Hay programas de televisión que con el paso del tiempo acaban caducos, hay otros mejoran, y luego está ‘Pasapalabra’. Cada tarde desde hace 25 años, millones de espectadores se ponen delante del televisor para ver esta fiesta del abecedario. Hay algo de hipnótico en ver cómo el rosco poco a poco va llenándose de letras verdes y de adicción en ver cómo los segundos se van esfumando. Por este concurso han desfilado decenas de concursantes que se han convertido en históricos ya también de otros formatos. El programa aterrizó en Antena 3 en el 2000, en un momento donde conseguir un 20% de cuota de pantalla apenas tenía mérito, ya que era una cifra sencilla de alcanzar con pocos recursos. Sin embargo, en 2025 continúa registrando esos números en medio de una crisis generalizada de audiencia. ¿El secreto? Quién puede dar una respuesta a esta pregunta se encuentra en uno de los pasillos de las instalaciones de Atresmedia en San Sebastián de los Reyes. Acaba de llegar fatigado y entre cajas de cartón y dos personas se cambia de camisa y se dirige corriendo al plató para sentarse y probar la iluminación. «Si supiera el secreto estaríamos haciendo programas como churros, pero creo que tiene mucho que ver con que desde el principio conectó con la audiencia, y al mismo tiempo ha evolucionado. El primer ‘Pasapalabra’ se parece al de ahora, pero evidentemente ha cambiado. Se ha adaptado a los tiempos», reconoce Roberto Leal, el presentador que asumió el programa cuando ‘Pasapalabra’ aterrizó de nuevo en Antena 3 en 2020, antes estaba en Telecinco. El formato cumple cinco años de una nueva vida en la cadena y su presentador no puede estar más satisfecho. Desde que era joven, el sevillano ha sido seguidor del formato y nunca hubiera imaginado ser él quién años más tarde estaría definiendo las palabras del rosco. «Cambia mucho de verlo a casa a estar aquí. En tu casa te levantas y vas al frigorífico a por un plátano, aquí tienes un despiste y has perdido la batalla». Si hay algo complicado para Leal es el nivel de exigencia que debe tener para concentrarse. «La mecánica de sumar puntos, de pronunciar una palabra, de hacerlo de un modo que se entienda y al mismo tiempo sea rápido no es sencillo. Pero me pone a prueba y eso me gusta. ¿Tú sabes el vocabulario que tengo ahora?», se pregunta entre risas.Mientras los técnicos van probando las luces y el sonido para las pruebas musicales, Leal se dirige a una sala para terminar de maquillarse y prepararse para el programa que van a grabar bien temprano. Y de camino a su camerino se cruza con una joven que va directa a su puesto. En cuestión de segundos, la potente luz del plató se desvanece tras entrar a una sala de control con alrededor de 20 trabajadores. Esta joven se sitúa entre el director y otro compañero. Se pone los cascos y comienza a explicar algunos términos. Es Lucía Sesma, la lingüista de ‘Pasapalabra’. Su trabajo es desconocido para muchos y, sin embargo, crucial para que el programa funcione correctamente. «Mi función es revisar el guion y todas las pruebas que hay para que estén explicadas perfectamente y se entienda, aunque no suele haber mucho problema», reconoce tímidamente antes de comenzar la grabación. Cuando estudió la carrera jamás pensó estar al frente del rosco de ‘Pasapalabra’. Sin embargo, después de haber probado varios ámbitos como la educación, le llegó esta oferta hace catorce años que no pudo rechazar.Rodaje de ‘Pasapalabra’ ABCAunque las pruebas requieren de concentración, el momento del rosco es determinante. «Es el momento clave, sobre todo cuando contestan alguna palabra que no estaba prevista. Ese es el momento más importante, es donde yo tengo que dar los argumentos lingüísticos para decir si es correcta esa palabra o no, y junto al equipo decidimos», explica. En ocasiones, la lingüista repasa antes de las grabaciones con el presentador alguna de las definiciones, para que cuando la tenga que pronunciar con rapidez y soltura se le entienda a la perfección. Si hay algo que conquista a la audiencia en un concurso es la justicia imparcial que se transmite a través de la pantalla. En este caso, eso se consigue con las palabras, que no es fácil. «Hay que encontrar un equilibrio entre esas palabras que implican cierta complejidad