Es difícil imaginar a la psiquiatra Ibone Olza (Lovaina, Bélgica, 54 años), fundadora y directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal (IESMP), una entidad privada pionera en la formación perinatal en España y en países de habla hispana, sin hablar apasionadamente del embarazo, el parto, la lactancia o las madres. Su propia experiencia como madre, hace más de 20 años, la impulsó a investigar y aprender sobre la vida sexual y reproductiva desde una perspectiva integral, que abarca no solo lo físico y biológico, sino también el contexto social y cultural que lo rodea. En su último libro, Gestar. El creativo origen de la vida humana (Vergara, 2024), Olza, quien colabora como persona experta en la Estrategia de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad, ha decidido abordar la complejidad del embarazo, explorando cuestiones sobre la concepción, el deseo materno, la reproducción asistida, la importancia del cuidado durante la gestación o el impacto del exceso de medicalización.
En un contexto de incertidumbre, donde las tasas de natalidad continúan en descenso y se observa un creciente retraso en la maternidad, esta especialista en psiquiatría infantil y perinatal, también cofundadora en 2003 de la Asociación El Parto es Nuestro y consultora de la Organización Mundial de la Salud en temas de salud materno infantil, nos invita a valorar el embarazo como un proceso que implica cambios profundos en el psiquismo, la identidad y las relaciones con el mundo. Un proceso que trasciende lo individual y requiere un enfoque colectivo que apoye a las madres y redefina el concepto de familia. Porque el embarazo, afirma, “es un bien que como sociedad debemos cuidar”.
PREGUNTA. ¿Quedarse embarazada hoy es casi un milagro?
RESPUESTA. Más que un milagro, creo que quedarse embarazada hoy es un acto heroico porque como sociedad lo que fomentamos es todo lo contrario. Muchas mujeres jóvenes ni siquiera se atreven a expresar su deseo de ser madres porque no tienen estabilidad laboral o vivienda. Ser madre es heroico, especialmente cuando el bebé tiene alguna discapacidad, y cuanto más se retrasa el momento, más difícil y costoso se vuelve, no solo económicamente —por el coste de la reproducción asistida— sino también a nivel físico y emocional. Es durísimo y lo hemos normalizado.
P. Se ha normalizado que antes de los 30 años no se tienen hijos, pero esto, como usted dice, lo complica todo mucho más. ¿Son realmente conscientes las mujeres de lo que conlleva?
R. No, para nada. Creo que esto es una victoria del capitalismo, que nos ha hecho interiorizar la idea de priorizar el trabajo y la economía sobre la vida y el deseo. Si a los 20 o 25 años estás enamorada y sientes el deseo de gestar y parir, esa es la vida, y es algo maravilloso. Pero el sistema nos ha convencido de que el trabajo y la economía son más importantes que el amor o el deseo.
P. ¿Influye en esto el escalón social?
R. Sí, en España las mujeres migrantes o de entornos con menos recursos suelen tener hijos más jóvenes que aquellas con mayor poder adquisitivo o acceso a estudios superiores. En países nórdicos, por ejemplo, ser madre joven es algo más asumido, incluso si la pareja no es definitiva, porque cuentan con apoyo para continuar sus estudios. Aquí, en cambio, no hay políticas que faciliten compaginar la maternidad con seguir estudiando, y estamos lejos de lograrlo. Además, en España tendemos a asociar la idea de familia con la derecha, cuando en realidad se podría promover el apoyo a la familia desde una perspectiva más amplia, reconociendo y sosteniendo la diversidad de los modelos familiares que existen.
P. ¿Se vive el embarazo con miedo?
R. Sí, esto ha empeorado con el tiempo. Comparo a las embarazadas de hoy con cómo vivíamos nosotras la gestación hace dos décadas y veo que ha aumentado el control, el seguimiento y la medicalización, pero no ha aumentado el cuidado emocional. Muchas embarazadas están angustiadas por cosas tan simples como comer un trozo de queso, temiendo hacer daño al bebé. Aunque es cierto que prevenimos riesgos, también sabemos que el embarazo no es una enfermedad, sino un momento de calma y creatividad. Un momento para poder fantasear. Investigamos esto en Psicología del embarazo (Síntesis, 2020), junto con Patricia Fernández Lorenzo y Susana Carmona, y comprobamos que el embarazo tiene un proceso psicológico y creativo muy importante que debe ser visibilizado y cuidado.
P. Menciona que la gestación es un momento de calma y creatividad, pero ¿cuántas mujeres realmente pueden disfrutar de esa tranquilidad si se piensa en el modelo de trabajo actual?
