En la sala 75 del Prado luce una espléndida pintura de historia, ‘Los amantes de Teruel’ . En la 63A, un maravilloso paisaje, ‘Recuerdos de Granada’. El autor de ambas obras es el pintor valenciano Antonio Muñoz Degrain (1840-1924) , un pintor no muy conocido por el público. La pinacoteca, que atesora una veintena de sus pinturas, le dedica una pequeña monográfica en la sala 60 del edificio Villanueva. Forma parte de un proyecto puesto en marcha hace años para recuperar y poner en valor las colecciones del XIX , las más extensas del Prado. Generalmente, son obras que están en la reserva, han sido adquiridas, compradas o restauradas. Desde 2009 ya han pasado por ese espacio nombres como Beruete, Pérez Villaamil, Federico de Madrazo, Pradilla, Rosales, Sorolla… Tras abandonar el Casón del Buen Retiro, esta pintura se ha ido reivindicando y hallando su lugar en el museo. Buena ‘culpa’ de ello la tiene Javier Barón , jefe de la colección del siglo XIX del Prado. Noticias relacionadas reportaje Si Veronés seduce en el Prado Natividad Pulido estandar Si Miguel Falomir: «No hay nada mejor para descolonizar que mostrar la Historia» Natividad Pulido Esta muestra de gabinete reúne, hasta el 11 de enero , una docena de obras que revisan toda su trayectoria. Algunas se exhiben por primera vez en el museo. Preside la sala ‘Paisaje del Pardo al disiparse la niebla’ (1866), un monumental lienzo de dos por tres metros con el que ganó una medalla en la Exposición Nacional de 1866. Fue adquirido en 1867. Es el paisaje más destacado de Muñoz Degrain, que suele colgar en la colección permanente y que luce espléndido tras su restauración. Es una de las cinco obras de este artista que han sido restauradas recientemente. Capta la atmósfera de forma asombrosa. Explica Barón que se aprecia en ella la herencia velazqueña . No en vano, pasó tiempo copiando las obras del Prado.’Antes de la boda’, de Antonio Muñoz Degrain, 1882 Museo del PradoMuñoz Degrain es una ‘rara avis’ , uno de artistas españoles más singulares y originales del XIX, advierte Javier Barón. Creador de una gran versatilidad , «domina la técnica casi intuitivamente». Pintor de nocturnos , no se especializó en un género, sino que abordó con extraordinaria libertad la pintura de historia, el paisaje, la pintura religiosa, el orientalismo… Fue un bastión de la libertad en el arte. Al margen de las corrientes dominantes, anduvo constantemente buscando nuevos lenguajes pictóricos . En 1899 ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando con un discurso dedicado a l a sinceridad en el arte . Gran amigo del padre de Picasso , fue profesor de este en el curso 1897-98. El joven Pablo se matriculó en dos asignaturas: Paisaje, que impartía Muñoz Degrain, y Dibujo, a cargo de Moreno Carbonero. Picasso prefería escaparse al Prado y copiar a los grandes maestros. ‘Los escuchas marroquíes’, de Antonio Muñoz Degrain, h. 1879 Museo del PradoCompletan la selección paisajes como ‘Vista de Granada y Sierra Nevada’ (un paisaje evocador en el que se funden imaginación y realidad), ‘Vista tomada en los Pirineos navarros’ o ‘La sierra de las Agujas’. Además, ‘Las escuchas marroquíes’ (inspirado en un viaje a Tánger, sentía fascinación por lo misterioso, por el orientalismo y el exotismo del norte de África), ‘Jesús en el Tiberíades’ (ejemplo de su pintura religiosa), ‘Rincón de un patio toledano’ (desvela su maestría expresiva en los temas cotidianos ) o ‘Antes de la boda’, en el que retrata a Isabel de Segura. Un cuadro, comenta Barón, en el que se aprecia la influencia veneciana con un colorido vibrante y la pincelada suelta. En una vitrina, un estudio preparatorio a lápiz y tinta para su obra más célebre, ‘Los amantes de Teruel’, donado al museo por la familia Ellacuría Delgado, y un retrato fotográfico del artista realizado por Miguel Blay, donado por Mario Fernández Albarés. Reproduce un retrato en mármol de Blay. En octubre se incorporarán algunas obras a la muestra. En