La actriz protagoniza en el festival Temporada Alta de Girona la versión de Romeo Castellucci de ‘Bérénice’, la pieza de Racine sobre el romance imposible entre la reina judía y Tito. Leer La actriz protagoniza en el festival Temporada Alta de Girona la versión de Romeo Castellucci de ‘Bérénice’, la pieza de Racine sobre el romance imposible entre la reina judía y Tito. Leer
Hija de Herodes Agripa I, la reina judía Berenice es, como Cleopatra, una de esas figuras históricas devoradas por la ficción. En su caso, el motivo es su relación amorosa con Tito Flavio Vespasiano, futuro emperador Tito, durante la primera guerra judeo-romana (66-73). Las presiones de la corte romana empujaron a Tito a poner fin al romance y a alejarla de su lado, lo cual provocó que su rastro se perdiera en las esquinas de la historia.
Descrita primero por su contemporáneo Suetonio, Berenice inspiró a Jean Racine una de sus piezas más conocidas, que ahora reinterpreta el dramaturgo y director italiano Romeo Castellucci. ‘Bérénice’ se convierte así en una fábula sobre la interacción entre el amor y la política que sostiene la interpretación de la actriz francesa Isabelle Huppert, en la piel de la monarca separada de su emperador. El montaje es el plato fuerte de la programación del festival Temporada Alta de Girona, que lo acoge en dos únicas representaciones, este sábado y el domingo.
Para Castellucci, ‘Bérénice’ «es probablemente la tragedia más inmóvil, estática e inquietante jamás concebida. Y, sin embargo, nos hace llorar. Y, sin embargo, se podría decir, Berenice soy yo», plantea como guiño a ‘Madame Bovary’, de Flaubert.
En el escenario, «como una estrella fija, una sola actriz encarna a Berenice: Isabelle Huppert, la sinécdoque del arte de actuar en el teatro occidental», en palabras del director. «Ella es la actriz, pero también el actor, por definición; ella es el propio Teatro, que se manifiesta en ella».
Con música de Scott Gibbons, estrecho colaborador de Castellucci desde hace tiempo, la protagonista de ‘La pianista’ trasciende su papel de intérprete, de medio, para convertirse en parte del contenido: «Ella es la intérprete definitiva. Para una obra insuperable es necesario un intérprete radical como Isabelle para abordar uno de los textos más radicales de la historia occidental». Una radicalidad, según el creador teatral italiano, «en el verdadero sentido del término».
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