R. La idea de que el embarazo no es una enfermedad ha llevado a que muchas mujeres trabajen hasta el último día, como si fuera lo normal. Incluso si la gestación transcurre bien, sería importante replantearnos la necesidad de detener el ritmo en el último trimestre a través de una ayuda económica universal que permita hacerlo. Gestar a una criatura requiere una gran cantidad de energía física y mental, y esto es algo que deberíamos proteger. Lo que ocurre es que no hemos entendido que el embarazo es un bien que como sociedad tenemos que cuidar, que nos incumbe a todos y a todas.
P. ¿Y qué diría del cuidado de la salud mental durante el embarazo?
R. En este aspecto hay una gran falta de formación. Se realiza un seguimiento exhaustivo de la salud física de las embarazadas, pero rara vez se les pregunta sobre cómo están viviendo emocionalmente su experiencia. Es crucial entender que la salud mental es tan importante como la física durante el embarazo. Por lo tanto, es fundamental que los profesionales de la salud desarrollen una mayor sensibilidad y formación en salud mental para poder detectar y abordar estos problemas. Cuidar la psique de las gestantes implica escuchar sus historias y ofrecer un espacio seguro para que expresen sus preocupaciones y necesidades.
P. En el libro insiste varias veces en lo desconectadas que están las mujeres de sus cuerpos y sus procesos, ¿Cómo se ha llegado a esto?
R. Es complicado responder a esto porque creo que hay muchos factores detrás. Por ejemplo, podemos pensar en cómo se controla el cuerpo desde el momento de la escolarización, lo poco que se respetan las necesidades de movimiento, de control de esfínteres… En las escuelas se prioriza la parte académica e intelectual, pero se desatiende la conexión con el cuerpo, lo que fomenta la desconexión y la falta de escucha hacia nuestras propias necesidades. Es cierto que ahora estamos empezando a ver un cambio con relación a la parte reproductiva; cada vez hablamos más sobre el ciclo menstrual y el deseo sexual. Este aumento de la conversación es positivo, pero todavía queda un largo camino por recorrer para que las mujeres se reconecten plenamente con sus cuerpos y procesos, que haya una comprensión más profunda de nuestra propia biología.
P. ¿Cómo afecta la píldora anticonceptiva a la relación de las mujeres con su fertilidad?
R. Hablo de mujeres heterosexuales, pero sabemos que tomar la píldora altera nuestra capacidad innata de sentirnos atraídas por varones con los que tenemos más posibilidades de reproducirnos exitosamente por temas de histocompatibilidad, y parece que esto con este tipo de fármaco se pierde. Se nos olvida que somos naturaleza, que nuestro cuerpo tiene una inteligencia propia. Parte de los problemas de salud mental tiene que ver con esto: con que somos negligentes con nuestra propia naturaleza, desde las necesidades de descanso hasta las necesidades relacionales.
P. ¿Los avances en feminismo con respecto a la maternidad también tendrían una cara B?
R. Los avances en sí mismos no son siempre buenos o malos, blancos o negros, pero cuando los analizas sí que encuentras matices. Cosas que mejoran nuestras vidas y cosas que las empeoran. Solo hay que escuchar a las madres para darse cuenta de las dificultades a las que se enfrentan hoy, el agotamiento que arrastran. O lo que hay detrás de que haya mujeres que, aun deseando ser madres, no pueden cumplir su deseo precisamente por haberlo retrasado tanto. Y aquí hay otra cosa que me parece importante señalar: retrasar tanto la maternidad también es una forma de incentivar una idealización de la maternidad. El debate feminista de primer orden es, sin duda alguna, todo esto.
P. Los vientres de alquiler también le preocupan. Dice que se debe visibilizar que conllevan planificar una orfandad desde el nacimiento. ¿Debería prohibirse esta práctica en todos los países?
R. Yo estoy en esto. He firmado la Declaración de Casablanca por la abolición universal de los vientres de alquiler porque creo que es, sin duda alguna, una compraventa de seres humanos que se debe detener. Por eso en libro explico las consecuencias y riesgos para la salud de las personas así gestadas, que pierden a la madre nada más nacer, así como las implicaciones que conlleva esa pérdida de identidad que ahora se promueve: por más que se quiera borrar el origen, la memoria corporal de la gestación la llevamos en cada célula de nuestro cuerpo de por vida.