la sala 75 del Prado luce una espléndida pintura de historia, ‘Los amantes de Teruel’ . En la 63A, un maravilloso paisaje, ‘Recuerdos de Granada’. El autor de ambas obras es el pintor valenciano Antonio Muñoz Degrain (1840-1924) , un pintor no muy conocido por el público. La pinacoteca, que atesora una veintena de sus pinturas, le dedica una pequeña monográfica en la sala 60 del edificio Villanueva. Forma parte de un proyecto puesto en marcha hace años para recuperar y poner en valor las colecciones del XIX , las más extensas del Prado. Generalmente, son obras que están en la reserva, han sido adquiridas, compradas o restauradas. Desde 2009 ya han pasado por ese espacio nombres como Beruete, Pérez Villaamil, Federico de Madrazo, Pradilla, Rosales, Sorolla… Tras abandonar el Casón del Buen Retiro, esta pintura se ha ido reivindicando y hallando su lugar en el museo. Buena ‘culpa’ de ello la tiene Javier Barón , jefe de la colección del siglo XIX del Prado. Noticias relacionadas reportaje Si Veronés seduce en el Prado Natividad Pulido estandar Si Miguel Falomir: «No hay nada mejor para descolonizar que mostrar la Historia» Natividad Pulido Esta muestra de gabinete reúne, hasta el 11 de enero , una docena de obras que revisan toda su trayectoria. Algunas se exhiben por primera vez en el museo. Preside la sala ‘Paisaje del Pardo al disiparse la niebla’ (1866), un monumental lienzo de dos por tres metros con el que ganó una medalla en la Exposición Nacional de 1866. Fue adquirido en 1867. Es el paisaje más destacado de Muñoz Degrain, que suele colgar en la colección permanente y que luce espléndido tras su restauración. Es una de las cinco obras de este artista que han sido restauradas recientemente. Capta la atmósfera de forma asombrosa. Explica Barón que se aprecia en ella la herencia velazqueña . No en vano, pasó tiempo copiando las obras del Prado.’Antes de la boda’, de Antonio Muñoz Degrain, 1882 Museo del PradoMuñoz Degrain es una ‘rara avis’ , uno de artistas españoles más singulares y originales del XIX, advierte Javier Barón. Creador de una gran versatilidad , «domina la técnica casi intuitivamente». Pintor de nocturnos , no se especializó en un género, sino que abordó con extraordinaria libertad la pintura de historia, el paisaje, la pintura religiosa, el orientalismo… Fue un bastión de la libertad en el arte. Al margen de las corrientes dominantes, anduvo constantemente buscando nuevos lenguajes pictóricos . En 1899 ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando con un discurso dedicado a l a sinceridad en el arte . Gran amigo del padre de Picasso , fue profesor de este en el curso 1897-98. El joven Pablo se matriculó en dos asignaturas: Paisaje, que impartía Muñoz Degrain, y Dibujo, a cargo de Moreno Carbonero. Picasso prefería escaparse al Prado y copiar a los grandes maestros. ‘Los escuchas marroquíes’, de Antonio Muñoz Degrain, h. 1879 Museo del PradoCompletan la selección paisajes como ‘Vista de Granada y Sierra Nevada’ (un paisaje evocador en el que se funden imaginación y realidad), ‘Vista tomada en los Pirineos navarros’ o ‘La sierra de las Agujas’. Además, ‘Las escuchas marroquíes’ (inspirado en un viaje a Tánger, sentía fascinación por lo misterioso, por el orientalismo y el exotismo del norte de África), ‘Jesús en el Tiberíades’ (ejemplo de su pintura religiosa), ‘Rincón de un patio toledano’ (desvela su maestría expresiva en los temas cotidianos ) o ‘Antes de la boda’, en el que retrata a Isabel de Segura. Un cuadro, comenta Barón, en el que se aprecia la influencia veneciana con un colorido vibrante y la pincelada suelta. En una vitrina, un estudio preparatorio a lápiz y tinta para su obra más célebre, ‘Los amantes de Teruel’, donado al museo por la familia Ellacuría Delgado, y un retrato fotográfico del artista realizado por Miguel Blay, donado por Mario Fernández Albarés. Reproduce un retrato en mármol de Blay. En octubre se incorporarán algunas obras a la muestra.
