Folletín, cuento fantástico y novela negra, ‘La muñeca sangrienta’ de Gaston Leroux fue publicada en el periódico ‘Le Matin’ en los meses de julio y agosto de 1923. Había transcurrido un año y medio desde la ejecución de Henri Landru, condenado por haber expoliado, secuestrado y asesinado a una decena de mujeres, cuyos cadáveres fueron incinerados en una casa en los alrededores de París. El caso inspiró a Leroux para escribir las 40 entregas que luego fueron recopiladas en forma de libro. Al leer de un tirón las 250 páginas del texto, es fácil darse cuenta de que su autor había estructurado la narración para mantener viva la atención de sus seguidores. Ello no es óbice para que la obra pueda ser leída hoy con el mismo interés que debieron sentir los parisinos que esperaban cada día la aparición de una nueva entrega. La historia comienza cuando un encuadernador llamado Bénédict Masson, que vive y trabaja en un hotel de la isla de Saint-Louis en París, se enamora de la bella Christine, su vecina, a la que espía. Masson es un poeta de una fealdad horrorosa y sabe que su amor jamás será correspondido. Christine vive con su padre, un relojero que busca el movimiento perpetuo, y Jacques Cotentin, su novio, un médico que realiza extraños experimentos. Cotentin, obsesionado por investigar el origen de la vida, diseña un autómata de rasgos humanos, del que se enamora Christine. Leroux da una vuelta de tuerca a la narración cuando aparece el marqués de Coulteray, un personaje enigmático, de una vasta cultura, que ha vivido en la India. Allí conoció a su esposa, una inglesa de la alta sociedad cuya salud va decayendo y que se halla al borde de la depresión.La robótica, la inteligencia artificial y la biogenética aparecen prefiguradas en algunos de sus personajes El autor fusiona en su relato las obsesiones de Masson, que es un psicópata que asesina a media docena de mujeres y quema sus cadáveres como Landru, y la conducta tenebrosa de Coulteray, un vampiro que ha sobrevivido desde los tiempos de la Revolución Francesa y que chupa la sangre a su mujer. Todo demasiado truculento e inverosímil, lo que no obsta para que Leroux consiga crear un clima de pesadilla e incertidumbre que, a través de una narración bien hilada, lleva al lector a sentir la necesidad de avanzar por las páginas de la novela.Confieso que he pasado un rato delicioso al releer esta obra que descubrí hace más de cuatro décadas cuando la publicó Bruguera en su colección de tapas naranjas. No solo no ha perdido interés, sino que además merece la pena sumirse en este texto tan anacrónico como sugerente, al igual que podemos disfrutar todavía de los cuentos de Edgar Allan Poe.Hay también una cierta actualidad en ‘La muñeca sangrienta’ en la medida que asuntos como la robótica, la inteligencia artificial y la biogenética aparecen prefigurados en los personajes del relojero, el vampiro y el autómata, que buscan ir más allá de los límites de la Naturaleza e indagan en secretos cuyas consecuencias se escapan de su control. Gaston Leroux, nacido en París en 1868, fue un escritor prolífico que inició su carrera en el periodismo. Viajó por todo el mundo y fue corresponsal durante la Revolución Bolchevique. Al mismo tiempo, encontró tiempo para escribir cuarenta novelas, la mayoría publicadas por entregas. Las más conocidas son ‘El fantasma de la Ópera’ y ‘El misterio del cuarto amarillo’, en la que planea el enigma del asesinato en una habitación cerrada con llave. Fue un espíritu inquieto que simuló ser un antropólogo para entrevistar a un condenado a muerte, que creó una compañía cinematográfica y que viajó por África y por Asia en busca de reportajes inéditos. Murió a los 58 años en Niza, tres años después de haber publicado ‘La máquina de asesinar’, la continuación de ‘La muñeca sangrienta’, cuyo final dejo abierto para poder explotar el filón que le había proporcionado suculentos ingresos. El talento de Leroux es comparable al de Conan Doyle, al que sin duda leyó. Joseph Rouletabille, su detective, es un claro trasunto de Sherlock Holmes. Y los enigmas que plantean sus novelas se parecen mucho a los del escritor de Edimburgo. Pero Leroux no es un imitador porque aporta siempre una mirada original, dibuja personajes que llegan al corazón del público y crea un ambiente de misterio que subyuga a sus seguidores. No fue un genio de la literatura, pero sí un escritor con oficio que jamás aburre al lector, un mérito que nadie le podrá