y las que no. Es el único modo», reconoce. En su mesa de trabajo tiene una pantalla con el guion y todas las palabras del rosco. Al mismo tiempo va siguiendo el programa a través de todas las pantallas que tiene delante. Y mientras tanto, el resto de compañeros controlan las cámaras, luces, sonido e imágenes que se van grabando antes de empezar a grabar.El presentador Roberto Leal, Lucía Sesma, lingüista de ‘Pasapalabra’, y el director del formato Miguel Aparicio ABCY mientras en la sala de control el silencio reina, en un pequeño salón acristalado contiguo el alboroto se apodera de los presentes. Todos ellos están frente a una gran pantalla mientras almuerzan y van viendo las diferentes pruebas del formato. Son todos los personajes públicos que ayudan a los dos concursantes principales en las primeras pruebas del programa. Algunos de ellos son veteranos como el productor musical Joe Pérez-Orive o la actriz Lidia San José, otros, en cambio, se estrenan y tienen que aprender el funcionamiento de cada una de las pruebas. Aunque para ayudarles está Miguel Aparicio, que además de ser el director de ‘Pasapalabra’ es el chivato que les da trucos para resolver los retos de un modo más fácil. «No le deis muchas vueltas, es más intuitivo e impulsivo que de razonar… Normalmente suele ser el segundo bloque… Probad siempre con la última…». Así, Aparicio despelleja cada una de las pruebas para que los invitados puedan ir con más tranquilidad. Aun así, de poco sirve en muchas ocasiones, reconoce, ya que el plató y todo lo que ello supone impone demasiado como para recordar muchos de esos trucos. «Los trucos se dan para evitar que se produzcan errores y fallos que hagan que tengamos que parar la grabación. Son para que haya fluidez y para que sepan cómo jugar. Les indico qué pueden decir y qué no. Si puedes decir ‘pasapalabra’ o no, por ejemplo. Cuando lo empiezan a dominar ya me voy a control», reconoce el director en el plató, escondido entre las cámaras. En estos cinco años que lleva al frente ha tenido que renovarlo progresivamente a través de nuevas pruebas, o cambios de dinámica para sorprender al público y, al mismo tiempo, hacerlo de un modo delicado para que no hayan brusquedades o los espectadores se encuentren con otro formato distinto. «La justicia es lo que nos ha hecho ganar la credibilidad del público y lo que nos puede hacer perderla si no somos justos. Es lo que más nos preocupa, queremos que siempre se vea que el programa está haciendo todo lo posible para que quien se lleve el bote sea de un modo justo. Esa es nuestra gran labor», asegura.Es casi un milagro que este formato haya sobrevivido a cambios de cadena, franja, presentadores, concursantes, dinámicas durante 25 años y aun así siga registrando buenos datos. En cuestión de un año, el formato ha pasado de hacer un 16,6% de cuota de pantalla en septiembre de 2024 a un 20,4% que ha cosechado hasta ahora en junio. Imbatible en su franja al menos en estos cinco años, es el cuarto formato más visto de la televisión, por detrás de ‘El Hormiguero’, ‘Tu cara me suena’ y ‘La Revuelta’. «Los éxitos han sido inusitados. Han ido de bien a mejor. Somos frikis de las palabras. Es un programa que se puede jugar mucho en casa, nuestros dos concursantes que están triunfando, Manuel y Rosa, veían el programa de niños. Es una cosa generacional. Es tradición», asegura Aparicio. No es fácil intuir o dar con la clave de su éxito para seguir cosechando más. Aunque en estos años, su director es consciente del modo de consumir el formato. «Es un concurso donde el abuelo y el niño están a la misma altura y pueden tener la misma capacidad de palabras. Creo que es el secreto de este programa. Esto se ve en casa, en familia», indica. Orestes, Rafael Castaño, Pablo Díaz, Fran González, César Garrido… Todos estos rostros de ‘Pasapalabra’, antes de estar frente a una cámara, lo estaban frente a un televisor, siguiendo con atención cada pregunta y cada respuesta. «Todo el mundo sabe de palabras y da igual la edad que tenga, se juega y se divierte igual y eso es muy democrático», asegura Roberto Leal. Es la televisión la que lleva el programa a casa y es la televisión quien genera vocaciones para este formato. Es la televisión el principio y fin de ‘Pasapalabra’. Hay