Comparte tentadero con Daniel Luque en ‘Lo Álvaro’, templo ganadero de Juan Pedro Domecq. El de Gerena, que ya fue su primer valedor incluso antes de debutar como novillero, le arropa ahora que a su candela pocos se arriman. Ambos conocen el camino del triunfo al naufragio. De estar en las principales ferias a tener que verlas por televisión. De su conversación sorprende la capacidad de autocrítica, de reprocharse todo cuanto no hizo: «Me faltó mucho más». Ahora, por mediación y recomendación de Luque, ha puesto su carrera en manos de Manolo Campuzano, a quien le acompaña una larga nómina de toreros resucitados. Juntos, después de un par de meses de toma de contacto en el campo, debutaron hace unos días en un festival en Villaseca de la Sagra. Se vio a un torero renovado, reforzado en su estilo, elevado de pasión y con la ambición que lo catapultó como novillero. –Después de un tiempo sin verle, nos ha recordado que sabe torear. Y muy bien. –Este año sólo he podido torear dos corridas de toros (Madrid y Madridejos). Tuve que empezar a torear festivales sin picadores por la zona de Ávila, Madrid y Toledo para mantener la motivación y la ilusión por torear. Aunque los erales se mueven de otra manera, más rabiosos y desordenados, me han permitido seguir ilusionado. Ha sido un proceso importante que tuvo su reflejo en este último festival. –¿Un proceso «importante» para no perder esa ilusión o para recuperarla?–Diría que para recuperarla. La había perdido incluso antes de ir a San Isidro. Fue un cúmulo de cosas: no había encontrado apoderado, no entraba en ferias en las que yo creía que debía estar… Pero sé que la culpa no fue sólo externa, sino que me dejé llevar por esa situación. Pasaron unos meses hasta que volví a darme cuenta de que lo que me hace feliz es torear. –Escuchándole, parece que se siente un muñeco roto. –No un muñeco roto, pero sí toqué fondo. Me sentí impotente porque había cosas que me había dejado dentro y que no había llegado a sacar o a demostrar como torero. La situación se puso difícil, y lo sigue estando, pero ahora juego con la ilusión y la motivación a mi favor. Veo las cosas de una manera diferente. Disfruto de cada entrenamiento o tentadero. Le he vuelto a dar importancia a muchas cosas.–¿Qué cosas se han quedado dentro?–Cuando veía corridas desde casa sentía envidia por no poder estar ahí y pensaba en todo eso que no había llegado a expresar como torero. Sé que en muchos momentos no he dado el máximo. Eso que tanto se dice de «pasar la raya». Es difícil, pero fácil no hay nada en el toreo. Y si quieres ser alguien, debes hacerlo. –Aunque es joven, su carrera parece un carrusel: el éxito novilleril, el asentamiento como matador en las principales ferias, también el fracaso…–Sí, desgraciada y afortunadamente. Este último año no fue especialmente agradable. No saben cuánto duele que alguien, con su mejor intención, te pregunte que cuándo toreas y que no tengas fechas para responderle. Aunque ahora lo pienso y creo que necesitaba tocar ese fondo para recapacitar, corregir y ver todo desde otro punto de vista. Tuve que tocar ese fondo para darme cuenta de lo que realmente quiero.–Después de verle en Villaseca, el cambio es notable en cuanto a expresión artística y entrega con los animales. No importa que fuera un novillo.–Es que he tratado de cambiar en todo lo que no me daba resultado: en el concepto, en la disciplina, en mi compromiso con la profesión. Siento que ahora tengo más afición que nunca, que sólo quiero mejorar y crecer como torero. Ahora sé que no estaba haciendo lo correcto, que no adquiría por ejemplo el compromiso en el campo para hacer esos esfuerzos con más naturalidad en la plaza. –Siempre se le ha tachado como torero ‘técnico’. ¿Puede ser la causa o consecuencia de esa falta de compromiso?