La psiquiatra, consultora de la OMS en temas de salud materno infantil y del Ministerio de Sanidad, explora en su último libro la gestación y su concepción desde diversas perspectivas, revelando la complejidad de un tema que la experta considera como un bien que la sociedad debería cuidar
Es difícil imaginar a la psiquiatra Ibone Olza (Lovaina, Bélgica, 54 años), fundadora y directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal (IESMP), una entidad privada pionera en la formación perinatal en España y en países de habla hispana, sin hablar apasionadamente del embarazo, el parto, la lactancia o las madres. Su propia experiencia como madre, hace más de 20 años, la impulsó a investigar y aprender sobre la vida sexual y reproductiva desde una perspectiva integral, que abarca no solo lo físico y biológico, sino también el contexto social y cultural que lo rodea. En su último libro,Gestar. El creativo origen de la vida humana(Vergara, 2024), Olza, quien colabora como persona experta en la Estrategia de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad, ha decidido abordar la complejidad del embarazo, explorando cuestiones sobre la concepción, el deseo materno, la reproducción asistida, la importancia del cuidado durante la gestación o el impacto del exceso de medicalización.
En un contexto de incertidumbre, donde las tasas de natalidad continúan en descenso y se observa un creciente retraso en la maternidad, esta especialista en psiquiatría infantil y perinatal, también cofundadora en 2003 de la Asociación El Parto es Nuestro y consultora de la Organización Mundial de la Salud en temas de salud materno infantil, nos invita a valorar el embarazo como un proceso que implica cambios profundos en el psiquismo, la identidad y las relaciones con el mundo. Un proceso que trasciende lo individual y requiere un enfoque colectivo que apoye a las madres y redefina el concepto de familia. Porque el embarazo, afirma, “es un bien que como sociedad debemos cuidar”.
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PREGUNTA. ¿Quedarse embarazada hoy es casi un milagro?
RESPUESTA. Más que un milagro, creo que quedarse embarazada hoy es un acto heroico porque como sociedad lo que fomentamos es todo lo contrario. Muchas mujeres jóvenes ni siquiera se atreven a expresar su deseo de ser madres porque no tienen estabilidad laboral o vivienda. Ser madre es heroico, especialmente cuando el bebé tiene alguna discapacidad, y cuanto más se retrasa el momento, más difícil y costoso se vuelve, no solo económicamente —por el coste de la reproducción asistida— sino también a nivel físico y emocional. Es durísimo y lo hemos normalizado.
P. Se ha normalizado que antes de los 30 años no se tienen hijos, pero esto, como usted dice, lo complica todo mucho más. ¿Son realmente conscientes las mujeres de lo que conlleva?
R. No, para nada. Creo que esto es una victoria del capitalismo, que nos ha hecho interiorizar la idea de priorizar el trabajo y la economía sobre la vida y el deseo. Si a los 20 o 25 años estás enamorada y sientes el deseo de gestar y parir, esa es la vida, y es algo maravilloso. Pero el sistema nos ha convencido de que el trabajo y la economía son más importantes que el amor o el deseo.
P. ¿Influye en esto el escalón social?
R. Sí, en España las mujeres migrantes o de entornos con menos recursos suelen tener hijos más jóvenes que aquellas con mayor poder adquisitivo o acceso a estudios superiores. En países nórdicos, por ejemplo, ser madre joven es algo más asumido, incluso si la pareja no es definitiva, porque cuentan con apoyo para continuar sus estudios. Aquí, en cambio, no hay políticas que faciliten compaginar la maternidad con seguir estudiando, y estamos lejos de lograrlo. Además, en España tendemos a asociar la idea de familia con la derecha, cuando en realidad se podría promover el apoyo a la familia desde una perspectiva más amplia, reconociendo y sosteniendo la diversidad de los modelos familiares que existen.
P. ¿Se vive el embarazo con miedo?
R. Sí, esto ha empeorado con el tiempo. Comparo a las embarazadas de hoy con cómo vivíamos nosotras la gestación hace dos décadasy veo que ha aumentado el control, el seguimiento y la medicalización, pero no ha aumentado el cuidado emocional. Muchas embarazadas están angustiadas por cosas tan simples como comer un trozo de queso, temiendo hacer daño al bebé. Aunque es cierto que prevenimos riesgos, también sabemos que el embarazo no es una enfermedad, sino un momento de calma y creatividad. Un momento para poder fantasear. Investigamos esto en Psicología del embarazo (Síntesis, 2020), junto con Patricia Fernández Lorenzo y Susana Carmona, y comprobamos que el embarazo tiene un proceso psicológico y creativo muy importante que debe ser visibilizado y cuidado.
