Recuerdo haber comprado hace sesenta años un librito titulado La monarquía romana, perteneciente a la ‘Biblioteca de Iniciación al Humanismo’ de Aguilar. En ese libro aparecían, traducidos al castellano por Víctor José Herrero Llorente, los libros dedicados al período monárquico romano del ‘Ab Urbe condita’ de Tito Livio , una monumental historia de Roma escrita en un latín elegantísimo. También recuerdo nítidamente que en la colección ‘Alma Mater’ de clásicos grecolatinos que publica el CSIC apareció en 1987 un primer volumen de la historia de Roma de Livio que ofrecía en latín y en español el texto íntegro de los cinco primeros libros de ‘Ab Urbe condita’. El editor y traductor del tomo fue mi querido maestro Antonio Fontán, príncipe de latinistas. ENSAYO ‘Historia de Roma. Orígenes’ Autor Pedro Ángel Fernández Vega Editorial Arpa Año 2025 Páginas 352 Precio 21,90 euros 4Cuando lo enviamos a imprenta, sabíamos que estábamos iniciando el proceso de edición de la fuente histórica más importante, junto con las ‘Antigüedades romanas’ de Dionisio de Halicarnaso, de la etapa monárquica que se inició con Rómulo y finalizó con Tarquinio el Soberbio. Una época absolutamente privada de veracidad histórica, pero literalmente acribillada de elementos mitológicos, lo que convierte en poco más que sombras fantasmales a los siete monarcas y en criadero de leyendas sus míticos reinados. La naturaleza fantástica de semejantes reyes de baraja hace muy especial la inmersión en las fuentes que glosan sus inexistencias, sobre todo si tiene uno a mano el recentísimo libro que ha dedicado al tema Pedro Ángel Fernández Vega, dentro del catálogo de la joven editorial barcelonesa Arpa. El hecho de que dos de los nombres propios más respetables y respetados de la filología clásica del momento, como son Carlos García Gual y David Hernández de la Fuente, hayan tenido a bien firmar sendas frases elogiosas en cubierta y contracubierta de ‘Historia de Roma. Orígenes’, sancionando su probidad, su erudición, su claridad y su agudo sentido crítico, a mí al menos me ha servido de acicate para leer el libro con la ilusión que genera saberlo ponderado y apreciado por dos clasicistas tan competentes. Lo que he encontrado en el curso de mi lectura puede reducirse a esos cuatro sustantivos abstractos de arriba, que casi nunca comparecen juntos salvo en ocasiones excepcionales como la presente.Dos grandes de la filología clásica, Carlos García Gual y David Hernández de la Fuente, han firmado sendas frases elogiosas en el volumen La luminosa monografía de Fernández Vega se subdivide en una breve introducción, cinco partes, once epígrafes, un epílogo, un catálogo de referencias (que da cuenta exhaustiva de todas las fuentes, antiguas y modernas, utilizadas en la confección del volumen) y una generosa bibliografía. No me resisto a copiar aquí una de las frases de la introducción: «Rómulo y Remo, Rea Silvia, las sabinas raptadas, el gran rey sacerdote Numa Pompilio, la ultrajada Lucrecia o el ejemplar Coriolano se suceden en este relato sobre la Roma de los orígenes que no reniega de héroes y de mitos como fuente de conocimiento de la historia ». El camino que parte del ‘mythos’ para llegar al logos puede a veces cambiar de sentido en beneficio de la imaginación y de un planteamiento vital más complaciente y menos lóbrego. Los personajes que pueblan el período de la monarquía romana y del nacimiento de la República conservan el ‘glamour’ con que les ha premiado una tradición que, poco a poco, ha ido creando una iconografía que no ha nacido para que el carpintero la envilezca a golpe de pragmatismo (como en el poema «A un olmo seco» de Machado), sino para ampliar su radio de acción y de conocimiento con el paso de los siglos. A fin de que esta profecía comience a cumplirse bueno será aprender de memoria los nombres de los siete reyes romanos por orden cronológico: Rómulo, Numa Pompilio, Tulo Hostilio, Anco Marcio, Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio. Que no todo va a ser ejercitarse con la lista de reyes godos que aprendimos de pequeños. Recuerdo