–El final sólo lo marcan la regularidad y la constancia. Ahí está la diferencia entre la figura del toreo y el que no lo es. Sé que no he tenido la regularidad que se necesita para serlo. –Pero aun así, cortó una oreja en la Maestranza y no volvió al año siguiente. –En 2022 completé una temporada muy buena, cortando orejas en Sevilla, Madrid, Pamplona, Valencia… Y también en 2023, cuando estuve a un gran nivel en muchas de las grandes ferias. Pero sé que aun estando bien, no fue todo lo suficiente. En Madrid di tres vueltas al ruedo y en Sevilla le corté una oreja a un toro de Santiago Domecq. Ahora, mi objetivo es volver a todos esos sitios y convertirme en figura del toreo. Quiero ser un torero importante. He aprendido de todos los errores y me he dado cuenta de cuál es el camino.–En el toreo, muchas veces se confunde puntuar con triunfar. Un triunfo debe ser mucho más, debe estar basado en la rotundidad. Imagino que es el camino que busca. –Sí, es cierto que se necesita rotundidad, pero sin olvidar la regularidad. Creo que la tuve en esas temporadas que digo, pero el año pasado no encontré a la persona adecuada para que me apoderara. Una temporada en solitario es muy difícil, y más cuando vas a Madrid y no ruedan las cosas. Si hubiera tenido esa rotundidad de la que me hablas, quizás estas otras cosas hubieran llegado solas. –Al igual que en sus comienzos, ha vuelto a compenetrarse con Daniel Luque durante estos meses del invierno taurino. –Somos amigos desde niños. Empecé a su lado, aprendí mucho de él e incluso me brindó la oportunidad de ponerme por primera vez delante de un toro. Es verdad que muy pronto me apoderó la casa Lozano y ya no pudimos pasar tanto tiempo juntos, pero como tanto me ha repetido estos años: «Cuando algo no funciona, hay que volver a buscar en los orígenes». Esa idea es la que me ha servido para reencontrarme. Estar a su lado me hizo mucho bien. Ahora vamos a muchos tentaderos juntos y veo que hace unos esfuerzos tremendos. Ahí comprendo porque está donde está. La gente no se puede imaginar lo que hace, le da igual que sea noviembre o diciembre. Se compromete con todo tipo de toros. Pese a la situación de privilegio que ahora vive, no se relaja. Por eso ha tenido esta recompensa. Ése es el punto de compromiso que a mí me ha faltado. Todo eso me está ayudando a encontrar mi camino. Él me conoce muy bien y sabe hablarme y apretarme. Me recomendó a Manolo Campuzano como la persona idónea para lo que ahora mismo necesito. Hablé con él y rápidamente nos entendimos. Tiene ilusión por reflotar mi carrera, me habla de conseguir muchas cosas juntos. Ahora, por fin, tengo a una persona que está ilusionada conmigo. –Daniel vivió una situación muy parecida: pasó de los grandes carteles a vivir sobre el abismo. Él consiguió reinventarse.–Para mí es el gran ejemplo de superación. Pasar de estar en los principales carteles y en las grandes ferias a sentirte apartado. Su compromiso, afición y dedicación le han llevado a conseguir todo lo que se había propuesto. Que él haya vivido una situación como la que ahora atravieso yo me acerca aún más a él. Todo en él es una lección. –Si volviera atrás, ¿qué cambiaría? –No lo había pensado nunca. Me iría muy atrás, cambiaría muchas cosas desde el primer momento. Serían muchas cosas, porque en el momento no crees estar haciéndolo mal. Piensas que es lo correcto y sólo el tiempo te demuestra la equivocación. Quizás me iría a los momentos en los que atravesaba una situación más favorable para apretar más, estar más comprometido. –Estamos en Navidad: ¿qué regalo le pedirías al toreo?–Muchas cosas, aunque al final todo llega. Pido paciencia, para mí y conmigo. Debo saber esperar al momento, sé que antes o después me llegará. Ojalá que pueda ser lo antes posible. Podría pedir suerte, pero sé que va de la mano del trabajo y la constancia, de todo lo que hacer en el día a día. Comparte tentadero con Daniel Luque en ‘Lo Álvaro’, templo ganadero de Juan Pedro Domecq. El de Gerena, que ya fue su primer valedor incluso antes de debutar como novillero, le arropa ahora que a su candela pocos se arriman. Ambos conocen el camino del triunfo al naufragio. De estar en las principales ferias a tener que verlas