Una muestra de gabinete reúne una docena de obras que revisan toda su trayectoria, algunas se exhiben por primera vez en el museo. Es uno de los pintores españoles más originales del XIX
En la sala 75 del Prado luce una espléndida pintura de historia, ‘Los amantes de Teruel’. En la 63A, un maravilloso paisaje, ‘Recuerdos de Granada’. El autor de ambas obras es el pintor valenciano Antonio Muñoz Degrain (1840-1924), un pintor no muy conocido por el público. La pinacoteca, que atesora una veintena de sus pinturas, le dedica una pequeña monográfica en la sala 60 del edificio Villanueva. Forma parte de un proyecto puesto en marcha hace años para recuperar y poner en valor las colecciones del XIX, las más extensas del Prado. Generalmente, son obras que están en la reserva, han sido adquiridas, compradas o restauradas.
Desde 2009 ya han pasado por ese espacio nombres como Beruete, Pérez Villaamil, Federico de Madrazo, Pradilla, Rosales, Sorolla… Tras abandonar el Casón del Buen Retiro, esta pintura se ha ido reivindicando y hallando su lugar en el museo. Buena ‘culpa’ de ello la tiene Javier Barón, jefe de la colección del siglo XIX del Prado.
Esta muestra de gabinete reúne, hasta el 11 de enero, una docena de obras que revisan toda su trayectoria. Algunas se exhiben por primera vez en el museo. Preside la sala ‘Paisaje del Pardo al disiparse la niebla’ (1866), un monumental lienzo de dos por tres metros con el que ganó una medalla en la Exposición Nacional de 1866. Fue adquirido en 1867. Es el paisaje más destacado de Muñoz Degrain, que suele colgar en la colección permanente y que luce espléndido tras su restauración. Es una de las cinco obras de este artista que han sido restauradas recientemente. Capta la atmósfera de forma asombrosa. Explica Barón que se aprecia en ella la herencia velazqueña. No en vano, pasó tiempo copiando las obras del Prado.
Museo del Prado
Muñoz Degrain es una ‘rara avis’, uno de artistas españoles más singulares y originales del XIX, advierte Javier Barón. Creador de una gran versatilidad, «domina la técnica casi intuitivamente». Pintor de nocturnos, no se especializó en un género, sino que abordó con extraordinaria libertad la pintura de historia, el paisaje, la pintura religiosa, el orientalismo… Fue un bastión de la libertad en el arte. Al margen de las corrientes dominantes, anduvo constantemente buscando nuevos lenguajes pictóricos.
En 1899 ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando con un discurso dedicado a la sinceridad en el arte. Gran amigo del padre de Picasso, fue profesor de este en el curso 1897-98. El joven Pablo se matriculó en dos asignaturas: Paisaje, que impartía Muñoz Degrain, y Dibujo, a cargo de Moreno Carbonero. Picasso prefería escaparse al Prado y copiar a los grandes maestros.
Museo del Prado
Completan la selección paisajes como ‘Vista de Granada y Sierra Nevada’ (un paisaje evocador en el que se funden imaginación y realidad), ‘Vista tomada en los Pirineos navarros’ o ‘La sierra de las Agujas’. Además, ‘Las escuchas marroquíes’ (inspirado en un viaje a Tánger, sentía fascinación por lo misterioso, por el orientalismo y el exotismo del norte de África), ‘Jesús en el Tiberíades’ (ejemplo de su pintura religiosa), ‘Rincón de un patio toledano’ (desvela su maestría expresiva en los temas cotidianos) o ‘Antes de la boda’, en el que retrata a Isabel de Segura. Un cuadro, comenta Barón, en el que se aprecia la influencia veneciana con un colorido vibrante y la pincelada suelta.
En una vitrina, un estudio preparatorio a lápiz y tinta para su obra más célebre, ‘Los amantes de Teruel’, donado al museo por la familia Ellacuría Delgado, y un retrato fotográfico del artista realizado por Miguel Blay, donado por Mario Fernández Albarés. Reproduce un retrato en mármol de Blay. En octubre se incorporarán algunas obras a la muestra.
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