En Volver, su más reciente canción lanzada esta semana, Hidrogenesse expresa con melancolía y dulzura la promesa de regresar a la Ciudad de México (CDMX): “…y pues claro que volvimos. Guardábamos monedas, billetes y la tarjeta del metrobús. Recordamos el camino perfecto para un largo paseo desde La Merced hasta Chapultepec”.
Tanto el video del tema como la canción, grabada en la capital mexicana en el estudio del músico y productor Hugo Quezada, revela algunas de las imágenes e inspiraciones que el dúo barcelonés ha cultivado en años recientes con el país: semillas, un arbolito de chiles y el bote de salsa. Sin embargo, la fascinación de Carlos Ballesteros y Genis Segarra con México se remonta a 2009, cuando Hidrogenesse aún tenía una visión musical mucho más inclinada a la electrónica anglosajona
“En 2009 nos salió la oportunidad de ir a tocar a Estados Unidos. Hicimos un concierto en Nueva York, en Chicago. Siempre para público chicano. Nos decían ‘¿Qué han venido acá antes de haber estado en México?’. Fue entonces cuando nos llegó la propuesta de ir a actuar a Tijuana y aprovechamos para hacer también un concierto en Monterrey, y otro en la CDMX”, cuentan.
Desde entonces, el periplo de los autores de Así se baila el siglo XX -tema que está cumpliendo un cuarto de siglo- los ha llevado por poner a Dolores del Río en la tapa de un single (No hay nada más triste que lo tuyo, 2016), referirse con precisión a Xochimilco y sus flores, evocar el espíritu del Indio Fernández e incluso devolver los insultos mexicanos en su disco más humano y colorido a la fecha, Joterías bobas, 2019.
Su regreso intermitente y regular a México nunca ha estado planeado. A veces ha tomado sólo cuestión de meses y un proyecto espontáneo, un año a lo más, pero otras tantas se ha prolongado hasta por un lustro entero. Al no estar dentro de una agencia de booking, Hidrogenesse se las arregla a punta de independencia, cercanía y cuadrar oportunidades.
En 2024, el dueto electrónico presentó siete conciertos en el país. Fueron cuatro funciones del espectáculo Salón Talismán y tres conciertos en CDMX y Querétaro, cerrando con broche de oro uno de sus años de mayor presencia en el país con la grabación de Volver, junto al oboísta mexicano Rolando Cantú.
Para Hidrogenesse, la fascinación e inspiración que les despierta la capital mexicana es algo que transita por sus extremos, ambivalencias y dimensiones a veces inexplicables. “A pesar de ser una ciudad gigante, monstruosa -que se desparrama por todo el Estado-, tiene un componente de humanidad y como de escala vertical, que aquí [Barcelona], o en ciudades como Buenos Aires, pese a ser más pequeñas, no se tiene. Sentimos que la CDMX tiene horizonte y una escala humana”, explica Ballesteros.
Poco, pero variado
El proyecto ha construido una carrera de más de dos décadas, yendo del pop electrónico, los apuntes de los lenguajes informáticos y su paralelismo con las diferencias entre las personas, a tocar para adultos de la tercera edad y los niños que pasean por espacios públicos, hablando del arroz en su punto perfecto, los conjuros del amor y la intención de volver a los lugares donde uno es feliz.
Aunque reconocen ser un proyecto artístico que gusta, prefieren y se mueven mejor en entornos más íntimos, independientes y de mayor sencillez. Lo heterogéneo en el público de Hidrogenesse hoy en día es digno de mención y motivo de orgullo.
“Somos optimistas y muy agradecidos, tenemos la suerte de que siempre tenemos un público muy variado, hay gente de varias edades y estéticas. Alguna vez John Waters nos mencionó eso mismo: ‘Pensaba que sólo iba a haber mariquitas en vuestro concierto, como hipsters gays y no; hay de todo, he visto muchas chicas, gente mayor, niños, madres, gente de todas las tallas’. Y eso es una cosa que nunca pensamos que fuera a ocurrir. Tenemos poco público, pero nos viene a ver gente muy variada y siempre es lo mejor. Incluso cuando estás de gira, cansado, has perdido el avión, tienes jetlag, lo que sea, lo mejor es ese momento que ves la gente que te ha venido a ver y es todo tipo de gente que no te esperas”.
