Farruquito acaba de llegar de Sevilla con sus niños, que ya están de vacaciones y no se querían quedar en casa. El mayor, Juan, ‘El Moreno’, que está a punto de cumplir 12 años y que ya ha compartido escenario con su padre, no tenía previsto hacerlo en esta ocasión, pero ha cambiado de opinión, y el bailaor sevillano va a tener que buscar cómo encajarlo en las tres funciones de su espectáculo ‘ Recital de baile ‘ que va a ofrecer en el Centro de Danza Matadero los próximos días 26, 27 y 28. Verle le hace recordarse a sí mismo de niño, sobre el escenario -se subió, o lo subieron, a los cinco años-, y recordar a su padre, a su abuelo… «Son casi cuarenta años de carrera…», dice con una sombra de nostalgia en sus palabras.-¿Y no ha pensado nunca en tirar las botas, en decir: ‘No puedo más’?-Muchas veces -ríe-. Muchas veces, casi todos los miércoles… No las podré tirar, porque para mí el baile es mucho más que las botas, y tirarlas sería como tirar una parte de mi persona… Sí me he planteado alguna vez dejar de bailar para el público, pero lo he hecho por profesionalidad. Uno quiere estar a la altura y no siempre estoy seguro de estarlo. Yo creo que esas dudas y esos miedos los tenemos todos los profesionales alguna vez, y en ese momento te dan ganas de dejarlo.-Usted empezó de muy niño; entonces el baile sería para usted un juego… ¿Lo considera todavía así?-Esa es mi mayor lucha conmigo mismo: que el baile nunca deje de ser un disfrute, un juego, porque así nunca dejaré de ser un niño y de estar cerca del arte y de la verdad. Así es como yo lo entiendo.-¿Y cómo le ayuda que su hijo sea artista también? ¿Le estimula de alguna manera, le sirve de ejemplo?-Cuando veo a mi niño bailar me da una satisfacción y una alegría muy grandes; me gusta que a él le guste, pero solo pienso en que él se lo pase bien, que sea feliz. A mí el baile me gustó desde pequeño y mi familia me apoyó, pero si mi niño mañana me dice que le gusta pintar, le diré que adelante y le daré los mismos consejos que si decide ser bailaor. Que sea responsable, humilde, honesto… A mí me inculcaron que hiciera lo que hiciera intentara hacerlo lo mejor posible y con todo el respeto y todo el cariño del mundo.«Mi hijo Juan es mucho más extrovertido que yo; yo he sido siempre un poco más tímido. Y aprendo mucho de su manera de ver las cosas. Aprendo a relativizar las cosas… Me ha costado muchos años hacerlo»-¿Pero como bailaor le estimula, le sirve de espejo?-Sí, porque él me ha recordado cosas que tenía un poco aparcadas. Sobre todo esa forma de sufrir y disfrutar casi en el mismo nivel, que es algo que tienen los niños. Juan es mucho más extrovertido que yo; yo he sido siempre un poco más tímido. Y aprendo mucho de su manera de ver las cosas. Aprendo a relativizar las cosas… Me ha costado muchos años hacerlo.-El espectáculo que presenta se titula ‘Recital de Baile’. Es una declaración de intenciones…-No lo pensé así, pero al final se está convirtiendo en eso, en no dar vueltas a nada. Hay una frase que dice: ‘los árboles no te dejan ver el bosque’, y a mí con el flamenco me ha pasado a menudo. Este ‘Recital de baile’ no solo es volver a mi origen, sino que es una afinación nueva, un camino nuevo para tomar conciencia de que si empezara a bailar hoy haría las cosas de otra manera.-Es que el flamenco ha cambiado mucho…-El flamenco no cambia, cambiamos nosotros. El flamenco es el flamenco igual que un pájaro siempre va a ser un pájaro y su vuelo es un vuelo y no es paracaidismo por mucho que nosotros nos empeñemos.-Pero ahora los artistas tienen muchos más estímulos, están abiertos a otras culturas…-El flamenco evoluciona como evoluciona la vida, pero para mí no significa transformar nada. Evolucionar y transformar son dos cosas diferentes; yo no entiendo las cosas de la misma manera con 42 años que antes… pero sigo siendo el mismo, no puedo convertirme en otra persona. Al flamenco le pasa lo mismo. No podemos tachar al flamenco tradicional de antiguo; depende de los artistas que lo interpreten. El flamenco es como el mar, que cada día, a cada hora, a cada segundo, cambia; no podemos luchar con él, tenemos que aprender a nadar, que es lo que estoy haciendo. El flamenco, la música, el arte tienen que estar por encima de nosotros los artistas; no podemos sentirnos tan importantes, ni ser tan osados como para decir que hemos cambiado el flamenco. ¡Haga usted el favor!