La inauguración del New Art Centre de Reus no es solo una buena noticia: es una rareza luminosa. En un momento en que las iniciativas privadas se refugian en el bajo perfil o en el márketing cultural de escaparate, la New Art Foundation ha optado por abrir literalmente sus puertas.Y no unas cualquiera, sino las de un espacio de más de 3.000 metros cuadrados que combina exposición, laboratorio, almacén y taller de reparación de arte tecnológico. Un modelo de institución que, pese a su ubicación periférica, en un polígono industrial a las afueras de Reus, merece estar en el centro del mapa cultural contemporáneo.Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Lengua en coro, cuenta’: Cristina Mejías ‘se ahoga’ en Matadero-Madrid Francisco Carpio estandar Si ARTE Coco Fusco y Carlos Motta: la contundencia serena en el MACBA Isabel LázaroLa exposición inaugural, ‘Hello World!’, funciona como saludo y declaración de intenciones. El título, tomado del primer mensaje que imprime un programa informático cuando el código ha sido correctamente ejecutado, condensa bien el espíritu del proyecto: un comienzo que pone en marcha un sistema en funcionamiento. Aquí el arte tecnológico no se presenta como una curiosidad de laboratorio ni como espectáculo de pantallas, sino como un ecosistema vivo y evolutivo, donde las obras, los procesos de restauración y los flujos de trabajo se exhiben al mismo nivel. Todo está interconectado: los almacenes forman parte del recorrido, los técnicos trabajan a la vista y los visitantes, guiados por turnos reducidos, pueden acceder a zonas que normalmente permanecen cerradas al público.Una de las virtudes del centroEsa transparencia operativa es, de hecho, una de las grandes virtudes del centro. Frente al modelo tradicional del museo donde lo que se muestra parece separado de todo lo que lo sostiene, el New Art Centre reivindica la visibilidad de la trastienda, de las manos que calibran un sensor o sustituyen un chip. Las visitas guiadas no son un trámite, sino una forma de cuidado: cada grupo es recibido personalmente y acompañado por mediadores que explican tanto las obras como los protocolos que garantizan su conservación. Un gesto que devuelve al espectador la conciencia del trabajo invisible que requiere el arte tecnológico y que, en este caso, se convierte en parte esencial de la experiencia estética.La exposición reúne veintisiete piezas de la New Art Collection (antigua Colección Beep), el fondo impulsado po r la familia Rodríguez Valveny-Veyrat desde hace más de dos décadas, y despliega un recorrido por sesenta años de creación tecnológica. Desde los pioneros del arte electrónico como Eusebio Sempere o Luis Lugán hasta las investigaciones generativas de LIA, Anna Carreras o Alba G. Corral, pasando por las arquitecturas lumínicas de Anthony McCall o los experimentos perceptivos de Peter Weibel, cada obra es un nodo que conecta tiempos, materiales y saberes. Pero más que una exposición cerrada, ‘Hello World!’ es una coreografía en proceso: las piezas se activan, se recalibran y, en algunos casos, se transforman en función de los proyectos en curso del centro. Lo que hoy vemos será distinto dentro de unos meses, cuando nuevas restauraciones o producciones se incorporen al circuito.Cámara de las maravillas. En las imágenes, algunas de las obras del nuevo centrode arte, como la instación de Anthony McCall o los vídeos de Marina Núñez NACEl comisariado insiste en esta condición dinámica, como exposición evolutiva y en cambio constante. En su planteamiento, el visitante no contempla desde fuera, sino que entra en el circuito como perturbación y sensor: su presencia modifica la experiencia y las huellas de esa interacción quedan registradas para futuras reconfiguraciones. Una idea que prolonga las teorías cibernéticas d e Heinz von Foerster o Humberto Maturana, referentes conceptuales de la muestra, para quienes observar era ya intervenir. Aquí, mirar una obra de Eduardo Kac o Marina Núñez significa también formar parte de su bucle operativo: cada mirada es una actualización del sistema.La New Art Foundation lleva más de veinte años apoyando la producción, conservación y estudio del arte tecnológico, y su impacto trasciende ya los límites de Cataluña gracias a su red de alianzas con entidades como Ars Electronica, V2_Lab for Unstable Media o HacTe, el hub barcelonés de arte, ciencia y tecnología. Con el nuevo centro, ese esfuerzo se traduce en una infraestructura estable que permite, además, ofrecer