El sector de la cultura afronta el nuevo escenario de aranceles que ha planteado Estados Unidos con una mezcla de incertidumbre y desconocimiento. Las entidades y asociaciones realizan los primeros estudios y, a la espera de más detalles, creen que las tasas de Trump no impactarán de manera directa en el sector. Lo dicen aguantando la respiración, con temor a las consecuencias indirectas. Fuentes bien informadas advierten de que el peligro está en el segundo y en el tercer golpe: el encarecimiento de las materias primas y la recesión, que todos dan por segura.Ya ocurrió con la crisis de 2008 y en la pandemia: cuando se reduce el consumo, la cultura sufre. Entre 2008 y 2013, mientras los presupuestos de las familias españolas se contraían un 11 por ciento, la parte dedicada a la cultura lo hacía en un 27 por ciento. En 2019, cuando la economía recuperó los niveles precrisis, el gasto en cultura seguía deprimido en un 20 por ciento. En la crisis del Covid se repitió la tendencia. Entre 2020 y 2021 el gasto en cultura se redujo en un 40 por ciento.No obstante, la Secretaría de Estado de Comercio trata de dar un mensaje tranquilizador: «Los aranceles afectan a los bienes culturales, con un 20 por ciento extra, pero no a los servicios. Es decir, que en ese sentido es una exposición muy limitada». La exportación cultural del país se mide en tres áreas: bienes, servicios y propiedad intelectual. Los bienes son los que pasan por aduanas: instrumentos musicales, obras de arte… De todas las exportaciones, a EE.UU. va el 8,6 por ciento, y más de la mitad de este porcentaje corresponde a la joyería. En el sector se agarran además a una excepción que se recoge en la hoja informativa de la Casa Blanca, que excluye la aplicación de tasas a las publicaciones, las películas, las obras de arte y los discos, entre otros.Noticia Relacionada Los productos más afectados estandar No Listado ¿Cómo afectarán los nuevos aranceles? ABC «En el caso del sector del libro, parece claro que, al menos, no afecta de manera directa», señala la Federación de Gremios de Editores de España . En el sector del cine la respuesta es similar. «Los aranceles no afectan a los servicios», dice un distribuidor. «Nosotros tenemos un tratado del 0 por ciento de royalties, el ‘whithholding tax’, que es muy bueno. Esperemos que no lo toquen». En cualquier caso, la tónica es la falta de información: otro distribuidor dice no saber nada al respecto.En la misma línea Antonio Guisasola, de los productores musicales (Promusicae) , comenta que «la mayoría de la venta es digital, a través de plataformas de ‘streaming’, así que ahí no hay una limitación». «A las giras quizá sí pueda afectar». Una pista es la caída en la bolsa estadounidense de la industria musical. Entre las compañías que han caído se encuentra Live Nation, una de las grandes operadoras en España.Miguel Marín, organizador del Festival de Flamenco de Nueva York , afirma que él ya está trabajando en la próxima edición. «Yo no sé si los aranceles tendrán algún impacto. Imagino que es pronto. Pagamos los alquileres de los espacios y los impuestos en las ganancias y en la declaración de la renta, no sé qué podrían hacer en el futuro».En la industria del videojuego -mueve al año en España 2.339 millones de euros e implica a 20 millones de jugadores-, tampoco tienen demasiada información. «No sabemos cuál será la respuesta europea ni hasta qué punto nos va a afectar», dice la Asociación Española de Videojuegos.Noticia Relacionada estandar Si El Gobierno rehúsa dar ayudas directas a las empresas hasta que la UE negocie con EE.UU. Bruno Pérez El ministro de Economía se guarda esa baza a la espera de que la negociación bilateral entre Bruselas y la Administración Trump atenúe el golpeQueda claro que los efectos de los aranceles en la cultura serán indirectos. Lo previsible es que se encarezcan las materias primas: la pasta de papel para los libros, el material de los discos de vinilo, el montaje de conciertos… Otra derivada: si en Japón fabrican menos consolas por los mayores costes, los precios crecerán, también en España. Las fuentes consultadas apuntan también a los posibles cambios en los comportamientos de los consumidores. En algunos países ya se están planteando boicots a los productos americanos. ¿Y si EE.UU. responde igual? ¿Y si las grandes compañías dejan de invertir en Europa? Pau Rausell Köster , especializado en la economía de la cultura, comenta que en un contexto de conflicto comercial plataformas como Netflix o Amazon «podrían priorizar contenidos nacionales o limitar licencias extranjeras»; y «también se podría dificultar la entrada de plataformas culturales digitales españolas al mercado estadounidense». Una guerra comercial dificultaría la cooperación en coproducciones cinematográficas, series o traducciones de obras literarias, y con probabilidad se reducirían las inversiones en proyectos culturales en España. Y si llega la recesión…Trump ha criticado las cuotas relacionadas con el cine europeo o las lenguas cooficiales. Hay voces que advierten de que uno de los objetivos de EE.UU. puede ser forzar una negociación para rebajar las barreras que existen en ámbitos como el audiovisual o, sobre todo, en la inteligencia artificial. Las grandes corporaciones aspiran a desarrollar sus máquinas sin pasar por el engorro de respetar los derechos de autor. Carlota Navarrete, de la Coalición de Creadores , advierte: «La preocupación es que se pueda plantear una cierta flexibilización para abrirse al mercado americano en contra de todo el ecosistema digital de la propiedad intelectual».Y a todo esto, ¿el ministro de Cultura qué tiene que decir? La semana pasada dijo que iba a seguir muy de cerca las barreras arancelarias y esta semana, tras reunirse con ministros de Cultura de la UE, Urtasun hizo una declaración: «Muchos ministros de Cultura nos hemos dirigido a la Comisión Europea para pedirle que proteja la cultura de la guerra arancelaria lanzada por Trump». Hay que proteger la cultura de «las emergencias de las fuerzas reaccionarias». El sector de la cultura afronta el nuevo escenario de aranceles que ha planteado Estados Unidos con una mezcla de incertidumbre y desconocimiento. Las entidades y asociaciones realizan los primeros estudios y, a la espera de más detalles, creen que las tasas de Trump no impactarán de manera directa en el sector. Lo dicen aguantando la respiración, con temor a las consecuencias indirectas. Fuentes bien informadas advierten de que el peligro está en el segundo y en el tercer golpe: el encarecimiento de las materias primas y la recesión, que todos dan por segura.Ya ocurrió con la crisis de 2008 y en la pandemia: cuando se reduce el consumo, la cultura sufre. Entre 2008 y 2013, mientras los presupuestos de las familias españolas se contraían un 11 por ciento, la parte dedicada a la cultura lo hacía en un 27 por ciento. En 2019, cuando la economía recuperó los niveles precrisis, el gasto en cultura seguía deprimido en un 20 por ciento. En la crisis del Covid se repitió la tendencia. Entre 2020 y 2021 el gasto en cultura se redujo en un 40 por ciento.No obstante, la Secretaría de Estado de Comercio trata de dar un mensaje tranquilizador: «Los aranceles afectan a los bienes culturales, con un 20 por ciento extra, pero no a los servicios. Es decir, que en ese sentido es una exposición muy limitada». La exportación cultural del país se mide en tres áreas: bienes, servicios y propiedad intelectual. Los bienes son los que pasan por aduanas: instrumentos musicales, obras de arte… De todas las exportaciones, a EE.UU. va el 8,6 por ciento, y más de la mitad de este porcentaje corresponde a la joyería. En el sector se agarran además a una excepción que se recoge en la hoja informativa de la Casa Blanca, que excluye la aplicación de tasas a las publicaciones, las películas, las obras de arte y los discos, entre otros.Noticia Relacionada Los productos más afectados estandar No Listado ¿Cómo afectarán los nuevos aranceles? ABC «En el caso del sector del libro, parece claro que, al menos, no afecta de manera directa», señala la Federación de Gremios de Editores de España . En el sector del cine la respuesta es similar. «Los aranceles no afectan a los servicios», dice un distribuidor. «Nosotros tenemos un tratado del 0 por ciento de royalties, el ‘whithholding tax’, que es muy bueno. Esperemos que no lo toquen». En cualquier caso, la tónica es la falta de información: otro distribuidor dice no saber nada al respecto.En la misma línea Antonio Guisasola, de los productores musicales (Promusicae) , comenta que «la mayoría de la venta es digital, a través de plataformas de ‘streaming’, así que ahí no hay una limitación». «A las giras quizá sí pueda afectar». Una pista es la caída en la bolsa estadounidense