«Evolucionar y transformar son dos cosas diferentes; yo no entiendo las cosas de la misma manera con 42 años que antes… pero sigo siendo el mismo, no puedo convertirme en otra persona. Al flamenco le pasa lo mismo» -¿Podría definir su baile actual?-No tengo ni idea de cómo es mi baile, y creo que es una suerte. Yo lo vinculo a lo natural, a la mágica naturaleza. A ver cómo lo explico: el flamenco no es mágico porque queramos que lo sea, ni lo podemos definir nosotros. Usted y yo podemos leer el mismo libro, con un único título, pero haremos una reflexión diferente y nos dejará una huella distinta. Si yo quisiera definir mi baile lo haría muy tristemente porque sería lo más cerca a la muerte del arte: ya estoy definido, ya estoy preparado para irme… Yo no quiero nunca definir mi baile, quiero estar siempre en busca de esa felicidad que me da el bailar.-¿El tablao es el lugar donde nace todo?-Yo no me he criado en los tablaos porque mi abuelo, Farruco, me puso en un teatro bueno desde niño. En ‘Recital de baile’ recreo un pequeño tablao que miro de cuando en cuando y donde quiero volver a ser un niño, ese Juan que estaba aprendiendo ahí. Porque yo no he estado bailando en los tablaos pero me he criado en Los Gallos, en El Cordobés, en El Arenal, en el Café de Chinitas… y me moría de ganas por subir al tablao. Venía de los teatros, pero es algo que a mí me faltaba.Noticia Relacionada estandar Si Miguel Marín: «Mientras el público se siga sorprendiendo, hay sitio para un festival de flamenco en Londres» Andrés González-Barba El director del Flamenco Festival de Londres cuenta las novedades de esta edición, que Sara Baras inaugurará este martes con su espectáculo ‘Vuela’-¿El flamenco hay que entenderlo o hay que sentirlo?-Hay muchos clichés en torno al flamenco con los que no estoy de acuerdo. Lo que le decía antes de que el flamenco tradicional es antiguo y el que se mezcla con otras danzas es contemporáneo. Y otro cliché es que para ver flamenco hay que entenderlo; pues no. ¿Usted entiende de cine? Usted va al cine y los actores le transmiten o no, y la película le gusta o no… Para disfrutar del arte solo hay que ir predispuesto a sentirlo, y a que nos guste o no. Hay que quitarse de la cabeza la idea de que el flamenco es solo para entendidos, porque entonces todas las artes lo serían. Farruquito acaba de llegar de Sevilla con sus niños, que ya están de vacaciones y no se querían quedar en casa. El mayor, Juan, ‘El Moreno’, que está a punto de cumplir 12 años y que ya ha compartido escenario con su padre, no tenía previsto hacerlo en esta ocasión, pero ha cambiado de opinión, y el bailaor sevillano va a tener que buscar cómo encajarlo en las tres funciones de su espectáculo ‘ Recital de baile ‘ que va a ofrecer en el Centro de Danza Matadero los próximos días 26, 27 y 28. Verle le hace recordarse a sí mismo de niño, sobre el escenario -se subió, o lo subieron, a los cinco años-, y recordar a su padre, a su abuelo… «Son casi cuarenta años de carrera…», dice con una sombra de nostalgia en sus palabras.-¿Y no ha pensado nunca en tirar las botas, en decir: ‘No puedo más’?-Muchas veces -ríe-. Muchas veces, casi todos los miércoles… No las podré tirar, porque para mí el baile es mucho más que las botas, y tirarlas sería como tirar una parte de mi persona… Sí me he planteado alguna vez dejar de bailar para el público, pero lo he hecho por profesionalidad. Uno quiere estar a la altura y no siempre estoy seguro de estarlo. Yo creo que esas dudas y esos miedos los tenemos todos los profesionales alguna vez, y en ese momento te dan ganas de dejarlo.