programas de televisión que con el paso del tiempo acaban caducos, hay otros mejoran, y luego está ‘Pasapalabra’. Cada tarde desde hace 25 años, millones de espectadores se ponen delante del televisor para ver esta fiesta del abecedario. Hay algo de hipnótico en ver cómo el rosco poco a poco va llenándose de letras verdes y de adicción en ver cómo los segundos se van esfumando. Por este concurso han desfilado decenas de concursantes que se han convertido en históricos ya también de otros formatos. El programa aterrizó en Antena 3 en el 2000, en un momento donde conseguir un 20% de cuota de pantalla apenas tenía mérito, ya que era una cifra sencilla de alcanzar con pocos recursos. Sin embargo, en 2025 continúa registrando esos números en medio de una crisis generalizada de audiencia. ¿El secreto? Quién puede dar una respuesta a esta pregunta se encuentra en uno de los pasillos de las instalaciones de Atresmedia en San Sebastián de los Reyes. Acaba de llegar fatigado y entre cajas de cartón y dos personas se cambia de camisa y se dirige corriendo al plató para sentarse y probar la iluminación. «Si supiera el secreto estaríamos haciendo programas como churros, pero creo que tiene mucho que ver con que desde el principio conectó con la audiencia, y al mismo tiempo ha evolucionado. El primer ‘Pasapalabra’ se parece al de ahora, pero evidentemente ha cambiado. Se ha adaptado a los tiempos», reconoce Roberto Leal, el presentador que asumió el programa cuando ‘Pasapalabra’ aterrizó de nuevo en Antena 3 en 2020, antes estaba en Telecinco. El formato cumple cinco años de una nueva vida en la cadena y su presentador no puede estar más satisfecho. Desde que era joven, el sevillano ha sido seguidor del formato y nunca hubiera imaginado ser él quién años más tarde estaría definiendo las palabras del rosco. «Cambia mucho de verlo a casa a estar aquí. En tu casa te levantas y vas al frigorífico a por un plátano, aquí tienes un despiste y has perdido la batalla». Si hay algo complicado para Leal es el nivel de exigencia que debe tener para concentrarse. «La mecánica de sumar puntos, de pronunciar una palabra, de hacerlo de un modo que se entienda y al mismo tiempo sea rápido no es sencillo. Pero me pone a prueba y eso me gusta. ¿Tú sabes el vocabulario que tengo ahora?», se pregunta entre risas.Mientras los técnicos van probando las luces y el sonido para las pruebas musicales, Leal se dirige a una sala para terminar de maquillarse y prepararse para el programa que van a grabar bien temprano. Y de camino a su camerino se cruza con una joven que va directa a su puesto. En cuestión de segundos, la potente luz del plató se desvanece tras entrar a una sala de control con alrededor de 20 trabajadores. Esta joven se sitúa entre el director y otro compañero. Se pone los cascos y comienza a explicar algunos términos. Es Lucía Sesma, la lingüista de ‘Pasapalabra’. Su trabajo es desconocido para muchos y, sin embargo, crucial para que el programa funcione correctamente. «Mi función es revisar el guion y todas las pruebas que hay para que estén explicadas perfectamente y se entienda, aunque no suele haber mucho problema», reconoce tímidamente antes de comenzar la grabación. Cuando estudió la carrera jamás pensó estar al frente del rosco de ‘Pasapalabra’. Sin embargo, después de haber probado varios ámbitos como la educación, le llegó esta oferta hace catorce años que no pudo rechazar.Rodaje de ‘Pasapalabra’ ABCAunque las pruebas requieren de concentración, el momento del rosco es determinante. «Es el momento clave, sobre todo cuando contestan alguna palabra que no estaba prevista. Ese es el momento más importante, es donde yo tengo que dar los argumentos lingüísticos para decir si es correcta esa palabra o no, y junto al equipo decidimos», explica. En ocasiones, la lingüista repasa antes de las grabaciones con el presentador alguna de las definiciones, para que cuando la tenga que pronunciar con rapidez y soltura se le entienda a la perfección. Si hay algo que conquista a la audiencia en un concurso es la justicia imparcial que se transmite a través de la pantalla. En este caso, eso se consigue con las palabras, que no es fácil. «Hay que encontrar un equilibrio entre esas palabras que implican cierta complejidad