por televisión. De su conversación sorprende la capacidad de autocrítica, de reprocharse todo cuanto no hizo: «Me faltó mucho más». Ahora, por mediación y recomendación de Luque, ha puesto su carrera en manos de Manolo Campuzano, a quien le acompaña una larga nómina de toreros resucitados. Juntos, después de un par de meses de toma de contacto en el campo, debutaron hace unos días en un festival en Villaseca de la Sagra. Se vio a un torero renovado, reforzado en su estilo, elevado de pasión y con la ambición que lo catapultó como novillero. –Después de un tiempo sin verle, nos ha recordado que sabe torear. Y muy bien. –Este año sólo he podido torear dos corridas de toros (Madrid y Madridejos). Tuve que empezar a torear festivales sin picadores por la zona de Ávila, Madrid y Toledo para mantener la motivación y la ilusión por torear. Aunque los erales se mueven de otra manera, más rabiosos y desordenados, me han permitido seguir ilusionado. Ha sido un proceso importante que tuvo su reflejo en este último festival. –¿Un proceso «importante» para no perder esa ilusión o para recuperarla?–Diría que para recuperarla. La había perdido incluso antes de ir a San Isidro. Fue un cúmulo de cosas: no había encontrado apoderado, no entraba en ferias en las que yo creía que debía estar… Pero sé que la culpa no fue sólo externa, sino que me dejé llevar por esa situación. Pasaron unos meses hasta que volví a darme cuenta de que lo que me hace feliz es torear. –Escuchándole, parece que se siente un muñeco roto. –No un muñeco roto, pero sí toqué fondo. Me sentí impotente porque había cosas que me había dejado dentro y que no había llegado a sacar o a demostrar como torero. La situación se puso difícil, y lo sigue estando, pero ahora juego con la ilusión y la motivación a mi favor. Veo las cosas de una manera diferente. Disfruto de cada entrenamiento o tentadero. Le he vuelto a dar importancia a muchas cosas.–¿Qué cosas se han quedado dentro?–Cuando veía corridas desde casa sentía envidia por no poder estar ahí y pensaba en todo eso que no había llegado a expresar como torero. Sé que en muchos momentos no he dado el máximo. Eso que tanto se dice de «pasar la raya». Es difícil, pero fácil no hay nada en el toreo. Y si quieres ser alguien, debes hacerlo. –Aunque es joven, su carrera parece un carrusel: el éxito novilleril, el asentamiento como matador en las principales ferias, también el fracaso…–Sí, desgraciada y afortunadamente. Este último año no fue especialmente agradable. No saben cuánto duele que alguien, con su mejor intención, te pregunte que cuándo toreas y que no tengas fechas para responderle. Aunque ahora lo pienso y creo que necesitaba tocar ese fondo para recapacitar, corregir y ver todo desde otro punto de vista. Tuve que tocar ese fondo para darme cuenta de lo que realmente quiero.–Después de verle en Villaseca, el cambio es notable en cuanto a expresión artística y entrega con los animales. No importa que fuera un novillo.–Es que he tratado de cambiar en todo lo que no me daba resultado: en el concepto, en la disciplina, en mi compromiso con la profesión. Siento que ahora tengo más afición que nunca, que sólo quiero mejorar y crecer como torero. Ahora sé que no estaba haciendo lo correcto, que no adquiría por ejemplo el compromiso en el campo para hacer esos esfuerzos con más naturalidad en la plaza. –Siempre se le ha tachado como torero ‘técnico’. ¿Puede ser la causa o consecuencia de esa falta de compromiso?–El final sólo lo marcan la regularidad y la constancia. Ahí está la diferencia entre la figura del toreo y el que no lo es. Sé que no he tenido la regularidad que se necesita para serlo. –Pero aun así, cortó una oreja en la Maestranza y no volvió al año siguiente. –En 2022 completé una temporada muy buena, cortando orejas en Sevilla, Madrid, Pamplona, Valencia… Y también en 2023, cuando estuve a un gran nivel en muchas de las grandes ferias. Pero sé que aun estando bien, no fue todo lo suficiente. En Madrid di tres vueltas al ruedo y en Sevilla le corté una oreja a un toro de Santiago Domecq. Ahora, mi objetivo es volver a todos esos sitios y convertirme en figura del toreo. Quiero ser un torero importante. He aprendido de todos los errores y me he dado cuenta de cuál es el camino.