El próximo 10 de enero se estrena en cines ‘Desmontando un elefante’, ópera prima de Aitor Echeverría que ahonda en asuntos como las dependencias y las adicciones, en la que Emma Suárez encarna a Marga, arquitecta y madre de familia. Aprovechamos para hablar con la actriz sobre pecados capitales…—Empezaremos perdonando un pecado, aquel del que prefiera no hablar.—Hablemos de todos.—¿Cual sería su pecado capital? —La pereza, que es muy habitual en esta sociedad. Eso de dejar las cosas para después, de querer quedarse durmiendo por las mañanas. Esas cosas que, al final, nunca podemos hacer.—Entonces es más el pecado deseado que el cometido. —Sí, sí.—¿Cuál es el que disculpa más fácilmente en los demás?—La pereza también, porque lo entiendo perfectamente. Y la lujuria puedo llegar a perdonarla. —¿Y con el que es menos indulgente?—Con la soberbia. O quizá la ira, fíjese. —¿No es usted nada irascible?—Tengo mis momentos. Estos pecados forman parte del ser humano y todos hemos tenido nuestros momentos en los que, de una manera u otra, unos más que otros, los hemos cometido. Pero la ira me parece peligrosa. ¿Esto de los pecados capitales quién lo inventó?—¿Le parece ya un poco desfasado?—No, lo pregunto porque se remontan al siglo IV. El asceta Evagrio Póntico, ‘El solitario’, fijó en ocho las principales pasiones humanas pecaminosas. Nos faltaría ahora la vanidad, y es muy interesante conocer su origen. —¿Habría llegado la hora de renovarlas, después de tanto tiempo?—Sí, podríamos renovar un poco teniendo en cuenta que estamos ya en el siglo XXI.—¿Y se le ocurre alguna?—Pues creo que la violencia podría ser perfectamente un pecado capital. —¿Sería consecuencia de la ira?—Visto así, todos son consecuencia de algo, de algún problema de salud mental. La gula, por ejemplo, tendría que ver de algún modo con las adicciones. También la lujuria. La asociamos siempre al sexo, pero también podría relacionarse con el juego. —En esta película que estrena se trata precisamente el tema de las adicciones… ¿Cree que se llega a ellas desde alguno de los pecados? ¿Le sucede a Marga, su personaje?—Pues en el caso de Marga, y ahora estaríamos fantaseando sobre el personaje, llegaría también desde la ira. Una ira provocada por cierto grado de frustración y de vacío. Podríamos decir que, para evitar la ira y como forma de evasión, tendría esa adicción. —No hemos hablado de la avaricia.—La avaricia es una forma de droga social. Ese afán por poseer, por adquirir, por tener, en este mundo materialista. Pero está de moda. Está bien visto.—Pero lo llaman ambición y así ya no es pecado.—Exacto. Ya sería incluso admirable.—Por lo que parece, cualquiera de los pecados mal manejado acaba llevándonos a la ira.—Pues sí, por eso es la más peligrosa. Es absolutamente destructiva y muy violenta.—¿Y la envidia?—Me quedo con cualquiera de los carnales antes, pero no sé si la envidia sería más adictiva o más contagiosa. ¿Podría ser que la envidia fuera contagiosa? Le pregunto—Es la primera vez que me preguntan a mí. Creo que sería más contagiosa la pereza, fíjese. O la lujuria.—Quizá sean todas contagiosas…—Quizá sí, y entonces habrá que controlar bien de quién se rodea uno.—¿Se da cuenta de que estamos llegando a la conclusión de que el pecado se contagia? El próximo 10 de enero se estrena en cines ‘Desmontando un elefante’, ópera prima de Aitor Echeverría que ahonda en asuntos como las dependencias y las adicciones, en la que Emma Suárez encarna a Marga, arquitecta y madre de familia. Aprovechamos para hablar con la actriz sobre pecados capitales…—Empezaremos perdonando un pecado, aquel del que prefiera no hablar.—Hablemos de todos.—¿Cual sería su pecado capital? —La pereza, que es muy habitual en esta sociedad. Eso de dejar las cosas para después, de querer quedarse durmiendo por las mañanas. Esas cosas que, al final, nunca podemos hacer.—Entonces es más el pecado deseado que el cometido. —Sí, sí.—¿Cuál es el que disculpa más fácilmente en los demás?—La pereza también, porque lo entiendo perfectamente. Y la lujuria puedo llegar a perdonarla. —¿Y con el que es menos indulgente?—Con la soberbia. O quizá la ira, fíjese. —¿No es usted nada irascible?—Tengo mis momentos. Estos pecados forman parte del ser humano y todos hemos tenido nuestros momentos en los que, de una manera u otra, unos más que otros, los hemos cometido. Pero la ira me parece peligrosa. ¿Esto de los pecados capitales quién lo inventó?—¿Le parece ya un poco desfasado?—No, lo pregunto porque se remontan al siglo IV. El asceta Evagrio Póntico, ‘El solitario’, fijó en ocho las principales pasiones humanas pecaminosas. Nos faltaría ahora la vanidad, y es muy interesante conocer su origen. —¿Habría llegado la hora de renovarlas, después de tanto tiempo?—Sí, podríamos renovar un poco teniendo en cuenta que estamos ya en el siglo XXI.—¿Y se le ocurre alguna?—Pues creo que la violencia podría ser perfectamente un pecado capital. —¿Sería consecuencia de la ira?—Visto así, todos son consecuencia de algo, de algún problema de salud mental. La gula, por ejemplo, tendría que ver de algún modo con las adicciones. También la lujuria. La asociamos siempre al sexo, pero también podría relacionarse con el juego. —En esta película que estrena se trata precisamente el tema de las adicciones… ¿Cree que se llega a ellas desde alguno de los pecados? ¿Le sucede a Marga, su personaje?—Pues en el caso de Marga, y ahora estaríamos fantaseando sobre el personaje, llegaría también desde la ira. Una ira provocada por cierto grado de frustración y de vacío. Podríamos decir que, para evitar la ira y como forma de evasión, tendría esa adicción. —No hemos hablado de la avaricia.—La avaricia es una forma de droga social. Ese afán por poseer, por adquirir, por tener, en este mundo materialista. Pero está de moda. Está bien visto.—Pero lo llaman ambición y así ya no es pecado.—Exacto. Ya sería incluso admirable.—Por lo que parece, cualquiera de los pecados mal manejado acaba llevándonos a la ira.—Pues sí, por eso es la más peligrosa. Es absolutamente destructiva y muy violenta.—¿Y la envidia?—Me quedo con cualquiera de los carnales antes, pero no sé si la envidia sería más adictiva o más contagiosa. ¿Podría ser que la envidia fuera contagiosa? Le pregunto—Es la primera vez que me preguntan a mí. Creo que sería más contagiosa la pereza, fíjese. O la lujuria.—Quizá sean todas contagiosas…—Quizá sí, y entonces habrá que controlar bien de quién se rodea uno.—¿Se da cuenta de que estamos llegando a la conclusión de que el pecado se contagia?
Los siete pecados capitales de…
La actriz protagoniza la película ‘Desmontando un elefante’, que ahonda en asuntos como las dependencias y las adicciones
El próximo 10 de enero se estrena en cines ‘Desmontando un elefante’, ópera prima de Aitor Echeverría que ahonda en asuntos como las dependencias y las adicciones, en la que Emma Suárez encarna a Marga, arquitecta y madre de familia. Aprovechamos para hablar con la …
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