negar. Folletín, cuento fantástico y novela negra, ‘La muñeca sangrienta’ de Gaston Leroux fue publicada en el periódico ‘Le Matin’ en los meses de julio y agosto de 1923. Había transcurrido un año y medio desde la ejecución de Henri Landru, condenado por haber expoliado, secuestrado y asesinado a una decena de mujeres, cuyos cadáveres fueron incinerados en una casa en los alrededores de París. El caso inspiró a Leroux para escribir las 40 entregas que luego fueron recopiladas en forma de libro. Al leer de un tirón las 250 páginas del texto, es fácil darse cuenta de que su autor había estructurado la narración para mantener viva la atención de sus seguidores. Ello no es óbice para que la obra pueda ser leída hoy con el mismo interés que debieron sentir los parisinos que esperaban cada día la aparición de una nueva entrega. La historia comienza cuando un encuadernador llamado Bénédict Masson, que vive y trabaja en un hotel de la isla de Saint-Louis en París, se enamora de la bella Christine, su vecina, a la que espía. Masson es un poeta de una fealdad horrorosa y sabe que su amor jamás será correspondido. Christine vive con su padre, un relojero que busca el movimiento perpetuo, y Jacques Cotentin, su novio, un médico que realiza extraños experimentos. Cotentin, obsesionado por investigar el origen de la vida, diseña un autómata de rasgos humanos, del que se enamora Christine. Leroux da una vuelta de tuerca a la narración cuando aparece el marqués de Coulteray, un personaje enigmático, de una vasta cultura, que ha vivido en la India. Allí conoció a su esposa, una inglesa de la alta sociedad cuya salud va decayendo y que se halla al borde de la depresión.La robótica, la inteligencia artificial y la biogenética aparecen prefiguradas en algunos de sus personajes El autor fusiona en su relato las obsesiones de Masson, que es un psicópata que asesina a media docena de mujeres y quema sus cadáveres como Landru, y la conducta tenebrosa de Coulteray, un vampiro que ha sobrevivido desde los tiempos de la Revolución Francesa y que chupa la sangre a su mujer. Todo demasiado truculento e inverosímil, lo que no obsta para que Leroux consiga crear un clima de pesadilla e incertidumbre que, a través de una narración bien hilada, lleva al lector a sentir la necesidad de avanzar por las páginas de la novela.Confieso que he pasado un rato delicioso al releer esta obra que descubrí hace más de cuatro décadas cuando la publicó Bruguera en su colección de tapas naranjas. No solo no ha perdido interés, sino que además merece la pena sumirse en este texto tan anacrónico como sugerente, al igual que podemos disfrutar todavía de los cuentos de Edgar Allan Poe.Hay también una cierta actualidad en ‘La muñeca sangrienta’ en la medida que asuntos como la robótica, la inteligencia artificial y la biogenética aparecen prefigurados en los personajes del relojero, el vampiro y el autómata, que buscan ir más allá de los límites de la Naturaleza e indagan en secretos cuyas consecuencias se escapan de su control. Gaston Leroux, nacido en París en 1868, fue un escritor prolífico que inició su carrera en el periodismo. Viajó por todo el mundo y fue corresponsal durante la Revolución Bolchevique. Al mismo tiempo, encontró tiempo para escribir cuarenta novelas, la mayoría publicadas por entregas. Las más conocidas son ‘El fantasma de la Ópera’ y ‘El misterio del cuarto amarillo’, en la que planea el enigma del asesinato en una habitación cerrada con llave. Fue un espíritu inquieto que simuló ser un antropólogo para entrevistar a un condenado a muerte, que creó una compañía cinematográfica y que viajó por África y por Asia en busca de reportajes inéditos. Murió a los 58 años en Niza, tres años después de haber publicado ‘La máquina de asesinar’, la continuación de ‘La muñeca sangrienta’, cuyo final dejo abierto para poder explotar el filón que le había proporcionado suculentos ingresos. El talento de Leroux es comparable al de Conan Doyle, al que sin duda leyó. Joseph Rouletabille, su detective, es un claro trasunto de Sherlock Holmes. Y los enigmas que plantean sus novelas se parecen mucho a los del escritor de Edimburgo. Pero Leroux no es un imitador porque aporta siempre una mirada original, dibuja personajes que llegan al corazón del público y crea un ambiente de misterio que subyuga a sus seguidores. No fue un genio de la literatura, pero sí un escritor con oficio que jamás aburre al lector, un mérito que nadie le podrá negar.
