Parece un chiste, pero es real. Un ladrón de 38 años entró en un ático del elegante barrio de Prati, en Roma, dispuesto a desvalijarlo… Sin embargo, no tuvo en cuenta el poder de la literatura. No le puso problemas la alarma ni cualquier otra medida de seguridad, sino un libro que encontró en la mesa del dormitorio y que tomó por curiosidad.
La lectura le atrapó, tanto que interrumpió su robo y se sentó en la terraza para leer, leer y leer. Cuando apareció el propietario se lo encontró en ese plan, con el libro entre las manos: el ladrón intentó escapar, pero acabo siendo detenido con la ayuda de los vecinos. En el pasado, por cierto, el mismo ladrón había sido sorprendido robando ropa cara para dársela a los pobres, cual Robin Hood. Parece un chiste, pero sucedió de verdad y el libro existe: era un ejemplar de Gli dèi alle sei. L’Iliade all’ora dell’aperitivo, de Giovanni Nucci, que ahora se publica en España como La Ilíada a la hora del aperitivo (Siruela, con traducción de Ana Romeral).
“Hay que poner uno de mis libros en cada cuarto, por seguridad”, bromea Nucci (Roma, 55 años) en la sede de la editorial Siruela, durante su visita a España para participar en el festival de literatura infantil y juvenil Abrapalabra. “¡Voy a montar una empresa antirrobo!”, exclama. Más en serio, dice que le sorprendió el impacto mundial de la noticia (hasta le llamaron desde Irán para traducir el libro) y le parece muy poético que un ladrón se deje atrapar por leer su versión de La Ilíada de Homero. “Como decía Bob Dylan, si los padres de la guerra se pusieran a leer un libro otras cosas pasarían”, recuerda. En la prensa italiana, Nucci se ofreció a regalarle un ejemplar al ladrón para que lo pueda terminar con calma.
Además de reciente adalid de la seguridad doméstica, Nucci es un escritor experto en la divulgación de la mitología. Su relación comenzó “por casualidad”, a finales del siglo pasado, cuando una editorial le encargó libritos para introducir a los niños en la mitología griega y romana. “Descubrí que tenía una facilidad oculta para leer el mito en clave actual, sabía cómo interpretar y reescribir lo que los mitos nos cuentan”, dice. Una de sus obras más conocidas es una versión juvenil de La Odisea, titulada Las aventuras de Ulises (Siruela, 2009, con traducción de Isabel González-Gallarza). Para público adulto ofrece Y fundaremos la ciudad más grande del mundo. Mitos, dioses y héroes de la Roma antigua (Siruela, 2023, con traducción de Ana Romeral). Y eso que nunca fue buen estudiante y el griego se le daba fatal.
Aunque ahora lo que le ocupa es su último libro, sobre La Iliada, la guerra por antonomasia, el asedio de Troya que sucede cuando Paris rapta a Helena, esposa del rey Menelao de Esparta, y los reyes griegos se confabulan para destruir la mítica ciudad. Ahí luchan Aquiles, Héctor, Ulises, Agamenón, los grandes héroes, aunque Nucci quiere poner el foco especialmente en el papel que los dioses juegan en la contienda, esos dioses griegos, tan humanos, muchas veces mezquinos, que se mojan y toman partido por los bandos, pero que representan la fuerzas que configuran nuestra esencia.
‘La Ilíada’ desde la actualidad
Su libro mira La Ilíada desde la actualidad, donde hay un poeta, una historia de amor, cinco lecciones universitarias, buscando un punto de vista “poético y romántico”, sobre todo en tiempos de “guerra extendida”. Se habla de la pandemia, del cambio climático, de la crisis del patriarcado, de la hybris de algunos políticos. Aunque los protagonistas de La Ilíada buscan hacer grandes gestas militares que lleguen a la posteridad, Nucci está más interesado en otras cosas: las guerras en la actualidad no se recuerdan como gestas épicas, sino con vergüenza y horror.
“En la guerra de Troya recuerdo más los momentos en los que la fuerza no aparece explícitamente. Aunque Héctor mate a Patroclo y Aquiles mate a Héctor, lo que me queda es el momento en el que el anciano rey de Troya, Príamo, abre la tienda de Aquiles para pedirle que le devuelva el cuerpo de su hijo, Héctor. Y Aquiles le ve… y se echa a llorar. Creo que ese contrapunto tiene más fuerza que todo lo que sucede después”, explica Nucci. Hay otro momento, cuando Héctor va a salir a morir y se sienta junto a Helena, su cuñada, que le dice que solo les queda la tristeza y la poesía. “Cuando Helena dice poesía se refiere a los pequeños fulgores de amor y de compasión que hay dentro del escenario general de destrucción. Los encuentros que hay entre los diferentes personajes del libro son momentos de tensión amorosa, en el sentido amplio”, dice el escritor.