servicios de restauración y asesoramiento técnico a artistas e instituciones. En un país donde la conservación del arte tecnológico suele depender de la voluntad de unos pocos, esa función resulta tan valiosa como la expositiva.arte_ABC_0724Es cierto que llegar al New Art Centre requiere un pequeño acto de fe, no está precisamente a pie de estación, pero ese desplazamiento tiene algo de ritual como pasa ya con otros centros de arte, curiosamente también de iniciativa privada: al cruzar el umbral se entra en un territorio distinto, donde el arte no se separa de la ciencia ni de la ingeniería, y donde el espectador se convierte en parte activa del proceso. No hay cartelas superfluas ni discursos impositivos; hay curiosidad, precisión y un entusiasmo contagioso por mostrar cómo funciona todo. La sensación, al salir, es la de haber visitado un organismo en movimiento más que un museo.’Hello, World!’ Colectiva. New Art Foundation. Reus (Tarragona). Carretera de Constantí TV-7211, Km 3. Cuatro estrellas.En tiempos de fatiga institucional y de museos que repiten fórmulas, el New Art Centre de Reus introduce un aire fresco y necesario. No solo amplía el mapa de la cultura catalana más allá de Barcelona, sino que demuestra que la iniciativa privada puede, cuando se ejerce con generosidad y visión, convertirse en motor público. ‘Hello, World!’ no es solo el título de una exposición: es también el saludo de una nueva forma de coleccionismo y de responsabilidad cultural. Un modelo que ojalá inspire a otros a decir, también, «aquí estamos». La inauguración del New Art Centre de Reus no es solo una buena noticia: es una rareza luminosa. En un momento en que las iniciativas privadas se refugian en el bajo perfil o en el márketing cultural de escaparate, la New Art Foundation ha optado por abrir literalmente sus puertas.Y no unas cualquiera, sino las de un espacio de más de 3.000 metros cuadrados que combina exposición, laboratorio, almacén y taller de reparación de arte tecnológico. Un modelo de institución que, pese a su ubicación periférica, en un polígono industrial a las afueras de Reus, merece estar en el centro del mapa cultural contemporáneo.Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Lengua en coro, cuenta’: Cristina Mejías ‘se ahoga’ en Matadero-Madrid Francisco Carpio estandar Si ARTE Coco Fusco y Carlos Motta: la contundencia serena en el MACBA Isabel LázaroLa exposición inaugural, ‘Hello World!’, funciona como saludo y declaración de intenciones. El título, tomado del primer mensaje que imprime un programa informático cuando el código ha sido correctamente ejecutado, condensa bien el espíritu del proyecto: un comienzo que pone en marcha un sistema en funcionamiento. Aquí el arte tecnológico no se presenta como una curiosidad de laboratorio ni como espectáculo de pantallas, sino como un ecosistema vivo y evolutivo, donde las obras, los procesos de restauración y los flujos de trabajo se exhiben al mismo nivel. Todo está interconectado: los almacenes forman parte del recorrido, los técnicos trabajan a la vista y los visitantes, guiados por turnos reducidos, pueden acceder a zonas que normalmente permanecen cerradas al público.Una de las virtudes del centroEsa transparencia operativa es, de hecho, una de las grandes virtudes del centro. Frente al modelo tradicional del museo donde lo que se muestra parece separado de todo lo que lo sostiene, el New Art Centre reivindica la visibilidad de la trastienda, de las manos que calibran un sensor o sustituyen un chip. Las visitas guiadas no son un trámite, sino una forma de cuidado: cada grupo es recibido personalmente y acompañado por mediadores que explican tanto las obras como los protocolos que garantizan su conservación. Un gesto que devuelve al espectador la conciencia del trabajo invisible que requiere el arte tecnológico y que, en este caso, se convierte en parte esencial de la experiencia estética.La exposición reúne veintisiete piezas de la New Art Collection (antigua Colección Beep), el fondo impulsado po r la familia Rodríguez Valveny-Veyrat desde hace más de dos décadas, y despliega un recorrido por sesenta años de creación tecnológica. Desde los pioneros del arte electrónico como Eusebio Sempere o Luis Lugán hasta las investigaciones generativas de LIA, Anna Carreras o Alba G. Corral, pasando por las arquitecturas lumínicas de Anthony McCall o los experimentos perceptivos de Peter Weibel, cada obra es un nodo que conecta tiempos, materiales y saberes. Pero más que una exposición cerrada, ‘Hello World!’ es una coreografía en proceso: las piezas se activan, se recalibran y, en algunos casos, se transforman en función de los proyectos en curso del centro. Lo que hoy vemos será distinto dentro de unos meses, cuando nuevas restauraciones o producciones se incorporen al circuito.Cámara de las maravillas. En las imágenes, algunas de las obras del nuevo centrode arte, como la instación de Anthony McCall o los vídeos de Marina Núñez NACEl comisariado insiste en esta condición dinámica, como exposición evolutiva y en cambio constante. En su planteamiento, el visitante no contempla desde fuera, sino que entra en el circuito como perturbación y sensor: su presencia modifica la experiencia y las huellas de esa interacción quedan registradas para futuras reconfiguraciones. Una idea que prolonga las teorías cibernéticas d e Heinz von Foerster o Humberto Maturana, referentes conceptuales de la muestra, para quienes observar era ya intervenir. Aquí, mirar una obra de Eduardo Kac o Marina Núñez significa también formar parte de su bucle operativo: cada mirada es una actualización del sistema.La New Art Foundation lleva más de veinte años apoyando la producción, conservación y estudio del arte tecnológico, y su impacto trasciende ya los límites de Cataluña gracias a su red de alianzas con entidades como Ars Electronica, V2_Lab for Unstable Media o HacTe, el hub barcelonés de arte, ciencia y tecnología. Con el nuevo centro, ese esfuerzo se traduce en una infraestructura estable que permite, además, ofrecer servicios de restauración y asesoramiento técnico a artistas e instituciones. En un país donde la conservación del arte tecnológico suele depender de la voluntad de unos pocos, esa función resulta tan valiosa como la expositiva.arte_ABC_0724Es cierto que llegar al New Art Centre requiere un pequeño acto de fe, no está precisamente a pie de estación, pero ese desplazamiento tiene algo de ritual como pasa ya con otros centros de arte, curiosamente también de iniciativa privada: al cruzar el umbral se entra en un territorio distinto, donde el arte no se separa de la ciencia ni de la ingeniería, y donde el espectador se convierte en parte activa del proceso. No hay cartelas superfluas ni discursos impositivos; hay curiosidad, precisión y un entusiasmo contagioso por mostrar cómo funciona todo. La sensación, al salir, es la de haber visitado un organismo en movimiento más que un museo.’Hello, World!’ Colectiva. New Art Foundation. Reus (Tarragona). Carretera de Constantí TV-7211, Km 3. Cuatro estrellas.En tiempos de fatiga institucional y de museos que repiten fórmulas, el New Art Centre de Reus introduce un aire fresco y necesario. No solo amplía el mapa de la cultura catalana más allá de Barcelona, sino que demuestra que la iniciativa privada puede, cuando se ejerce con generosidad y visión, convertirse en motor público. ‘Hello, World!’ no es solo el título de una exposición: es también el saludo de una nueva forma de coleccionismo y de responsabilidad cultural. Un modelo que ojalá inspire a otros a decir, también, «aquí estamos».
La inauguración del New Art Centre de Reus no es solo una buena noticia: es una rareza luminosa. En un momento en que las iniciativas privadas se refugian en el bajo perfil o en el márketing cultural de escaparate, la New Art Foundation ha … optado por abrir literalmente sus puertas.
Y no unas cualquiera, sino las de un espacio de más de 3.000 metros cuadrados que combina exposición, laboratorio, almacén y taller de reparación de arte tecnológico. Un modelo de institución que, pese a su ubicación periférica, en un polígono industrial a las afueras de Reus, merece estar en el centro del mapa cultural contemporáneo.
La exposición inaugural, ‘Hello World!’, funciona como saludo y declaración de intenciones. El título, tomado del primer mensaje que imprime un programa informático cuando el código ha sido correctamente ejecutado, condensa bien el espíritu del proyecto: un comienzo que pone en marcha un sistema en funcionamiento.
Aquí el arte tecnológico no se presenta como una curiosidad de laboratorio ni como espectáculo de pantallas, sino como un ecosistema vivo y evolutivo, donde las obras, los procesos de restauración y los flujos de trabajo se exhiben al mismo nivel. Todo está interconectado: los almacenes forman parte del recorrido, los técnicos trabajan a la vista y los visitantes, guiados por turnos reducidos, pueden acceder a zonas que normalmente permanecen cerradas al público.