La discografía del dueto catalán, que publica nuevo tema, está llena de referencias mexicanas: desde evocaciones a Xochimilco o al espíritu del Indio Fernández, hasta convertir insultos mexicanos en el título de uno de sus discos más humanos y coloridos, ‘Joterías bobas’
En Volver, su más reciente canción lanzada esta semana, Hidrogenesse expresa con melancolía y dulzura la promesa de regresar a la Ciudad de México (CDMX): “…y pues claro que volvimos. Guardábamos monedas, billetes y la tarjeta del metrobús. Recordamos el camino perfecto para un largo paseo desde La Merced hasta Chapultepec”.
Tanto el video del tema como la canción, grabada en la capital mexicana en el estudio del músico y productor Hugo Quezada, revela algunas de las imágenes e inspiraciones que el dúo barcelonés ha cultivado en años recientes con el país: semillas, un arbolito de chiles y el bote de salsa. Sin embargo, la fascinación de Carlos Ballesteros y Genis Segarra con México se remonta a 2009, cuando Hidrogenesse aún tenía una visión musical mucho más inclinada a la electrónica anglosajona
“En 2009 nos salió la oportunidad de ir a tocar a Estados Unidos. Hicimos un concierto en Nueva York, en Chicago. Siempre para público chicano. Nos decían ‘¿Qué han venido acá antes de haber estado en México?’. Fue entonces cuando nos llegó la propuesta de ir a actuar a Tijuana y aprovechamos para hacer también un concierto en Monterrey, y otro en la CDMX”, cuentan.
Desde entonces, el periplo de los autores de Así se baila el siglo XX -tema que está cumpliendo un cuarto de siglo- los ha llevado por poner a Dolores del Río en la tapa de un single (No hay nada más triste que lo tuyo, 2016), referirse con precisión a Xochimilco y sus flores, evocar el espíritu del Indio Fernández e incluso devolver los insultos mexicanos en su disco más humano y colorido a la fecha, Joterías bobas, 2019.
Su regreso intermitente y regular a México nunca ha estado planeado. A veces ha tomado sólo cuestión de meses y un proyecto espontáneo, un año a lo más, pero otras tantas se ha prolongado hasta por un lustro entero. Al no estar dentro de una agencia de booking, Hidrogenesse se las arregla a punta de independencia, cercanía y cuadrar oportunidades.
En 2024, el dueto electrónico presentó siete conciertos en el país. Fueron cuatro funciones del espectáculo Salón Talismán y tres conciertos en CDMX y Querétaro, cerrando con broche de oro uno de sus años de mayor presencia en el país con la grabación de Volver, junto al oboísta mexicano Rolando Cantú.
Para Hidrogenesse, la fascinación e inspiración que les despierta la capital mexicana es algo que transita por sus extremos, ambivalencias y dimensiones a veces inexplicables. “A pesar de ser una ciudad gigante, monstruosa -que se desparrama por todo el Estado-, tiene un componente de humanidad y como de escala vertical, que aquí [Barcelona], o en ciudades como Buenos Aires, pese a ser más pequeñas, no se tiene. Sentimos que la CDMX tiene horizonte y una escala humana”, explica Ballesteros.
Poco, pero variado
El proyecto ha construido una carrera de más de dos décadas, yendo del pop electrónico, los apuntes de los lenguajes informáticos y su paralelismo con las diferencias entre las personas, a tocar para adultos de la tercera edad y los niños que pasean por espacios públicos, hablando del arroz en su punto perfecto, los conjuros del amor y la intención de volver a los lugares donde uno es feliz.
Aunque reconocen ser un proyecto artístico que gusta, prefieren y se mueven mejor en entornos más íntimos, independientes y de mayor sencillez. Lo heterogéneo en el público de Hidrogenesse hoy en día es digno de mención y motivo de orgullo.
“Somos optimistas y muy agradecidos, tenemos la suerte de que siempre tenemos un público muy variado, hay gente de varias edades y estéticas. Alguna vez John Waters nos mencionó eso mismo: ‘Pensaba que sólo iba a haber mariquitas en vuestro concierto, como hipsters gays y no; hay de todo, he visto muchas chicas, gente mayor, niños, madres, gente de todas las tallas’. Y eso es una cosa que nunca pensamos que fuera a ocurrir. Tenemos poco público, pero nos viene a ver gente muy variada y siempre es lo mejor. Incluso cuando estás de gira, cansado, has perdido el avión, tienes jetlag, lo que sea, lo mejor es ese momento que ves la gente que te ha venido a ver y es todo tipo de gente que no te esperas”.
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