y las que no. Es el único modo», reconoce. En su mesa de trabajo tiene una pantalla con el guion y todas las palabras del rosco. Al mismo tiempo va siguiendo el programa a través de todas las pantallas que tiene delante. Y mientras tanto, el resto de compañeros controlan las cámaras, luces, sonido e imágenes que se van grabando antes de empezar a grabar.El presentador Roberto Leal, Lucía Sesma, lingüista de ‘Pasapalabra’, y el director del formato Miguel Aparicio ABCY mientras en la sala de control el silencio reina, en un pequeño salón acristalado contiguo el alboroto se apodera de los presentes. Todos ellos están frente a una gran pantalla mientras almuerzan y van viendo las diferentes pruebas del formato. Son todos los personajes públicos que ayudan a los dos concursantes principales en las primeras pruebas del programa. Algunos de ellos son veteranos como el productor musical Joe Pérez-Orive o la actriz Lidia San José, otros, en cambio, se estrenan y tienen que aprender el funcionamiento de cada una de las pruebas. Aunque para ayudarles está Miguel Aparicio, que además de ser el director de ‘Pasapalabra’ es el chivato que les da trucos para resolver los retos de un modo más fácil. «No le deis muchas vueltas, es más intuitivo e impulsivo que de razonar… Normalmente suele ser el segundo bloque… Probad siempre con la última…». Así, Aparicio despelleja cada una de las pruebas para que los invitados puedan ir con más tranquilidad. Aun así, de poco sirve en muchas ocasiones, reconoce, ya que el plató y todo lo que ello supone impone demasiado como para recordar muchos de esos trucos. «Los trucos se dan para evitar que se produzcan errores y fallos que hagan que tengamos que parar la grabación. Son para que haya fluidez y para que sepan cómo jugar. Les indico qué pueden decir y qué no. Si puedes decir ‘pasapalabra’ o no, por ejemplo. Cuando lo empiezan a dominar ya me voy a control», reconoce el director en el plató, escondido entre las cámaras. En estos cinco años que lleva al frente ha tenido que renovarlo progresivamente a través de nuevas pruebas, o cambios de dinámica para sorprender al público y, al mismo tiempo, hacerlo de un modo delicado para que no hayan brusquedades o los espectadores se encuentren con otro formato distinto. «La justicia es lo que nos ha hecho ganar la credibilidad del público y lo que nos puede hacer perderla si no somos justos. Es lo que más nos preocupa, queremos que siempre se vea que el programa está haciendo todo lo posible para que quien se lleve el bote sea de un modo justo. Esa es nuestra gran labor», asegura.Es casi un milagro que este formato haya sobrevivido a cambios de cadena, franja, presentadores, concursantes, dinámicas durante 25 años y aun así siga registrando buenos datos. En cuestión de un año, el formato ha pasado de hacer un 16,6% de cuota de pantalla en septiembre de 2024 a un 20,4% que ha cosechado hasta ahora en junio. Imbatible en su franja al menos en estos cinco años, es el cuarto formato más visto de la televisión, por detrás de ‘El Hormiguero’, ‘Tu cara me suena’ y ‘La Revuelta’. «Los éxitos han sido inusitados. Han ido de bien a mejor. Somos frikis de las palabras. Es un programa que se puede jugar mucho en casa, nuestros dos concursantes que están triunfando, Manuel y Rosa, veían el programa de niños. Es una cosa generacional. Es tradición», asegura Aparicio. No es fácil intuir o dar con la clave de su éxito para seguir cosechando más. Aunque en estos años, su director es consciente del modo de consumir el formato. «Es un concurso donde el abuelo y el niño están a la misma altura y pueden tener la misma capacidad de palabras. Creo que es el secreto de este programa. Esto se ve en casa, en familia», indica. Orestes, Rafael Castaño, Pablo Díaz, Fran González, César Garrido… Todos estos rostros de ‘Pasapalabra’, antes de estar frente a una cámara, lo estaban frente a un televisor, siguiendo con atención cada pregunta y cada respuesta. «Todo el mundo sabe de palabras y da igual la edad que tenga, se juega y se divierte igual y eso es muy democrático», asegura Roberto Leal. Es la televisión la que lleva el programa a casa y es la televisión quien genera vocaciones para este formato. Es la televisión el principio y fin de ‘Pasapalabra’.
