Escribió y dibujó sobre mujeres influyentes en uno de sus primeros libros editado originalmente en ingles, pero fue con Federico (Lumen) su biografía ilustrada del poeta grandino cuando Ilu Ros (Murcia, 40 años) arrasó. Con Una trilogía rural (Lumen) siguió tras los pasos de García Lorca y sus obras teatrales. Ahora, cambia por completo de escenario y regresa a Londres, la metrópoli donde arrancó su carrera, con Una casa en La Ciudad (Lumen).
¿Qué libro le convirtió en ilustradora? El libro de los 101 cuentos, me lo regalaron en la comunión, y me despertaban mucha curiosidad esas ilustraciones delicadísimas en grafito y acuarela que representaban historias donde había lugar para la maldad y lo siniestro, tan alejadas de los dibujos de Disney que yo veía. Pero ahí no sabía que sería ilustradora, así que supongo que ese no fue.
¿Y cuál le ayudó a vivir en la ciudad? Fup, de Jim Dodge. Fue el primero que conseguí leerme entero en inglés.
¿Si tuviera que citar tres referentes quiénes serían? Francis Bacon, Chris Ware y Julia Wertz. Mañana seguramente te diré otros.
¿Qué obra siente que es imposible de adaptar como novela gráfica? Cien años de soledad, habría que dejar mucho por el camino. Demasiados tomos.
¿Qué libro ha recomendado más veces? Canto yo y la montaña baila, de Irene Solá; Frankenstein, de Mary Shelley; y Anatomía del miedo: Un tratado sobre la valentía, de José Antonio Marina.
¿Y cuál no ha podido terminar? Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, pero es que creo que a veces no es el momento, la historia se me cruzó. Seguramente lo retome de nuevo cuando yo esté más fresca.
¿Qué película ha visto más veces? Grease, y el 90% de ellas antes de cumplir los 12 años.
¿La última serie que vio del tirón? Celeste.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? Where is my mind, de The Pixies.
¿Un verso que se repita en bucle en su cabeza? Pues uno de una canción de Ricardo Cocciante, “Era già tutto previsto”, llevo ya tres meses que no hay manera de que se vaya.
¿En qué museo se quedaría a vivir? En uno donde haya pinturas de Pieter Brueghel el Viejo.
¿Qué suceso histórico admira más? La creación de la imprenta, que se popularizasen los libros, no me puedo imaginar cómo estaríamos ahora si eso no hubiese ocurrido.
¿Qué encargo no aceptaría jamás? Uf… Pintar con fluidos corporales, mira… ni por una performance, ni por terapia, ni por nada, yo no.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? Las redes sociales y los gastrobares. Y juntos más aún.
De no ser ilustradora le habría gustado ser… Locutora de radio o librera, aunque los libreros siempre me dicen que me equivoco.
Escribió y dibujó sobre mujeres influyentes en uno de sus primeros libros editado originalmente en ingles, pero fue con Federico (Lumen) su biografía ilustrada del poeta grandino cuando Ilu Ros (Murcia, 40 años) arrasó. Con Una trilogía rural (Lumen) siguió tras los pasos de García Lorca y sus obras teatrales. Ahora, cambia por completo de escenario y regresa a Londres, la metrópoli donde arrancó su carrera, con Una casa en La Ciudad (Lumen). ¿Qué libro le convirtió en ilustradora? El libro de los 101 cuentos, me lo regalaron en la comunión, y me despertaban mucha curiosidad esas ilustraciones delicadísimas en grafito y acuarela que representaban historias donde había lugar para la maldad y lo siniestro, tan alejadas de los dibujos de Disney que yo veía. Pero ahí no sabía que sería ilustradora, así que supongo que ese no fue.¿Y cuál le ayudó a vivir en la ciudad? Fup, de Jim Dodge. Fue el primero que conseguí leerme entero en inglés.¿Si tuviera que citar tres referentes quiénes serían? Francis Bacon, Chris Ware y Julia Wertz. Mañana seguramente te diré otros.¿Qué obra siente que es imposible de adaptar como novela gráfica? Cien años de soledad, habría que dejar mucho por el camino. Demasiados tomos.¿Qué libro ha recomendado más veces? Canto yo y la montaña baila, de Irene Solá; Frankenstein, de Mary Shelley; y Anatomía del miedo: Un tratado sobre la valentía, de José Antonio Marina.