Una de las virtudes del centro
Esa transparencia operativa es, de hecho, una de las grandes virtudes del centro. Frente al modelo tradicional del museo donde lo que se muestra parece separado de todo lo que lo sostiene, el New Art Centre reivindica la visibilidad de la trastienda, de las manos que calibran un sensor o sustituyen un chip. Las visitas guiadas no son un trámite, sino una forma de cuidado: cada grupo es recibido personalmente y acompañado por mediadores que explican tanto las obras como los protocolos que garantizan su conservación. Un gesto que devuelve al espectador la conciencia del trabajo invisible que requiere el arte tecnológico y que, en este caso, se convierte en parte esencial de la experiencia estética.
La exposición reúne veintisiete piezas de la New Art Collection (antigua Colección Beep), el fondo impulsado por la familia Rodríguez Valveny-Veyrat desde hace más de dos décadas, y despliega un recorrido por sesenta años de creación tecnológica. Desde los pioneros del arte electrónico como Eusebio Sempere o Luis Lugán hasta las investigaciones generativas de LIA, Anna Carreras o Alba G. Corral, pasando por las arquitecturas lumínicas de Anthony McCall o los experimentos perceptivos de Peter Weibel, cada obra es un nodo que conecta tiempos, materiales y saberes.
Pero más que una exposición cerrada, ‘Hello World!’ es una coreografía en proceso: las piezas se activan, se recalibran y, en algunos casos, se transforman en función de los proyectos en curso del centro. Lo que hoy vemos será distinto dentro de unos meses, cuando nuevas restauraciones o producciones se incorporen al circuito.



En las imágenes, algunas de las obras del nuevo centrode arte, como la instación de Anthony McCall o los vídeos de Marina Núñez
NAC
El comisariado insiste en esta condición dinámica, como exposición evolutiva y en cambio constante. En su planteamiento, el visitante no contempla desde fuera, sino que entra en el circuito como perturbación y sensor: su presencia modifica la experiencia y las huellas de esa interacción quedan registradas para futuras reconfiguraciones. Una idea que prolonga las teorías cibernéticas de Heinz von Foerster o Humberto Maturana, referentes conceptuales de la muestra, para quienes observar era ya intervenir. Aquí, mirar una obra de Eduardo Kac o Marina Núñez significa también formar parte de su bucle operativo: cada mirada es una actualización del sistema.
La New Art Foundation lleva más de veinte años apoyando la producción, conservación y estudio del arte tecnológico, y su impacto trasciende ya los límites de Cataluña gracias a su red de alianzas con entidades como Ars Electronica, V2_Lab for Unstable Media o HacTe, el hub barcelonés de arte, ciencia y tecnología. Con el nuevo centro, ese esfuerzo se traduce en una infraestructura estable que permite, además, ofrecer servicios de restauración y asesoramiento técnico a artistas e instituciones. En un país donde la conservación del arte tecnológico suele depender de la voluntad de unos pocos, esa función resulta tan valiosa como la expositiva.
Es cierto que llegar al New Art Centre requiere un pequeño acto de fe, no está precisamente a pie de estación, pero ese desplazamiento tiene algo de ritual como pasa ya con otros centros de arte, curiosamente también de iniciativa privada: al cruzar el umbral se entra en un territorio distinto, donde el arte no se separa de la ciencia ni de la ingeniería, y donde el espectador se convierte en parte activa del proceso. No hay cartelas superfluas ni discursos impositivos; hay curiosidad, precisión y un entusiasmo contagioso por mostrar cómo funciona todo. La sensación, al salir, es la de haber visitado un organismo en movimiento más que un museo.
‘Hello, World!’
Colectiva. New Art Foundation. Reus (Tarragona). Carretera de Constantí TV-7211, Km 3. Cuatro estrellas.
En tiempos de fatiga institucional y de museos que repiten fórmulas, el New Art Centre de Reus introduce un aire fresco y necesario. No solo amplía el mapa de la cultura catalana más allá de Barcelona, sino que demuestra que la iniciativa privada puede, cuando se ejerce con generosidad y visión, convertirse en motor público. ‘Hello, World!’ no es solo el título de una exposición: es también el saludo de una nueva forma de coleccionismo y de responsabilidad cultural. Un modelo que ojalá inspire a otros a decir, también, «aquí estamos».
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