Dice que su naturaleza es tímida, pero que fue el periodismo lo que le llevó “a arremangarse”. Y ahora, muchos años después de arrancar su carrera, cuando aún no había terminado sus estudios en la agencia colombiana de noticias Colprensa, poco después en el diario El Tiempo y más adelante en El espectador en Bogotá, tras asentarse en España y continuar su trayectoria como responsable de la información de libros y literatura en EL PAÍS y después, desde la publicación WMagazin, que él mismo fundó, con miles de entrevistas a sus espaldas, ya convertido en un infatigable conversador, Winston Manrique Sabogal (Neiva, Colombia, 59 años) se ha propuesto entablar un nuevo diálogo por escrito con los lectores. La singular charla coral que ha reunido en La gran transformación (Galaxia Gutenberg) se aleja de un recopilatorio al uso y se acerca a un autorretrato indirecto. “Mis ideas no son mías, es el mestizaje de todas esas conversaciones. Luego vas haciéndolo propio”, reflexionaba una tarde de noviembre en el Café Gijón, en Madrid. “Desde que trabajé, cuando aún no había terminado mis estudios, en el departamento de investigación de Colprensa, se me quedó eso de ampliar fuentes, de contrastar, de abrir la conversación”.
Clara Janés le animó a dar una nueva forma a su trabajo y el novelista Richard Ford le dio una de las claves que guían este su primer libro, cuando le respondió que su propósito al escribir no es ser mejor que los grandes autores, sino intentar “formar parte de la conversación”. Pero fue el premio Nobel de Física Frank Wilczek y su definición de la belleza como algo cotidiano y en constante diálogo con todo y con todos, lo que le permitió a Manrique asentar los cimientos de este nuevo episodio literario y periodístico en su “biografía en construcción”.
Así, la belleza es uno de los cuatro vectores en torno a los cuales se ordenan las voces reunidas por el periodista. El amor, el sexo y la felicidad completan los otros tres “deseos capitales” que guían las opiniones y reflexiones de Zygmunt Bauman, Dario Fo, Toni Morrison, Dacia Maraini, Colm Tóibín, John Banville, Margarita García Robayo, Álvaro Pombo o Camila Sosa, entre muchos otros. La lista es larga e impresionante. Y esas reflexiones entreveradas de unos 200 escritores, filósofos, y científicos dan cuenta de ese enorme cambio que ha experimentado la sociedad, y al que hace referencia el título de este ensayo, en los años transcurridos desde la caída del Muro de Berlín, en 1989, hasta la pandemia de 2020. “Opté por un libro que funde lo que he hecho, periodismo, con diferentes géneros literarios, mucha cultura y literatura. Intento compartir esas conversaciones que he tenido con ellos”, explica el autor. “Partí de una lista de 10 temas, pero empecé con la belleza, que es el que más gustaba. Al final quedaron esos cuatro deseos inmanentes de los que todo el mundo tiene una opinión y que, efectivamente, guardan un atisbo de luz”. Pero la luminosidad de esos temas elegidos por Manrique no esquiva en ningún caso las sombras que proyectan la violencia contra las mujeres o el medio ambiente o la guerra. Eso también está contenido en los principios vectores de La gran transformación.
Al enfrentarse de nuevo a los textos que había escrito en los medios, Manrique se encontró con algunas sorpresas, porque como ocurre con un libro que es leído en distintos momentos vitales, los detalles en los que uno se fija van cambiando. Y con todo ese material pudo recomponer también su propia historia. Es ahí donde surge el retrato, en un elegante segundo plano, del cronista, de su infancia en Neiva, de sus años de formación y de sus trabajos como reportero.
En un taller con Gabriel García Márquez en Cartagena de Indias dio con la historia de una mujer que se suicidó tras enamorarse perdidamente de un muerto, y en El tiempo escribió sobre una extraña y misteriosa plaga de murciélagos. “La pregunta que surgió al pensar en este libro era, ¿cómo me implico yo? Y la respuesta la encontré también a partir de los cuatro temas que guían el libro al recordar cuándo creí yo ver esos deseos capitales, para invitar al lector a que piense y recuerde él también. Cada capítulo contiene un episodio de mi trayectoria como periodista”, apunta. ¿Algún consejo para quienes hoy empiezan en la profesión? “Deben leer, no solo prensa, contrastar la información, recordar que la opinión valiosa es la de la fuente, que ser notario no tiene nada de malo y que deben preservar su curiosidad y capacidad de sorpresa. Así armarán una amplia polifonía con lo que saben”.