–En el toreo, muchas veces se confunde puntuar con triunfar. Un triunfo debe ser mucho más, debe estar basado en la rotundidad. Imagino que es el camino que busca. –Sí, es cierto que se necesita rotundidad, pero sin olvidar la regularidad. Creo que la tuve en esas temporadas que digo, pero el año pasado no encontré a la persona adecuada para que me apoderara. Una temporada en solitario es muy difícil, y más cuando vas a Madrid y no ruedan las cosas. Si hubiera tenido esa rotundidad de la que me hablas, quizás estas otras cosas hubieran llegado solas. –Al igual que en sus comienzos, ha vuelto a compenetrarse con Daniel Luque durante estos meses del invierno taurino. –Somos amigos desde niños. Empecé a su lado, aprendí mucho de él e incluso me brindó la oportunidad de ponerme por primera vez delante de un toro. Es verdad que muy pronto me apoderó la casa Lozano y ya no pudimos pasar tanto tiempo juntos, pero como tanto me ha repetido estos años: «Cuando algo no funciona, hay que volver a buscar en los orígenes». Esa idea es la que me ha servido para reencontrarme. Estar a su lado me hizo mucho bien. Ahora vamos a muchos tentaderos juntos y veo que hace unos esfuerzos tremendos. Ahí comprendo porque está donde está. La gente no se puede imaginar lo que hace, le da igual que sea noviembre o diciembre. Se compromete con todo tipo de toros. Pese a la situación de privilegio que ahora vive, no se relaja. Por eso ha tenido esta recompensa. Ése es el punto de compromiso que a mí me ha faltado. Todo eso me está ayudando a encontrar mi camino. Él me conoce muy bien y sabe hablarme y apretarme. Me recomendó a Manolo Campuzano como la persona idónea para lo que ahora mismo necesito. Hablé con él y rápidamente nos entendimos. Tiene ilusión por reflotar mi carrera, me habla de conseguir muchas cosas juntos. Ahora, por fin, tengo a una persona que está ilusionada conmigo. –Daniel vivió una situación muy parecida: pasó de los grandes carteles a vivir sobre el abismo. Él consiguió reinventarse.–Para mí es el gran ejemplo de superación. Pasar de estar en los principales carteles y en las grandes ferias a sentirte apartado. Su compromiso, afición y dedicación le han llevado a conseguir todo lo que se había propuesto. Que él haya vivido una situación como la que ahora atravieso yo me acerca aún más a él. Todo en él es una lección. –Si volviera atrás, ¿qué cambiaría? –No lo había pensado nunca. Me iría muy atrás, cambiaría muchas cosas desde el primer momento. Serían muchas cosas, porque en el momento no crees estar haciéndolo mal. Piensas que es lo correcto y sólo el tiempo te demuestra la equivocación. Quizás me iría a los momentos en los que atravesaba una situación más favorable para apretar más, estar más comprometido. –Estamos en Navidad: ¿qué regalo le pedirías al toreo?–Muchas cosas, aunque al final todo llega. Pido paciencia, para mí y conmigo. Debo saber esperar al momento, sé que antes o después me llegará. Ojalá que pueda ser lo antes posible. Podría pedir suerte, pero sé que va de la mano del trabajo y la constancia, de todo lo que hacer en el día a día.
TOROS
Después de torear sólo dos corridas de toros en la temporada, su nombre ha vuelto a retumbar tras su impactante faena del festival a beneficio de los afectados por la dana en Villaseca de la Sagra
«Fue Daniel Luque quien me recomendó a Manolo Campuzano como apoderado; rápidamente nos entendimos, los dos sabemos lo que queremos»
Comparte tentadero con Daniel Luque en ‘Lo Álvaro’, templo ganadero de Juan Pedro Domecq. El de Gerena, que ya fue su primer valedor incluso antes de debutar como novillero, le arropa ahora que a su candela pocos se arriman. Ambos conocen el camino del triunfo …
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