-Usted empezó de muy niño; entonces el baile sería para usted un juego… ¿Lo considera todavía así?-Esa es mi mayor lucha conmigo mismo: que el baile nunca deje de ser un disfrute, un juego, porque así nunca dejaré de ser un niño y de estar cerca del arte y de la verdad. Así es como yo lo entiendo.-¿Y cómo le ayuda que su hijo sea artista también? ¿Le estimula de alguna manera, le sirve de ejemplo?-Cuando veo a mi niño bailar me da una satisfacción y una alegría muy grandes; me gusta que a él le guste, pero solo pienso en que él se lo pase bien, que sea feliz. A mí el baile me gustó desde pequeño y mi familia me apoyó, pero si mi niño mañana me dice que le gusta pintar, le diré que adelante y le daré los mismos consejos que si decide ser bailaor. Que sea responsable, humilde, honesto… A mí me inculcaron que hiciera lo que hiciera intentara hacerlo lo mejor posible y con todo el respeto y todo el cariño del mundo.«Mi hijo Juan es mucho más extrovertido que yo; yo he sido siempre un poco más tímido. Y aprendo mucho de su manera de ver las cosas. Aprendo a relativizar las cosas… Me ha costado muchos años hacerlo»-¿Pero como bailaor le estimula, le sirve de espejo?-Sí, porque él me ha recordado cosas que tenía un poco aparcadas. Sobre todo esa forma de sufrir y disfrutar casi en el mismo nivel, que es algo que tienen los niños. Juan es mucho más extrovertido que yo; yo he sido siempre un poco más tímido. Y aprendo mucho de su manera de ver las cosas. Aprendo a relativizar las cosas… Me ha costado muchos años hacerlo.-El espectáculo que presenta se titula ‘Recital de Baile’. Es una declaración de intenciones…-No lo pensé así, pero al final se está convirtiendo en eso, en no dar vueltas a nada. Hay una frase que dice: ‘los árboles no te dejan ver el bosque’, y a mí con el flamenco me ha pasado a menudo. Este ‘Recital de baile’ no solo es volver a mi origen, sino que es una afinación nueva, un camino nuevo para tomar conciencia de que si empezara a bailar hoy haría las cosas de otra manera.-Es que el flamenco ha cambiado mucho…-El flamenco no cambia, cambiamos nosotros. El flamenco es el flamenco igual que un pájaro siempre va a ser un pájaro y su vuelo es un vuelo y no es paracaidismo por mucho que nosotros nos empeñemos.-Pero ahora los artistas tienen muchos más estímulos, están abiertos a otras culturas…-El flamenco evoluciona como evoluciona la vida, pero para mí no significa transformar nada. Evolucionar y transformar son dos cosas diferentes; yo no entiendo las cosas de la misma manera con 42 años que antes… pero sigo siendo el mismo, no puedo convertirme en otra persona. Al flamenco le pasa lo mismo. No podemos tachar al flamenco tradicional de antiguo; depende de los artistas que lo interpreten. El flamenco es como el mar, que cada día, a cada hora, a cada segundo, cambia; no podemos luchar con él, tenemos que aprender a nadar, que es lo que estoy haciendo. El flamenco, la música, el arte tienen que estar por encima de nosotros los artistas; no podemos sentirnos tan importantes, ni ser tan osados como para decir que hemos cambiado el flamenco. ¡Haga usted el favor!«Evolucionar y transformar son dos cosas diferentes; yo no entiendo las cosas de la misma manera con 42 años que antes… pero sigo siendo el mismo, no puedo convertirme en otra persona. Al flamenco le pasa lo mismo» -¿Podría definir su baile actual?-No tengo ni idea de cómo es mi baile, y creo que es una suerte. Yo lo vinculo a lo natural, a la mágica naturaleza. A ver cómo lo explico: el flamenco no es mágico porque queramos que lo sea, ni lo podemos definir nosotros. Usted y yo podemos leer el mismo libro, con un único título, pero haremos una reflexión diferente y nos dejará una huella distinta. Si yo quisiera definir mi baile lo haría muy tristemente porque sería lo más cerca a la muerte del arte: ya estoy definido, ya estoy preparado para irme… Yo no quiero nunca definir mi baile, quiero estar siempre en busca de esa felicidad que me da el bailar.