de la industria musical. Entre las compañías que han caído se encuentra Live Nation, una de las grandes operadoras en España.Miguel Marín, organizador del Festival de Flamenco de Nueva York , afirma que él ya está trabajando en la próxima edición. «Yo no sé si los aranceles tendrán algún impacto. Imagino que es pronto. Pagamos los alquileres de los espacios y los impuestos en las ganancias y en la declaración de la renta, no sé qué podrían hacer en el futuro».En la industria del videojuego -mueve al año en España 2.339 millones de euros e implica a 20 millones de jugadores-, tampoco tienen demasiada información. «No sabemos cuál será la respuesta europea ni hasta qué punto nos va a afectar», dice la Asociación Española de Videojuegos.Noticia Relacionada estandar Si El Gobierno rehúsa dar ayudas directas a las empresas hasta que la UE negocie con EE.UU. Bruno Pérez El ministro de Economía se guarda esa baza a la espera de que la negociación bilateral entre Bruselas y la Administración Trump atenúe el golpeQueda claro que los efectos de los aranceles en la cultura serán indirectos. Lo previsible es que se encarezcan las materias primas: la pasta de papel para los libros, el material de los discos de vinilo, el montaje de conciertos… Otra derivada: si en Japón fabrican menos consolas por los mayores costes, los precios crecerán, también en España. Las fuentes consultadas apuntan también a los posibles cambios en los comportamientos de los consumidores. En algunos países ya se están planteando boicots a los productos americanos. ¿Y si EE.UU. responde igual? ¿Y si las grandes compañías dejan de invertir en Europa? Pau Rausell Köster , especializado en la economía de la cultura, comenta que en un contexto de conflicto comercial plataformas como Netflix o Amazon «podrían priorizar contenidos nacionales o limitar licencias extranjeras»; y «también se podría dificultar la entrada de plataformas culturales digitales españolas al mercado estadounidense». Una guerra comercial dificultaría la cooperación en coproducciones cinematográficas, series o traducciones de obras literarias, y con probabilidad se reducirían las inversiones en proyectos culturales en España. Y si llega la recesión…Trump ha criticado las cuotas relacionadas con el cine europeo o las lenguas cooficiales. Hay voces que advierten de que uno de los objetivos de EE.UU. puede ser forzar una negociación para rebajar las barreras que existen en ámbitos como el audiovisual o, sobre todo, en la inteligencia artificial. Las grandes corporaciones aspiran a desarrollar sus máquinas sin pasar por el engorro de respetar los derechos de autor. Carlota Navarrete, de la Coalición de Creadores , advierte: «La preocupación es que se pueda plantear una cierta flexibilización para abrirse al mercado americano en contra de todo el ecosistema digital de la propiedad intelectual».Y a todo esto, ¿el ministro de Cultura qué tiene que decir? La semana pasada dijo que iba a seguir muy de cerca las barreras arancelarias y esta semana, tras reunirse con ministros de Cultura de la UE, Urtasun hizo una declaración: «Muchos ministros de Cultura nos hemos dirigido a la Comisión Europea para pedirle que proteja la cultura de la guerra arancelaria lanzada por Trump». Hay que proteger la cultura de «las emergencias de las fuerzas reaccionarias».
El sector de la cultura afronta el nuevo escenario de aranceles que ha planteado Estados Unidos con una mezcla de incertidumbre y desconocimiento. Las entidades y asociaciones realizan los primeros estudios y, a la espera de más detalles, creen que las tasas de Trump … no impactarán de manera directa en el sector. Lo dicen aguantando la respiración, con temor a las consecuencias indirectas. Fuentes bien informadas advierten de que el peligro está en el segundo y en el tercer golpe: el encarecimiento de las materias primas y la recesión, que todos dan por segura.
Ya ocurrió con la crisis de 2008 y en la pandemia: cuando se reduce el consumo, la cultura sufre. Entre 2008 y 2013, mientras los presupuestos de las familias españolas se contraían un 11 por ciento, la parte dedicada a la cultura lo hacía en un 27 por ciento. En 2019, cuando la economía recuperó los niveles precrisis, el gasto en cultura seguía deprimido en un 20 por ciento. En la crisis del Covid se repitió la tendencia. Entre 2020 y 2021 el gasto en cultura se redujo en un 40 por ciento.