Hay programas de televisión que con el paso del tiempo acaban caducos, hay otros mejoran, y luego está ‘Pasapalabra’. Cada tarde desde hace 25 años, millones de espectadores se ponen delante del televisor para ver esta fiesta del abecedario. Hay algo de hipnótico en ver … cómo el rosco poco a poco va llenándose de letras verdes y de adicción en ver cómo los segundos se van esfumando. Por este concurso han desfilado decenas de concursantes que se han convertido en históricos ya también de otros formatos. El programa aterrizó en Antena 3 en el 2000, en un momento donde conseguir un 20% de cuota de pantalla apenas tenía mérito, ya que era una cifra sencilla de alcanzar con pocos recursos. Sin embargo, en 2025 continúa registrando esos números en medio de una crisis generalizada de audiencia. ¿El secreto? Quién puede dar una respuesta a esta pregunta se encuentra en uno de los pasillos de las instalaciones de Atresmedia en San Sebastián de los Reyes. Acaba de llegar fatigado y entre cajas de cartón y dos personas se cambia de camisa y se dirige corriendo al plató para sentarse y probar la iluminación.
«Si supiera el secreto estaríamos haciendo programas como churros, pero creo que tiene mucho que ver con que desde el principio conectó con la audiencia, y al mismo tiempo ha evolucionado. El primer ‘Pasapalabra’ se parece al de ahora, pero evidentemente ha cambiado. Se ha adaptado a los tiempos», reconoce Roberto Leal, el presentador que asumió el programa cuando ‘Pasapalabra’ aterrizó de nuevo en Antena 3 en 2020, antes estaba en Telecinco. El formato cumple cinco años de una nueva vida en la cadena y su presentador no puede estar más satisfecho. Desde que era joven, el sevillano ha sido seguidor del formato y nunca hubiera imaginado ser él quién años más tarde estaría definiendo las palabras del rosco. «Cambia mucho de verlo a casa a estar aquí. En tu casa te levantas y vas al frigorífico a por un plátano, aquí tienes un despiste y has perdido la batalla». Si hay algo complicado para Leal es el nivel de exigencia que debe tener para concentrarse. «La mecánica de sumar puntos, de pronunciar una palabra, de hacerlo de un modo que se entienda y al mismo tiempo sea rápido no es sencillo. Pero me pone a prueba y eso me gusta. ¿Tú sabes el vocabulario que tengo ahora?», se pregunta entre risas.
Mientras los técnicos van probando las luces y el sonido para las pruebas musicales, Leal se dirige a una sala para terminar de maquillarse y prepararse para el programa que van a grabar bien temprano. Y de camino a su camerino se cruza con una joven que va directa a su puesto. En cuestión de segundos, la potente luz del plató se desvanece tras entrar a una sala de control con alrededor de 20 trabajadores. Esta joven se sitúa entre el director y otro compañero. Se pone los cascos y comienza a explicar algunos términos. Es Lucía Sesma, la lingüista de ‘Pasapalabra’. Su trabajo es desconocido para muchos y, sin embargo, crucial para que el programa funcione correctamente. «Mi función es revisar el guion y todas las pruebas que hay para que estén explicadas perfectamente y se entienda, aunque no suele haber mucho problema», reconoce tímidamente antes de comenzar la grabación. Cuando estudió la carrera jamás pensó estar al frente del rosco de ‘Pasapalabra’. Sin embargo, después de haber probado varios ámbitos como la educación, le llegó esta oferta hace catorce años que no pudo rechazar.
ABC
Aunque las pruebas requieren de concentración, el momento del rosco es determinante. «Es el momento clave, sobre todo cuando contestan alguna palabra que no estaba prevista. Ese es el momento más importante, es donde yo tengo que dar los argumentos lingüísticos para decir si es correcta esa palabra o no, y junto al equipo decidimos», explica. En ocasiones, la lingüista repasa antes de las grabaciones con el presentador alguna de las definiciones, para que cuando la tenga que pronunciar con rapidez y soltura se le entienda a la perfección.