haber comprado hace sesenta años un librito titulado La monarquía romana, perteneciente a la ‘Biblioteca de Iniciación al Humanismo’ de Aguilar. En ese libro aparecían, traducidos al castellano por Víctor José Herrero Llorente, los libros dedicados al período monárquico romano del ‘Ab Urbe condita’ de Tito Livio , una monumental historia de Roma escrita en un latín elegantísimo. También recuerdo nítidamente que en la colección ‘Alma Mater’ de clásicos grecolatinos que publica el CSIC apareció en 1987 un primer volumen de la historia de Roma de Livio que ofrecía en latín y en español el texto íntegro de los cinco primeros libros de ‘Ab Urbe condita’. El editor y traductor del tomo fue mi querido maestro Antonio Fontán, príncipe de latinistas. ENSAYO ‘Historia de Roma. Orígenes’ Autor Pedro Ángel Fernández Vega Editorial Arpa Año 2025 Páginas 352 Precio 21,90 euros 4Cuando lo enviamos a imprenta, sabíamos que estábamos iniciando el proceso de edición de la fuente histórica más importante, junto con las ‘Antigüedades romanas’ de Dionisio de Halicarnaso, de la etapa monárquica que se inició con Rómulo y finalizó con Tarquinio el Soberbio. Una época absolutamente privada de veracidad histórica, pero literalmente acribillada de elementos mitológicos, lo que convierte en poco más que sombras fantasmales a los siete monarcas y en criadero de leyendas sus míticos reinados. La naturaleza fantástica de semejantes reyes de baraja hace muy especial la inmersión en las fuentes que glosan sus inexistencias, sobre todo si tiene uno a mano el recentísimo libro que ha dedicado al tema Pedro Ángel Fernández Vega, dentro del catálogo de la joven editorial barcelonesa Arpa. El hecho de que dos de los nombres propios más respetables y respetados de la filología clásica del momento, como son Carlos García Gual y David Hernández de la Fuente, hayan tenido a bien firmar sendas frases elogiosas en cubierta y contracubierta de ‘Historia de Roma. Orígenes’, sancionando su probidad, su erudición, su claridad y su agudo sentido crítico, a mí al menos me ha servido de acicate para leer el libro con la ilusión que genera saberlo ponderado y apreciado por dos clasicistas tan competentes. Lo que he encontrado en el curso de mi lectura puede reducirse a esos cuatro sustantivos abstractos de arriba, que casi nunca comparecen juntos salvo en ocasiones excepcionales como la presente.Dos grandes de la filología clásica, Carlos García Gual y David Hernández de la Fuente, han firmado sendas frases elogiosas en el volumen La luminosa monografía de Fernández Vega se subdivide en una breve introducción, cinco partes, once epígrafes, un epílogo, un catálogo de referencias (que da cuenta exhaustiva de todas las fuentes, antiguas y modernas, utilizadas en la confección del volumen) y una generosa bibliografía. No me resisto a copiar aquí una de las frases de la introducción: «Rómulo y Remo, Rea Silvia, las sabinas raptadas, el gran rey sacerdote Numa Pompilio, la ultrajada Lucrecia o el ejemplar Coriolano se suceden en este relato sobre la Roma de los orígenes que no reniega de héroes y de mitos como fuente de conocimiento de la historia ». El camino que parte del ‘mythos’ para llegar al logos puede a veces cambiar de sentido en beneficio de la imaginación y de un planteamiento vital más complaciente y menos lóbrego. Los personajes que pueblan el período de la monarquía romana y del nacimiento de la República conservan el ‘glamour’ con que les ha premiado una tradición que, poco a poco, ha ido creando una iconografía que no ha nacido para que el carpintero la envilezca a golpe de pragmatismo (como en el poema «A un olmo seco» de Machado), sino para ampliar su radio de acción y de conocimiento con el paso de los siglos. A fin de que esta profecía comience a cumplirse bueno será aprender de memoria los nombres de los siete reyes romanos por orden cronológico: Rómulo, Numa Pompilio, Tulo Hostilio, Anco Marcio, Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio. Que no todo va a ser ejercitarse con la lista de reyes godos que aprendimos de pequeños.