ÁNIMA NEGRA
Folletín, cuento fantástico y novela negra, ‘La muñeca sangrienta’ del escritor francés no solo no ha perdido interés, sino que aparecen asuntos de actualidad
Folletín, cuento fantástico y novela negra, ‘La muñeca sangrienta’ de Gaston Leroux fue publicada en el periódico ‘Le Matin’ en los meses de julio y agosto de 1923. Había transcurrido un año y medio desde la ejecución de Henri Landru, condenado por haber expoliado, … secuestrado y asesinado a una decena de mujeres, cuyos cadáveres fueron incinerados en una casa en los alrededores de París. El caso inspiró a Leroux para escribir las 40 entregas que luego fueron recopiladas en forma de libro.
Al leer de un tirón las 250 páginas del texto, es fácil darse cuenta de que su autor había estructurado la narración para mantener viva la atención de sus seguidores. Ello no es óbice para que la obra pueda ser leída hoy con el mismo interés que debieron sentir los parisinos que esperaban cada día la aparición de una nueva entrega.
La historia comienza cuando un encuadernador llamado Bénédict Masson, que vive y trabaja en un hotel de la isla de Saint-Louis en París, se enamora de la bella Christine, su vecina, a la que espía. Masson es un poeta de una fealdad horrorosa y sabe que su amor jamás será correspondido.
Christine vive con su padre, un relojero que busca el movimiento perpetuo, y Jacques Cotentin, su novio, un médico que realiza extraños experimentos. Cotentin, obsesionado por investigar el origen de la vida, diseña un autómata de rasgos humanos, del que se enamora Christine.
Leroux da una vuelta de tuerca a la narración cuando aparece el marqués de Coulteray, un personaje enigmático, de una vasta cultura, que ha vivido en la India. Allí conoció a su esposa, una inglesa de la alta sociedad cuya salud va decayendo y que se halla al borde de la depresión.
La robótica, la inteligencia artificial y la biogenética aparecen prefiguradas en algunos de sus personajes
El autor fusiona en su relato las obsesiones de Masson, que es un psicópata que asesina a media docena de mujeres y quema sus cadáveres como Landru, y la conducta tenebrosa de Coulteray, un vampiro que ha sobrevivido desde los tiempos de la Revolución Francesa y que chupa la sangre a su mujer.
Todo demasiado truculento e inverosímil, lo que no obsta para que Leroux consiga crear un clima de pesadilla e incertidumbre que, a través de una narración bien hilada, lleva al lector a sentir la necesidad de avanzar por las páginas de la novela.
Confieso que he pasado un rato delicioso al releer esta obra que descubrí hace más de cuatro décadas cuando la publicó Bruguera en su colección de tapas naranjas. No solo no ha perdido interés, sino que además merece la pena sumirse en este texto tan anacrónico como sugerente, al igual que podemos disfrutar todavía de los cuentos de Edgar Allan Poe.
Hay también una cierta actualidad en ‘La muñeca sangrienta’ en la medida que asuntos como la robótica, la inteligencia artificial y la biogenética aparecen prefigurados en los personajes del relojero, el vampiro y el autómata, que buscan ir más allá de los límites de la Naturaleza e indagan en secretos cuyas consecuencias se escapan de su control.
Gaston Leroux, nacido en París en 1868, fue un escritor prolífico que inició su carrera en el periodismo. Viajó por todo el mundo y fue corresponsal durante la Revolución Bolchevique. Al mismo tiempo, encontró tiempo para escribir cuarenta novelas, la mayoría publicadas por entregas. Las más conocidas son ‘El fantasma de la Ópera’ y ‘El misterio del cuarto amarillo’, en la que planea el enigma del asesinato en una habitación cerrada con llave.
Fue un espíritu inquieto que simuló ser un antropólogo para entrevistar a un condenado a muerte, que creó una compañía cinematográfica y que viajó por África y por Asia en busca de reportajes inéditos. Murió a los 58 años en Niza, tres años después de haber publicado ‘La máquina de asesinar’, la continuación de ‘La muñeca sangrienta’, cuyo final dejo abierto para poder explotar el filón que le había proporcionado suculentos ingresos.
El talento de Leroux es comparable al de Conan Doyle, al que sin duda leyó. Joseph Rouletabille, su detective, es un claro trasunto de Sherlock Holmes. Y los enigmas que plantean sus novelas se parecen mucho a los del escritor de Edimburgo.
Pero Leroux no es un imitador porque aporta siempre una mirada original, dibuja personajes que llegan al corazón del público y crea un ambiente de misterio que subyuga a sus seguidores. No fue un genio de la literatura, pero sí un escritor con oficio que jamás aburre al lector, un mérito que nadie le podrá negar.
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