El libro ‘La gran transformación’ recupera las palabras de Gabriel García Márquez, Toni Morrison, Darío Fo o Frank Wilczek, entre otros. Belleza, amor, sexo y felicidad son los temas que guían este retrato de la sociedad
Dice que su naturaleza es tímida, pero que fue el periodismo lo que le llevó “a arremangarse”. Y ahora, muchos años después de arrancar su carrera, cuando aún no había terminado sus estudios en la agencia colombiana de noticias Colprensa, poco después en el diario El Tiempo y más adelante en El espectador en Bogotá, tras asentarse en España y continuar su trayectoria como responsable de la información de libros y literatura en EL PAÍS y después, desde la publicación WMagazin, que él mismo fundó, con miles de entrevistas a sus espaldas, ya convertido en un infatigable conversador, Winston Manrique Sabogal (Neiva, Colombia, 59 años) se ha propuesto entablar un nuevo diálogo por escrito con los lectores. La singular charla coral que ha reunido en La gran transformación (Galaxia Gutenberg) se aleja de un recopilatorio al uso y se acerca a un autorretrato indirecto. “Mis ideas no son mías, es el mestizaje de todas esas conversaciones. Luego vas haciéndolo propio”, reflexionaba una tarde de noviembre en el Café Gijón, en Madrid. “Desde que trabajé, cuando aún no había terminado mis estudios, en el departamento de investigación de Colprensa, se me quedó eso de ampliar fuentes, de contrastar, de abrir la conversación”.
Clara Janés le animó a dar una nueva forma a su trabajo y el novelista Richard Ford le dio una de las claves que guían este su primer libro, cuando le respondió que su propósito al escribir no es ser mejor que los grandes autores, sino intentar “formar parte de la conversación”. Pero fue el premio Nobel de Física Frank Wilczek y su definición de la belleza como algo cotidiano y en constante diálogo con todo y con todos, lo que le permitió a Manrique asentar los cimientos de este nuevo episodio literario y periodístico en su “biografía en construcción”.
Así, la belleza es uno de los cuatro vectores en torno a los cuales se ordenan las voces reunidas por el periodista. El amor, el sexo y la felicidad completan los otros tres “deseos capitales” que guían las opiniones y reflexiones de Zygmunt Bauman, Dario Fo, Toni Morrison, Dacia Maraini, Colm Tóibín, John Banville, Margarita García Robayo, Álvaro Pombo o Camila Sosa, entre muchos otros. La lista es larga e impresionante. Y esas reflexiones entreveradas de unos 200 escritores, filósofos, y científicos dan cuenta de ese enorme cambio que ha experimentado la sociedad, y al que hace referencia el título de este ensayo, en los años transcurridos desde la caída del Muro de Berlín, en 1989, hasta la pandemia de 2020. “Opté por un libro que funde lo que he hecho, periodismo, con diferentes géneros literarios, mucha cultura y literatura. Intento compartir esas conversaciones que he tenido con ellos”, explica el autor. “Partí de una lista de 10 temas, pero empecé con la belleza, que es el que más gustaba. Al final quedaron esos cuatro deseos inmanentes de los que todo el mundo tiene una opinión y que, efectivamente, guardan un atisbo de luz”. Pero la luminosidad de esos temas elegidos por Manrique no esquiva en ningún caso las sombras que proyectan la violencia contra las mujeres o el medio ambiente o la guerra. Eso también está contenido en los principios vectores de La gran transformación.
Al enfrentarse de nuevo a los textos que había escrito en los medios, Manrique se encontró con algunas sorpresas, porque como ocurre con un libro que es leído en distintos momentos vitales, los detalles en los que uno se fija van cambiando. Y con todo ese material pudo recomponer también su propia historia. Es ahí donde surge el retrato, en un elegante segundo plano, del cronista, de su infancia en Neiva, de sus años de formación y de sus trabajos como reportero.
En un taller con Gabriel García Márquez en Cartagena de Indias dio con la historia de una mujer que se suicidó tras enamorarse perdidamente de un muerto, y en El tiempo escribió sobre una extraña y misteriosa plaga de murciélagos. “La pregunta que surgió al pensar en este libro era, ¿cómo me implico yo? Y la respuesta la encontré también a partir de los cuatro temas que guían el libro al recordar cuándo creí yo ver esos deseos capitales, para invitar al lector a que piense y recuerde él también. Cada capítulo contiene un episodio de mi trayectoria como periodista”, apunta. ¿Algún consejo para quienes hoy empiezan en la profesión? “Deben leer, no solo prensa, contrastar la información, recordar que la opinión valiosa es la de la fuente, que ser notario no tiene nada de malo y que deben preservar su curiosidad y capacidad de sorpresa. Así armarán una amplia polifonía con lo que saben”.
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