“Escribo para entender, para entenderme y para que me entiendan”. La frase, que aparece en la novela Otra versión de ti, pertenece al personaje de Candela —el cual desea reconstruir la identidad de su madre fallecida a través de la escritura—, pero bien podría ser enunciada por la propia Inés Martín Rodrigo. En esta historia marcada por los temas que obsesionan a su autora: la familia, la pérdida, la memoria y la identidad, la literatura es mucho más que una herramienta narrativa: es el único espacio posible para sostenerse cuando la realidad se quiebra.
Quienes se acerquen a la nueva novela de Martín Rodrigo, después de haber ganado el Premio Nadal en 2022 con Las formas del querer, se van a encontrar “a una escritora diferente, a una autora inconformista que no tiene miedo a afrontar los retos que debe significar la escritura de una nueva obra”. Y es que, si hay algo que define la estructura que emplea en esta ocasión es la multiplicidad de voces y “géneros” —aunque Martín Rodrigo prefiere evitar este término—, “desde el periodístico, el diario, la narración convencional, el relato, u otros más modernos como los tuits o los wasaps”.
Conocemos a la madre de Candela a través del retrato coral de aquellos que la conocieron y, a su vez, conocemos a Candela a través de la mirada de su pareja, Andrea. Martín Rodrigo explica que esta construcción responde al propio título de la novela: Otra versión de ti. La identidad nunca es un relato lineal ni absoluto, sino un mosaico de perspectivas, un juego de espejos donde cada versión de uno mismo depende de la mirada de los otros.
Ese juego de capas narrativas se enlaza con la influencia de autoras como Carmen Martín Gaite, cuya Nubosidad variable resuena en el uso de la segunda persona en la que Andrea se dirige a Candela. La autora admite que esta elección estilística fue un reto. “Es una persona muy difícil de construir, de contener, y de apresar, es una persona con la que cuesta mucho trabajo llegar al lector y soy consciente de ello, pero yo nunca subestimo a mi lector”. La narración en segunda persona que se emplea, como si se tratara de un monólogo o un flujo de pensamiento interno, es una voz que siempre necesita de los demás, que “busca explicar el yo que todos somos y que solo podemos ser si tenemos a nuestro lado a un tú que nos entienda”.
No es Martín Gaite la única referencia de esta autora, que traslada al personaje de Candela sus diferentes obsesiones literarias. Aquellas que son “capaces de reflejar la belleza de lo cotidiano y que, partiendo de esa pequeña escena que alguien vive en un rincón de su casa, la ilumina, abre el foco y trasciende”. Por ello, entre sus referentes encontramos a autoras como Joan Didion, Brigitte Giraud, Annie Ernaux o Kate Zambreno, cuya obra Mi libro madre, mi libro monstruo —que busca registrar las raíces y los relatos apócrifos familiares de la madre de la autora después de su muerte— adquiere un papel vital en esta novela tan descarnada. “Uno de los elementos constitutivos y constituyentes de mi identidad literaria y de mi identidad personal es la pérdida, es la ausencia, y sobre todo y ante todo, el fallecimiento de mi madre”, añade Martín Rodrigo.
Sin embargo, en ese proceso de reconstrucción de la identidad de otra persona, hay que dejar de perseguir la objetividad. “El retrato objetivo de una persona a la que quisiste, a la que quieres incluso, y a la que aspiras a seguir queriendo, no existe, no es posible. Es mucho más importante la honestidad”. Eso es algo que libera al personaje de Candela, y a la propia Martín Rodrigo. La necesidad de conocer la verdad pesa menos cuando se asume que la memoria es, en sí misma, una forma de ficción; y que la literatura es una lucha contra el olvido.
“Uno de los elementos constitutivos y constituyentes de mi identidad literaria y de mi identidad personal es la pérdida, es la ausencia, y sobre todo y ante todo, el fallecimiento de mi madre”, asegura la autora, que en 2022 ganó el Premio Nadal y ahora publica ‘Otra versión de ti’
“Escribo para entender, para entenderme y para que me entiendan”. La frase, que aparece en la novela Otra versión de ti, pertenece al personaje de Candela —el cual desea reconstruir la identidad de su madre fallecida a través de la escritura—, pero bien podría ser enunciada por la propia Inés Martín Rodrigo. En esta historia marcada por los temas que obsesionan a su autora: la familia, la pérdida, la memoria y la identidad, la literatura es mucho más que una herramienta narrativa: es el único espacio posible para sostenerse cuando la realidad se quiebra.
Quienes se acerquen a la nueva novela de Martín Rodrigo, después de haber ganado el Premio Nadal en 2022 con Las formas del querer, se van a encontrar “a una escritora diferente, a una autora inconformista que no tiene miedo a afrontar los retos que debe significar la escritura de una nueva obra”. Y es que, si hay algo que define la estructura que emplea en esta ocasión es la multiplicidad de voces y “géneros” —aunque Martín Rodrigo prefiere evitar este término—, “desde el periodístico, el diario, la narración convencional, el relato, u otros más modernos como los tuits o los wasaps”.
Conocemos a la madre de Candela a través del retrato coral de aquellos que la conocieron y, a su vez, conocemos a Candela a través de la mirada de su pareja, Andrea. Martín Rodrigo explica que esta construcción responde al propio título de la novela: Otra versión de ti. La identidad nunca es un relato lineal ni absoluto, sino un mosaico de perspectivas, un juego de espejos donde cada versión de uno mismo depende de la mirada de los otros.
Ese juego de capas narrativas se enlaza con la influencia de autoras como Carmen Martín Gaite, cuya Nubosidad variable resuena en el uso de la segunda persona en la que Andrea se dirige a Candela. La autora admite que esta elección estilística fue un reto. “Es una persona muy difícil de construir, de contener, y de apresar, es una persona con la que cuesta mucho trabajo llegar al lector y soy consciente de ello, pero yo nunca subestimo a mi lector”. La narración en segunda persona que se emplea, como si se tratara de un monólogo o un flujo de pensamiento interno, es una voz que siempre necesita de los demás, que “busca explicar el yo que todos somos y que solo podemos ser si tenemos a nuestro lado a un tú que nos entienda”.
No es Martín Gaite la única referencia de esta autora, que traslada al personaje de Candela sus diferentes obsesiones literarias. Aquellas que son “capaces de reflejar la belleza de lo cotidiano y que, partiendo de esa pequeña escena que alguien vive en un rincón de su casa, la ilumina, abre el foco y trasciende”. Por ello, entre sus referentes encontramos a autoras como Joan Didion, Brigitte Giraud, Annie Ernaux o Kate Zambreno, cuya obra Mi libro madre, mi libro monstruo —que busca registrar las raíces y los relatos apócrifos familiares de la madre de la autora después de su muerte— adquiere un papel vital en esta novela tan descarnada. “Uno de los elementos constitutivos y constituyentes de mi identidad literaria y de mi identidad personal es la pérdida, es la ausencia, y sobre todo y ante todo, el fallecimiento de mi madre”, añade Martín Rodrigo.
Sin embargo, en ese proceso de reconstrucción de la identidad de otra persona, hay que dejar de perseguir la objetividad. “El retrato objetivo de una persona a la que quisiste, a la que quieres incluso, y a la que aspiras a seguir queriendo, no existe, no es posible. Es mucho más importante la honestidad”. Eso es algo que libera al personaje de Candela, y a la propia Martín Rodrigo. La necesidad de conocer la verdad pesa menos cuando se asume que la memoria es, en sí misma, una forma de ficción; y que la literatura es una lucha contra el olvido.
EL PAÍS