Recuerdo haber comprado hace sesenta años un librito titulado La monarquía romana, perteneciente a la ‘Biblioteca de Iniciación al Humanismo’ de Aguilar. En ese libro aparecían, traducidos al castellano por Víctor José Herrero Llorente, los libros dedicados al período monárquico romano del ‘Ab Urbe … condita’ de Tito Livio, una monumental historia de Roma escrita en un latín elegantísimo.
También recuerdo nítidamente que en la colección ‘Alma Mater’ de clásicos grecolatinos que publica el CSIC apareció en 1987 un primer volumen de la historia de Roma de Livio que ofrecía en latín y en español el texto íntegro de los cinco primeros libros de ‘Ab Urbe condita’. El editor y traductor del tomo fue mi querido maestro Antonio Fontán, príncipe de latinistas.

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Autor
Pedro Ángel Fernández Vega -
Editorial
Arpa -
Año
2025 -
Páginas
352 -
Precio
21,90 euros
Cuando lo enviamos a imprenta, sabíamos que estábamos iniciando el proceso de edición de la fuente histórica más importante, junto con las ‘Antigüedades romanas’ de Dionisio de Halicarnaso, de la etapa monárquica que se inició con Rómulo y finalizó con Tarquinio el Soberbio. Una época absolutamente privada de veracidad histórica, pero literalmente acribillada de elementos mitológicos, lo que convierte en poco más que sombras fantasmales a los siete monarcas y en criadero de leyendas sus míticos reinados.
La naturaleza fantástica de semejantes reyes de baraja hace muy especial la inmersión en las fuentes que glosan sus inexistencias, sobre todo si tiene uno a mano el recentísimo libro que ha dedicado al tema Pedro Ángel Fernández Vega, dentro del catálogo de la joven editorial barcelonesa Arpa.
El hecho de que dos de los nombres propios más respetables y respetados de la filología clásica del momento, como son Carlos García Gual y David Hernández de la Fuente, hayan tenido a bien firmar sendas frases elogiosas en cubierta y contracubierta de ‘Historia de Roma. Orígenes’, sancionando su probidad, su erudición, su claridad y su agudo sentido crítico, a mí al menos me ha servido de acicate para leer el libro con la ilusión que genera saberlo ponderado y apreciado por dos clasicistas tan competentes. Lo que he encontrado en el curso de mi lectura puede reducirse a esos cuatro sustantivos abstractos de arriba, que casi nunca comparecen juntos salvo en ocasiones excepcionales como la presente.
Dos grandes de la filología clásica, Carlos García Gual y David Hernández de la Fuente, han firmado sendas frases elogiosas en el volumen
La luminosa monografía de Fernández Vega se subdivide en una breve introducción, cinco partes, once epígrafes, un epílogo, un catálogo de referencias (que da cuenta exhaustiva de todas las fuentes, antiguas y modernas, utilizadas en la confección del volumen) y una generosa bibliografía. No me resisto a copiar aquí una de las frases de la introducción: «Rómulo y Remo, Rea Silvia, las sabinas raptadas, el gran rey sacerdote Numa Pompilio, la ultrajada Lucrecia o el ejemplar Coriolano se suceden en este relato sobre la Roma de los orígenes que no reniega de héroes y de mitos como fuente de conocimiento de la historia». El camino que parte del ‘mythos’ para llegar al logos puede a veces cambiar de sentido en beneficio de la imaginación y de un planteamiento vital más complaciente y menos lóbrego.
Los personajes que pueblan el período de la monarquía romana y del nacimiento de la República conservan el ‘glamour’ con que les ha premiado una tradición que, poco a poco, ha ido creando una iconografía que no ha nacido para que el carpintero la envilezca a golpe de pragmatismo (como en el poema «A un olmo seco» de Machado), sino para ampliar su radio de acción y de conocimiento con el paso de los siglos.
A fin de que esta profecía comience a cumplirse bueno será aprender de memoria los nombres de los siete reyes romanos por orden cronológico: Rómulo, Numa Pompilio, Tulo Hostilio, Anco Marcio, Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio. Que no todo va a ser ejercitarse con la lista de reyes godos que aprendimos de pequeños.
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