Son momentos de empatía, esos que el italiano reivindica de la guerra troyana, una contienda mítica cuya esencia se reproduce en todas las posteriores, y hasta en las actuales. Avanza la tecnología, cambia el mundo, pero las pasiones humanas permanecen inmutables. “Hablar en Italia de la guerra en Oriente Próximo es complicado: te tachan de antisemita o de antimusulmán. Habría que aportar un punto de vista empático, ponerse en el papel del padre gazatí al que matan al hijo o del padre israelí al que le han matado o secuestrado al suyo. Solo con esa empatía podemos sacar un hilo común para terminar con esto. Es lo que ocurrió entre Aquiles y Príamo: son capaces de comprender las razones del otro, del contrario, aunque parezcan equivocadas. Ahora mismo nadie hace ese esfuerzo, nadie mira al otro, solo esperamos que todo acabe con una devastación total”, dice Nucci.
Los mitos, como los cuentos populares, muchas veces parecen tener sesgos de la sociedad que los concibió: a veces nos pueden resultar crueles o reproductores de los roles de género tradicionales. “Creo que el núcleo en los mitos es anterior a la sociedad, preexistente a ella. Luego, cada sociedad interpreta el mito según las necesidades propias de su contexto y de su momento”, afirma el autor. Por ejemplo, puede haber una interpretación machista y patriarcal sobre la escena en la que Paris tiene que elegir entre tres diosas, Hera, Atenea y Afrodita. “Pero se puede reinterpretar como algo feminista: como un conflicto entre maneras de entender el ámbito de lo femenino, el hogar y el trabajo, la familia y el deseo. Esto es un plano diferente: la revolución del feminismo, la única positiva del siglo XX, es el único camino para encontrar una nueva estrategia y un nuevo camino de estabilidad”. Por cierto, en el mito Paris elige Afrodita, que le otorga el amor de Helena, la mujer más bella del mundo, y desencadena la guerra.
El autor considera que, a pesar de todo, hay un gran interés en la mitología como muestran los numerosos libros y autores dedicados al asunto y la generosa respuesta del público: los mitos nos enseñan cosas sobre nosotros mismos, “cosas que no sabemos o que fingimos no saber”. Sobre las relaciones personales, sobre la familia, sobre el trabajo. “Aunque el interés muchas veces está más enfocado a la psicología personal que a la sociología, fruto de la sociedad individualista. Las tragedias se veían colectivamente, incluso con las mujeres y los esclavos, como una forma de aprender y disfrutar en común. Creo que mientras no vuelva el interés sobre lo colectivo, no habrá una revolución”.
El italiano explora en su nuevo trabajo ‘La Ilíada’ desde un punto de vista contemporáneo y poético, tratando de recuperar la empatía en mitad de la destrucción bélica
Parece un chiste, pero es real. Un ladrón de 38 años entró en un ático del elegante barrio de Prati, en Roma, dispuesto a desvalijarlo… Sin embargo, no tuvo en cuenta el poder de la literatura. No le puso problemas la alarma ni cualquier otra medida de seguridad, sino un libro que encontró en la mesa del dormitorio y que tomó por curiosidad.
La lectura le atrapó, tanto que interrumpió su robo y se sentó en la terraza para leer, leer y leer. Cuando apareció el propietario se lo encontró en ese plan, con el libro entre las manos: el ladrón intentó escapar, pero acabo siendo detenido con la ayuda de los vecinos. En el pasado, por cierto, el mismo ladrón había sido sorprendido robando ropa cara para dársela a los pobres, cual Robin Hood. Parece un chiste, pero sucedió de verdad y el libro existe: era un ejemplar de Gli dèi alle sei. L’Iliade all’ora dell’aperitivo, de Giovanni Nucci, que ahora se publica en España como La Ilíada a la hora del aperitivo (Siruela, con traducción de Ana Romeral).
“Hay que poner uno de mis libros en cada cuarto, por seguridad”, bromea Nucci (Roma, 55 años) en la sede de la editorial Siruela, durante su visita a España para participar en el festival de literatura infantil y juvenil Abrapalabra. “¡Voy a montar una empresa antirrobo!”, exclama. Más en serio, dice que le sorprendió el impacto mundial de la noticia (hasta le llamaron desde Irán para traducir el libro) y le parece muy poético que un ladrón se deje atrapar por leer su versión de La Ilíada de Homero. “Como decía Bob Dylan, si los padres de la guerra se pusieran a leer un libro otras cosas pasarían”, recuerda. En la prensa italiana, Nucci se ofreció a regalarle un ejemplar al ladrón para que lo pueda terminar con calma.
Además de reciente adalid de la seguridad doméstica, Nucci es un escritor experto en la divulgación de la mitología. Su relación comenzó “por casualidad”, a finales del siglo pasado, cuando una editorial le encargó libritos para introducir a los niños en la mitología griega y romana. “Descubrí que tenía una facilidad oculta para leer el mito en clave actual, sabía cómo interpretar y reescribir lo que los mitos nos cuentan”, dice. Una de sus obras más conocidas es una versión juvenil de La Odisea, titulada Las aventuras de Ulises(Siruela, 2009, con traducción de Isabel González-Gallarza). Para público adulto ofrece Y fundaremos la ciudad más grande del mundo. Mitos, dioses y héroes de la Roma antigua(Siruela, 2023, con traducción de Ana Romeral). Y eso que nunca fue buen estudiante y el griego se le daba fatal.