-¿El tablao es el lugar donde nace todo?-Yo no me he criado en los tablaos porque mi abuelo, Farruco, me puso en un teatro bueno desde niño. En ‘Recital de baile’ recreo un pequeño tablao que miro de cuando en cuando y donde quiero volver a ser un niño, ese Juan que estaba aprendiendo ahí. Porque yo no he estado bailando en los tablaos pero me he criado en Los Gallos, en El Cordobés, en El Arenal, en el Café de Chinitas… y me moría de ganas por subir al tablao. Venía de los teatros, pero es algo que a mí me faltaba.Noticia Relacionada estandar Si Miguel Marín: «Mientras el público se siga sorprendiendo, hay sitio para un festival de flamenco en Londres» Andrés González-Barba El director del Flamenco Festival de Londres cuenta las novedades de esta edición, que Sara Baras inaugurará este martes con su espectáculo ‘Vuela’-¿El flamenco hay que entenderlo o hay que sentirlo?-Hay muchos clichés en torno al flamenco con los que no estoy de acuerdo. Lo que le decía antes de que el flamenco tradicional es antiguo y el que se mezcla con otras danzas es contemporáneo. Y otro cliché es que para ver flamenco hay que entenderlo; pues no. ¿Usted entiende de cine? Usted va al cine y los actores le transmiten o no, y la película le gusta o no… Para disfrutar del arte solo hay que ir predispuesto a sentirlo, y a que nos guste o no. Hay que quitarse de la cabeza la idea de que el flamenco es solo para entendidos, porque entonces todas las artes lo serían.
Farruquito acaba de llegar de Sevilla con sus niños, que ya están de vacaciones y no se querían quedar en casa. El mayor, Juan, ‘El Moreno’, que está a punto de cumplir 12 años y que ya ha compartido escenario con su padre, … no tenía previsto hacerlo en esta ocasión, pero ha cambiado de opinión, y el bailaor sevillano va a tener que buscar cómo encajarlo en las tres funciones de su espectáculo ‘Recital de baile‘ que va a ofrecer en el Centro de Danza Matadero los próximos días 26, 27 y 28. Verle le hace recordarse a sí mismo de niño, sobre el escenario -se subió, o lo subieron, a los cinco años-, y recordar a su padre, a su abuelo… «Son casi cuarenta años de carrera…», dice con una sombra de nostalgia en sus palabras.
-¿Y no ha pensado nunca en tirar las botas, en decir: ‘No puedo más’?
-Muchas veces -ríe-. Muchas veces, casi todos los miércoles… No las podré tirar, porque para mí el baile es mucho más que las botas, y tirarlas sería como tirar una parte de mi persona… Sí me he planteado alguna vez dejar de bailar para el público, pero lo he hecho por profesionalidad. Uno quiere estar a la altura y no siempre estoy seguro de estarlo. Yo creo que esas dudas y esos miedos los tenemos todos los profesionales alguna vez, y en ese momento te dan ganas de dejarlo.
-Usted empezó de muy niño; entonces el baile sería para usted un juego… ¿Lo considera todavía así?
-Esa es mi mayor lucha conmigo mismo: que el baile nunca deje de ser un disfrute, un juego, porque así nunca dejaré de ser un niño y de estar cerca del arte y de la verdad. Así es como yo lo entiendo.
-¿Y cómo le ayuda que su hijo sea artista también? ¿Le estimula de alguna manera, le sirve de ejemplo?
-Cuando veo a mi niño bailar me da una satisfacción y una alegría muy grandes; me gusta que a él le guste, pero solo pienso en que él se lo pase bien, que sea feliz. A mí el baile me gustó desde pequeño y mi familia me apoyó, pero si mi niño mañana me dice que le gusta pintar, le diré que adelante y le daré los mismos consejos que si decide ser bailaor. Que sea responsable, humilde, honesto… A mí me inculcaron que hiciera lo que hiciera intentara hacerlo lo mejor posible y con todo el respeto y todo el cariño del mundo.
«Mi hijo Juan es mucho más extrovertido que yo; yo he sido siempre un poco más tímido. Y aprendo mucho de su manera de ver las cosas. Aprendo a relativizar las cosas… Me ha costado muchos años hacerlo»
-¿Pero como bailaor le estimula, le sirve de espejo?