¿Y cuál no ha podido terminar? Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, pero es que creo que a veces no es el momento, la historia se me cruzó. Seguramente lo retome de nuevo cuando yo esté más fresca.¿Qué película ha visto más veces? Grease, y el 90% de ellas antes de cumplir los 12 años.¿La última serie que vio del tirón? Celeste.Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? Where is my mind, de The Pixies.¿Un verso que se repita en bucle en su cabeza? Pues uno de una canción de Ricardo Cocciante, “Era già tutto previsto”, llevo ya tres meses que no hay manera de que se vaya.¿En qué museo se quedaría a vivir? En uno donde haya pinturas de Pieter Brueghel el Viejo.¿Qué suceso histórico admira más? La creación de la imprenta, que se popularizasen los libros, no me puedo imaginar cómo estaríamos ahora si eso no hubiese ocurrido.¿Qué encargo no aceptaría jamás? Uf… Pintar con fluidos corporales, mira… ni por una performance, ni por terapia, ni por nada, yo no.¿Qué está socialmente sobrevalorado? Las redes sociales y los gastrobares. Y juntos más aún.De no ser ilustradora le habría gustado ser… Locutora de radio o librera, aunque los libreros siempre me dicen que me equivoco. Seguir leyendo
Escribió y dibujó sobre mujeres influyentes en uno de sus primeros libros editado originalmente en ingles, pero fue con Federico (Lumen) su biografía ilustrada del poeta grandino cuando Ilu Ros (Murcia, 40 años) arrasó. Con Una trilogía rural (Lumen) siguió tras los pasos de García Lorca y sus obras teatrales. Ahora, cambia por completo de escenario y regresa a Londres, la metrópoli donde arrancó su carrera, con Una casa en La Ciudad (Lumen).
¿Qué libro le convirtió en ilustradora? El libro de los 101 cuentos, me lo regalaron en la comunión, y me despertaban mucha curiosidad esas ilustraciones delicadísimas en grafito y acuarela que representaban historias donde había lugar para la maldad y lo siniestro, tan alejadas de los dibujos de Disney que yo veía. Pero ahí no sabía que sería ilustradora, así que supongo que ese no fue.
¿Y cuál le ayudó a vivir en la ciudad? Fup, de Jim Dodge. Fue el primero que conseguí leerme entero en inglés.
¿Si tuviera que citar tres referentes quiénes serían? Francis Bacon, Chris Ware y Julia Wertz. Mañana seguramente te diré otros.
¿Qué obra siente que es imposible de adaptar como novela gráfica? Cien años de soledad, habría que dejar mucho por el camino. Demasiados tomos.
¿Qué libro ha recomendado más veces? Canto yo y la montaña baila, de Irene Solá; Frankenstein, de Mary Shelley; y Anatomía del miedo: Un tratado sobre la valentía, de José Antonio Marina.
¿Y cuál no ha podido terminar? Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, pero es que creo que a veces no es el momento, la historia se me cruzó. Seguramente lo retome de nuevo cuando yo esté más fresca.
¿Qué película ha visto más veces? Grease, y el 90% de ellas antes de cumplir los 12 años.
¿La última serie que vio del tirón? Celeste.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? Where is my mind, de The Pixies.
¿Un verso que se repita en bucle en su cabeza? Pues uno de una canción de Ricardo Cocciante, “Era già tutto previsto”, llevo ya tres meses que no hay manera de que se vaya.
¿En qué museo se quedaría a vivir? En uno donde haya pinturas de Pieter Brueghel el Viejo.
¿Qué suceso histórico admira más? La creación de la imprenta, que se popularizasen los libros, no me puedo imaginar cómo estaríamos ahora si eso no hubiese ocurrido.
¿Qué encargo no aceptaría jamás? Uf… Pintar con fluidos corporales, mira… ni por una performance, ni por terapia, ni por nada, yo no.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? Las redes sociales y los gastrobares. Y juntos más aún.
De no ser ilustradora le habría gustado ser… Locutora de radio o librera, aunque los libreros siempre me dicen que me equivoco.
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