Si hay algo que conquista a la audiencia en un concurso es la justicia imparcial que se transmite a través de la pantalla. En este caso, eso se consigue con las palabras, que no es fácil. «Hay que encontrar un equilibrio entre esas palabras que implican cierta complejidad y las que no. Es el único modo», reconoce. En su mesa de trabajo tiene una pantalla con el guion y todas las palabras del rosco. Al mismo tiempo va siguiendo el programa a través de todas las pantallas que tiene delante. Y mientras tanto, el resto de compañeros controlan las cámaras, luces, sonido e imágenes que se van grabando antes de empezar a grabar.



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Y mientras en la sala de control el silencio reina, en un pequeño salón acristalado contiguo el alboroto se apodera de los presentes. Todos ellos están frente a una gran pantalla mientras almuerzan y van viendo las diferentes pruebas del formato. Son todos los personajes públicos que ayudan a los dos concursantes principales en las primeras pruebas del programa. Algunos de ellos son veteranos como el productor musical Joe Pérez-Orive o la actriz Lidia San José, otros, en cambio, se estrenan y tienen que aprender el funcionamiento de cada una de las pruebas. Aunque para ayudarles está Miguel Aparicio, que además de ser el director de ‘Pasapalabra’ es el chivato que les da trucos para resolver los retos de un modo más fácil. «No le deis muchas vueltas, es más intuitivo e impulsivo que de razonar… Normalmente suele ser el segundo bloque… Probad siempre con la última…». Así, Aparicio despelleja cada una de las pruebas para que los invitados puedan ir con más tranquilidad. Aun así, de poco sirve en muchas ocasiones, reconoce, ya que el plató y todo lo que ello supone impone demasiado como para recordar muchos de esos trucos.
«Los trucos se dan para evitar que se produzcan errores y fallos que hagan que tengamos que parar la grabación. Son para que haya fluidez y para que sepan cómo jugar. Les indico qué pueden decir y qué no. Si puedes decir ‘pasapalabra’ o no, por ejemplo. Cuando lo empiezan a dominar ya me voy a control», reconoce el director en el plató, escondido entre las cámaras. En estos cinco años que lleva al frente ha tenido que renovarlo progresivamente a través de nuevas pruebas, o cambios de dinámica para sorprender al público y, al mismo tiempo, hacerlo de un modo delicado para que no hayan brusquedades o los espectadores se encuentren con otro formato distinto. «La justicia es lo que nos ha hecho ganar la credibilidad del público y lo que nos puede hacer perderla si no somos justos. Es lo que más nos preocupa, queremos que siempre se vea que el programa está haciendo todo lo posible para que quien se lleve el bote sea de un modo justo. Esa es nuestra gran labor», asegura.
Es casi un milagro que este formato haya sobrevivido a cambios de cadena, franja, presentadores, concursantes, dinámicas durante 25 años y aun así siga registrando buenos datos. En cuestión de un año, el formato ha pasado de hacer un 16,6% de cuota de pantalla en septiembre de 2024 a un 20,4% que ha cosechado hasta ahora en junio. Imbatible en su franja al menos en estos cinco años, es el cuarto formato más visto de la televisión, por detrás de ‘El Hormiguero’, ‘Tu cara me suena’ y ‘La Revuelta’. «Los éxitos han sido inusitados. Han ido de bien a mejor. Somos frikis de las palabras. Es un programa que se puede jugar mucho en casa, nuestros dos concursantes que están triunfando, Manuel y Rosa, veían el programa de niños. Es una cosa generacional. Es tradición», asegura Aparicio. No es fácil intuir o dar con la clave de su éxito para seguir cosechando más. Aunque en estos años, su director es consciente del modo de consumir el formato. «Es un concurso donde el abuelo y el niño están a la misma altura y pueden tener la misma capacidad de palabras. Creo que es el secreto de este programa. Esto se ve en casa, en familia», indica.
Orestes, Rafael Castaño, Pablo Díaz, Fran González, César Garrido… Todos estos rostros de ‘Pasapalabra’, antes de estar frente a una cámara, lo estaban frente a un televisor, siguiendo con atención cada pregunta y cada respuesta. «Todo el mundo sabe de palabras y da igual la edad que tenga, se juega y se divierte igual y eso es muy democrático», asegura Roberto Leal. Es la televisión la que lleva el programa a casa y es la televisión quien genera vocaciones para este formato. Es la televisión el principio y fin de ‘Pasapalabra’.
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