-Sí, porque él me ha recordado cosas que tenía un poco aparcadas. Sobre todo esa forma de sufrir y disfrutar casi en el mismo nivel, que es algo que tienen los niños. Juan es mucho más extrovertido que yo; yo he sido siempre un poco más tímido. Y aprendo mucho de su manera de ver las cosas. Aprendo a relativizar las cosas… Me ha costado muchos años hacerlo.
-El espectáculo que presenta se titula ‘Recital de Baile’. Es una declaración de intenciones…
-No lo pensé así, pero al final se está convirtiendo en eso, en no dar vueltas a nada. Hay una frase que dice: ‘los árboles no te dejan ver el bosque’, y a mí con el flamenco me ha pasado a menudo. Este ‘Recital de baile’ no solo es volver a mi origen, sino que es una afinación nueva, un camino nuevo para tomar conciencia de que si empezara a bailar hoy haría las cosas de otra manera.
-Es que el flamenco ha cambiado mucho…
-El flamenco no cambia, cambiamos nosotros. El flamenco es el flamenco igual que un pájaro siempre va a ser un pájaro y su vuelo es un vuelo y no es paracaidismo por mucho que nosotros nos empeñemos.
-Pero ahora los artistas tienen muchos más estímulos, están abiertos a otras culturas…
-El flamenco evoluciona como evoluciona la vida, pero para mí no significa transformar nada. Evolucionar y transformar son dos cosas diferentes; yo no entiendo las cosas de la misma manera con 42 años que antes… pero sigo siendo el mismo, no puedo convertirme en otra persona. Al flamenco le pasa lo mismo. No podemos tachar al flamenco tradicional de antiguo; depende de los artistas que lo interpreten. El flamenco es como el mar, que cada día, a cada hora, a cada segundo, cambia; no podemos luchar con él, tenemos que aprender a nadar, que es lo que estoy haciendo. El flamenco, la música, el arte tienen que estar por encima de nosotros los artistas; no podemos sentirnos tan importantes, ni ser tan osados como para decir que hemos cambiado el flamenco. ¡Haga usted el favor!
«Evolucionar y transformar son dos cosas diferentes; yo no entiendo las cosas de la misma manera con 42 años que antes… pero sigo siendo el mismo, no puedo convertirme en otra persona. Al flamenco le pasa lo mismo»
-¿Podría definir su baile actual?
-No tengo ni idea de cómo es mi baile, y creo que es una suerte. Yo lo vinculo a lo natural, a la mágica naturaleza. A ver cómo lo explico: el flamenco no es mágico porque queramos que lo sea, ni lo podemos definir nosotros. Usted y yo podemos leer el mismo libro, con un único título, pero haremos una reflexión diferente y nos dejará una huella distinta. Si yo quisiera definir mi baile lo haría muy tristemente porque sería lo más cerca a la muerte del arte: ya estoy definido, ya estoy preparado para irme… Yo no quiero nunca definir mi baile, quiero estar siempre en busca de esa felicidad que me da el bailar.
-¿El tablao es el lugar donde nace todo?
-Yo no me he criado en los tablaos porque mi abuelo, Farruco, me puso en un teatro bueno desde niño. En ‘Recital de baile’ recreo un pequeño tablao que miro de cuando en cuando y donde quiero volver a ser un niño, ese Juan que estaba aprendiendo ahí. Porque yo no he estado bailando en los tablaos pero me he criado en Los Gallos, en El Cordobés, en El Arenal, en el Café de Chinitas… y me moría de ganas por subir al tablao. Venía de los teatros, pero es algo que a mí me faltaba.
-¿El flamenco hay que entenderlo o hay que sentirlo?
-Hay muchos clichés en torno al flamenco con los que no estoy de acuerdo. Lo que le decía antes de que el flamenco tradicional es antiguo y el que se mezcla con otras danzas es contemporáneo. Y otro cliché es que para ver flamenco hay que entenderlo; pues no. ¿Usted entiende de cine? Usted va al cine y los actores le transmiten o no, y la película le gusta o no… Para disfrutar del arte solo hay que ir predispuesto a sentirlo, y a que nos guste o no. Hay que quitarse de la cabeza la idea de que el flamenco es solo para entendidos, porque entonces todas las artes lo serían.
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