Cuando los viejos navegantes partían de Veracruz, fuera de la estación de huracanes, lo que más temían eran los ‘Nortes’. Así llamaban a las tormentas que arreciaban con fiereza y causaban accidentes y naufragios en aguas novohispanas. Uno de los más dramáticos fue el del galeón Nuestra Señora del Juncal en 1631, del que en España hemos sabido gracias a una maravillosa exposición que pudo verse en el Archivo de Indias en tiempos del ministro Iceta. Pero la navegación tiene allí rutas estables desde el segundo cuarto del siglo XVI. Entonces se consigna como Seno Novohispano en los bellísimos mapas manuscritos al Golfo de México. Pero resulta que el último ‘Norte’ de nubarrones políticos sopla desde un país —Estados Unidos— que tardaría aún 250 años en tener nombre. No estoy de acuerdo con quien denuncia un intento de apropiación de Trump al decretar que ahora se le llame Golfo de América al de México. Es fiel a una tradición que desprecia el origen hispano del país que gobierna. Frente a las costas de Florida duermen los viejos galeones hundidos y los ahogados cuyos nombres, según Lorca, el mar recordará ¡de pronto!, algún día. Y desde que Mel Fisher cambió la cría de pollos por la profanación de estos cementerios marinos para extraer sus huevos dorados, esa tradición americana pasó a ser una industria destructiva de la historia compartida. El borrado de un topónimo es sólo otro intento de abandonarse en los reflejos dorados de ese olvido. Trump se reconoce en el auténtico Golfo de México. Cuando los viejos navegantes partían de Veracruz, fuera de la estación de huracanes, lo que más temían eran los ‘Nortes’. Así llamaban a las tormentas que arreciaban con fiereza y causaban accidentes y naufragios en aguas novohispanas. Uno de los más dramáticos fue el del galeón Nuestra Señora del Juncal en 1631, del que en España hemos sabido gracias a una maravillosa exposición que pudo verse en el Archivo de Indias en tiempos del ministro Iceta. Pero la navegación tiene allí rutas estables desde el segundo cuarto del siglo XVI. Entonces se consigna como Seno Novohispano en los bellísimos mapas manuscritos al Golfo de México. Pero resulta que el último ‘Norte’ de nubarrones políticos sopla desde un país —Estados Unidos— que tardaría aún 250 años en tener nombre. No estoy de acuerdo con quien denuncia un intento de apropiación de Trump al decretar que ahora se le llame Golfo de América al de México. Es fiel a una tradición que desprecia el origen hispano del país que gobierna. Frente a las costas de Florida duermen los viejos galeones hundidos y los ahogados cuyos nombres, según Lorca, el mar recordará ¡de pronto!, algún día. Y desde que Mel Fisher cambió la cría de pollos por la profanación de estos cementerios marinos para extraer sus huevos dorados, esa tradición americana pasó a ser una industria destructiva de la historia compartida. El borrado de un topónimo es sólo otro intento de abandonarse en los reflejos dorados de ese olvido. Trump se reconoce en el auténtico Golfo de México.
PALABRAS CONTADAS
Trump es fiel a una tradición que desprecia el origen hispano del país que gobierna
Cuando los viejos navegantes partían de Veracruz, fuera de la estación de huracanes, lo que más temían eran los ‘Nortes’. Así llamaban a las tormentas que arreciaban con fiereza y causaban accidentes y naufragios en aguas novohispanas. Uno de los más dramáticos fue el del … galeón Nuestra Señora del Juncal en 1631, del que en España hemos sabido gracias a una maravillosa exposición que pudo verse en el Archivo de Indias en tiempos del ministro Iceta.
Pero la navegación tiene allí rutas estables desde el segundo cuarto del siglo XVI. Entonces se consigna como Seno Novohispano en los bellísimos mapas manuscritos al Golfo de México. Pero resulta que el último ‘Norte’ de nubarrones políticos sopla desde un país —Estados Unidos— que tardaría aún 250 años en tener nombre. No estoy de acuerdo con quien denuncia un intento de apropiación de Trump al decretar que ahora se le llame Golfo de América al de México.
Es fiel a una tradición que desprecia el origen hispano del país que gobierna. Frente a las costas de Florida duermen los viejos galeones hundidos y los ahogados cuyos nombres, según Lorca, el mar recordará ¡de pronto!, algún día.
Y desde que Mel Fisher cambió la cría de pollos por la profanación de estos cementerios marinos para extraer sus huevos dorados, esa tradición americana pasó a ser una industria destructiva de la historia compartida. El borrado de un topónimo es sólo otro intento de abandonarse en los reflejos dorados de ese olvido. Trump se reconoce en el auténtico Golfo de México.
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