida por Manuel Benito) que obliga a confrontar algunos aspectos del duelo desde la perspectiva de una madre, un amante, un extraño y un amigo. Su brillantez, señala el equipo, radica en su capacidad de «hacerlo con fuertes dosis de humor y un excelente conocimiento de la geografía humana» extremadamente visual en la descripción de los recuerdos de los dos personajes, creando algunos momentos verdaderamente impresionantes simplemente a través del uso de las palabras.
‘Vincent River’, de Philip Ridley, aborda temas como el sensacionalismo, la realidad de haber sido madre soltera, los ataques a homosexuales, la protección de los padres a sus hijos, el duelo, el miedo, la hipocresía, la tolerancia, el odio irracional que desgraciadamente sigue siendo relevante, haciendo que como espectadores lamentemos con amargura la intolerancia de nuestra sociedad. Además de profundizar en la violencia contra los homosexuales con un pequeño toque de su reconocible humor negro. «Noventa minutos fascinantes con tintes de thriller hipnótico. Excelente», decía la crítica de ‘The Guardian’.
Así, Massa estrena en España una obra de plena actualidad sobre los delitos de odio. Se trata del segundo texto del autor inglés que lleva a las tablas tras el éxito de ‘Alimañas (brillantes)’. De hecho, fue el propio Ridley quien propuso a estrenar esta pieza tras leer las buenas críticas que había recibido su primera colaboración.
La directora también interpreta a uno de los dos personajes protagonistas, Anita: una mujer de cincuenta y tantos años, abre la puerta de su apartamento a Davey, un joven al que no conoce, pero que le ha estado siguiendo. Ella ha tenido que dejar su anterior piso para librarse de los entrometidos y crueles vecinos, y acaba de llegar a un pequeño apartamento. Cajas de cartón tras la mudanza se acumulan en el suelo de este nuevo apartamento, junto a paquetes de cigarrillos y botellas de ginebra. Vincent, hijo de Anita, ha sido recientemente asesinado en un terrible crimen homófobo.
Davey afirma ser quien encontró el cadáver de Vincent. Pero claramente sabe algo más. ¿Pero el qué? «Anita está hambrienta de detalles sobre la muerte de Vincent. Davey está deseando saber más sobre el pasado de Vincent. A partir de entonces tendrá lugar entre ellos un encuentro, en cierto modo terapéutico, que les ayudará a enfrentarse a la horrible realidad de la muerte inesperada de un ser querido. Ambos tendrán que empezar a digerir su propio papel en la tragedia, un proceso que saben que puede llevarles años», presentan.
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