Aunque ahora lo que le ocupa es su último libro, sobre La Iliada, la guerra por antonomasia, el asedio de Troya que sucede cuando Paris rapta a Helena, esposa del rey Menelao de Esparta, y los reyes griegos se confabulan para destruir la mítica ciudad. Ahí luchan Aquiles, Héctor, Ulises, Agamenón, los grandes héroes, aunque Nucci quiere poner el foco especialmente en el papel que los dioses juegan en la contienda, esos dioses griegos, tan humanos, muchas veces mezquinos, que se mojan y toman partido por los bandos, pero que representan la fuerzas que configuran nuestra esencia.
‘La Ilíada’ desde la actualidad
Su libro mira La Ilíada desde la actualidad, donde hay un poeta, una historia de amor, cinco lecciones universitarias, buscando un punto de vista “poético y romántico”, sobre todo en tiempos de “guerra extendida”. Se habla de la pandemia, del cambio climático, de la crisis del patriarcado, de la hybris de algunos políticos. Aunque los protagonistas de La Ilíada buscan hacer grandes gestas militares que lleguen a la posteridad, Nucci está más interesado en otras cosas: las guerras en la actualidad no se recuerdan como gestas épicas, sino con vergüenza y horror.
“En la guerra de Troya recuerdo más los momentos en los que la fuerza no aparece explícitamente. Aunque Héctor mate a Patroclo y Aquiles mate a Héctor, lo que me queda es el momento en el que el anciano rey de Troya, Príamo, abre la tienda de Aquiles para pedirle que le devuelva el cuerpo de su hijo, Héctor. Y Aquiles le ve… y se echa a llorar. Creo que ese contrapunto tiene más fuerza que todo lo que sucede después”, explica Nucci. Hay otro momento, cuando Héctor va a salir a morir y se sienta junto a Helena, su cuñada, que le dice que solo les queda la tristeza y la poesía. “Cuando Helena dice poesía se refiere a los pequeños fulgores de amor y de compasión que hay dentro del escenario general de destrucción. Los encuentros que hay entre los diferentes personajes del libro son momentos de tensión amorosa, en el sentido amplio”, dice el escritor.
Son momentos de empatía, esos que el italiano reivindica de la guerra troyana, una contienda mítica cuya esencia se reproduce en todas las posteriores, y hasta en las actuales. Avanza la tecnología, cambia el mundo, pero las pasiones humanas permanecen inmutables. “Hablar en Italia de la guerra en Oriente Próximo es complicado: te tachan de antisemita o de antimusulmán. Habría que aportar un punto de vista empático, ponerse en el papel del padre gazatí al que matan al hijo o del padre israelí al que le han matado o secuestrado al suyo. Solo con esa empatía podemos sacar un hilo común para terminar con esto. Es lo que ocurrió entre Aquiles y Príamo: son capaces de comprender las razones del otro, del contrario, aunque parezcan equivocadas. Ahora mismo nadie hace ese esfuerzo, nadie mira al otro, solo esperamos que todo acabe con una devastación total”, dice Nucci.
Los mitos, como los cuentos populares, muchas veces parecen tener sesgos de la sociedad que los concibió: a veces nos pueden resultar crueles o reproductores de los roles de género tradicionales. “Creo que el núcleo en los mitos es anterior a la sociedad, preexistente a ella. Luego, cada sociedad interpreta el mito según las necesidades propias de su contexto y de su momento”, afirma el autor. Por ejemplo, puede haber una interpretación machista y patriarcal sobre la escena en la que Paris tiene que elegir entre tres diosas, Hera, Atenea y Afrodita. “Pero se puede reinterpretar como algo feminista: como un conflicto entre maneras de entender el ámbito de lo femenino, el hogar y el trabajo, la familia y el deseo. Esto es un plano diferente: la revolución del feminismo, la única positiva del siglo XX, es el único camino para encontrar una nueva estrategia y un nuevo camino de estabilidad”. Por cierto, en el mito Paris elige Afrodita, que le otorga el amor de Helena, la mujer más bella del mundo, y desencadena la guerra.
El autor considera que, a pesar de todo, hay un gran interés en la mitología como muestran los numerosos libros y autores dedicados al asunto y la generosa respuesta del público: los mitos nos enseñan cosas sobre nosotros mismos, “cosas que no sabemos o que fingimos no saber”. Sobre las relaciones personales, sobre la familia, sobre el trabajo. “Aunque el interés muchas veces está más enfocado a la psicología personal que a la sociología, fruto de la sociedad individualista. Las tragedias se veían colectivamente, incluso con las mujeres y los esclavos, como una forma de aprender y disfrutar en común. Creo que mientras no vuelva el interés sobre lo colectivo, no habrá una revolución”.
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