P. Menciona que la gestación es un momento de calma y creatividad, pero ¿cuántas mujeres realmente pueden disfrutar de esa tranquilidad si se piensa en el modelo de trabajo actual?
R. La idea de que el embarazo no es una enfermedad ha llevado a que muchas mujeres trabajen hasta el último día, como si fuera lo normal. Incluso si la gestación transcurre bien, sería importante replantearnos la necesidad de detener el ritmo en el último trimestre a través de una ayuda económica universal que permita hacerlo. Gestar a una criatura requiere una gran cantidad de energía física y mental, y esto es algo que deberíamos proteger. Lo que ocurre es que no hemos entendido que el embarazo es un bien que como sociedad tenemos que cuidar, que nos incumbe a todos y a todas.
P. ¿Y qué diría del cuidado de la salud mental durante el embarazo?
R. En este aspecto hay una gran falta de formación. Se realiza un seguimiento exhaustivo de la salud física de las embarazadas, pero rara vez se les pregunta sobre cómo están viviendo emocionalmente su experiencia. Es crucial entender que la salud mental es tan importante como la física durante el embarazo. Por lo tanto, es fundamental que los profesionales de la salud desarrollen una mayor sensibilidad y formación en salud mental para poder detectar y abordar estos problemas. Cuidar la psique de las gestantes implica escuchar sus historias y ofrecer un espacio seguro para que expresen sus preocupaciones y necesidades.
P. En el libro insiste varias veces en lo desconectadas que están las mujeres de sus cuerpos y sus procesos, ¿Cómo se ha llegado a esto?
R. Es complicado responder a esto porque creo que hay muchos factores detrás. Por ejemplo, podemos pensar en cómo se controla el cuerpo desde el momento de la escolarización, lo poco que se respetan las necesidades de movimiento, de control de esfínteres… En las escuelas se prioriza la parte académica e intelectual, pero se desatiende la conexión con el cuerpo, lo que fomenta la desconexión y la falta de escucha hacia nuestras propias necesidades. Es cierto que ahora estamos empezando a ver un cambio con relación a la parte reproductiva; cada vez hablamos más sobre el ciclo menstrual y el deseo sexual. Este aumento de la conversación es positivo, pero todavía queda un largo camino por recorrer para que las mujeres se reconecten plenamente con sus cuerpos y procesos, que haya una comprensión más profunda de nuestra propia biología.
P. ¿Cómo afecta la píldora anticonceptiva a la relación de las mujeres con su fertilidad?
R. Hablo de mujeres heterosexuales, pero sabemos que tomar la píldora altera nuestra capacidad innata de sentirnos atraídas por varones con los que tenemos más posibilidades de reproducirnos exitosamente por temas de histocompatibilidad, y parece que esto con este tipo de fármaco se pierde. Se nos olvida que somos naturaleza, que nuestro cuerpo tiene una inteligencia propia. Parte de los problemas de salud mental tiene que ver con esto: con que somos negligentes con nuestra propia naturaleza, desde las necesidades de descanso hasta las necesidades relacionales.
P. ¿Los avances en feminismo con respecto a la maternidad también tendrían una cara B?
R. Los avances en sí mismos no son siempre buenos o malos, blancos o negros, pero cuando los analizas sí que encuentras matices. Cosas que mejoran nuestras vidas y cosas que las empeoran. Solo hay que escuchar a las madres para darse cuenta de las dificultades a las que se enfrentan hoy, el agotamiento que arrastran. O lo que hay detrás de que haya mujeres que, aun deseando ser madres, no pueden cumplir su deseo precisamente por haberlo retrasado tanto. Y aquí hay otra cosa que me parece importante señalar: retrasar tanto la maternidad también es una forma de incentivar una idealización de la maternidad. El debate feminista de primer orden es, sin duda alguna, todo esto.
P. Los vientres de alquiler también le preocupan. Dice que se debe visibilizar que conllevan planificar una orfandad desde el nacimiento. ¿Debería prohibirse esta práctica en todos los países?
R. Yo estoy en esto. He firmado la Declaración de Casablanca por la abolición universal de los vientres de alquiler porque creo que es, sin duda alguna, una compraventa de seres humanos que se debe detener. Por eso en libro explico las consecuencias y riesgos para la salud de las personas así gestadas, que pierden a la madre nada más nacer, así como las implicaciones que conlleva esa pérdida de identidad que ahora se promueve: por más que se quiera borrar el origen, la memoria corporal de la gestación la llevamos en cada célula de nuestro cuerpo de por vida.
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