No obstante, la Secretaría de Estado de Comercio trata de dar un mensaje tranquilizador: «Los aranceles afectan a los bienes culturales, con un 20 por ciento extra, pero no a los servicios. Es decir, que en ese sentido es una exposición muy limitada». La exportación cultural del país se mide en tres áreas: bienes, servicios y propiedad intelectual. Los bienes son los que pasan por aduanas: instrumentos musicales, obras de arte… De todas las exportaciones, a EE.UU. va el 8,6 por ciento, y más de la mitad de este porcentaje corresponde a la joyería. En el sector se agarran además a una excepción que se recoge en la hoja informativa de la Casa Blanca, que excluye la aplicación de tasas a las publicaciones, las películas, las obras de arte y los discos, entre otros.
«En el caso del sector del libro, parece claro que, al menos, no afecta de manera directa», señala la Federación de Gremios de Editores de España. En el sector del cine la respuesta es similar. «Los aranceles no afectan a los servicios», dice un distribuidor. «Nosotros tenemos un tratado del 0 por ciento de royalties, el ‘whithholding tax’, que es muy bueno. Esperemos que no lo toquen». En cualquier caso, la tónica es la falta de información: otro distribuidor dice no saber nada al respecto.
En la misma línea Antonio Guisasola, de los productores musicales (Promusicae), comenta que «la mayoría de la venta es digital, a través de plataformas de ‘streaming’, así que ahí no hay una limitación». «A las giras quizá sí pueda afectar». Una pista es la caída en la bolsa estadounidense de la industria musical. Entre las compañías que han caído se encuentra Live Nation, una de las grandes operadoras en España.
Miguel Marín, organizador del Festival de Flamenco de Nueva York, afirma que él ya está trabajando en la próxima edición. «Yo no sé si los aranceles tendrán algún impacto. Imagino que es pronto. Pagamos los alquileres de los espacios y los impuestos en las ganancias y en la declaración de la renta, no sé qué podrían hacer en el futuro».
En la industria del videojuego -mueve al año en España 2.339 millones de euros e implica a 20 millones de jugadores-, tampoco tienen demasiada información. «No sabemos cuál será la respuesta europea ni hasta qué punto nos va a afectar», dice la Asociación Española de Videojuegos.
Queda claro que los efectos de los aranceles en la cultura serán indirectos. Lo previsible es que se encarezcan las materias primas: la pasta de papel para los libros, el material de los discos de vinilo, el montaje de conciertos… Otra derivada: si en Japón fabrican menos consolas por los mayores costes, los precios crecerán, también en España. Las fuentes consultadas apuntan también a los posibles cambios en los comportamientos de los consumidores. En algunos países ya se están planteando boicots a los productos americanos. ¿Y si EE.UU. responde igual? ¿Y si las grandes compañías dejan de invertir en Europa?
Pau Rausell Köster, especializado en la economía de la cultura, comenta que en un contexto de conflicto comercial plataformas como Netflix o Amazon «podrían priorizar contenidos nacionales o limitar licencias extranjeras»; y «también se podría dificultar la entrada de plataformas culturales digitales españolas al mercado estadounidense». Una guerra comercial dificultaría la cooperación en coproducciones cinematográficas, series o traducciones de obras literarias, y con probabilidad se reducirían las inversiones en proyectos culturales en España. Y si llega la recesión…
Trump ha criticado las cuotas relacionadas con el cine europeo o las lenguas cooficiales. Hay voces que advierten de que uno de los objetivos de EE.UU. puede ser forzar una negociación para rebajar las barreras que existen en ámbitos como el audiovisual o, sobre todo, en la inteligencia artificial. Las grandes corporaciones aspiran a desarrollar sus máquinas sin pasar por el engorro de respetar los derechos de autor. Carlota Navarrete, de la Coalición de Creadores, advierte: «La preocupación es que se pueda plantear una cierta flexibilización para abrirse al mercado americano en contra de todo el ecosistema digital de la propiedad intelectual».
Y a todo esto, ¿el ministro de Cultura qué tiene que decir? La semana pasada dijo que iba a seguir muy de cerca las barreras arancelarias y esta semana, tras reunirse con ministros de Cultura de la UE, Urtasun hizo una declaración: «Muchos ministros de Cultura nos hemos dirigido a la Comisión Europea para pedirle que proteja la cultura de la guerra arancelaria lanzada por Trump». Hay que proteger la cultura de «las emergencias de las fuerzas reaccionarias».
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